1/3/2011, Martes de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (35, 1-15)

El que observa la ley hace una buena ofrenda, el que guarda los mandamientos ofrece sacrificio de acción de gracias; el que hace favores ofrenda flor de harina, el que da limosna ofrece sacrificio de alabanza. Apartarse del mal es agradable a Dios, apartarse de la injusticia es expiación. No te presentes a Dios con las manos vacías; esto es lo que pide la ley. La ofrenda del justo enriquece el altar, y su aroma llega hasta el Altísimo. El sacrificio del justo es aceptado, su ofrenda memorial no se olvidará. Honra al Señor con generosidad y no seas mezquino en tus ofrendas; cuando ofreces, pon buena cara, y paga de buena gana los diezmos. Da al Altísimo como él te dio: generosamente, según tus posibilidades, porque el Señor sabe pagar y te dará siete veces más. No lo sobornes, porque no lo acepta, no confíes en sacrificios injustos; porque es un Dios justo, que no puede ser parcial.

Salmo responsorial (Sal 49, 5-6. 7-8. 14 y 23)
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar. R.

«Escucha, pueblo mío, me voy a hablarte; Israel, voy a dar testimonio contra ti;
yo, Dios, tu Dios -. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.» R.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 28-31)

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: -«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: -«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

1 marzo 2011, martes de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

  1. El texto del Eclesiástico nos cuestiona acerca de cómo vivimos nuestra fe: Para evitar la hipocresía, la pantomima, la doble vida “no te presentes ante el Señor con las manos vacías”, sino “glorifica al Señor con generosidad y no mezquines las primicias de tus manos y consagra el diezmo con alegría”. En definitiva, volver al Principio y Fundamento de San Ignacio: Todo a la mayor gloria de Dios; en todo amar y servir. O lo del gran Lope de Vega: ¡Loco debo ser pues no soy santo!
  2. El Evangelio nos confronta con nuestros intereses. Recordamos en Ejercicios, la meditación de los binarios, el llamamiento del rey eternal, las tres maneras de humildad…¿Por qué seguimos a Jesús? ¿Por puro amor o por intereses no tan puros? El Señor, sea como sea, se despacha y nos ofrece todo: “el ciento por uno en la tierra y la vida eterna en el cielo”. Sí, Dios no se deja ganar en generosidad.
  3. Comenzamos el Mes de San José: Él salvó a Jesús y a María de la primera gran crisis de la historia movida por la “cristofobia” de Herodes; él fue invocado como protector de la Iglesia en la convulsión del cisma de occidente cuando la iglesia llegó a tener “tres cabezas”, yo quiero retomar su figura para este momento fuerte de nuestra Iglesia y de nuestro mundo. Os propongo contemplar a JOSÉ, misionero y santo, modelo del laicado. Un laico es “un contemplativo enamorado de Dios y experto en humanidad”. También, aquí y ahora, todo es posible para el que cree, nada hay imposible para Dios. Concluyo de la mano del P. Juan Esquerda Bifet (*):

a. José, hijo o descendiente de David : La santidad es camino hacia la realidad integral, desde las propias raíces culturales a históricas, para «instaurar todas las cosas en Cristo (Ef 1, 10). La misión es encargo de servir a Jesús, el Salvador de todos los pueblos, ya presente en la Iglesia.

b. José, esposo de María Virgen: La santidad es fidelidad generosa a la palabra de Dios (al Verbo hecho hombre) y a la acción del Espíritu santo, a ejemplo de María Virgen y Madre, Tipo y Madre de la comunidad eclesial. La misión es servicio a la maternidad de la Iglesia, < sacramento universal de salvación.

c. José, padre tutelar de Jesús: La santidad es seguimiento de Cristo para imitarle, compartir su suerte y configurarse con él. La misión es anunciar y comunicar a Cristo a todos los hombres.

d. José, el hombre justo: La santidad es fidelidad a los planes salvíficos de Dios, que dirige los acontecimientos humanos hacia Cristo Salvador del mundo. La misión es transformar los acontecimientos en donación, como transparencia de las bienaventuranzas y del mandato del amor.

e. José de Nazaret: La santidad es vida oculta con Cristo en Dios, para transformar la propia circunstancia («Nazaret») en amor y servicio. La misión es dar de la propia pobreza, compartiendo con todos los hermanos los dones recibidos de Dios. La comunidad cristiana que vive su Nazaret, realiza la misión como comunión entre iglesias hermanas, con un amor preferencial por las más pobres.

De modo magistral lo sintetiza el P. Tarsicio Stramare: “San José es la prueba de la grandeza innata en cualquier vida cotidiana, si ésta sabe transformarse en respuesta de amor hacia Dios, en la aceptación simple y generosa de su voluntad...El ejemplo de san José, la lección que brota de toda su vida continuará haciendo escuela en la Iglesia para siempre”(**) Hacer lo ordinario de modo extraordinario.

Oremos con el Padre Tomás Morales: Esposo de la Virgen, Custodio del Señor, llévanos a María, y por María a Dios… Enséñame a vivir de fe en Nazaret. Quiero, en vida oculta, prolongar la Encarnación del Verbo Santo de Dios. La fe lo transfigura todo. El amor lo eterniza todo. Quiero realizar las acciones más insignificantes y corrientes con un alma divinizada, escondida, como la tuya, bajo la mirada de la Virgen, “con Cristo en Dios” (Col 3, 3). Aquí está el secreto de la santidad de Nazaret, de mi vida en la Iglesia, el caminito de la Santa de Lisieux”

(*) José de Nazaret (Los santos fueron así) Sígueme, Salamanca 1989 p.213

(**) La vía de San José. Espiritualidad josefina Delegación Nacional del Óbolo de San Pedro, Lima 2002 en el capítulo titulado “Laicos: la espiritualidad de la vida cotidiana” pp.124-134

28/02/2011, Lunes de la octava semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (17,20-28)

Alos que se arrepienten Dios los deja volver y reanima a los que pierden la paciencia. Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su presencia y disminuye tus faltas; retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia y detesta de corazón la idolatría. En el Abismo, ¿quién alaba al Señor, como los vivos, que le dan gracias? El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor. ¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que vuelven a él!

Salmo responsorial (Sal 31,1-2.5.6.7)
R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor

Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. R.

Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará. R.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27)

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.» Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.» Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!» Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

28 febrero 2011, lunes de la octava semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Dios lo puede todo. Dios lo puede todo. Dios puede. Dios todo. Dios… (Rato de oración repitiendo esto)

Sigamos nuestra oración de hoy con esta convicción. Hagamos la oración de hoy repitiendo, pensando, meditando, saboreando, creyendo esto… y dará un vuelco nuestra propia oración, pero sobre todo nuestra vida. Si Dios lo puede todo, ¿quién contra Dios? Si Dios lo puede todo ¿quién o qué contra mí… unido a Dios? Si Dios lo puede todo ¿para qué sirven mi orgullo y vanidad? (Rato de oración pensando esto)

Pues estas palabras se las dijo Jesús a sus discípulos, porque ellos habían pensado que la doctrina de Jesús era imposible de vivir por sí mismos. El “joven rico” del evangelio de hoy también pensó lo mismo, porque ante la disyuntiva de dejar todo lo que tenía o seguir a Jesús se quedó con sus cosas. ¡Qué pobreza! ¿No te parece? San Ignacio de Loyola fue mucho más listo. Ante la misma disyuntiva él dijo: “Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad (todo lo mío)… dadme vuestro amor y gracia que esta me basta”. San Ignacio se desprende de todas las cosas, para quedarse con Cristo, con su amor y su gracia, que “ésta” le basta. ¡Pues no era listo ni nada este san Ignacio! Abelardo, nos lo explicaba así: “Toma, Señor, mis dos pesetas (antigua moneda española anterior al euro), y dame a cambio tus mil millones.” ¡Magnífico negocio!

