01/01/2011, Santa María, Madre de Dios

Lectura del libro de los Números (6. 22-27)

El Señor habló a Moisés: -«Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz." Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»

Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo corno les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

1 enero 2011, Santa María, Madre de Dios – Puntos de oración

1. NUEVA OPORTUNIDAD DE VIVIR DE NUEVO:

Al llegar el primer día del año, me conmueve meditar nuevamente en esta bella página de Rabindranath Tagore

ESCRIBE EN TU PÁGINA EN BLANCO

Has escrito muchas páginas en tu libro, Unas son tristes, otras alegres; Unas son limpias y claras, Otras son borrosas y oscuras. Pero aún queda una página en blanco, la que has de escribir en este día. Te falta llenar la página de hoy. Piensa y quiere que ésta sea la página Más bella, la más sincera, la más sentida. Cada mañana al despertar, recuerda Que aún has de llenar la mejor de tus páginas, La que dirá lo mejor que tú puedas dejar en el libro Que estás escribiendo con tu propia vida. Piensa que siempre te falta por escribir La página más bella.

2. FIESTA DE LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, Teotokos. La Madre de Dios es mi Madre.

Saboreemos las exclamaciones de la liturgia:

  • ¡Salve, Madre Santa! Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
  • “Concédenos experimentar la intercesión de Aquélla, de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida” (Colecta)

3. ESTAMOS EN LA OCTAVA DE PASCUA. REVIVAMOS EL CALOR NAVIDEÑO. El propio texto de Pablo nos lo recuerda: “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer…”

Aclamación antes del Evangelio: En distintas ocasiones habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por su Hijo

El suculento texto de la carta de Benedicto XVI Verbum Domini, La «especificidad del cristianismo se manifiesta en el acontecimiento Jesucristo, culmen de la Revelación, cumplimiento de las promesas de Dios y mediador del encuentro entre el hombre y Dios. Él, que nos ha revelado a Dios (cf. Jn 1,18), es la Palabra única y definitiva entregada a la humanidad».San Juan de la Cruz ha expresado admirablemente esta verdad: «Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra... Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa o novedad».

4. ES LA JORNADA DE LA PAZ

El presente año destinado a considerar la libertad religiosa como condición de paz. ¡Qué desgarrones para el Papa, para todos los cristianos! ¿Por qué esta misteriosa cristianofobia? ¡A reparar se ha dicho! Donde no hay amor, pon amor…y pondrás PAZ. Porque el corazón de la paz es la paz de corazón.

31/12/2010, Séptimo día dentro de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 18-21)

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Salmo responsorial (Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. R.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campo y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.

Comienzo del santo evangelio según san Juan (1, 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: -«Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo' "» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

31 diciembre 2010, séptimo día dentro de la Octava de Navidad – Puntos de oración

En el 7º día después de Navidad, como para enmarcar todos los sentimientos e ideas que este 31 de diciembre nos sugiere, la Iglesia nos presenta de nuevo el evangelio de la Misa de Navidad:

“La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”

Para que no perdamos de vista lo esencial en estos días de fiesta, celebración y alegría: el gran misterio de nuestra salvación. Que

“Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, cuando estábamos muertos por nuestros pecados” (Ef 2,4) “entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna” (Jn 3, 16).

La Palabra es Jesucristo. Saborear con suavidad lo que nos dice el Evangelio: Jesucristo es Dios, por medio de Él se hizo todo, en Él hay vida, vida que es nuestra luz, luz verdadera que nos alumbra, que vino al mundo y en el mundo está, que vino a nuestra casa…

Y “la tiniebla no la recibió”, “el mundo no la conoció”, “los suyos no la recibieron”.

Palabras que nos deben hacer pensar. Al ponernos en oración, pedir luz al Espíritu Santo, y hacer balance. Es un buen día para hacerlo, al final de todo un año.

Este año, ¿he descubierto el paso de Jesús por mi vida?, ¿soy consciente de esa luz que en tantos momentos ha iluminado mi corazón?, ¿le he “conocido” realmente? Y, sobre todo, lo más importante, ¿le he recibido en mi corazón?, ¿le he abierto realmente las puertas de mi alma?, ¿me he entregado a Él incondicionalmente?

Renovar, junto al corazón palpitante de María, todos los deseos que Él ha ido sembrando en mi corazón a lo largo del año.

Una buena forma de hacerlo es dándole gracias. Porque al final de cada año es una obligación de gratitud el recordar y enumerar en la oración todos sus beneficios, y darle gracias tranquilamente por todos y cada uno de ellos.

Nos puede ayudar esta oración que escribió Pablo Cervera, que he sacado del Magnificat de diciembre.

La titula: “Oración de fin y principio de año”, y escribe:

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de Ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que están más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor, hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.

Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.

Ante el nuevo calendario aún sin estrenar, te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de Ti.

Y podemos terminar diciendo solamente: ¡¡Gracias por todo, Señor!!

30/12/2010, Sexto día dentro de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 12-17)

Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Salmo responsorial (Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 36-40)

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

30 diciembre 2010, sexto día dentro de la Octava de Navidad – Puntos de oración

En estos días de la octava de Navidad parece que la Palabra de Dios se empeña en hacernos caer en la cuenta de que la lógica del Evangelio no es la lógica de los hombres. Que todo un Dios se haya hecho hombre, que haya escogido la pobreza como dote de su desposorio con la humanidad, que haya nacido de una Virgen… son cosas que nos rompen los esquemas a los hombres y mujeres del siglo XXI.

