En medio de la gran semana de la
Virgen como nos advertía siempre el P. Morales en las convivencias de inicio de
curso, se alza la cruz gloriosa. ¡Cuántos pueblos celebran este día la cruz
bendita en la que nos redimió Cristo! Bastaría nuestra oración con poner los
ojos en el Crucificado –tantos en pintura o escultura- en nuestra contemplación
y susurrarle: ¡Tú me mueves, Señor, muéveme el verte en una cruz y traspasado!
Y, si el corazón te lo pide, ¡cómo no!, mira a la Dolorosa y suplícale: ¡Tus
ojos para mirarle, tus oídos para escucharle, tu corazón para amarle! Y más
allá de este rostro bello del Crucificado, contempla los cristos rotos de los
cristianos perseguidos y martirizados aquí y ahora…O también, los de tantos
cristianos que “pasan” de Cristo, o de tantos jóvenes que viven en otra, en
gélidos selfies, buscando
placeres, huyendo de cruces, vegetando, malviviendo en el corazón egoísta,
condenados al infierno del aburrimiento .
Madre, ¡haz que su cruz me enamore y
que en ella vive y more!
Núm 21,4b-9.
Moisés hizo una serpiente de bronce y
la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba
hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.
Sí, pon los ojos en la cruz y
hallarás la luz, serás curado.
Salmo 78(77) El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de
exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda
suelta a su furor.
Avanza el Año de la Misericordia y
Nuestro Dios sigue sorprendiéndonos con su perdón: siempre, todo, a todos, y
especialmente a mí.
Jn 3,13-17.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que
entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que
tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él
Sí, mi Señor, como nuevo Nicodemo,
creo que el hombre viejo puede nacer de nuevo. Has bajado para subirme,
recrearme, salvarme. ¡Ten piedad y misericordia de mí!