Pues para ese joven y para aquellos discípulos les parecía que eso era imposible: ¡cómo iban a dar ellos sus dos pesetas! Pues porque los mil millones se reciben con algunas condiciones, y estas les parecían muy exigentes. ¿Y a ti, qué te parecen? (Rato de oración meditando esto…) Ya sabes las condiciones: oprobios, menosprecios, vida estrecha, pobreza espiritual y actual…

Si pones la mirada en tus fuerzas humanas no las encontrarás suficientes para dar el paso. Hay que poner la mirada en el “Dios que todo lo puede”. No pongas los ojos en lo que dejas o en lo que tendrás que vivir ponlos solamente en Cristo. ¡Qué bien lo dice la canción que tantas veces cantamos en ratos de adoración!: “No pongáis los ojos en nadie más que él (bis)… No adoréis a nadie, a nadie más que a él.” (Rato de oración saboreando esto)

Es que al joven rico, a los discípulos, y a nosotros mismos muchas veces, se nos olvida que el seguimiento de Cristo tiene esas exigencias, pero tiene dos premios: uno futuro que es que siguiéndole en la pena, le seguiremos también en la gloria; y dos, que estaremos siempre con él. ¡Este sí que es un buen premio! Estar siempre con Jesús. ¡Pero qué tontos podemos ser a veces! ¡No darnos cuenta de que si decimos sí a Jesús, estaremos siempre con él! (Rato de oración creyéndome esto)

“Quiero estar a tu lado, Señor. Quiero estar a tu lado, Señor, Quiero estar a tu lado, Señor.”

En tu bando, Señor. Bajo tu bandera. (Rato de oración… viviéndolo en la calle).

27/02/2011, Domingo de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de Isaías (49, 14-15)

Sión decía: “Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.” ¿Es que puede una madre olvidarse, de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidar.

Salmo responsorial (Sal 61, 2-3. 6-7. 8-9ab – R.:6a)
R. Descansa sólo en Dios, alma mía.

Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación; mi alcázar: no vacilará. R.

Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilará. R.

De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él desahogad ante él vuestro corazón. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4, 1-5)

Hermanos: Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel. Para mí, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. Así, pues, no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 24-34)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -“Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando que vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos”.

27 febrero 2011, domingo de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).

"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.

Dos certezas.

Dos certezas nos quieren transmitir las lecturas de hoy:

  1. Soy profundamente amado: …Aunque una madre te olvide, Yo no te olvidaré… (Primera lectura).
  2. La conciencia limpia es manifestación de vivir sirviendo al verdadero Señor. (Segunda lectura).

El hombre ha sido creado para vivir en comunión con Dios. Con ese fin fue traído a la vida, y de ese modo encuentra la verdadera felicidad. (Salmo)

El primer momento de la oración de mañana, podríamos dedicarlo a degustar la fidelidad que transparentan las palabras de la primera lectura. ¿Qué será el amor de Dios? “Señor, hazme consciente de tu amor para conmigo”.

Hoy la Iglesia universal nos invita a poner todas las cartas sobre la mesa, y poner ante Dios los señores de nuestra vida. ¿A quién sirvo? ¿Quiénes son mis diosecillos? Nos invita a examinarnos en el servicio al Único Señor de todas las cosas. ¿Qué me lleva a Dios, y qué me aleja de Él, chupándome la sangre?

Por si en este momento de mi vida estoy intentando servir a dos dioses, me avisa: “No es posible”. “Sobre todo, buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura”. (Evangelio)

Terminar con un coloquio con la Madre, contándole y escuchando de sus labios, y sobre todo aprendiendo del gozo de su Corazón, a saberse amado personalmente por Dios.

El Apocalipsis habla del adversario de Dios, de la bestia. La bestia, el poder adverso, no lleva un nombre, sino un número: “666 es su número”. Es un número y convierte a la persona en un número. Los que hemos vivido el mundo de los campos de concentración sabemos a qué equivale eso: su horro se basa precisamente en que borra el rostro, en que cancela la historia, en que hace de los hombres números, piezas recambiables de una gran máquina. La bestia es número y convierte en número.

[…]

Dios, en cambio, tiene un nombre y nos llama por nuestro nombre. Es persona y busca a la persona. Tiene rostro y busca nuestro rostro. Tiene un corazón y busca nuestro corazón. Nosotros no somos para Él función en una maquinaria cósmica, sino que son justamente los suyos los faltos de función. Nombre equivale a aptitud para ser llamado, equivale a comunidad.

(Joseph Ratzinger. El Dios de los cristianos)

26/02/2011, Sábado de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (17, 1-13)

El Señor formó al hombre de tierra y le hizo volver de nuevo a ella; le concedió un plazo de días contados y le dio dominio sobre la tierra; lo revistió de un poder como el suyo y lo hizo a su propia imagen; impuso su temor a todo viviente, para que dominara a bestias y aves. Les formó boca y lengua y ojos y oído s y mente para entender; los colmó de inteligencia y sabiduría y les enseñó el bien y el mal; les mostró sus maravillas, para que se fijaran en ellas, para que alaben el santo nombre y cuenten sus grandes hazañas. Les concedió inteligencia y en herencia una ley que da vida; hizo con ellos alianza eterna, enseñándoles sus mandamientos. Sus ojos vieron la grandeza de su gloria, y sus oídos oyeron la majestad de su voz. Les ordenó abstenerse de toda idolatría y les dio preceptos acerca del prójimo. Sus caminos están siempre en su presencia, no se ocultan a sus ojos.

Salmo responsorial (Sal 102, 13-14. 15-16. 17-18a)
R. La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos.

Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos de barro. R.

Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe, su terreno no volverá a verla. R.

Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 13-16)

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: -«Dejad que los niños se acerquen a mi: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.» Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

25 febrero 2011, sábado de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Como Preámbulo nos ayudará esta cita de la Exhortación Apostólica Verbum Domini, del Papa Benedicto XVI: “Quien conoce la Palabra divina conoce también plenamente el sentido de cada criatura. En efecto, si todas las cosas “se mantienen” en Aquel que es “anterior a todo” (Col 1,17), quien construye la propia vida sobre su Palabra edifica verdaderamente de manera sólida y duradera. La Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo: realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo” (nº10).