Vivimos en un mundo vertiginoso, el mundo de las prisas, de la ansiedad, de las telecomunicaciones, las videoconferencias, la era de los trenes y procesadores de alta velocidad, la comida rápida… Antes había libros que se vendían mucho del tipo: “Aprenda inglés en 10 días”, ahora son las dobles titulaciones para obtener dos títulos universitarios en menos de la mitad de tiempo que antes.

Se nos ha metido la prisa en el cuerpo y lo que es peor, también en el alma. De tal modo que nos comunicamos con Dios con el mismo esquema que con los hombres. Y la lectura del Evangelio de hoy nos viene a recordar que los caminos de Dios no son los de los hombres, y el valor que le damos al tiempo tampoco. Lucas nos narra cómo había una profetisa, Ana, muy anciana, que con más de 80 años seguía sin apartarse del templo día y noche sirviendo a Dios con ayunos y oraciones, porque esperaba la liberación de Israel. Vemos como, tras tantos años de espera, considera su vida cumplida cuando con alegría logra ver al final de sus días al Niño Dios.

¡Cuánto nos cuesta entender esto! ¡Cuánto nos cuesta entender que Dios no tiene prisa! Que su concepción del tiempo y del curso de los acontecimientos es eterna, no como la nuestra. La acción de Dios se realiza en el tiempo y contando con el tiempo. El Reino de Dios madura como la simiente en la tierra o el grano en la espiga, a veces de manera imperceptible. Esto también se realiza en nuestras propias vidas, a veces aparentemente estériles y sin sentido. Y sin embargo Dios, a su ritmo no deja de velar por su obra. Gusta el Señor de usar grandes tiempos de preparación para realizar su obra. Cuarenta años vagó el pueblo de Israel por el desierto. Cuarenta años fueron necesarios para madurar en la fe y ser merecedores de la tierra prometida. El mismo Dios haciéndose hombre se sometió a esta ley de la temporalidad. Nos dice el evangelio de hoy que: “El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba”. Y este detalle también es importante porque a menudo pensamos que cuando las cosas no pasan como nosotros deseamos, o cuando no nos salen a la primera, es porque el Señor no nos ayuda, no nos acompaña en nuestro caminar, simplemente porque no va a nuestro ritmo.

Que en estos días de Navidad tan entrañables sepamos hacer silencio en nosotros mismos para poder acompasarnos al ritmo de Dios. Como María, que meditaba todas las cosas que le sucedían ponderándolas en su corazón.

29/12/2010, Quinto día dentro de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 3-11)

Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este manda-miento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Salmo responsorial (Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.

El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 22-35)

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

29 diciembre 2010, quinto día dentro de la Octava de Navidad – Puntos de oración

Como puntos de oración de este día ponemos el Mensaje Urbi et Orbe del Santo Padre Benedicto XVI en el día de Navidad anunciando el mundo entero el nacimiento del Salvador.

«Verbum caro factum est» - «El Verbo se hizo carne» (Jn 1,14).

Queridos hermanos y hermanas que me escucháis en Roma y en el mundo entero, os anuncio con gozo el mensaje de la Navidad: Dios se ha hecho hombre, ha venido a habitar entre nosotros. Dios no está lejano: está cerca, más aún, es el «Emmanuel», el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro, el de Jesús.

Es un mensaje siempre nuevo, siempre sorprendente, porque supera nuestras más audaces esperanzas. Especialmente porque no es sólo un anuncio: es un acontecimiento, un suceso, que testigos fiables han visto, oído y tocado en la persona de Jesús de Nazaret. Al estar con Él, observando lo que hace y escuchando sus palabras, han reconocido en Jesús al Mesías; y, viéndolo resucitado después de haber sido crucificado, han tenido la certeza de que Él, verdadero hombre, era al mismo tiempo verdadero Dios, el Hijo unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad (cf. Jn 1,14).

«El Verbo se hizo carne». Ante esta revelación, vuelve a surgir una vez más en nosotros la pregunta: ¿Cómo es posible? El Verbo y la carne son realidades opuestas; ¿cómo puede convertirse la Palabra eterna y omnipotente en un hombre frágil y mortal? No hay más que una respuesta: el Amor. El que ama quiere compartir con el amado, quiere estar unido a él, y la Sagrada Escritura nos presenta precisamente la gran historia del amor de Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo.

En realidad, Dios no cambia: es fiel a sí mismo. El que ha creado el mundo es el mismo que ha llamado a Abraham y que ha revelado el propio Nombre a Moisés: Yo soy el que soy… el Dios de Abraham, Isaac y Jacob… Dios misericordioso y piadoso, rico en amor y fidelidad (cf. Ex 3,14-15; 34,6). Dios no cambia, desde siempre y por siempre es Amor. Es en sí mismo comunión, unidad en la Trinidad, y cada una de sus obras y palabras tienden a la comunión. La encarnación es la cumbre de la creación. Cuando, por la voluntad del Padre y la acción del Espíritu Santo, se formó en el regazo de María Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, la creación alcanzó su cima. El principio ordenador del universo, el Logos, comenzó a existir en el mundo, en un tiempo y en un lugar.

