Oración preparatoria:
“Señor, que todas mis intenciones,
acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu
divina majestad”.
Petición:
Que Cristo habite por la fe en
nuestros corazones, que el amor sea nuestra raíz y nuestro cimiento.
Composición de lugar:
Jesús va camino de Jerusalén, y
mientras camina va instruyendo a sus discípulos.
Puntos:
Jesús es siempre el Señor y el
maestro para todas las situaciones. Es el maestro de la misericordia de Dios y
de sus labios hemos escuchado palabras que nos han hecho llorar al revelarnos
el corazón misericordioso del Padre en la parábola del hijo pródigo. Es también
el maestro de la mansedumbre y de la humildad de corazón que nos llama a
reposar nuestro cansancio en su hombro. Es el maestro de la ternura que acoge
junto a si a los niños y a los pequeños. Pero ese amor y misericordia de Dios
arde también en su corazón como un fuego abrasador y así hoy nos revela otra de
sus facetas. Debemos acogerle como maestro en todas sus facetas.
Acostumbrados al Jesús manso y
humilde de corazón, quizás nos asusta el Jesús que se presenta hoy en el
evangelio.
Hoy la palabra de Jesús se presenta
ante nosotros como un reto, como un desafío que no nos deja tranquilos. Aunque
nos cueste, nos inquiete y nos asuste debemos permanecer en sus palabras y
entender lo que revelan. Es una inquietud que busca nuestra salvación.
Jesús habla de fuego, de un bautismo
que espera con angustia y de división. Jesús anticipa su pasión y sabe que la
cruz cambiará todo, será un fuego que purificará y abrasará los corazones. Ya
ninguno podrá quedar indiferente ante su propuesta de vida, y eso mismo
provocará la división entre los hombres.
Contra la tentación de la
indiferencia o la mediocridad recuerda las palabras de san Agustín: «Si dices
basta, estás perdido. Añade siempre, camina siempre, avanza siempre; no te
pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se para el que no avanza;
retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el que
apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera del
camino. (…) Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo
que no eres. Porque en el instante que te complazcas contigo mismo, te habrás
parado»
Un ejemplo de este nuevo hombre
transfigurado por el amor de Cristo en la cruz es Pablo. Basta leer las
palabras que escribe a los Efesios: “que Cristo habite por la fe en vuestros
corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así,
con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo
profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así
llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios”.
Coloquio final con Cristo clavado en la cruz. Insistir en la petición por
intercesión de la Virgen.