Primera Lectura:

Estas líneas son como un eco del libro del Génesis, una meditación de sus primeros capítulos, en concreto la creación del hombre. Es un himno de alabanza a Dios. El hombre es obra de Dios, imagen de Dios con la facultad de dominar la tierra y todo ser viviente. De Dios ha recibido boca, lengua, ojos, oídos, inteligencia: para que sepa alabar a Dios y reconocer su presencia. Ha recibido de Dios también algo mucho más profundo: la alianza y una «ley que da vida». De esta ley destaca el sabio dos direcciones fundamentales: una referente al mismo Dios (que eviten la idolatría) y otra «acerca del prójimo».

En definitiva, es una visión optimista del hombre. Su grandeza en la creación y a la vez su dependencia de Dios, porque «sus caminos están siempre en la presencia de Dios y no se ocultan a sus ojos». Nuestra vida está en las manos de Dios, no está en nuestras manos... afortunadamente. Nosotros -sólo criaturas- no tenemos nada que no hayamos recibido y no podemos gloriarnos de nada. La gloria es del Señor. Este planteamiento nos lleva a ser humildes, a andar en verdad, en nuestra verdad de criaturas. Pero somos redimidos, hechos hijos de Dios por la gracia, hermanos en Cristo, destinados a la gloria eterna, llamados a la santidad. Esta es la otra parte de nuestra verdad. Demos gracias de corazón a Dios por todo ello; adoremos a Dios en “espíritu y en verdad”.

Evangelio:

Los niños en la antigüedad eran el símbolo de la total indefensión. En caso de guerra, hambre o enfermedad eran los que primero sufrían. Cuando a un individuo lo insultaban llamándolo "niño", no le querían decir que era inmaduro tanto como decirle que era vulnerable, débil o indefenso. Cuando una persona reconocida como un médico, o un Maestro llegaba a una aldea, la gente buscaba estar cerca de él para recibir influjos benéficos. Las madres buscaban que los niños recibieran alguna bendición que los protegiera de la enfermedad y de la muerte.

Los discípulos querían evitar que los niños tocaran a Jesús porque eso no estaba bien para una persona reconocida y admirada como su maestro. Sin embargo, Jesús cambia del todo el orden de cosas y les permite que se acerquen para darles una bendición. Exhorta a los discípulos a cambiar su manera de ver las cosas de manera que comprendan que en la nueva comunidad el puesto principal lo ocupan las personas sencillas e insignificantes. Aceptar el Reino de Dios como un niño es fiarse de Dios, siempre, con la sencillez y candor de un pequeño. La infancia espiritual de santa Teresita del Niño Jesús es un camino seguro, asequible para todos los cristianos, adecuado para nuestras vidas agitadas en medio de los combates y avatares del mundo. Nuestra confianza en el Señor es nuestra fuerza y nuestra esperanza, como lo fue para la Virgen María, para todos los santos y para millones de cristianos.

Oración Final:

Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

25/02/2011, Viernes de la séptima semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (6, 5-17)

Una voz suave aumenta los amigos, unos labios amables aumentan los saludos. Sean muchos los que te saludan, pero confidente, uno entre mil; si adquieres un amigo, hazlo con tiento, no te fíes en seguida de él; porque hay amigos de un momento que no duran en tiempo de peligro; hay amigos que se vuelven enemigos y te afrentan descubriendo tus riñas; hay amigos que acompañan en la mesa y no aparecen a la hora de la desgracia; cuando te va bien, están contigo, cuando te va mal, huyen de ti; si te alcanza la desgracia, cambian de actitud y se esconden de tu vista. Apártate de tu enemigo y sé cauto con tu amigo. Al amigo fiel tenlo por amigo, el que lo encuentra, encuentra un tesoro; un amigo fiel no tiene precio ni se puede pagar su valor; un amigo fiel es un talismán, el que teme a Dios lo alcanza; su camarada será como él, y sus acciones como su fama.

Salmo responsorial (Sal 118, 12. 16. 18. 27. 34. 35)
R. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes. R.

Tu voluntad es mi delicia, no olvidaré tus palabras. R.

Ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu voluntad. R.

Instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. R.

Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R.

Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba. Se acercaron unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Le es licito a un hombre divorciarse de su mujer?» Él les replicó: -«¿Qué os ha mandado Moisés?» Contestaron: -«Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.» Jesús les dijo: -«Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.» En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. El les dijo: -«Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».

24 febrero 2011, viernes de la séptima semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Al empezar la oración: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

Petición: por la fidelidad y la unidad en todas las familias. Por los matrimonios que pasan dificultades. Por las personas consagradas que pasan por pruebas en su vocación para que se mantengan fieles al Señor. Por mis compañeros de trabajo para que se vayan acercando a Dios.

Meditación: Jesús nos habla de la fidelidad. En el matrimonio y la podemos extender, de acuerdo con la primera lectura del Eclesiástico a la amistad. Dice la lectura que el que teme a Dios, alcanza el don de un verdadero amigo. Los que me rodean quieren que mi amistad con ellos sea verdadera amistad, basada en la fidelidad a Cristo. Amistad para llevar a muchos a la casa del Padre con mi testimonio sencillo y dócil al Espíritu Santo. En mi trabajo, en los ratos de ocio, en mi familia, en el vecindario. Seamos fieles y contagiaremos esa fidelidad que tanto necesitan nuestros hermanos. Para eso que nos mantengamos muy unidos a Jesús que se ofrece al Padre continuamente por nosotros.

Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, que seamos todos uno en tu Corazón Inmaculado”

Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

24/02/2011, Jueves de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (5, 1-10)

No confíes en tus riquezas ni digas: “Soy poderoso”; no confíes en tus fuerzas para seguir tus caprichos; no sigas tus antojos y codicias ni camines según tus pasiones. No digas: “¿Quién me podrá?” porque el Señor te exigirá cuentas; no digas: “He pecado, y nada malo me ha sucedido”, porque él es un Dios paciente; no digas: “El Señor es compasivo y borrará todas mis culpas.” No te fíes de su perdón para añadir culpas a culpas, pensando: “Es grande su compasión, y perdonará mis muchas culpas”; porque tiene compasión y cólera, y su ira recae sobre los malvados. No tardes en volverte a él ni des largas de un día para otro; porque su furor brota de repente, y el día de la venganza perecerás. No confíes en riquezas injustas, que no te servirán el día de la ira.

Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 41-50)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -”El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: mas te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros.”

24 febrero 2011, jueves de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Nos ponemos en la presencia del Señor para comenzar la oración. Hacemos silencio en nuestro interior, y ponemos atención en las palabras que nos quiere decir Jesús hoy. Hemos de recibirlas considerando que han sido dirigidas especialmente a cada uno de nosotros, a cada uno de sus íntimos. Como composición de lugar, podemos situarnos a los pies de Jesús, como lo hacía María, la hermana de Lázaro y Marta. Podemos elegir una de las enseñanzas que nos propone hoy el Señor –en estos puntos nos fijaremos solo en el último versículo-, y no pasamos adelante hasta que no nos hayamos saciado de su contenido, renunciando a la prisa. Pedimos a la Virgen, que conservaba todas estas cosas en su corazón, que nos alcance el Espíritu Santo y nos enseñe a acoger la Palabra de Dios.