«El Verbo se hizo carne». La luz de esta verdad se manifiesta a quien la acoge con fe, porque es un misterio de amor. Sólo los que se abren al amor son cubiertos por la luz de la Navidad. Así fue en la noche de Belén, y así también es hoy. La encarnación del Hijo de Dios es un acontecimiento que ha ocurrido en la historia, pero que al mismo tiempo la supera. En la noche del mundo se enciende una nueva luz, que se deja ver por los ojos sencillos de la fe, del corazón manso y humilde de quien espera al Salvador. Si la verdad fuera sólo una fórmula matemática, en cierto sentido se impondría por sí misma. Pero si la Verdad es Amor, pide la fe, el «sí» de nuestro corazón.

Y, en efecto, ¿qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor? La busca el niño, con sus preguntas tan desarmantes y estimulantes; la busca el joven,

necesitado de encontrar el sentido profundo de la propia vida; la busca el hombre y la mujer en su madurez, para orientar y apoyar el compromiso en la familia y en el trabajo; la busca la persona anciana, para dar cumplimiento a la existencia terrenal.

«El Verbo se hizo carne». El anuncio de la Navidad es también luz para los pueblos, para el camino conjunto de la humanidad. El «Emmanuel», el Dios-con-nosotros, ha venido como Rey de justicia y de paz. Su Reino —lo sabemos— no es de este mundo, sin embargo, es más importante que todos los reinos de este mundo. Es como la levadura de la humanidad: si faltara, desaparecería la fuerza que lleva adelante el verdadero desarrollo, el impulso a colaborar por el bien común, al servicio desinteresado del prójimo, a la lucha pacífica por la justicia. Creer en el Dios que ha querido compartir nuestra historia es un constante estímulo a comprometerse en ella, incluso entre sus contradicciones. Es motivo de esperanza para todos aquellos cuya dignidad es ofendida y violada, porque Aquel que ha nacido en Belén ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud.

BENEDICTO XVI, 25 DE DICIEMBRE DE 2010

28/12/2010 – Los santos inocentes

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2)

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo responsorial (Sal 123,2-3.4-5.7b-8)
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. R.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18)

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

28 diciembre 2010, los santos inocentes – Puntos de oración

Los santos inocentes es una fiesta que nos deja perplejos. La maldad del hombre que se ha abandonado a su propio pecado puede llegar a límites insospechados: ¡mandar matar a todos los niños menores de dos años! El mundo se rasga las vestiduras ante estas cosas. Pero luego se traga la muerte, no de 50 o 60 niños como podría haber en Belén y sus alrededores, sino la de millones de niños abortados en el seno de sus madres… Y a eso se le llama progreso y mejora de las libertades. En nuestra meditación de hoy puede haber un recuerdo a todos esos niños. Rezar por ellos, rezar por sus madres, rezar por todos los que de una manera u otra favorecen que esos asesinatos se sigan produciendo, rezar por todas las personas buenas que luchan por desterrar esa lacra de la sociedad… Rezar… para luego actuar.

Pero además de esta perplejidad nos encontramos con esta otra: Dios permite que su Hijo sea perseguido, y que su santa familia tenga que exiliarse de su país, del pueblo de Israel, el pueblo elegido, para irse a un pueblo de paganos, Egipto, donde nadie les conociera y donde nadie viviría sus tradiciones. Jesús, el Hijo de Dios recién nacido, tiene que huir. Y la orden la recibe el hombre justo, José: “Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto…”

¡Cuántas veces no entendemos las cosas de Dios! Y, sin embargo, son siempre para nuestro bien. En aquella ocasión, la obediencia de José, que tenía mil razones para quejarse o para no hacer lo que le decían, sirvió para salvar la vida del hijo y de la madre que tenía a su cargo. Y nosotros, que pasamos por tantas situaciones inexplicables y que se las achacamos a Dios ¡cuánto nos quejamos! Simplemente con esperar un poco o ampliar un poco la perspectiva del porqué de las cosas, enseguida veremos la mano providente de Dios que al ritmo que él sabe y nosotros necesitamos aun sin saberlo, gobierna las cosas con sabiduría y amor.

¡Tantas veces hemos comprobado que el Señor está de nuestra parte! –como dice el salmo. ¡Tantas veces hemos salvado la vida de la trampa del cazador! El diablo que busca cazarnos en sus redes, que maneja las tentaciones y penetra por nuestras debilidades para hacerse con la pieza de nuestra alma, no descansa. Pero nuestro Dios, ha roto la trampa y hemos escapado. Y lo ha hecho un niño pequeño, que ha nacido para ir abriendo cepos y romper cadenas y trampas. Ha nacido como niño para que, precisamente nuestras debilidades sean nuestra fuerza. Basta con acoger a ese niñito, ahora y siempre perseguido y desterrado, para que nuestra fragilidad se convierta en fortaleza frente a las tentaciones. Hacerse como niños. Ya nos lo dijo el mismo Jesús cuando al correr los años se puso a predicar por las campiñas de Palestina: “Si no os hacéis así, como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.

Un montón de santos y hombres buenos lo han comprendido y lo han ido viviendo así. El más cercano a nosotros, que conocemos porque aún vive entre nosotros, es Abelardo. Ahí va una de las muchas estrofas que cantaba, esta vez con la música de los niños del Pireo.

Para vivir la santidad es preciso creer que la nada es la verdad,

más la soberbia te dirá que es virtud el tener muchos dones para dar.

