30/11/2012, Viernes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – San Andrés, apóstol

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10, 9-18)

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación,- y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los limites del orbe su lenguaje.»

Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5) R.
A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4, 18-22)

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

30 noviembre 2012. Viernes de la XXXIV semana de T.O. – San Andrés, apóstol – Puntos de oración

El último viernes previo al adviento la liturgia nos regala con la festividad del apóstol. Andrés, el hermano de Pedro. Gracias a ellos, los apóstoles, la Iglesia se consolidó y se difundió por todo el mundo. A su palabra, testimoniada con la entrega de su vida, debemos el que hoy el cristianismo esté difundido por todo el mundo.

Han pasado tantos años y siguen haciendo falta apóstoles que hablen de Jesucristo. Da la impresión que a tantas personas no les hace falta creer, que son felices, saben lo que quieren y no necesitan de creencias para vivir la vida al máximo. Tantos son bautizados que al crecer han dejado la fe en un rincón de sus vidas.

No importa, el cristiano tiene el deber de anunciar a Jesucristo, porque sabe que “nadie que cree en él quedará defraudado”. Pidamos al Señor nos trasforme en alegres testigos del evangelio en este mundo en plena crisis económica, mostrando al mundo una razón por la cual vivir.

29/11/2012, Jueves de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (18, 1-2. 21-23; 19, 1-3. 9a)

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo; venia con gran autoridad y su resplandor iluminó la tierra. Gritó a pleno pulmón: -« ¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu impuro, en guarida de todo pájaro inmundo y repugnante.» Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la tiró al mar, diciendo: -«Así, de golpe, precipitarán a Babilonia, la gran metrópoli, y desaparecerá. El son de arpistas y músicos, de flautas y trompetas, no se oirá más en ti. Artífices de ningún arte habrá más en ti, ni murmullo de molino se oirá más en ti; ni luz de lámpara brillará más en ti, ni voz de novio y novia se oirá más en ti, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones. » Después en el cielo algo que recordaba el vocerío de una gran muchedumbre; cantaban: -«Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía a la tierra con sus fornicaciones, y le ha pedido cuenta de la sangre de sus siervos.» Y repitieron: -«Aleluya. El humo de su incendio sube por los siglos de los siglos.» Luego me dice: -«Escribe: "Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero. " »

Salmo responsorial (Sal 99, 2. 3. 4. 5)
R. Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero.

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.

«El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 20-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

29 noviembre 2012. Jueves de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN

Nos ponemos en la presencia de Dios, acompañados por la ayuda del Espíritu Santo y en el regazo de María.

Hacemos un acto de fe profundo (estamos en el año de la fe). Si nos ayuda comenzamos recitando pausadamente el credo. Lo brindo para todos los días de este año.

1.- La agonía de la historia

Anuncio del asedio y ruina de Jerusalén, y señales cósmicas que precederán a la última venida de Cristo en poder y gloria.

La primera destrucción total de Jerusalén tuvo lugar en Agosto del año 70, bajo las legiones de Tito. La segunda el año 135 en tiempos de Adriano. Según Jesús, en esa ruina, como en la de otras ciudades de la Biblia, y en las catástrofes históricas de Israel: guerras, destierros y deportaciones, hay que ver algo más que un mero suceso político- social. Es también un acontecimiento religioso.

Esto nos enseña a descubrir a Dios más allá de lo que contemplan nuestros ojos, o más bien, a través de lo que vemos, aunque sea trágico. En todos los acontecimientos de nuestra existencia está siempre presente Dios.

2.- Se acerca vuestra liberación

El evangelio de hoy concluye con un grito de consuelo y esperanza: “Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”.

No son la destrucción y la muerte quienes tienen la última palabra, sino la liberación y la vida, porque Cristo resucitado es el Señor del cosmos y de la historia.

Cada etapa de la evangelización del mundo, cada conversión personal del corazón, cada hombre y cada mujer que se abren al Espíritu, son jalones en la marcha de la historia hacia la venida gloriosa de Cristo. Se va adelantando así la hora de nuestra liberación definitiva. Como ocurre hoy mismo con este rato de oración que realizo.

El hombre es un ser que espera, y sólo esperando puede sobrevivir. ¿Qué será de aquellos que no esperan nada?

Pero nosotros aguardamos un Salvador, Jesucristo, el Señor. Y ya está cerca, viene cada día, viene en cada situación de mi vida, también en las difíciles.

Ningún otro nos puede liberar, ni bajo el cielo ni sobre la tierra, no hay nadie más en quien podamos confiar a fondo perdido (Hch, 4, 11)

Cobremos ánimo en nuestra oración, se acerca nuestra liberación. Es ya una realidad presente que se nos da hecho Eucaristía.

Santa María, tú que acogiste a este Salvador, enséñanos a tener un corazón abierto y esperanzado. Amén.

28/11/2012, Miércoles de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (15, 1-4)

Yo, Juan, vi en el cielo otra señal, magnífica y sorprendente: siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, pues con ellas se puso fin al furor de Dios. Vi una especie de mar de vidrio veteado de fuego; en la orilla estaban de pie los que habían vencido a la fiera, a su imagen y al número que es cifra de su nombre; tenían en la mano las arpas que Dios les había dado. Cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.»

Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 7-8. 9)
R. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R.

Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 12-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

28 noviembre 2012. Miércoles de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Los minutos iniciales de la oración son muy importantes. Arrancamos poniéndolos en la presencia de Dios y le decimos:

“Que todas mis intenciones acciones y operaciones sean encaminadas (ordenadas) en servicio y alabanza de Tu divina majestad”

Y la primera sea la oración del día poniendo al Señor en primer lugar de toda la parafernalia que puede venir después que se transformará en fuente de gracia porque en sus manos la hemos puesto.

Estamos en el ocaso del año. La Iglesia nos pone la lectura del Apocalipsis una visión del apóstol san Juan que nos describe el fin de los tiempos que aunque será para todos al final con el Juicio, para cada uno es con la muerte. Tiempo propicio par meditar verdades eternas: muerte, juicio, infierno y gloria. El domingo celebrábamos a Jesucristo Rey del Universo, el Cordero degollado digno de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. Contemplarle teniendo como imagen de fondo uno de los hermosos tímpanos de nuestras catedrales puede ser la mejor meditación no sólo para un día sino para todos los días de este tiempo. Por ejemplo el Pórtico de la Gloria que es el compendio grabado en piedra que mejor lo representa. Contemplarle con el halo de gloria que le da el Padre, en actitud de bendecir con la mano llagada, rodeado de los evangelistas con sus figuras representativas, patriarcas, profetas, apóstoles; el Coro de los 24 ancianos con sus instrumentos proclamando su gloria, las lamas unas salvándose y otras condenándose, nos puede llevar a afirmar nuestra fe, esperanza y caridad.