1.- “Buena es la sal…”. Jesús nos dice: “vosotros sois la sal de la tierra” (Mt 5, 13). La función de la sal está unida al servicio. Sirve para dar sabor –buen gusto- a los alimentos; sirve para conservarlos, y sirve para purificar. En el Antiguo Testamento se echaba sal a los sacrificios para purificarlos (cf. Ez 44, 24), y también a los recién nacidos (cf. Ez 16, 4). Por tanto la sal es buena cuando sirve, y sirve cuando se reparte; la sal bien guardada en un salero sirve de poco.

Al P. Morales le gustaba especialmente esta imagen de la sal, tal como lo refleja en “Hora de los laicos”: “el bautizado sabe muy bien que desde fuera no se salva el mundo, y que la sal, para condimentar, tiene que mezclarse con los alimentos, pero conservando todo su poder revulsivo, su sabor acre. ¡Perspectiva ilusionante! Salvar el mundo sin salir de él, desde dentro. Lo que no puede ni debe hacer el sacerdote o religioso, pero sí el laico”. Es en contacto con el mundo, desde dentro, como se comunica a Cristo y como se transforma la sociedad.

Continúa el P. Morales: “El cristiano se compara a la sal. Es poderoso antiséptico que preserva al mundo de la corrupción. Excelente antipútrido, pero con una doble condición. Primera: permanecer aunque sin confundirse, en contacto íntimo con el mundo. Segunda: no perder sus características específicas, su energía reactiva, su acritud mordiente”. La sal no se ve, pero se nota cuando está presente. Sabe desaparecer. Los cristianos somos el buen sabor de nuestro mundo: en la familia, en el trabajo, en la enseñanza…; entre los hermanos, amigos, vecinos, compañeros…

2.- “…pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Un cristiano insulso, incapaz de dar buen sabor al mundo que lo rodea, ha perdido su virtualidad: ya no sirve. El P. Morales continúa así su comentario sobre la sal: “Los judíos de entonces comprendían perfectamente sus palabras. En Palestina, la sal basta e impura del Mar Muerto es la que se utiliza aún hoy día. Con facilidad pierde sus cualidades, se hace insulsa. Se arroja entonces en grandes cantidades en caminos y calles para que, revuelta con las inmundicias, la pisen los hombres y animales”. ¿Qué otra cosa se puede hacer con ella?

3.- “Que no falte entre vosotros la sal”. La versión de la Conferencia Episcopal Española traduce: “Tened sal entre vosotros”. Nos recuerda a la invitación: “Tened siempre las lámparas encendidas”. Y es que las imágenes de la luz y la sal van unidas.

En realidad la verdadera sal es Cristo. Por la Encarnación, el Padre percibe el buen sabor del mundo, porque ve en los hombres a su Hijo. Y cuanto más llenos estamos de Cristo, más “sabrosos” nos volvemos para el Padre y más transformamos el mundo.

Para que no falte entre nosotros la sal, acudamos a la oración y a los sacramentos. Y comuniquémosla entre nosotros, “viviendo en paz unos con otros”.

4.- Santa María de la Sal. María es la sazonadora de nuestras vidas, la que nos comunica el buen sabor de Jesucristo. Ella es la que nos restriega con la sal de Cristo cuando nacemos a la gracia. Ella es la que cuida de que no falte la sal entre nosotros.

Oración final. Madre: que no falte entre nosotros la sal, ayúdanos a vivir en paz unos con otros, para que seamos en el mundo sal buena, “buen sabor de Cristo”.

23/02/2011, Miércoles de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (4,12-22)

La sabiduría instruye a sus hijos, estimula a los que la comprenden. Los que la aman la vida, los que la buscan alcanzan el favor del Señor; los que la retienen consiguen gloria del Señor, el Señor bendecirá su morada; los que la sirven al Santo, Dios ama a los que la aman. Quien me escucha juzgará rectamente, quien me hace caso habitará en mis atrios; disimulada caminaré con él, comenzaré probándolo con tentaciones; cuando su corazón se entregue a mí, volveré a él para guiarlo y revelarle mis secretos; pero, si se desvía, lo rechazaré y lo encerraré en la prisión; si se aparte de mí, lo arrojaré y lo entregaré a la ruina.

Salmo responsorial (Sal 118, 165.168.171.172.174.175)
R. Mucha paz tienen los que aman tus leyes, Señor.

Mucha paz tienen los que aman tus leyes, y nada los hace tropezar. R.

Guardo tus decretos, y tú tienes presentes mis caminos. R.

De mis labios brota la alabanza, porque me enseñaste tus leyes. R.

Mi lengua canta tu fidelidad, porque todos tus preceptos son justos. R.

Ansío tu salvación, Señor; tu voluntad es mi delicia. R.

Que mi alma viva para alabarte, que tus mandamientos me auxilien. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 38-40)

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro."

23 febrero 2011, miércoles de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

I. Antes de empezar nuestra reflexión sobre el evangelio de este día, me gustaría que cayéramos en la cuenta de una aparente o real contradicción.., la cual dejo a vuestra consideración.

  • Pareciera que la afirmación de Mc. 9,40: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro.” no concuerda muy bien con Mt. 12,30 y Lc. 11,23: “El que no está conmigo esta contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.”
  • La contradicción no es más que aparente. Creo que el contexto en que Lc. refiere su frase y en el que la refiere Mc. es muy distinto.
    • S. Lucas lo coloca en el debate de Jesús con los fariseos a propósito de los exorcismos, en el que aparecen claramente deslindados dos campos netamente irreductibles.
    • En cambio, en el contexto de Marcos no aparece esa irreductibilidad de campos. Los discípulos que siguen a Jesús no son los únicos partidarios de Jesús. (Cf. La Sagrada Escritura, Profesores de la Compañía de Jesús, BAC, Tomo N.T. I).

II. Otro detalle interesante es que en este evangelio tenemos la única intervención personal de Juan en toda la tradición sinóptica.

III. Pero vayamos al centro del texto que nos ocupa, para centrar nuestra atención en la oración de este día, y descubrir algún tema que pueda servirnos de provecho para nuestra vida....