Y si te dejas confundir pensarás que subir es cumbre de santidad,

pero es el Niño de Belén y el Jesús de la Cruz tu modelo a imitar.

27/12/2010, San Juan, apóstol y evangelista

Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1, 1-4)

Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.

Salmo responsorial (Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12)
R. Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R.

Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 2-8)

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

27 diciembre 2010, san Juan, apóstol y evangelista – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).

"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.

Situándonos.

  • Hace dos días celebramos el nacimiento del Niño - Dios.
  • Dentro de pocos días el año llegará a su fin.

En estos días de Navidad, resulta fácil ponerse en presencia de Dios. ¿Quién teme acercarse a un Niño recostado en un pesebre, y a una Madre que sólo tiene ojos para Él? ¿Cómo se acercaría San José a la Madre y al Hijo? Tomemos nota, y no entremos en la escena como un elefante en una cacharrería. Estamos pisando terreno sagrado. Dios hecho Niño viene en mi busca, y me espera dormido en el regazo de la Madre.

Dos certezas.

Dos certezas nos quieren transmitir las lecturas de hoy en la fiesta de San Juan. Él nos guía en la oración de hoy:

  1. … lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, …, os damos testimonio...
  2. … entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; Vio y creyó.

La primera carta del apóstol Juan comienza con los versículos que leemos hoy. Y estos versículos sólo tienen una intención: dar testimonio del amor de Dios. Para todos aquellos que vengamos después, y no hayamos podido gozar de un ver con nuestros propios ojos, de un escuchar con nuestros propios oídos, él nos dice: “… os damos testimonio… os lo anunciamos …”

Podemos pensar que los apóstoles lo tuvieron más fácil para creer, para lanzarse a recorrer los caminos de santidad. Nosotros, viviendo dos mil años después, ¿qué certezas podemos tener del Nacimiento de Jesucristo, de su Resurrección?

Dos coloquios.

  1. Ciertamente estas dudas suelen aparecer cuando no estamos unidos a Dios por medio de la oración y los sacramentos. Y de esto nos podemos examinar hoy: ¿Señor, cómo ha ido este año mi oración? ¿Me he acercado a los sacramentos con regularidad?
  2. Pero quizá, la composición de lugar para la oración de hoy, sea la puerta de nuestro sepulcro. Juan tuvo que recibir la gracia de la fe al ver las vendas y el sudario de Jesús en el suelo. Juan llegó el primero, pero no se atrevió a entrar. Le daba miedo lo que podría encontrarse. Quizá un muerto, a su Señor muerto. Quizá lo que le aterrorizaba era encontrar un vacío, ni siquiera un muerto, sencillamente nada. Él también tuvo que dar el paso de entrar en un sepulcro que le daba miedo, para ver, poder creer, y después dar testimonio.

    A nosotros nos pasa lo mismo. Hay sepulcros en nuestra vida que nos aterran. Hoy sería un día precioso, para de la mano del apóstol, a quien tanto quería Jesús, entrar en esos sepulcros (relaciones rotas, acontecimientos que no se entienden, heridas sin sanar, envidias, pecados enquistados, miserias sin aceptar…), para ver, y creer que Dios ha resucitado en ellos. Pidamos esta gracia tan importante hoy. Nuestra fe es una fe de vivos.

26/12/2010, Domingo de la Octava de Navidad – Fiesta de la Sagrada Familia

Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)

Dios hace al padre más respetable que a los hijos, afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (3,12-21)

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-15.19-23)

Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estáte allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle." Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: 'De Egipto llamé a mi hijo.' Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño." Él se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: 'Será llamado Nazareno.'

26 diciembre 2010, domingo de la Octava de Navidad – Fiesta de la Sagrada Familia – Puntos de oración