El cántico de Moisés del que habla la primera lectura: “Grandes y maravillosas-admirables- son tus obras, Señor, Dios soberano de todo.” Recitar las estrofas de este salmo 67 puede ser otra forma de hacer nuestra oración:

-Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo

-El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia;
se acordó de su misericordia y su fidelidad,
en favor de la casa de Israel.

- Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes.

Ante el Señor que ya llega, para regir la tierra,
y regirá el orbe con justicia
los pueblos con rectitud.

¡Cuánto necesitamos de esta justicia! Pero tendremos que pasar quizá por el martirio, por cierto que hoy también se celebra al papa san Clemente I mártir. Tercero que se nombra en el canon romano del Misa. Se acercan tiempos difíciles, afirmemos nuestra fe en este Año del Fe hasta dar la vida o como decía el P. Morales ¡ojalá! La Iglesia hoy sigue siendo perseguida de una u otra forma en muchos lugares se producen masacres colectivas por reunirse a orar. Esta oración de san Clemente nos pone en contacto con los primeros cristianos candidatos al martirio como él:

Sí, Señor, haz que resplandezca en nosotros tu rostro con el bien de la paz; protégenos con tu mano poderosa… Nosotros te damos gracias, a través del sumo Sacerdote y guía de nuestras almas, Jesucristo, por medio del cual sea gloria y alabanza a ti, ahora, y de generación en generación, por los siglos de los siglos. Amén»

O con la que pone la Iglesia en este día para él: Dios todopoderoso que te muestras admirable en la gloria de tus santos; concédenos celebrar con alegría la fiesta de san Clemente I sacerdote y mártir de tu Hijo que dio testimonio.

Que Santa María Reina de los mártires nos conduzca a la vida verdadera.

27/11/2012, Martes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (14, 14-19)

Yo, Juan, miré y en la visión apareció una nube blanca; estaba sentado encima uno con aspecto de hombre, llevando en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz afilada. Del santuario salió otro ángel y gritó fuerte al que estaba sentado en la nube: -«Arrima tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la tierra está más que madura. » Y el que estaba sentado encima de la nube acercó su hoz a la tierra y la segó. Otro ángel salió del santuario celeste llevando él también una hoz afilada. Del altar salió otro, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y le gritó fuerte al de la hoz afilada: -«Arrima tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque las uvas están en sazón.» El ángel acercó su hoz a la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar del furor de Dios. Pisotearon el lagar fuera de la ciudad, y del lagar corrió tanta sangre, que subió hasta los bocados de los caballos en un radio de sesenta leguas.

Salmo responsorial (Sal 95, 10. 11-12. 13)
R. El Señor llega a regir la tierra.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 5-11)

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -«Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuánd va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: -«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero al final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. »

27 noviembre 2012. Martes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Estamos en la última semana del año litúrgico. El ambiente del mes de noviembre, en el corazón del otoño, se encuentra en sintonía con el mensaje de los textos bíblicos que la Iglesia nos ha estado presentando en las Eucaristías. Y que hoy, nuevamente, vuelve a poner de relieve.

Pasa este mundo, sus reinos, imperios y civilizaciones. El Señor viene. Sea esperado o sea rechazado. Sea amado o sea odiado. Sea anhelado o sea temido. El Señor viene. Salvando muros de egoísmo, abismos de pecado, montañas de odio. El Señor viene. Para todos y cada uno. Para el santo y el pecador. Para el creyente y el idólatra. Para el entusiasta y el tibio.

El Señor viene, pero estamos con las lámparas encendidas todos cuantos tenemos amor a su venida. Mirando ya al inminente Adviento que se avecina. Acompañados por la Virgen, inmersos en su campaña de la Inmaculada.

El Señor viene, y nada mejor que paladear en nuestra oración los sentimientos que al respecto experimentó una carmelita del convento de Mancera y que puso por escrito:

Muerte, te siento llegar
lentamente, paso a paso
y aunque el amor impaciente le parezca lento acaso,
seguro es tu caminar.

No el tuyo, que pone espanto,
sino el caminar de Cristo
para aquel eterno abrazo.

Me es necesario pensar
que te tengo tan a mano,
tan dentro en mi corazón
de blanco Pan disfrazado,
que la muerte no será
más que un muro derribado
que me dará la visión
de ese Rostro tan amado,
del Cristo que me enamora,
de esos ojos deseados
que yo llevo en mis entrañas
vivos y «no dibujados»
pero que sólo la fe
me hace como adivinarlos
tras los velos transparentes
o algunas veces opacos...

Muerte, te siento cercana
y te suplico a mi vez
que vengas tan disfrazada
que no te sienta llegar
para que el gozo del alma
no me devuelva una vida
que con la muerte se acaba.

Es la vida verdadera
la que todo el ser reclama
y esa Vida, Cristo mío,
eres Tú que así me amas
y que vienes a buscarme
en forma de una Hostia blanca,
que fue el gozo de mi vida,
de esta vida que se acaba
para empezar una nueva
gloriosa y resucitada.

26/11/2012, Lunes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (14, 1-3. 4b-5)

Yo, Juan, miré y en la visión apareció el Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. Oí también un sonido que bajaba del cielo, parecido al estruendo del océano, y como el estampido de un trueno poderoso; era el son de arpistas que tañían sus arpas delante del trono, delante de los cuatro seres vivientes y los ancianos, cantando un cántico nuevo. Nadie podía aprender el cántico fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil, los adquiridos en la tierra. Éstos son los que siguen al Cordero adondequiera que vaya; los adquirieron como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero. En sus labios no hubo mentira, no tienen falta.

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 1-4)

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: -«Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Lunes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

34 T.O. – CICLO B – Lc 21 1-4

Al iniciar la oración caer en la cuenta cómo Dios me está esperando, me mira complacido; sentir la mirada que un día le regaló al joven rico “fijando en él la mirada lo amó”.

La pobreza y el desprendimiento que vive la viuda del relato evangélico de hoy y que Jesús alaba ante sus discípulos es la norma que el Señor mostró repetidamente. La actitud generosa de la pobre viuda que entrega todo lo que tiene para vivir, depositándolo en el cepillo del templo, contrasta con la actitud egoísta de tantos otros que no piensan más que en adquirir bienes para sí mismo.