  • Me parece que con facilidad confundimos lo que es el celo apostólico, con eso que podríamos llamar monopolio apostólico…
    • ¿De verdad, que nunca nos hemos sentido heridos por alguna usurpación imaginaria en el campo de las almas.., o por algún derecho conculcado en nuestro quehacer cristiano…?
      • Dudo mucho de que no tengamos alguna experiencia en este sentido, si es que llevamos ya algún tiempo trabajando en la Iglesia…
    • ¿Estamos más preocupados por la posición de grupo, que por liberar del pecado a aquellos que se encuentran en poder del demonio…?
      • Entonces nos está pasando lo que a Juan…
    • ¿No tenemos la misma actitud en el momento actual, cuando no participamos en causas dignas por alguna de estas razones..?
      • No han sido organizadas por nosotros, o contando con nosotros...
      • No están en relación directa con quienes nosotros trabajamos habitualmente…
      • No se plantea la causa como nosotros lo haríamos.
      • O porque no vamos a ser suficientemente reconocidos en el hecho si colaboramos con ello…
    • Si alguien se ha caracterizado en la Iglesia por el celo apostólico han sido los santos. Hace tiempo tuve la oportunidad de leer un trabajo sobre “El celo apostólico en Teresa de Lisieux”, y me encantó la reflexión y las conclusiones a las que llegaba su autor. Me vais a permitir que como conclusión de estos puntos esboce los epígrafes de este trabajo, pues pueden ser inspiradores no solo para nuestra oración de hoy, sino para nuestro quehacer apostólico.
    • Los principios inspiradores del celo apostólico:
      • Principio general: El Amor de Dios.
      • Principios subsidiarios:
        • La Pasión de Cristo.
        • El pensamiento de la eternidad.
        • El deseo de reparación.
        • la cooperación con el Señor.
        • El valor de un alma.
    • Las cualidades verdaderas del celo apostólico:
      • El verdadero celo apostólico es insaciable.
      • El verdadero celo apostólico es audaz y valiente.
      • El verdadero celo apostólico se manifiesta en la oración y en la acción.
      • El verdadero celo apostólico va unido al sufrimiento.
      • El verdadero celo apostólico está creciendo siempre.

IV. Decía S. Teresa de Lisieux: “La gloria de mi Jesús, he ahí todo”

  • El celo apostólico no puede tener otro motor ni otra motivación que esta: ¡La Gloria de Dios y el bien de las almas!
  • Que a la luz del Evangelio de hoy nos examinemos, no sobre monopolios personales conculcados o ya perdidos…, sino sobre Amor de Dios y salvación de las almas, realidad hoy más actual y necesaria que nunca…

22/02/2011, la cátedra de san Pedro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5, 1-4)

Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y participe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloría que no se marchita.

Salmo responsorial (Sal 22, 1-3. 4. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara, mis fuerzas;
me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada terno, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. » Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».

22 febrero 2011, La cátedra de san Pedro – Puntos de oración

Hoy celebra la Iglesia la fiesta de “La Cátedra del apóstol san Pedro”

El Salmo 22 nos introduce en este ambiente de intimidad, confianza, esperanza y fortaleza.

“El Señor es mi pastor, nada me falta:

En verdes pradera me hace recostar;

Me conduce hacia fuentes tranquilas

Y repara mis fuerzas…

Aunque camine por cañadas oscuras,

Nada temo, porque tú vas conmigo:

Tu vara y tu cayado me sosiegan.”

Lo hemos oído muchas veces. Pero a lo mejor hoy penetra con más fuerza en mi interior por primera vez.

El evangelio de hoy quiere que actualicemos un diálogo directo con Cristo. Ante la pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?

Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la Palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo”.

¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

“Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esa piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará”…

Y ahora el Señor me puede preguntar a mí. ¿Quién soy yo para ti?

Quizás no pueda contestar con esa firmeza de Pedro, pero lo que sí puedo decir a Jesús, que desde que le he encontrado, tengo mayores deseos de conocerle más. Que le quiero seguir y dar gracias porque se ha fijado en mí sin que yo lo merezca. Voy descubriendo, que él me ha llamado, y a medida que pasa el tempo descubro la bondad de ese Pastor que refleja el salmo 22.

Me ha elegido para una misión que me desborda, como a Pedro. No me ha elegido por mis cualidades, sino porque él lo ha querido y me dará todas las gracias para la misión que me ha encomendado. Me dará la fortaleza necesaria como a Pedro de confesar mi fe en Él, el resto corre por la cuenta del Señor.

Pidamos hoy de manera especial por nuestro Papa Benedicto XVI que tanto bien está haciendo a la Iglesia. Es fiel a la misión que el Señor le ha encomendado. Y tendrá la fuerza necesaria para que el poder del infierno en sus múltiples manifestaciones del mal, encarnada en cada hombre, sea incapaz de derrotar a la Iglesia.

Santa María, da luz y fortaleza cada día a Benedicto XVI para que siga al frente de la Iglesia como el Buen Pastor.

Ayúdame a mí para ser fiel testigo a la llamada del Señor.

21/02/2011, Lunes de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Comienzo del libro del Eclesiástico (1, 1-10)

Toda sabiduría viene del Señor y está con él eternamente. La arena de las playas, las gotas de la lluvia, los días de los siglos, ¿quién los contará? La altura del cielo, la anchura de la tierra, la hondura del abismo, ¿quién los rastreará? Antes que todo fue creada la sabiduría; la inteligencia y la prudencia, antes de los siglos. La raíz de la sabiduría, ¿a quién se reveló?; la destreza de sus obras, ¿quién la conoció? Uno solo es sabio, temible en extremo; está sentado en su trono. El Señor en persona la creó, la conoció y la midió, la derramó sobre todas sus obras; la repartió entre los vivientes, según su generosidad se la regaló a los que lo temen.

Salmo responsorial (Sal 92, lab. Ic-2. 5)
R. El Señor reina, vestido de majestad.

El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. R.

Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. R.

Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 14-29)

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: -«¿De qué discutís?» Uno le contestó: -«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina os dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, no han sido capaces.» Él les contestó: -« ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuando os tendré que soportar? Traédmelo.» Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: -«¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?» Contestó él: -«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. » Jesús replicó: -«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.» Entonces el padre del muchacho gritó: -«Tengo fe, pero dudo; ayúdame.» Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: -«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él. » Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: -«¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?» El les respondió: -«Esta especie sólo puede salir con oración.»

21 febrero 2011, lunes de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

‘¡A que no puedes!’

Nuestra oración de este día es un reto al Señor.

Al hacer la lectura me ha llamado la atención la expresión de Jesús cuando ponen en duda el que pueda hacer el milagro: ‘Si puedes…’ le dice el padre del niño endemoniado – ‘¿Si puedo?’- le responde el Señor.

Con los navarros funciona bastante bien –según dicen- el retarles con un ‘¡A que no puedes!’ para conseguir que hagan algo. Podemos probar en la oración con la misma técnica cara al Señor.

¡Señor, a que no puedes…!

Súplica: ¿Qué es lo que hay en mi vida que creo que nadie, ni siquiera Dios, puede vencer, puede superar? ¿Qué limitaciones, qué miserias, qué pecados? Hoy es un día para suplicarle al Señor, para reconocer mi poca fe, para retarle.

Sí, también yo tengo mis espíritus inmundos que quieren acabar con mi vida, con la vida de la gracia en mí. También hace muchos años que estoy poseído por ellos y habitan ya en mí como en su propia casa. Hasta casi ser incapaz de imaginarme mi vida sin ellos.

Aumento de fe: ‘Señor, creo, pero aumenta mi fe’. Este grito es el más común en todos nosotros. Creemos… a medias. Tenemos fe, pero es débil. Sabemos que para Dios no hay nada imposible… salvo algunas cosas.