  • Primera lectura: Las relaciones familiares constituyen una de esas áreas en las que, según el Eclesiástico, se tiene ocasión de practicar la devoción a Dios. En concreto, aquí se refiere a las actitudes que han de observar los hijos con sus padres. El cuarto de los diez mandamientos era muy importante en el judaísmo tardío (ver Prov 19, 26; Rut 1, 16; Tob 4, 3-4).
    Además de pertenecer a la naturaleza de las cosas, el derecho paterno sobre los hijos está refrendado por Dios; y la Biblia asocia siempre a la madre a la autoridad del padre: "Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra, que Yahveh tu Dios te va a dar" (Ex 20, 12). El anciano Tobías se dirige a su hijo en estos términos: "honra a tu madre y no le des un disgusto en todos los días de tu vida; haz lo que le agrade y no le causes tristeza por ningún motivo. Acuérdate, hijo, de que ella pasó muchos trabajos por ti cuando te llevaba en su seno" (/Tb/04/03-04). Además de recibir el contento de sus propios hijos, el que honra a su padre ve atendidas sus plegarias cuando en momentos de necesidad se dirige a Dios. Los últimos versículos especifican de una manera más concreta el amor y la veneración que se debe a los padres.
  • Salmo responsorial: Este salmo lo cantaban los peregrinos que iban caminando hacia Jerusalén. Desde los 12, cada año, Jesús "subió" a Jerusalén con motivo de las fiestas, y entonó este canto. La fórmula final es una "bendición" que los sacerdotes pronunciaban sobre los peregrinos, a su llegada: "Que el Señor te bendiga desde Sión, todos los días de tu vida...". Se resalta la "felicidad en familia", de una familia modesta, donde se practica la piedad (la adoración religiosa... la observancia de las leyes...), el trabajo manual (aun para el intelectual, constituía una dicha, el trabajo de sus manos), y el amor familiar y conyugal...
    El pensamiento bíblico afirma que Dios nos hizo para la felicidad, desde aquí abajo... ¿Por qué acomplejarnos si estamos felices? ¿Por qué más bien, "no dar gracias", y desear para todos los hombres la misma felicidad?... Sigue siendo verdad en el fondo, que el justo (el que busca la “justicia”, o sea, la santidad) es el más feliz de los hombres, al menos espiritualmente, en el fondo de su conciencia: "¡feliz, tú que adoras al Señor!"
  • Segunda lectura: Después de haber recordado que, por el bautismo, nos hemos despojado del "hombre viejo", Pablo explica a los cristianos de Colosas en qué consiste el "vestido" propio del "hombre nuevo": en unos sentimientos que, de hecho, son los mismos sentimientos de Cristo Jesús; y va haciendo una gradación hasta llegar al perdón, el amor, y sobre todo la gratitud.
    El agradecimiento es una característica básica del cristiano, que es repetida con insistencia en el párrafo siguiente. ¡Cuánto tenemos que agradecer a Dios...! Aunque se nos pase el rato de oración agradeciendo los dones de Dios, sería poco dicho tiempo para ser conscientes de los dones recibidos.
  • Evangelio:
    El evangelio de San Mateo ofrece hoy el esquema bíblico de orden-cumplimiento: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto» José dispuesto a la orden, escuchó a Dios; creía, confiaba en Dios. La disposición a Dios es la actitud continua, según Mateo, de la Sagrada Familia. Y esa la que debe seguir la familia cristiana.
    El profeta Oseas pone en boca de Yahvé estas palabras: "Cuando Israel era un niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo" (Os 11,1), en referencia al éxodo de Israel en el comienzo de su historia. Mateo aplica la cita a Jesús porque, según la creencia generalizada en el judaísmo, el tiempo del Mesías reactualizaría el tiempo de Moisés. El evangelista, por tanto, está afirmando que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios por excelencia, que corre la misma suerte que el pueblo al que viene a salvar.
    El evangelista resalta que en Cristo se han cumplido todas las promesas, porque Jesús es para S. Mateo el libertador del pueblo. Jesús es el Siervo de Yahvé anunciado por Isaías, el Siervo marcado por la persecución y el sufrimiento desde el comienzo de su vida. Jesús es el "vástago del tronco de Jesé", nacido en Belén de Judá lo mismo que David. Jesús viene a restaurar de un modo inesperado el trono de David su padre. La descendencia de David vive oculta y perseguida por el tirano Herodes, que ha usurpado el trono y que se empeña en retenerlo luchando vanamente contra los designios de Dios. Pero Dios está con Jesús y lo protege, Dios mismo hará que se cumplan todas sus promesas, no obstante la resistencia de cuantos se oponen a su plan providencial.
    ¡Cuántas cosas tenemos que aprender de aquellos años de vida oculta de la Sagrada Familia! Recordemos ese crecimiento de Jesús en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres y aprendamos el ejemplo de la Sagrada Familia en la práctica de las virtudes que nos enseña: bondad, humildad, caridad, laboriosidad... Recordamos al Papa Juan Pablo II: “La familia es la primera comunidad de vida y amor, el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990). Y, en su Carta a las Familias añadía, que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentren en Él la fuerza, para renovarse continuamente en el amor. Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.

Oración final:

Sagrada Familia de Nazaret, comunión de amor de Jesús, María y José,

modelo e ideal de toda familia cristiana, a ti confiamos nuestras familias.

Haz de cada familia un santuario en el que se acoja y se respete la vida: una comunidad de amor abierta a la fe y a la esperanza, un hogar en el que reinen la comprensión, la solidaridad; y en el que se viva la alegría de la reconciliación y de la paz.

Concédenos que todas nuestras familias tengan una vivienda digna en la que nunca falten el pan suficiente y lo necesario para una vida verdaderamente humana.

Abre el corazón de nuestros hogares a la oración, a la acogida de la Palabra de Dios y al testimonio cristiano; que cada una de nuestras familias sea una auténtica Iglesia doméstica en la que se viva y se anuncie el Evangelio de Jesucristo. Amén.

25/12/2010, Natividad del Señor

Lectura del libro de Isaías (52, 7-10)

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.

Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mi un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Lectura del santo evangelio según san Juan (1. 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra habla vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

25 diciembre 2010, Natividad del Señor – Puntos de oración

1. Oración preparatoria:

Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad. (EE 46)

2. Petición:

"Conoscimiento de los engaños del mal caudillo y ayuda para dellos me guardar, y conoscimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, hoy hecho Niño tierno, y gracia para le imitar." (cf EE 139)

3. Puntos para orar.

Siguiendo el modo de contemplar que hemos aprendido en los ejercicios espirituales y que nos recomienda San Ignacio para las escenas de la vida de Jesús, leeremos primero despacio el relato del nacimiento:

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue." (Lc 2, 1-14)

Como nos enseña San Ignacio haremos después contemplación de lo leído:

El primer puncto es ver las personas, es a saber, ver a nuestra Señora y a Joseph (…) y al niño Jesús después de ser nascido, haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en sus neccessidades, como si presente me hallase, con todo acatamiento y reverencia possible; y después reflectir en mí mismo para sacar algún provecho.