En la revelación bíblica, riqueza y pobreza no son conceptos sólo de cantidad; pesa también la actitud de apego o desapego de lo que uno posee. Esto es lo que nos hace ricos o pobres de espíritu ante el Señor. Desde siempre, y hoy más que nunca, se rinde culto al dios dinero. Todo se le sacrifica en su altar: trabajo, salud, principios morales, familia, amistades; todo, con tan de triunfar.

En una sociedad de consumo, de progreso ilimitado, favorece la tendencia que todos llevamos dentro de tener y gastar. Por esos todo el mundo envidia a los que triunfan, hacen dinero y logran una posición desahogada.

El tema de la pobreza y los avisos de Jesús sobre los peligros de la riqueza son frecuentes en el evangelio. Para Jesús el dinero y la riqueza son una espada de doble filo, cuya bondad o maldad depende de su uso.

El dinero y los bienes son necesarios para vivir, pero no son la fuente de la vida ni está en ellos la clave de ser persona. Solo el que ama y está abierto a los demás, dándose a Dios y al hermano tiene vida auténtica y es feliz porque entiende la vida con sabiduría. El sinsentido de la vida hace su aparición cuando la persona se cierra a Dios y al prójimo; pues, sin relación a estos valores perennes, los bienes y las cosas carecen de referencia que les dé un valor así mismos. Solamente en amar a Dios y a los hermanos está la vida y la plenitud humana y la esperanza definitiva que no podemos comprar con todo el oro del mundo. Por eso en las bienaventuranzas, especialmente en la de la pobreza, Jesús nos señaló un camino de liberación y felicidad.

Al terminar la oración darle gracias al Señor y a María por mostrarnos el verdadero camino de la felicidad y por darnos la fuerza para recorrerlo y así poder vivir desde este espíritu de pobreza en próximo adviento que no se puede vivir sino desde la humildad y la pobreza y así llegar a poder contemplar al Niño de Belén como lo hicieron los pastores.

25/11/2012, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

Lectura de la profecía de Daniel (7, 13-14)

Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Salmo responsorial (Sal 92, 1ab. 1c-2. 5)
R. El Señor reina, vestido de majestad.

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. R.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término. R.

Lectura del libro del Apocalipsis (1,5-8)

Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: El viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»

Lectura del santo evangelio según san Juan (18, 33b-37)

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: -«¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: -«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato replicó: -«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?» Jesús le contestó: -«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: -«Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: -«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

24/11/2012, Sábado de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (11, 4-12)

Me fue dicho a mí, Juan: -«Éstos son mis dos testigos, los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra. Si alguno quiere hacerles daño, echarán fuego por la boca y devorarán a sus enemigos; así, el que intente hacerles daño morirá sin remedio. Tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no llueva mientras dura su profecía; tienen también poder para transformar el agua en sangre y herir la tierra a voluntad con plagas de toda especie. Pero, cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los derrotará y los matará. Sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, simbólicamente llamada Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Durante tres días y medio, gente de todo pueblo y raza, de toda lengua y nación, contemplarán sus cadáveres, y no permitirán que les den sepultura. Todos los habitantes de la tierra se felicitarán por su muerte, harán fiesta y se cambiarán regalos; porque estos dos profetas eran un tormento para los habitantes de la tierra. » Al cabo de los tres días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron de pie, en medio del terror de todos los que lo veían. Oyeron entonces una voz fuerte que les decía desde el cielo: -«Subid aquí.» Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.

Salmo responsorial (Sal 143, 1. 2. 9-10)
R. Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R.

Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. R.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (20, 27-40)

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano.

Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: -«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: -«Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

24 noviembre 2012. Sábado de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

A veces las personas queremos entender cada situación que ocurre, tanto a nosotros como a los demás, le pedimos a Dios que nos explique el porqué de ciertas cosas que no estamos preparados para entenderlas; y nosotros, las personas, creemos que estamos perfectamente capacitados para entenderlas y, no comprendiendo las razones de Dios, le empezamos por criticar, pasamos a dejarlo de lado y finalmente hasta dudar de Él y algunos a negarlo; cuando realmente Él no desea que ahora entendamos si no que tan sólo confiemos. En esta actitud de confianza, recordemos que es donde se manifiesta el espíritu del niño que se abre al saber y cercanía de Dios; al dejar de hacer preguntas desordenadas y dejar que Él se nos comunique ordenadamente dejamos paso a la puerta del tiempo, ya que Dios está fuera de él. El factor tiempo es muy importante en nuestra vida de oración, primero dejar ir viendo cómo va evolucionando a lo largo de los meses, años...; no darle prisa queriendo por la fuerza encontrar algo que sólo viene con la gracia de Dios; por otra parte, deberíamos poder ir a hacer un rato de oración sin reloj, en una capilla, diciéndole a Dios: “vengo a estar contigo, el tiempo que haga falta, hasta que después de haberme serenado contándote muchas cosas en desorden, entre yo poco a poco en oración y comience a oír tu voz que me susurra al corazón”; esto es prácticamente imposible observando el avance de las diferentes agujas del reloj y organizándome el horario del día en ese momento.

A la pregunta poco oportuna que los fariseos le formulan a Jesús, Él atina genialmente, mostrándoles que en la Vida Eterna, todos seremos iguales, hijos de Dios, y que será el alma la que reine. Ellos le dicen “Bien dicho, Maestro”, ya que les ha quedado calmada su terrena duda; pero desde ese momento que consideran finalizada la enseñanza, empezaría a hacer poso en su interior y a ir aclarando más dudas y a suscitar otras. Igualmente, dejemos que sigan resonando palabras o frases del Evangelio que nos hayan llamado la atención o que nos hayan clarificado, porque seguramente tendrán más cosas que decirnos. No se nos termine nunca la pasión por oír la palabra silenciosa que nos tiene preparada el Señor.

23/11/2012, Viernes de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (10, 8- 11)

Yo, Juan, oí cómo la voz del cielo que había escuchado antes se puso a hablarme de nuevo, diciendo: -«Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra. » Me acerqué al ángel y le dije: -«Dame el librito.» Él me contestó: -«Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor.» Cogí el librito de mano del ángel y me lo comí; en la boca sabía dulce como la miel, pero, cuando me lo tragué, sentí ardor en el estómago. Entonces me dijeron: -«Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»

Salmo responsorial (Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131)
R. ¡Qué dulce al paladar tu promesa!

Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. R.

Tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. R.

Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R.

¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca! R.

Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón. R.

Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 45-48)

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

23 noviembre 2012. Viernes de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

* PRIMERA LECTURA: Hoy leemos un gesto simbólico: el vidente tiene que comer el rollo, el libro, antes de transmitir su contenido. Es un gesto muy expresivo, que ya encontramos en Ezequiel

3,1. El profeta, el que habla de parte de Dios, primero tiene que comer él lo que anunciará después.

El libro que come -la Palabra de Dios- es en parte dulce y en parte amargo: "en la boca sabia dulce como la miel, pero cuando me lo tragué, sentí ardor en el estómago".

Los cristianos, y sobre todo los que de alguna manera transmitimos a otros la Palabra de Dios - sacerdotes, educadores, catequistas, padres, misioneros, laicos...- debemos primero asimilarla nosotros. Comerla -interiorizarla, personalizarla- y luego comunicarla. Entonces será más creíble nuestro testimonio y nuestra palabra. Para que no caigamos en el reproche de Jesús a los fariseos, "que decían pero no hacían".

También nosotros experimentamos que la Palabra de Dios puede ser, en ocasiones, agridulce. Muchas veces es consoladora. Otras veces, exigente. Pero es la Palabra que nos alimenta y nos hace bien siempre.

* SALMO: En el salmo 118, el creyente que medita desde la sabiduría de Dios se alegraba de encontrar en la Palabra su mejor alimento y gozo: "tus preceptos son mi delicia, qué dulce al paladar tu promesa, más que miel en la boca". Aunque los que escuchamos con frecuencia la Palabra de Dios sabemos que a veces nos produce un gusto suave, pero otras nos provoca y nos amonesta y corrige, para que tomemos en serio la vida. En todos los casos debemos acogerla con sencillez y así estaremos preparados para poder hablar a los demás.

* EVANGELIO: Si le abrimos el corazón a Dios, para que Él habite en nosotros como en un templo, Él, como un buen huésped, se encargará de purificar nuestra vida de todo pecado. La salvación no procede de la buena voluntad del hombre, por muy firme que ésta sea. Sólo Dios salva. A nosotros sólo corresponde abrir la puerta para que Él entre, de tal forma que no pase de largo junto a nosotros y se aleje. Él nos dice: Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien me abre, yo entraré y cenaré con Él. Así Él se quedará con nosotros. No tenemos otro camino que nos conduzca al Padre. Jesús, si habita en nosotros, todos los días nos enseñará el Camino que hemos de seguir; ojalá y lo escuchemos y nos dejemos conducir por Él, fortalecidos por la presencia de su Espíritu Santo en nosotros.

Dedicados al Señor; hechos hijos de Dios; convertidos en testigos de su amor en el mundo. Esta vocación que tiene la Iglesia de Cristo -y nosotros somos Iglesia- no puede llegar a su feliz cumplimiento sólo realizando algunas acciones de culto y pasando de largo ante el pecado, ante la miseria, ante la pobreza que hay en el mundo. La Iglesia es una comunidad misionera, a imagen de su Fundador, Cristo Jesús, Enviado del Padre para ir al encuentro de las ovejas descarriadas, que se perdieron y alejaron de la casa paterna en un día de tinieblas y oscuridades.

La intervención de Jesús en el Templo es una llamada de atención a recolocar nuestra actitud religiosa en un plano de autenticidad y sinceridad. El espacio y el tiempo sagrado deben adquirir su verdadero sentido como forma de encuentro con Dios. Ellos tienen que asumir siempre la forma de la intercesión y de la búsqueda del perdón de Dios a un corazón arrepentido.

ORACIÓN FINAL:

Dios, creador y restaurador del hombre, que has querido que tu Hijo, Palabra eterna, se encarnase en el seno de María, siempre Virgen, escucha nuestras súplicas, y que Cristo, tu Unigénito, hecho hombre por nosotros, se digne hacernos partícipes de su condición divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

22/11/2012, Jueves de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (5, 1-10)

Yo, Juan, a la derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, gritando a grandes voces: -«¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos?» Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo y de ver su contenido. Pero uno de los ancianos me dijo: -«No llores más. Sábete que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus siete sellos.» Entonces vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado, y tenía siete cuernos y siete ojos -son los siete espíritus que Dios ha enviado a toda la tierra-. El Cordero se acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume -son las oraciones de los santos-. Y entonaron un cántico nuevo: «Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.»

Salmo responsorial (Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b)
R. Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes.

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 41-44)

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: -«¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trinche as, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

22 noviembre 2012. Jueves de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El evangelio de hoy nos abre el Corazón de Jesús, que llora sobre Jerusalén. Pidamos al Espíritu Santo en la oración conocimiento interno del Señor y los motivos de su llanto, para que conociéndole más le amemos, y amándole, le sigamos.

1. “Al acercarse Jesús a Jerusalén...Jesús se acerca. Aparece aquí una constante del Señor en el Evangelio: se acerca; a las personas (a la suegra de Pedro, a los de Emaús, a los discípulos a la orilla del lago...), y a las ciudades donde va al encuentro de las personas (a Naín, a Jericó, a Betania, a Sicar, en este pasaje a Jerusalén…). Además invita a la gente para que se acerque. Nos demuestra que el amor se acerca, se abaja. Toda la vida de Jesús es un acercar al Padre a los hombres, y a los hombres al Padre. También hoy Jesús se nos acerca. Está cerca aun cuando le creemos lejos. Más aún, como decía san Agustín, es “más íntimo a mí que mi propia intimidad”.

2. “Jesús dijo llorando…Las lágrimas de Jesús. En la ladera del Monte de los Olivos hay una pequeña iglesia en forma de lágrima llamada “Dominus flevit” (el Señor lloró), que recuerda este pasaje del Evangelio. El frontal de la iglesia es un gran ventanal por el que se contempla una espectacular vista de Jerusalén. ¡Qué misterio! Jesús lloró. Y ¡qué consuelo para nosotros! Porque como dice la carta a los Hebreos: “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para el auxilio oportuno” (Heb 4, 15-16).

¿Por qué lloró Jesús sobre Jerusalén? Preguntémoselo a Él en la oración. Le escucharemos decir “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas, y no habéis querido. Mirad, vuestra casa va a ser abandonada” (Lc 13, 34). Jesús llora por los que no lloran. Por los que no quieren ser reunidos en Él.

3. “Bienaventurados los que lloran...”. Pero Jesús llora también con los que lloran. El hombro de Jesús sabe de muchas lágrimas. Volquemos en Él nuestro llanto. Reconozcamos en su presencia las causas de nuestras lágrimas. El vidente Juan, en la primera lectura, lloraba porque no encontraba a nadie digno de abrir el rollo. ¿Y nosotros? ¿Lloramos por Jesús? ¿Lloramos con Jesús? Y consolar así a Jesús que llora hoy en tantos hombres y mujeres que sufrimos el peso de la vida.