La mayor gracia que debería concedernos el Señor es librarnos del demonio de la duda. Que aumente nuestra fe y confianza en él. Llegar a tener una confianza audaz, a lo Teresita de Lisieux, sin límites en su amor de Padre hacia nosotros. Si un padre de la tierra hace cualquier cosa por su hijo enfermo –como vemos en el pasaje-, ¿que no hará el Padre de los cielos por sus hijos enfermos de pecado en la tierra?

Que nuestra falta de fe sea un aliciente para que el Señor se vuelque más todavía. No tengo fe, mi Dios, pero si en verdad eres Todopoderoso…

Oración y ayuno: Acabo mi oración con un propósito. Con estos demonios hay que, como dice Jesús, emplearse a fondo. Con oración y ayuno, si uno quiere que salgan. Por eso también en mi oración saco la decisión de hacer oración y algún gesto de penitencia para pedir con todo mi ser –cuerpo y alma- que me libre de esos demonios. Pienso en algún pequeño gesto que pueda vivir así a lo largo del día.

20/02/2011, Domingo de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Levítico (19, 1-2.17-18)

El Señor habló a Moisés: -”Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor. "

Salmo responsorial (Sal 102,1-2.3-4.8 y 10. 12-13 – R.: 8a)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3, 16-23)

Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito:” Él caza a los sabios en su astucia. “Y también: “El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.” Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 38-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -”Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.”

20 febrero 2011, domingo de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Tengo algunos amigos no creyentes que cuando hablamos de la fe me dicen que creer en Dios te hace la vida más fácil. Me lo dicen en el sentido de que así es todo más sencillo, y dan a entender que es un montaje mental para tranquilizar la conciencia. Y la verdad es que sí, que la vida con Dios es más vida. Pero si leyeran los textos de este domingo se darían cuenta de la exigencia que supone el cristianismo. Por que muchas veces hoy en día lo que se huele en el ambiente es que la gente va a lo suyo, que lo que quiere es vivir su vida, que los demás no importan mucho. Creemos que así somos más felices, que vivimos la vida más a fondo, que le sacamos todo el jugo.

Pero la Palabra de Dios no se anda con rodeos: Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? Amar, amar de verdad, no es fácil porque muchas veces es ir a contrapelo. Normalmente no coincide con lo que en ese momento nos apetece, o con la persona que más queremos. Es exigente, ya lo creo. No, el cristiano no se hace montajes para facilitarse la vida, en realidad se la complica. Nos lo decía Jesús en el Evangelio esta semana: Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.

Pidamos a Dios que sepamos seguir a Jesucristo, que sea nuestro modelo para vivir la vida amando de verdad. Que los hombres vean en nuestra forma de vivir el reflejo del amor de Dios a los hombres, el verdadero amor que da la vida sin esperar nada a cambio.

19/02/2011, Sábado de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (11,1-7)

Hermanos: La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. Por su fe, son recordados los antiguos. Por la fe, sabemos que la palabra de Dios configuró el universo, de manera que lo que está a la vista no proviene de nada visible. Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que Caín; por ella, Dios mismo, al recibir sus dones, lo acreditó como justo; por ella sigue hablando después de muerto. Por fe, fue arrebatado Henoc, sin pasar por la muerte; no lo encontraban, porque Dios lo había arrebatado; en efecto, antes de ser arrebatado se le acreditó que había complacido a Dios, y sin fe es imposible complacerle, pues el que se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por fe. Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, tomó precauciones y construyó un arca para salvar a su familia; por la fe, condenó al mundo y consiguió la justicia que viene de la fe.

Salmo responsorial (Sal 144, 2-3 4-5. 10-11)
R. Bendeciré tu nombre; Señor, por siempre

Día tras día, te bendeciré Y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza, Es incalculable su grandeza. R.

Una generación pondera tus obras a la otra y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. R.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendiga tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 2-13)

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: -«Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: -«Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.» De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: -«No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.» Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos». Le preguntaron: -« ¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Ellas? » Les contestó él: -«Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Ellas ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito.

19 febrero 2011, sábado de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Un anticipo de la Resurrección

Si cada día pedimos a María que nos acompañe en nuestro caminar hacia Dios en la vida de oración, hoy sábado lo hacemos de una forma especial. Con Ella nos resultará más fácil acercarnos al monte de la transfiguración para contemplar el rostro transfigurado de Cristo.

Los discípulos estaban sumidos en el desaliento y en la confusión porque Cristo les había anunciado su pasión y muerte. No nos resulta difícil identificarnos con el estado anímico de estos apóstoles porque también nosotros nos encontramos muchas veces sumidos en situaciones similares, apesadumbrados y desolados.

Por eso mismo necesitamos ver a Jesús, experimentar lo bien que se está con Él para luego poder soportar y entender las pruebas de la vida.

De hecho Cristo elige a Pedro, Santiago y Juan para este acontecimiento porque luego serán también ellos los que le acompañen en la agonía de Getsemaní.

Para una mejor comprensión de la anunciada pasión y muerte del Mesías, les muestra un anticipo de la gloria de la Resurrección, también predicha.

En esta teofanía encontramos los recursos propios de la tradición del antiguo testamento:

1. La subida a la montaña, como lugar de la presencia de Dios

2. Luz irradiando en el rostro transfigurado de Cristo

3. Color blanco de sus vestidos

4. Jesús en medio de Moisés y Elías, representantes de la ley y los profetas

5. Nube que los envuelve a todos

6. La voz del Padre que habla desde la nube: Este es mi hijo amado, escuchadlo

Todos estos elementos se pueden, y se debieran dar en nuestra oración de cada día, y en concreto en la de hoy. Es verdad que no de la misma forma, pero sí con los mismos efectos en el alma:

a. Nuestra montaña es la presencia de Dios (Capilla, habitación, tren…..)

b. El rostro de Jesús siempre está iluminado en la Eucaristía

c. La gracias y el amor de Dios nos envuelven en su blancura

d. No estamos desligados de nuestros padres antiguos, seguimos el camino de la salvación que ya comenzó desde el principio

e. La predilección de Dios por el hombre nos acompaña en todo momento

f. El Señor nos invita personalmente a que nos fijemos en el Hijo y escuchemos su mensaje de vida y esperanza.

Que la oración de hoy sea una verdadera transfiguración de Cristo para cada uno de nosotros.

Al bajar del monte, al salir de este rato de intimidad, habrán desaparecido todos los miedos y preocupaciones.

María, danos un corazón capaz de captar esta presencia de Dios que nos transforma. Amén.

18/02/2011, Viernes de la Sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (11, 1-9)

Toda la tierra hablaba la misma lengua con las mismas palabras. Al emigrar (el hombre) de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: -“Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos.” Emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento. Y dijeron: -“Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.” El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se dijo: -“Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.” El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.

Salmo responsorial (Sal 32, 10-11. 12-13. 14-15)R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad. R.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R.

Desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 34-9,1)

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles.» Y añadió: -«Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia».

18 febrero 2011, viernes de la Sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

(Mc 8, 34 – 9,1)

Al iniciar la oración es conveniente comenzarla con una cierta preparación externa que nos llevará a la actitud interna del conocimiento del Señor, siendo consciente qué es lo que voy hacer y ante quien lo voy hacer poniendo en práctica las 5 adiciones ignacianas.