El 2º puncto: mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y reflexionando en mí mismo, sacar algún provecho.

El 3º puncto: mirar y considerar lo que hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nascido en summa pobreza, y a cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí; después reflitiendo sacar algún provecho spiritual. (EE.EE. 114 – 116)

4. Unos minutos antes del final de la oración:

Avemaría a la Virgen e invocación: "Santa María, enamórame de tu Hijo que nace en Belén, pequeño, y lleno de ternura, para salvarme de mis pecados".

5. Examen de la oración:

Ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

* Nota: las siglas "EE" remiten al libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y al número que se indica.

24/12/2010, Jueves – Misa matutina

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16)

Cuando el Rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda». Natán respondió al rey: «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo». Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: “Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”».

Salmo responsorial (Sal 88, 2-14-5. 27 y 29)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad». R.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades». R.

Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora».
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de todo temor, arrancados de la mano de los enemigos le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

24 de diciembre 2010 – Puntos de oración

“Hoy vendrá el Señor y nos salvará y mañana veremos su gloria...”

La oración de hoy es la preparación inmediata para la venida de Jesús, ¡hoy, esta noche, vendrá el Señor...! Como exclama la antífona de entrada de la misa de hoy: “Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra…” (cf. Gál 4, 4).

¡Qué recuerdos los de días de Nochebuena pasados, los de nuestra infancia, o los de aquellos después de nuestra conversión, y tantos otros...! Los vivíamos con un cierto nerviosismo, con una tensa espera hasta que llegaba la noche... Así como cuando esperamos una visita importante y muy querida andamos como nerviosos, pendientes del timbre o del teléfono, sabiendo que cada vez queda menos para que llegue, así tenemos que estar a lo largo del día preparándonos interiormente para la venida de Jesús.

Podemos contemplar hoy en nuestra oración la llegada de José y María a Belén. Será parte de la escueta narración del evangelio que leeremos en la misa del Gallo.

José subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo en volvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada”.

El texto es tan rico y tan impactante que sólo nos queda contemplar... Podemos recordar la contemplación del Nacimiento del libro de los Ejercicios Espirituales [EE110 y ss], centrándonos en los últimos pasos del camino hacia Belén, en la llegada, y en los preparativos de la gruta.

Para ello, como composición de lugar, podemos ver el camino, el pueblo de Belén y el lugar del nacimiento.

1. Ver a las personas: a Nuestra Señora y a José, haciéndome un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase.

2. Mirar, advertir y contemplar lo que hablan.

3. Mirar y considerar lo que hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza, y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí.

4. Nos puede ayudar hoy meditar un detalle de este evangelio: “No tenían sitio en la posada”. ¡Cuánto ajetreo hay en Belén, justo el día más importante de la historia de la aldea, por el cual será recordada en los tiempos posteriores; y también el día más importante de la Historia universal, el que dividirá en dos la historia humana! Los personajes más importantes de todos los tiempos van a llegar a Belén... ¡y nadie sale a recibirlos! Nadie les acoge en su casa ¡No hay sitio para ellos! Lo mismo puede pasarnos a nosotros hoy: con tantas luces, tantos preparativos, tantas cosas en la agenda... cuando san José llame a nuestra puerta pidiendo posada... le podemos despachar como se quita uno de encima a un comercial de una compañía de teléfonos, con un frío “vuelva usted mañana”, o con un “gracias, no necesito nada”.

Saber rasgar las apariencias de los acontecimientos. Esa familia humilde que llama a mi puerta... ¡es la Sagrada Familia! ¿Cómo está llamando san José hoy a la puerta de mi alma?

5. También nos puede ayudar en la oración y a lo largo del día cantar hacia dentro una canción de Adviento: “Del Verbo divino/ la Virgen preñada/ viene de camino/ si le dais posada…/ Si le dais posada/ viene de camino/ la Virgen preñada/ del Verbo divino…” O aquel otro: “... la Virgen sabe que el niño, está muy cerca. De Nazaret a Belén hay una senda, por ella van los que creen en las promesas. Los que soñáis y esperáis la Buena Nueva, abrid las puertas al Niño, que está muy cerca”.

Conclusión

Repitamos hoy muchas veces: “Apresúrate Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor”; “Hoy vendrá el Señor y nos salvará”... Madre: igual que Juan, al pie de la Cruz, te recibió en su casa (cf. Jn 19, 27), que yo abra de par en par el portal de mi corazón para recibirte, “preñada del Verbo divino”.

23/12/2010, Jueves de la cuarta semana de Adviento

Lectura de la profecía de Malaquías (3,1-4.23-24)

Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos. Mirad: os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra."

Salmo responsorial (Sal 24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14)
R. Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va a ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él.

23 diciembre 2010, jueves de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

  • El nacimiento de un hijo siempre es motivo de alegría para sus padres.., para su familia.., para los amigos… ¡Algo tiene el nacer, que nos hace a todos volver a las fuentes de la vida…! Pues si todo nacimiento es motivo de alegría, el nacimiento de Juan Bautista lo fue de un modo particular, y razones tenemos para afirmarlo… Yo apuntaría simplemente dos...

