7 octubre 2016. Viernes de la XXVII semana de T.O. – Nª Sª del Rosario – Puntos de oración

Comenzaremos nuestra oración poniéndonos en la presencia de Dios e invocando al Espíritu Santo, por Él nos llegan todas gracias y Él mismo. Necesitamos el Espíritu porque por nuestras fuerzas poco podemos. Nos hemos dado ya muchas veces cuenta de lo frágiles que somos y la cantidad de veces que caemos. Notamos en nosotros la fuerza del pecado original, de nuestra concupiscencia y necesitamos invocar la fuerza del Espíritu.
La primera lectura nos recuerda que esta invocación al Espíritu debe ser continua en nuestras vidas, porque es Él el que establece una nueva ley en nuestros corazones, la ley del amor. Es el Espíritu, que acogido por la fe, se establece en nosotros y nos hace vivir conforme a lo que Él es, conforme a la ley del amor. Cuando uno vive movido por el amor, todo lo que hace, lo que considera que debe hacer, las leyes que debe cumplir se realizan de manera distinta. Es el amor el que mueve, el que rige el actuar, el que da fuerzas, y todo fluye de otra manera. Cuando uno piensa en el actuar de las madres con los hijos puede llegar a entender esta forma de actuar.
Jesús llego en esta forma de vida hasta el extremo, incluso se hizo maldito por nosotros.
Continuar pues leyendo el salmo que comienza recordándonos su nueva alianza. El liberó a su pueblo de la esclavitud, estableció una alianza en el Sinaí y cuando de nuevo el pueblo se separa de Él le vuelve a liberar del pecado colgando del madero y enviándonos su Espíritu.
Así dar gracias de todo corazón. Recordar como hacía el pueblo de Israel todas sus acciones, sobre todo el paso del mar Rojo, la liberación de la esclavitud. Nosotros en la oración recordar todas sus gracias para con nosotros. La gracia de la fe de donde parte todo y como dice la primera lectura de donde vive el justo. La gracia de los sacramentos, de la Eucaristía. De poder hacer la oración delante de Él mismo, de su vida en nosotros…Y tantas y tantas gracias que conocemos solamente Él y yo.
Esta forma de hacer la oración tiene también el fruto de que nos hace a nosotros portadores del amor, trasmisores del amor ya que uno se da cuenta de todo lo que ha recibido por puro amor. También nos afianza en el amor y nos aleja del pecado al querer corresponder al amor.
Nos equilibra, mantiene nuestro reino en paz y aleja de nuestras casas las guerras y divisiones.

No terminar la oración en esta festividad de la Virgen del Rosario, ella encomendó a Santo Domingo de Guzmán que lo predicara. La mejor predicación es su rezo. Unámonos todos hoy pidiendo unos por otros a la Virgen.

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