4. “... Porque ellos serán consolados”. Jesús trae oficio de consolar. El mismo Jesús que lloró sobre Jerusalén y que lloró por su amigo Lázaro, dijo a la viuda de Naín: “No llores” (Lc 7, 13). Y nos lo sigue diciendo a ti y a mí, a todos los hombres de hoy. Jesús es el consolador por excelencia. Como dice san Ignacio en los Ejercicios, Jesús resucitado trae “el oficio de consolar”.

¿Experimentamos en Él el consuelo de nuestras lágrimas?

5. Llamados a ser consoladores de Jesús y de los hombres. Abelardo comenta que el mismo que nos dice “¡no llores!” busca consoladores y no los encuentra. Lleva sobre sus hombros todo el dolor de la humanidad, y también Él busca quien calme su dolor. Por ello nos pide: “tú dime también que no llore. Dímelo cuando sufro en el que sufre. Dímelo ante el sagrario donde permanezco en soledad. Dímelo siempre y en todas partes. Hallarás descanso para tu alma, y una sonrisa con esperanzas de resurrección descenderá del Padre al Hijo comenzando a iluminarlo todo” (Aguaviva, septiembre 1974). Y concluye en otro momento: consolar a Jesús, “¿Por qué no ofrecerme yo para tan gran empresa? ¿Por qué no buscar a otros que se asocien a esta magnífica tarea?” (Aguaviva, agosto 1978).

Oración final. Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia: Tú que fuiste traspasada por una espada de dolor, que sufriste la Pasión con tu hijo, y le lloraste muerto en tu regazo, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Enséñanos a reconocerle cuando se acerca, especialmente cuando sufrimos y lloramos. Y enséñanos a ser consoladores de Jesús allí donde sigue sufriendo hoy.

21/11/2012, Presentación de la Santísima Virgen

Lectura del libro del profeta Zacarías (Zc 2, 14-17)

Alégrate y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti —oráculo del Señor—. Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán pueblo mío. Habitaré en medio de ti, y comprenderás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti. El Señor tomará posesión de Judá sobre la tierra santa y elegirá de nuevo a Jerusalén. ¡Calle toda carne ante el Señor, cuando se levanta en su santa morada!

Salmo Responsorial (Lc 1, 46-55)
R. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí, su nombre es santo

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él
hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a su pueblo acordándose de la misericordia
―como lo había prometido a nuestros padres―
en favor de Abraham y su descendencia por siempre. R.

Lectura del Evangelio según San Mateo (12, 4-50)

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablan con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo." Pero él contestó al que le avisaba ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre."

21 noviembre 2012. Presentación de la Santísima Virgen – Puntos de oración

virgenniña Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e influye en nuestros corazones el fuego de tu amor”. Celebramos hoy la Presentación en el Templo de nuestra Madre. Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el «Protoevangelio de Santiago». Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y sobre los deberes para con Dios.

Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén, en el año 543. Todo eso se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, y hasta habla de ello el emperador Miguel Comeno en una Constitución de 1166.

Un gentil hombre francés, canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

En el día de hoy podemos llevar a la oración dos ideas fundamentales:

ü ¿Somos conscientes y damos gracias a Dios por los dones que nos concede?.

Sigamos el ejemplo de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María. Ellos llevaron a María al Templo para agradecer a Dios el don tan inmenso que les había regalado, dieron gracias al Padre por el don de la vida, por el don de María. A nosotros también nos ha regalado el don de María y Cristo nos la ha dado como Madre. No podemos dejar pasar un día sin agradecer a Dios el don que nos concede dándonos a la Virgen como Madre, que nos cuida en todo momento e intercede por nosotros.

ü Una consagración a Dios para vivir una vida entregada a Él. María es llevada al templo y presentada ante Dios, consagrándole su vida, con el deseo de amarle siempre. Es el preludio de su sí a Dios, de su fiat, en el momento de la Anunciación. Que nosotros nos entreguemos a Dios en cada acto que hagamos ofreciéndonos a Él, con el ejemplo de la Virgen María, cumpliendo la voluntad del Señor: “Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Que esta oración produzca en nosotros el deseo de entrega en los próximos compromisos a la Virgen el día de su Inmaculada Concepción.

20/11/2012, Martes de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (3, 1-6. 14-22)

Yo, Juan, oí cómo el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Sardes escribe así: "Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a unto de morir. Pues no he encontrado tus obras perfectas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Ahí en Sardes tienes unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos irán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen. El que salga vencedor se vestirá todo de blanco, y no borraré su nombre de] libro de la vida, pues ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu las Iglesias." Al ángel de la Iglesia de Laodicea escribe así: "Habla el Amén, el testigo fidedigno y veraz, el principio de la creación de Dios: Conozco tus obras, y no eres frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca. Tú dices: 'Soy rico, tengo reservas y nada me falta'. Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro refinado en el fuego, y así serás rico; y un vestido blanco, para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez; y colirio para untártelo en los ojos y ver. A los que yo amo los reprendo y los corrijo. Sé ferviente y arrepiéntete. Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él. Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu a las Iglesias." »

Salmo responsorial (Sal 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5)
R. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí.

El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 1-10)

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

20 noviembre 2012. Martes de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. Introduciendo la escena del evangelio de hoy:

a. Jesús entra en Jericó y va atravesando la ciudad, rodeado de una multitud.

b. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, no quiere perder la oportunidad de conocer al Maestro.

c. Su estatura no le favorece, y decide encaramarse a un sicómoro que se halla junto al camino, para poder verlo mejor.

d. ¡Es curioso, que este hombre, que ha prostituido su fidelidad con pueblo de Dios, y su honor de pertenecer a él, arda en deseos por ver a Jesús...!

e. No podemos olvidarnos que por la vista y el oído nos llega la salvación a los hombres... Recordemos lo que Jesús dijo a los mensajeros del Bautista: "Id a contar a Juan lo que habéis visto y oído..." (Lc.7,22).

f. Zaqueo ve.., pero lo mismo que el ciego del camino, tiene que superar la dificultad de la multitud que acompaña a Jesús... El ciego gritará, y Zaqueo trepará a un árbol... Los dos tienen que vencer las dificultades y el ridículo...