¿Quién no querría salvar su propia vida? La vida es un valor principal al que se reducen todos los demás. Pero quien lucha por un ideal noble afirma que en la vida hay cosas más importantes que la vida misma: precisamente, los ideales.

El cristianismo propone ideales, pero no se identifican con el idealismo. El cristiano que muere por la verdad cree firmemente que, después de la muerte, no sólo vivirá él mismo, sino que también su ideal. Para el cristiano, la verdad y el ideal son Cristo que, al mismo tiempo, es también la vida (Jn 14,6). Cristo ha venido para que los que estén con Él ténganla vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10).

“Quien pierda su vida por amor a mí y al evangelio, la salvará”. En el calendario de la Iglesia se celebra la fiesta de los mártires; mártires no son sólo quien ha dado su vida por la fe. Pronto los cristianos se dieron cuenta de que la realidad de Cristo supera a su persona histórica, es una realidad mística en la que se reúnen todas las virtudes y todo bien. Él es verdad, justicia, caridad y humildad, escribe Orígenes. Entonces aquel que muere por la verdad, la justicia, la caridad o la humildad, muere por Cristo y tendrá la vida eterna. Por ejemplo, santa María Goretti murió por defender su castidad y es mártir por el evangelio, que exhorta a la castidad.

Cuando se dice que uno ha sacrificado la propia vida por otro pensamos normalmente, en una vida heroica. Nuestra vida cotidiana está salpicada de muchos signos pequeños de la gracia de Dios. Quien sacrifica su tiempo al prójimo renuncia a algo de sí mismo, pierde un poco de su vida y Dios le restituirá todo lo que ha sacrificado por su hermano, pues no quedará sin recompensa ni un vaso de agua fresca ofrecido a uno de estos mis discípulos.

Al terminar la oración pedir a María la gracia de que a lo largo del día sepa ofrecer todas ocasiones que el Señor pone en mi camino para ir dando mi vida por los demás y así un día oír de los labios de Jesús “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25, 34)

17/02/2011, Jueves de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (9, 1-13)

Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: -“Creced, multiplicaos y llenad la tierra. Todos los animales de la tierra os temerán y respetarán; aves del cielo, reptiles del suelo, peces del mar, están en vuestro poder. Todo lo que vive y se mueve os servirá de alimento; os lo entrego, lo mismo que los vegetales. Pero no comáis carne con sangre, que es su vida. Pediré cuentas de vuestra sangre y vida, y se las pediré a cualquier animal; y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano. Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya, porque Dios hizo al hombre a su imagen. Vosotros creced y multiplicaos, moveos por la tierra y dominadla.” Dios dijo a Noé y a sus hijos: -“Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.” Y Dios añadió: -“Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra”.

Salmo responsorial (Sal 101, 16-18. 19-21. 29 y 22-23)
R. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.

Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. R.

Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros, su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Señor el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes para dar culto al Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 27-33)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: -«Unos, Juan Bautista; otros, Ellas; y otros, uno de los profetas. » Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: -«Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días. » Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: -«¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»

17 febrero 2011, jueves de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Señor te bendigo por que me das,

si nada me das, también te bendigo.

Te sigo riendo si entre rosas vas.

Si vas entre espinas y zarzas te sigo.

Contigo en lo menos, contigo en lo más,

y siempre contigo, pues eres mi amigo y conmigo vas,

y siempre contigo, pues eres mi amigo

y conmigo estás.

Dame tu sonrisa, dame tu dolor,

como todo mi amor de Ti lo recibo.

Si La vida pides, La vida te doy,

pues todo lo mío de Ti lo consigo

Yo quiero Dios mío, contigo sufrir.

Capricho de amores, de dos corazones hacer un latir,

y morir contigo, y morir contigo , para en Ti vivir.

Hoy día de su cumpleaños de Abelardo, no puedo menos de hacer una referencia a él y referirme a su espiritualidad que nos puede servir de referencia para la oración. Para muchos el encontrarse esta letra, puede suponer bastante para llenar no sólo el rato de oración sino toda una vida pues muestra una entrega total en ese final “de dos corazones hacer un latir” mucho amor encerrado hay a Jesucristo en toda ella.

Yo le empecé a conocer cuando nos visitaba por Salamanca cuando empezaba. Luego en sus intervenciones en Jornadas y en las ideas que nos daba para la oración y después tantas veces que ¡cómo no agradecer tanto bien recibido!

A todos nos impresionó mucho la grabación de la charla sobre la oración, que le pidieron. Fue tan impresionante, que le pidieron lo grabara en disco:”Un seglar descubre la oración”. Ese disco lo llevábamos por las clases y residencias para que lo escucharan los jóvenes. ¡Cuántos se apuntaron a hacer Ejercicios con él! Muchas cosas podemos comentar del disco. Ahora se puede escuchar de nuevo con motivo de los 80 años en la página Web.

“A mi la oración me resuelve todos los problemas”

Esto dice en el disco y lo prueba, como hacía siempre con abundantes ejemplos suyos, prácticos. ¿Por qué? Porque se dejaba en las manos del Señor y su Madre.

¿Qué ocurrirá si hiciéramos esta entrega en confianza en nuestra oración?

Hay una segunda idea que nos repetía: “Un militante, no pone pegas; las resuelve”. Ahora podemos entenderlo por lo que decía en la primera.

Y la tercera idea es que nos quería santos y para ello: MARÍA.

La Milicia es María- nos repetía una y mil veces y cada uno es la Milicia, luego cada uno María.

Recuerdo unos puntos sobre el nombre de la Virgen. Me quedé con la boca abierta: ¡Qué maravilla! Nunca había oído hablar tan bonito de la Virgen. Desde entonces ¡Qué dulce es su nombre al corazón!

Nos lanzaba a la acción con el dulce nombre de María siempre en el corazón y volvíamos radiantes al círculo del sábado siguiente a contar nuestras aventuras.

Quizá no sean unas ideas para la oración, pero si llevamos su nombre a la oración, si la miramos, nos encenderá hacia la santidad saltando por encima de las dificultades (pegas) resolviendo todos los problemas. MARÍA.

16/02/2011, Miércoles de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (8, 6-13. 20-22)

Pasados cuarenta días, Noé abrió el tragaluz que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que voló de un lado para otro, hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó la paloma, para ver si el agua sobre la superficie estaba ya somera. La paloma, no encontrando donde posarse, volvió al arca con Noé, porque todavía había agua sobre la superficie. Noé alargó el brazo, la agarró y la metió consigo en el arca. Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca; ella volvió al atardecer con una hoja de olivo arrancada en el pico. Noé comprendió que el agua sobre la tierra estaba somera; esperó otros siete días, y soltó la paloma, que ya no volvió. El año seiscientos uno, el día primero del mes primero, se secó el agua en la tierra. Noé abrió el tragaluz del arca, miró y vio que la superficie estaba seca. Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar. El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo: - No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre, porque el corazón humano piensa mal desde la juventud. No volveré a matar a los vivientes, como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche.

