20 octubre 2016. Jueves de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración preparatoria:
“Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad”.
Petición:
Que Cristo habite por la fe en nuestros corazones, que el amor sea nuestra raíz y nuestro cimiento.
Composición de lugar:
Jesús va camino de Jerusalén, y mientras camina va instruyendo a sus discípulos.
Puntos:
Jesús es siempre el Señor y el maestro para todas las situaciones. Es el maestro de la misericordia de Dios y de sus labios hemos escuchado palabras que nos han hecho llorar al revelarnos el corazón misericordioso del Padre en la parábola del hijo pródigo. Es también el maestro de la mansedumbre y de la humildad de corazón que nos llama a reposar nuestro cansancio en su hombro. Es el maestro de la ternura que acoge junto a si a los niños y a los pequeños. Pero ese amor y misericordia de Dios arde también en su corazón como un fuego abrasador y así hoy nos revela otra de sus facetas. Debemos acogerle como maestro en todas sus facetas.
Acostumbrados al Jesús manso y humilde de corazón, quizás nos asusta el Jesús que se presenta hoy en el evangelio.
Hoy la palabra de Jesús se presenta ante nosotros como un reto, como un desafío que no nos deja tranquilos. Aunque nos cueste, nos inquiete y nos asuste debemos permanecer en sus palabras y entender lo que revelan. Es una inquietud que busca nuestra salvación.
Jesús habla de fuego, de un bautismo que espera con angustia y de división. Jesús anticipa su pasión y sabe que la cruz cambiará todo, será un fuego que purificará y abrasará los corazones. Ya ninguno podrá quedar indiferente ante su propuesta de vida, y eso mismo provocará la división entre los hombres.
Contra la tentación de la indiferencia o la mediocridad recuerda las palabras de san Agustín: «Si dices basta, estás perdido. Añade siempre, camina siempre, avanza siempre; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se para el que no avanza; retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el que apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera del camino. (…) Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo que no eres. Porque en el instante que te complazcas contigo mismo, te habrás parado»
Un ejemplo de este nuevo hombre transfigurado por el amor de Cristo en la cruz es Pablo. Basta leer las palabras que escribe a los Efesios: “que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios”.

Coloquio final con Cristo clavado en la cruz. Insistir en la petición por intercesión de la Virgen.

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