2. Fijémonos ahora en Jesús que llega al sitio donde se encuentra Zaqueo y lo mira:

a. Jesús conoce los corazones de todos aquellos que le rodean... Conoce también el de Zaqueo, como también conoce el tuyo y el mío...

b. Hoy se cumple la Escritura con este hombre:

i. ¡Le llega la promesa de la buena nueva a los pobres..! ¡Él lo es, aunque es rico...!

ii. ¡Se le ha acercado la Salvación..!

iii. ¡Y aparece la acción paradójica de Dios, allí donde no se esperaba..!

c. Jesús no solo conoce los corazones, también conoce los nombres de las personas...

i. ¡Lo llamó por su nombre..! Dicen, que Zaqueo significa "Dios se ha acordado: Zacarías" De este modo se cumple su significado...

ii. Dios se acuerda de él y se compadece..

iii. Todo sucede con rapidez..., como en un abrir y cerrar de ojos...

iv. ¡Aquel que quería ver, fue visto.., y habiendo sido visto por Jesús.., lo vio Dios...!

v. ¡Baja presto a su palabra.., abre su casa de par en par.., hospeda al Divino Peregrino, y se ve inundado de inmensa alegría... Todo por el precio de haber podido mirar al Señor..!

vi. ¡Abramos nuestros ojos para ver a Jesús que pasa junto a nosotros y nos mira..!

3. Pero no todo el mundo ve lo mismo que ve Jesús:

a. "Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»

b. ¡Todos se escandalizan y murmuran...

4. ¿Qué hace Zaqueo al llegar a su casa con semejante huésped..?

a. Hace cuentas, siempre las hizo..., pero ahora en sentido inverso, para beneficiar a quienes pudo robar.., o a quienes pudo extorsionar con su trabajo...

b. ¡Ha captado perfectamente el momento de la salvación en que se encuentra inmerso..!

c. La ley no le resulta extraña, y su deseo de abrazarla ahora, supera su anterior tacañería y hurto en olvidarla...

d. ¡Y es que el amor de Dios le ha alcanzado, no la bolsa, sino el corazón mismo y en su centro..!

5. Solo nos queda ya escuchar a Jesús que nos dice a todos:

a. -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

b. Nadie ha podido afirmar semejantes conceptos salvo el Hijo de Dios: ¡Salvación,,!, ¡hijo de Abrahán..!, ¡lo que estaba perdido..!

c. ¡Que ya nadie desespere en su vida.., que todos confíen en Dios... No hay nada ni nadie, que pueda negarnos la dignidad de hijos de Dios en Cristo-Jesús, por muy alejados que estemos, por muy pervertida que esté nuestra vida...

Que nuestra oración de hoy esté a la altura de la bondad de Dios.., de la alegría de Zaqueo.., y de la confianza que debería brota en nuestros corazones, al contemplar este pasaje de la vida de

Cristo.

19/11/2012, Lunes de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Comienzo del libro del Apocalipsis (1, 1-4; 2, 1-5a)

Esta es la revelación que Dios ha entregado a Jesucristo, para que muestre a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Dio la señal enviando su ángel a su siervo Juan. Éste, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen presente lo que en ella está escrito, porque el momento está cerca. Juan, a las siete Iglesias de Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, de parte de los siete espíritus que están ante su trono. Oí cómo el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Éfeso escribe así: "Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda entre los siete candelabros de oro: Conozco tus obras, tu fatiga y tu aguante; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo y descubriste que eran unos embusteros. Eres tenaz, has sufrido por mi y no te has rendido a la fatiga; pero tengo en contra tuya que has abandonado el amor primero. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes." »

Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Al que salga vencedor le daré a comer del árbol de la vida.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol, plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 35-43)

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: -«Pasa Jesús Nazareno.» Entonces gritó: -«¡Jesús, hijo de David, en compasión de mí!» Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: -«¡Hijo de David, ten compasión de mi!» Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: -«¿Qué quieres que haga por ti?» Él dijo: -«Señor, que vea otra vez.» Jesús le contestó: -«Recobra la vista, tu fe te ha curado.» En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

19 noviembre 2012. Lunes de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Nos ponemos en la presencia de Dios antes de comenzar nuestra oración de hoy y para ello vamos a utilizar hoy el texto de la primera lectura.

El texto del libro del Apocalipsis parece como si estuviera dirigido especialmente a los militantes y a todos los que desempeñan una labor apostólica en nuestro mundo actual. Hacer hoy apostolado, dedicarse a la extensión del Evangelio es complicado y por eso hay tan poca gente que quiera seguir este camino. Hace unos años bastantes empezaban y se cansaban; hoy es difícil conseguir que alguien quiera hacerse cargo de esta misión. Pero estos puntos de oración están dirigidos a militantes y a personas que sí que quieren hacer algo por Cristo.

Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga”

Si escuchas estas palabras como salidas de la boca de Cristo, cobran un sentido de agradecimiento que nos colma de alegría: es cierto que hoy muchos hombres, mujeres y jóvenes dedicamos nuestra vida a la extensión del Evangelio y por ello tenemos mucho que sufrir; estoy seguro que Jesús lo tiene en cuenta. Pero el texto sagrado añade:

pero tengo en contra tuya que has abandonado el amor primero”

La rutina en muchos casos juega un papel importante en nuestra vida y convierte algo que nos entusiasma en algo que nos cansa y nos cuesta llevarlo a cabo. Esto que sucede muchas veces en la relación entre dos esposos, también sucede en la vida espiritual y en la relación con Jesús. Todos recordamos el entusiasmo de los principios y echamos de menos ese primer amor; Él, Jesús, también lo echa de menos. La oración de hoy tiene como objetivo renovar ese primer amor, ese primer entusiasmo.

Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes”.

Es imposible imaginarse que la rutina invada el corazón de Dios; Jesús en el sagrario no se mueve llevado por la rutina: su amor es fresco y siempre lleno de entusiasmo. Busca para tu oración esas palabras y esos gestos que seduzcan el corazón de Dios; y, lo más importante, mira cómo llevar ese mismo entusiasmo a todas las acciones de tu vida. Consigue que el primer amor guíe todas tus acciones y actividades. Mira con verdadero entusiasmo cada momento de tu vida.

Se lo pedimos a la Madre, que Ella sí que fue capaz de vivir entusiasmada y avivar continuamente el primer amor: fue capaz de vivir siempre el fuego que sintió el día de la Anunciación de ángel.

18/11/2012, Domingo de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (12, 1-3)

Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.