  • La primera razón: Su nacimiento certificó el poder de Dios. ¡Qué alegría!
    • Notemos estos hechos:
      • Elisabet había concebido ya en edad avanzada, a una edad en que ya no es posible tener hijos (Lc. 1,18,36).
      • Su esposo Zacarías había sido visitado por un ángel del Señor, quien le había comunicado exactamente todo lo que iba a ocurrir (Lc. 1,11 ss.).
    • El hecho de que ese niño naciera tal como Dios lo había anunciado e indicado, certificaba el poder de Dios. Dios, que tiene poder para controlar todos los acontecimientos humanos, lo había demostrado una vez más con la concepción de este niño y su feliz término…
      • “Porque nada hay imposible para Dios.” (Lc. 1,37).
      • “Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo” (Mt. 19,26).
      • “Reconozco que lo puedes todo, que ningún proyecto te resulta imposible” (Job. 42,2).
      • “Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace.” (Sal. 115,3).

  • La segunda razón: Su nacimiento certificó la misericordia de Dios. ¡Qué alegría!
    • Este nacimiento mostró de dos maneras que Dios es misericordioso.
      • El hecho de que Juan naciera como hijo de una promesa divina, demostró que Dios tiene misericordia de su pueblo, incluso con el más pequeño de sus miembros, una mujer estéril.
        • “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.” (Sal. 103,8).
        • “Pero la misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre, para aquellos que lo temen…” (Sal. 103,17).
        • “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.” (Sal.106,1).
      • El hecho de que Dios usara a Juan en su plan de salvación, también demostró la misericordia de Dios.
        • Pero ahora bien.., no busquemos solamente citas en la escritura para demostrar este hecho, sino acudamos a nuestras propias vidas para demostrar con ellas, que también con nosotros Dios quiere certifica su misericordia con el mundo...

  • ¡Qué alegría, mis queridos hermanos…! También nosotros nacimos para certificar el poder y la misericordia de Dios… ¡No nos quedemos cortos en nuestro testimonio cristiano…, pues todos los días de nuestra vida, son expresión y manifestación de este poder y de esta misericordia...!

22/12/2010, Miércoles de la cuarta semana de Adviento

Lectura del primer libro de Samuel (1, 24-28)

En aquellos días, cuando Ana hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aun muy pequeño. Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo: -«Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.» Después se postraron ante el Señor.

Salmo responsorial (1S 2,1.45.6-7.8abcd)
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador.

Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. R.

Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. R.

El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 46-56)

En aquel tiempo, María dijo: -«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

21/10/2010, Martes de la cuarta semana de Adviento

Lectura del libro del Cantar de los cantares (2, 8-14)

¡Oíd, que llega mi amado, saltando sobre los montes, brincando por los collados! Es mi amado como un gamo, es mi amado un cervatillo. Mirad: se ha parado detrás de la tapia, atisba por las ventanas, mira por las celosías. Habla mi amado y me dice: «¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Porque ha pasado el invierno, las lluvias han cesado y se han ido, brotan flores en la vega, llega el tiempo de la poda, el arrullo de la tórtola se deja oír en los campos; apuntan los frutos en la higuera, la viña en flor difunde perfume. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz, porque es muy dulce tu voz, y es hermosa tu figura»

Salmo responsorial (Sal 32, 2-3. 11-12. 20-21)
R. Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo.

Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. R.

El plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. R.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 39-45)

Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

21 diciembre 2010, martes de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

Hoy nuestra oración la hacemos sobre esta frase que Isabel le dice a su prima, a María.

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

Isabel tenía con María plena confianza. Era su familiar, y era además mucho más joven que ella. ¡Hasta podía ser su hija! Seguro que la había visto crecer y habría jugado de niña con ella, quizás secretamente añorando que fuese su hija, ya que ella no podía tener hijos... Ahora, hecha ya una mujer, venía a su casa y la confianza y amistad seguía viva entre las dos.

Pero Isabel, por una moción del Espíritu, cae en la cuenta de la nueva dignidad de su prima: es la Madre de Dios, del Rey del Universo. Y como a madre del Rey la trata. Y se ve indigna de que se acerque a su casa.

Y nos preguntamos: ¿Creo que me merezco yo a la Virgen? Ciertamente no por mi dignidad o mis virtudes. Sabemos que su amor es gratuito. Pero no podemos caer en la idea de que 'nos lo merecemos', de que 'nos corresponde'. La gratuidad es uno de los rasgos del amor. Pero esa gratuidad implica también la certeza de que no me merezco el don. Que es un regalo inmerecido. Y eso nos debe ocurrir con la Virgen en nuestra vida.

Contemplémosla hoy en la Visitación desde esta perspectiva.

Y tengamos un coloquio confiado con nuestra madre esperando la navidad que ya llega.

'Madre, no te merezco, pero te necesito'.

20/12/2010, Lunes de la cuarta semana de Aviento

Lectura del libro de Isaías (7,10-14)

En aquellos días, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: - «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: - «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Salmo responsorial (Sal 23, 1--2 3-4ab. 5-6)
R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.

Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38)

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

19/12/2010, Domingo de la cuarta semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (7,10-14)

En aquellos días, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: - «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: - «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Salmo responsorial (Sal 23, 1--2 3-4ab. 5-6)
R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1, 1-7)

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras san tas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de Da vid; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno pode por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1, 18-24)

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

19 diciembre 2010, domingo de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

En este Domingo, próximo ya a la Navidad, nos resulta más fácil ponernos a la escucha del Señor en nuestra oración de cada día. Nos colocamos al lado de María y de José para que nos guíen en este anhelo de acoger al Señor.