Salmo responsorial (Sal 115, 12-13. 14-15. 18-19)
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R.

Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. R.

Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 22-26)

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en lo ojos, le impuso las manos y le preguntó: -«¿Ves algo?» Empezó a distinguir y dijo: -«Veo hombres; me parecen árboles, pero andan.» Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a casa, diciéndole: -«No entres siquiera en la aldea».

16 febrero 2011, miércoles de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

‘Un pacto de amor’

Hoy tomamos como referencia para nuestra oración la primera lectura, el relato del Diluvio universal que nos narra el Antiguo Testamento.

Leemos el relato con tranquilidad, imaginándonos las acciones que se nos narran. Especialmente nos fijamos en el momento final, en las palabras del Señor en las que nos promete que jamás volverá a haber un diluvio que aniquile la vida sobre la tierra.

El arco iris es señal y símbolo de esa promesa. El Señor conoce el corazón del hombre, en el que habita el mal desde la juventud. ¿Cómo no reconocer en estas palabras la realidad de mi propia pobreza y pecado? En verdad el mal habita en mí. Aunque a veces no lo quiera, mi debilidad hace que haga el mal que no quiero y no el bien que deseo.

Pero el Señor hizo una alianza de amor, un pacto irrevocable. Jamás volverá a aniquilar la vida. Lo que va a aniquilar es el pecado con su amor. Y es que a la primera alianza, siguió un nuevo pacto de amor. La segunda alianza, la definitiva, que se consuma en la cruz de Cristo.

Contemplamos a Cristo en la Cruz y mirándole oímos la voz del Padre, que en una nueva alianza dice al mundo que no volverá a maldecir la tierra porque está regada con la sangre de su hijo, que cada vez que mire el corazón del hombre, verá el de su hijo traspasado.

Me comprometo también yo en un pacto de amor. Y en coloquio con Cristo le ofrezco mi vida, mi fidelidad, mi amor.

Quizás hoy vuelva a salir un nuevo arco iris tras la tormenta. Quizás la vida vuelva a brotar en mi tierra y en la tierra. Quizás el Señor me mire de nuevo con amor de Padre, al contemplar en mí a su hijo, al Hijo muy querido. Porque el amor de Cristo en la cruz abarca la tierra entera, de oriente a occidente, como lo abraza el arco iris.

Porque la firma de ese amor está sellada con la sangre, con su propia sangre.

15/02/2011, Martes de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (6, 5-8; 7, 1-5. 10)

Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra, y que todo su modo de pensar era siempre perverso, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó de corazón. Y dijo: -“Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado; al hombre con los cuadrúpedos, reptiles y aves, pues me pesa de haberlos hecho.” Pero Noé alcanzó el favor del Señor. El Señor dijo a Noé: -“Entra en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en tu generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra; y lo mismo de los pájaros, siete parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra. Dentro de siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días con sus noches, y borraré de la superficie de la tierra a todos los vivientes que he creado.” Noé hizo todo lo que le mandó el Señor. Pasados siete días, vino el diluvio a la tierra.

Salmo responsorial (Sal 28, la y 2. 3ac-4. 3b y 9c-10)
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.

Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.

La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica. R.

El Dios de la gloria ha tronado. En su templo un grito unánime: “¡Gloria!”
El Señor se sienta por encima del aguacero, el Señor se sienta como rey eterno. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 14-21)

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: -«Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.» Ellos comentaban: -«Lo dice porque no tenemos pan.» Dándose cuenta, les dijo Jesús: -«¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?» Ellos contestaron: -«Doce.» -«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?» Le respondieron: -«Siete.» Él les dijo: -«¿Y no acabáis de entender?»

15 febrero 2011, martes de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Iniciando la oración. Orar es tomar conciencia de la presencia escondida de Dios en nosotros, en la creación, en el sagrario si tengo la suerte de estar en un lugar sagrado. Aprender a ponerme en presencia de Dios y saberme en el hueco de sus manos ya es una magnífica oración. Unas palabras de Pablo VI nos guían en este momento inicial:

“Es necesario que aprendamos a callar, a recogernos, a estar solos, a adorar en silencio, a componer interiormente alguna palabra digna de Dios, a extasiarnos en el eco de las Palabras del Señor: escucharlas, repetirlas, escandirlas, dejar que se depositen en el fondo del alma y, después, decantarlas de toda profanidad, hasta que se tornen límpidas y consoladoras”.

Nos asomamos, por tanto, desde la fe al grandioso panorama que nos abre hoy la Palabra de Dios para buscar y hallar una palabra de luz, consuelo y salvación.

“Tened cuidado con la levadura de los fariseos y de Herodes”. ¿Qué quiere decirles el Señor a sus discípulos con esta advertencia? Acaban de subirse a la barca con Jesús y se dan cuenta de que no tienen pan. Una sombra de desconfianza nubla su mente: “¿Cómo vamos a comer en esta travesía? Jesús no hace más que meternos en líos. Esto de anunciar el Reino está muy bien, pero, ¿quién se ocupará de darnos de comer?”. Jesús percibe su zozobra y les recuerda que en la multiplicación de los panes comieron varios miles y aún sobraron siete cestas. Les regaña su torpeza para entender que Él se encarga de cuidarles: “Buscad primero el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura”. Esto es una verdad que ya habían experimentado sus discípulos, pero el miedo siempre nos agarrota cuando nos lanzamos a la aventura de seguir al Señor y anunciar su Reino sin más apoyo que Él.

“¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís?” La levadura de los fariseos y la de Herodes no es otra que la desconfianza en el amor de Dios, gratuito y fiel. Un fariseo cumple con todos los preceptos de la ley, pero su corazón está lejos de Dios, no sintoniza con un Jesús que pide todo, porque Él es el todo. Prefiere la seguridad bien atada de los preceptos. Herodes era un ambicioso sometido a sus pasiones: es imposible que un corazón así se abra a la novedad el Reino de los cielos. A nosotros se nos pide una capacidad nueva de mirar y escuchar para captar las leyes del Reino de Dios que comienzan por una renuncia y una aceptación: “El que pierda su vida por mí, la encontrará”. Tenemos que pedir unos ojos que sepan ver a Dios en las realidades cotidianas de la vida y unos oídos que sepan escuchar su voz entre las voces confusas del mundo. Entonces todo cambia, como nos dice nuevamente Pablo VI:

“Si admitimos que Dios existe y creemos en Él, hemos abierto las fuentes de un inmenso manantial espiritual: Si Dios existe, si Dios actúa, si vela sobre nosotros, se enciende todo un mundo de maravillas, se impone a nuestra conciencia todo un deber primordial de inclinarnos bajo su mano, de creer que las cosas que suceden son una combinación de su acción y la nuestra, y la combinación es tan desigual que todo se resuelve en su acción: nosotros no somos más que causas segundas, causas tributarias de la causalidad superlativa y soberana”.

¡Qué maravilloso es tener fe! Guardémonos de la levadura de los fariseos y de Herodes y acojamos el Reino de Dios que ya comenzado en las sombras de este mundo.

Archivo del blog