Salmo responsorial (Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11)
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

Lectura de la carta a los Hebreos (10, 11-14. 18)

Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, u] solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera e tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a lo que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,24-32)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

17/11/2012, Sábado de la XXXII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la tercera carta del apóstol san Juan (5-8)

Querido amigo Gayo, te portas con plena lealtad en todo lo que haces por los hermanos, y eso que para ti son extraños. Ellos han hablado de tu caridad ante la comunidad de aquí. Por favor, provéelos para el viaje como Dios se merece; ellos se pusieron en camino para trabajar por él sin aceptar nada de los gentiles. Por eso debemos nosotros sostener a hombres como éstos, cooperando así en la propagación de la verdad.

Salmo responsorial (Sal 111,1-2.3-4.5-6)
R. Dichoso quien teme al Señor

Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R.

En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. R.

Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8)

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."» Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

17 noviembre 2012. Sábado de la XXXII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¡Ven Espíritu Santo, aumenta la fe de los hombres de la tierra, para que cuando venga el Hijo del Hombre la encuentre bien repartida!

¡Santa María, Maestra de oración, enséñanos a orar sin desanimarnos como tu Hijo, Jesús, enseñó a sus discípulos!

Hoy podemos rezar con el salmo que nos propone la liturgia. Hace una descripción muy  pormenorizada de lo que debe ser el hombre que teme a Dios, el hombre justo. Es decir, el hombre que, como nosotros, intenta seguir la doctrina y forma de vida cristiana. Y lo primero a hacer es sentirse feliz, porque solo por el hecho de ser temeroso de Dios, ya canta el salmo que ese hombre será dichoso.

A continuación, explica cuáles son las características de estos hombres:

  • Ama de corazón sus mandatos
  • Su caridad es constante, sin falta.
  • Es justo, clemente y compasivo.
  • En las tinieblas brilla como una luz.
  • Apiada, presta y administra rectamente sus asuntos.
  • No vacila en su justicia.

Y lo que se recibe a cambio:

  • Su linaje será poderoso y su descendencia bendita.
  • En su casa habrá riquezas y abundancia.
  • Su recuerdo será perpetuo.

1º. Rezamos contrastándonos con esta forma de vida que plantea el salmo.

2º. Miramos a Gayo, el discípulo al que escribe san Juan en la primera carta, tan desprendido y comprometido con la causa del Evangelio, y que parece ser como el caritativo hombre descrito en el salmo.

3º. Reflexionamos sobre las riquezas que se nos prometen, que no serán tanto cosas materiales –aunque nunca faltará de nada al que poco necesita- como abundancia de gracia para salvarnos y ser felices.

4º. Nos confortamos con el premio prometido, y confirmamos que se fortalece nuestra fe viviendo así, rezando así.

Un cierto temor de Dios no es malo, sino santo, si nos lleva a amarle más a Él y al prójimo.

16/11/2012, Viernes de la XXXII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Juan (4-9)

Señora elegida: Me alegré mucho al enterarme de que tus hijos caminan en la verdad, según el mandamiento que el Padre nos dio. Ahora tengo algo que pedirte, señora. No pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para recordaros el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros. Y amar significa seguir los mandamientos de Dios. Como oísteis desde el principio, éste es el mandamiento que debe regir vuestra conducta. Es que han salido en el mundo muchos embusteros, que no reconocen que Jesucristo vino en la carne. El que diga eso es el embustero y el anticristo. Estad en guardia, para que recibáis el pleno salario y no perdáis vuestro trabajo. Todo el que se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo.

Salmo responsorial (Sal 118, 1. 2. 10. 11. 17. 18)
R. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor. R.

Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. R.

Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R.

En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti. R.

Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras. R.

Ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu voluntad. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17, 26-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.» Ellos le preguntaron: -«¿Dónde, Señor?» Él contestó: -«Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»

16 noviembre 2012. Viernes de la XXXII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

En la liturgia de este día, el Aleluya que recitamos antes de proclamar el Evangelio de san

Lucas, es: “Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”.

Después de ponernos en la presencia del Señor, ayudados por la cercanía de María, recitar este texto breve: “levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”. Puede ser motivo para saborear con paz, sin prisas, este deseo.

Es una invitación apremiante, es un mandato, un imperativo. ¡Levantaos! Si me empeño en vivir escondido, agazapado, a ras de tierra, no me levantaré, ni me pondré en marcha. Si estoy esperando es mapa ponerme en camino, levantaré la mirada hacia un mundo nuevo. Hacia la salvación completa. Todos esperamos. Mi espera tiene que ser dinámica. Estoy esperando a Alguien. A una persona, que me ha dicho hace unos días que Él, el “el camino, la verdad y la vida”

Acabo de llegar de acompañar a la familia de un amigo. Su padre ha fallecido hace unas horas. Ha sido tan dolorosa su enfermedad y tan lenta sus últimos días, que daba la sensación que estaba esperando a Alguien. Después de casi 10 días de espera angustiosa del fallecido y de los familiares, su muerte le ha llevado al encuentro con Cristo que le venía a busca. La paz serena en medio del dolor se nos ha comunicado a todos los que hemos participado en la Eucaristía en dicho tanatorio.

Alzad la cabeza”. Quizás no damos importancia el poder caminar erguido. Es lo propio de las personas. Es muy penosa la posición de la mirada siempre dirigida al suelo, o por una enfermedad, como aparece en el evangelio o lo más corriente, porque pocas veces levantamos la mirada al cielo. Elevar la mirada nos ayuda a vivir con esperanza, hasta llegar al encuentro definitivo con Cristo nuestro libertador y salvador.

Pues nuestro rato de oración es para recuperar tiempos perdidos mirando demasiado al suelo, o al propio ombligo. Una vida sin horizontes. Sin esperanza de eternidad.

Este texto nos pide que seamos capaces de levantar la cabeza al cielo y mirar a los ojos de las personas para que se entable una relación de cercanía, de salir de mí y vivir para… Y como la mirada de cualquier persona orienta hacia el interior, al misterio, sin duda nos ayudará todavía a elevar más la mirada. Una mirada al cielo, trascendente. Una mirada que busca y encuentra respuestas. La liturgia de estos días cuando finaliza el año litúrgico encontramos textos que nos acercan al cielo. Cristo se hace el encontradizo, viene a la tierra. Es la Encarnación, el nacimiento del Hijo de Dios.

Que no nos encuentre dormidos, como la vírgenes necias, desprevenidos. Debemos prepararnos para la liberación. Se “acerca nuestra liberación”.

Santa María de la Esperanza. Enséñanos a vivir:

  • Levantándonos cada día, viviendo en espera.
  • Con la cabeza y la mirada vuelta a los hombres y fija en el cielo.
  • Ya se acerca, pronto, muy pronto, nuestra liberación.