Casi simplemente con dejarnos empapar por los textos del día nos mete ya de lleno en este clima de salvación y de respuesta confiada por nuestra parte.

Hoy nos brinda en Evangelio la posibilidad de fijarnos en San José, hombre clave en el acontecimiento de Dios hecho uno de nuestra raza. Viene del tronco de Jesé, del linaje de David. Las Escrituras nos muestran que Jesús enlaza con la casa de David a través san José.

Esto nos lleva a pensar que la figura del patriarca san José no puede ocupar un lugar accidental en nuestra vida espiritual. El P. Morales le tenía una gran devoción y nos invitaba constantemente a tener amistad con este santo.

Era el hombre “justo”, o sea, que participaba de la justicia de Dios. Esto es lo que significa justo en la Sagrada Escritura.

María había concebido por obra del Espíritu Santo. Eso José no lo sabía, pero intuía que sucedía algo que se le escapaba, que le superaba. Se encontraba ante un misterio que no podía abordar desde la racionalidad.

Si José hubiera sido racionalista, María habría muerto lapidada, a ello conduce el único juicio de la razón.

Por eso, lo primero que nos enseña José es a colocarnos ante el misterio. ¡Cuántos misterios en la vida de cada uno!

Contemplar lo que Dios quiere decirnos sin anteponer el juicio de nuestra razón.

Lo que Dios nos quiere dar es siempre mayor que lo que cabe pensar y esperar.

La apertura al misterio nos conduce a la contemplación, y es ahí donde Dios manifiesta su voluntad.

Pongámonos hoy en esta clave de interpretación y de acogida y seremos sorprendidos pos el Dios que viene a salvarnos en la humildad de nuestra carne.

Cuando hacemos lo que se nos pide, se nos da lo que se nos promete. Nunca ha habido una promesa mayor que esta. Por eso, que este rato de oración sea colocarnos en la actitud y posición más adecuada. El mismo Dios se nos dará.

Que María y José acompañen nuestra oración y también nuestras zozobras en la vida. Saben de lo que hablamos cuando les contamos estas cosas.

¡FELIZ NAVIDAD! Anticipada ya en nuestra comunicación amorosa con el Verbo de la vida.

18/12/2010, Sábado de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de Jeremías (23, 5-8)

«Mirad que llegan días -oráculo del Señor en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: "El-Señor-nuestra-justicia". Por eso, mirad que llegan días -oráculo del Señor - en que no se dirá: "Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto", sino que se dirá: "Vive el Señor, que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países adonde los expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos."

Salmo responsorial (Sal 71, 1-2. 12-13. 18-19)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.

Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso; que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén! R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1, 18-24)

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

18 diciembre 2010, sábado de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Mt 1, 18-24

Al empezar la oración la oración ponerse en la presencia de Dios; caer en la cuenta donde estoy y ante quien estoy, suplicar que este encuentro con Él solo sea, como todo el día, ordenado en servicio y alabanza de Dios.

Hoy la lectura del evangelio nos presenta el relato de lo sucedido en la encarnación de Jesús en el seno virginal de María y la actitud de san José ante este acontecimiento. Siempre es buena ocasión y mucho más en estos días de adviento el contemplar a José que es testigo privilegiado de lo que vamos a celebrar dentro de unos días. Contemplemos a José, su actitud, y su papel de padre y custodio de Jesús.

Los niños en sus primeros años no aprenden, sino imitan. José por tanto tuvo un papel fundamental con Jesús: fue su modelo de identificación del que aprendió a orar a su Padre Dios, apoyado en su brazo aprendió a trabajar, quizás algunas de sus parábolas las escuchó de labios de José. El Maestro aprendió a ser hombre a través de la persona de José.

Los evangelios nos dicen de José que fue un hombre valeroso que luchó contra los que quería matar a Jesús, que escuchó la frase que todos los padre tienen que saber escuchar más pronto o más tarde, cuando los hijos empiezan a volar: “¿No sabíais que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?”. Dios no dio a su Hijo un padre famoso ni conocido, pero se lo dio Justo.

En las sociedades primitivas se decía que un hombre justo era el que mantenía la promesa hecha a otra persona. Por el contrario era mentiroso el que negaba haber prometido o no se sentía obligado a honrar el compromiso asumido.

El pueblo de Israel había firmado una Alianza con Dios y Dios a su vez había prometido su protección y, en el futuro, el envío del Mesías. José se había mantenido fiel a la Alianza, y por eso se le concedió formar parte del cumplimiento de la gran promesa la venida del Mesías. La fidelidad a Dios siempre recibe una gran recompensa.

Que en estos días que faltan para la venida de Jesús le pidamos a San José que nos alcance del Señor la fidelidad a su venida por intercesión de la Virgen de la Esperanza.

Al terminar la oración miremos como ha transcurrido, donde se me ha ido el pensamiento o donde tengo puesto mi corazón para poder corregirlo y tenerlo preparado para poder recibir a Jesús como lo recibieron María, José, los pastores…

17/12/2010, Viernes de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro del Génesis 49,1-2.8-10

En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel: A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos».

Salmo responsorial (Sal 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.

Que los montes traigan paz, y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre. R.

Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar, el Gran Río al confín de la tierra. R.

Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,1-17)

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz al Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amás, Amos a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaguín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquirn, Aquim a Eflud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matan, Matan a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

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