15/11/2012, Jueves de la XXXII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (7-20)

Querido hermano: Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque tengo plena libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero rogártelo apelando a tu caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y para mi; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mi mismo. Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Por Dios, hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor; alivia mi ansiedad, por amor a Cristo.

Salmo responsorial (Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10)
R. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17, 20-25)

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: -«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.» Dijo a sus discípulos: -«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»

15 noviembre 2012. Jueves de la XXXII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“…porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.” La lectura de esta frase del Evangelio de hoy, me ha recordado una bella fábula que nos habla de la presencia del Mesías dentro de nosotros y que copio a continuación:

EL MESÍAS DISFRAZADO

Recordé aquella otra vieja historia de un monasterio en el que la piedad había decaído.

No es que los monjes fueran malos, pero sí que en la casa había una especie de gran aburrimiento, que los monjes no parecían felices; nadie quería ni estimaba a nadie y eso se notaba en la vida diaria como una capa espesa de mediocridad.

Tanto, que un día el Padre prior fue a visitar a un famoso sabio con fama de santo, quien, después de oírle y reflexionar, le dijo: "La causa, hermano, es muy clara. En vuestro monasterio habéis cometido todos un gran pecado: Resulta que entre vosotros vive el Mesías camuflado, disfrazado, y ninguno de vosotros se ha dado cuenta". El buen prior regresó preocupadísimo a su monasterio porque, por un lado, no podía dudar de la sabiduría de aquel santo, pero, por otro, no lograba imaginarse quién de entre sus compañeros podría ser ese Mesías disfrazado.

¿Acaso el maestro de coro? Imposible. Era un hombre bueno, pero era vanidoso, creído.

¿Sería el maestro de los novicios? No, no. Era también un buen monje, pero era duro, irascible. Imposible que fuera el Mesías.

¿Y el hermano portero? ¿Y el cocinero?

Repasó, uno por uno, la lista de sus monjes y a todos les encontraba llenos de defectos. Claro que -se dijo a sí mismo- si el Mesías estaba disfrazado, podía estar disfrazado detrás de algunos defectos aparentes, pero ser, por dentro, el Mesías.

Al llegar a su convento, comunicó a sus monjes el diagnóstico del santo y todos sus compañeros se pusieron a pensar quién de ellos podía ser Mesías disfrazado y todos, más o menos, llegaron a las mismas conclusiones que su prior. Pero, por si acaso, comenzaron a tratar todos mejor a sus compañeros, a todos, no sea que fueran a ofender al Mesías. Y comenzaron a ver que tenían más virtudes de las que ellos sospechaban y, poco a poco, el convento fue llenándose de amor, porque cada uno trataba a su vecino como si su vecino fuese Dios mismo. Y todos empezaron a ser verdaderamente felices amando y sintiéndose amados.

14/11/2012, Miércoles de la XXXII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito (3, 1-7)

Querido hermano: Recuérdales que se sometan al gobierno y a las autoridades, que los obedezcan, que estén dispuestos a toda forma de obra buena, sin insultar ni buscar riñas; sean condescendientes y amables con todo el mundo. Porque antes también nosotros, con nuestra insensatez y obstinación, íbamos fuera de camino; éramos esclavos de pasiones y placeres de todo género, nos pasábamos la vida fastidiando y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros. Mas cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna

Salmo responsorial (Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mí pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y
habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17, 11-19)

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: -«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» Al verlos, les dijo: -«Id a presentaros a los sacerdotes.» Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: -«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: -«Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

13/11/2012, Martes de la XXXII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito (2, 1-8. 11-14)

Querido hermano: Habla de lo que es conforme a la sana doctrina. Di a los ancianos que sean sobrios, serios y prudentes; que estén robustos en la fe, en el amor y en la paciencia. A las ancianas, lo mismo: que sean decentes en el porte, que no sean chismosas ni se envicien con el vino, sino maestras en lo bueno, de modo que inspiren buenas ideas a las jóvenes, enseñándoles a amar a los maridos y a sus hijos, a ser moderadas y púdicas, a cuidar de la casa, a ser bondadosas y sumisas a los maridos, para que no se desacredite la palabra de Dios. A los jóvenes, exhórtalos también a ser prudentes, presentándote en todo como un modelo de buena conducta. En la enseñanza sé íntegro y grave, con un hablar sensato e intachable, para que la parte contraria se abochorne, no pudiendo criticarnos en nada. Porque ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.

Salmo responsorial (Sal 36, 3-4. 18 y 23. 27 y 29)
R. El Señor es quien salva a los justos.

Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. R.

El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre.
El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos. R.

Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa;
pero los justos poseen la tierra, la habitarán por siempre jamás. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17, 7-10)

En aquel tiempo, dijo el Señor: -«Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

13 noviembre 2012. Martes de la XXXII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Nos ponemos en la presencia de Dios.

Invocamos al Espíritu Santo.

Dice la primera lectura: Porque ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Así podemos ser lo que él nos pide. No se libra nadie: el anciano, el joven, los maridos, los hijos. La gracia es para todos.

Así debe ser nuestra vida, impregnada por el Espíritu del Señor.

El Salmo nos dice: Confía en el Señor y haz el bien.

El evangelio habla del criado que después de su trabajo en el campo llega a la casa y el amo le dice que le haga la comida.

Yo lo he vivido en la familia: personas que estaban trabajando a jornal en la casa y llegaban y comían de lo que había en la casa y todos estábamos tan contentos. Todos disfrutábamos alrededor de la mesa – Eso era un ejemplo para los que éramos pequeños. ¡Con cuánto cariño se recuerdan esos momentos de familiaridad!

¿Que tendrá la mesa, el calor, el hogar? Lo mismo la mesa de la eucaristía, nuestra fuerza.

Parece que hay entre la lectura el salmo y el evangelio una invitación a realizar el bien.

El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos. Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; pero los justos poseen la tierra, la habitarán por siempre jamás.

He recurrido dentro del año de la Fe a nuestra regla cuarta como consagrado. El justo vive de Fe. El cristiano vivirá cada día con mayor plenitud la vida de fe.

“La mejor señal de que uno es amado de Dios es verse odiado del mundo y asaltado de cruces, tales como la privación de las cosas más legitimas.”

“Las contrariedades de la vida las zurzía Teresa con la aguja de la fe y el dedal de la paciencia”

Estar con el Señor y decirle: ¿Cómo he vivido contigo este rato de amistad? Que me fíe más de ti.

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