1/2/2012, Miércoles de la cuarta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (24, 2. 9-17)

En aquellos días, el rey David ordenó a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él: «Id por todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, a hacer el censo de la población, para que yo sepa cuánta gente tengo.» Joab entregó al rey los resultados del censo: en Israel había ochocientos mil hombres aptos para el servicio militar, y en Judá quinientos mil. Pero, después de haber hecho el censo del pueblo, a David le remordió la conciencia y dijo al Señor: «He cometido un grave error. Ahora, Señor, perdona la culpa de tu siervo, porque ha hecho una locura.» Antes que David se levantase por la mañana, el profeta Gad, vidente de David, recibió la palabra del Señor. «Vete a decir a David: "Así dice el Señor: Te propongo tres castigos; elige uno, y yo lo ejecutaré.”» Gad se presentó a David y le notificó: «¿Qué castigo escoges? Tres años de hambre en tu territorio, tres meses huyendo perseguido por tu enemigo, o tres días de peste en tu territorio. ¿Qué le respondo al Señor, que me ha enviado?» David contestó: «¡Estoy en un gran apuro! Mejores caer en manos de Dios, que es compasivo, que caer en manos de hombres.» Y David escogió la peste. Eran los días de la recolección del trigo. El Señor mandó entonces la peste a Israel, desde la mañana hasta el tiempo señalado. Y desde Dan hasta Berseba, murieron setenta mil hombres del pueblo. El ángel extendió su mano hacia Jerusalén para asolarla. Entonces David, al ver al ángel que estaba hiriendo a la población, dijo al Señor: « ¡Soy yo el que ha pecado! ¡Soy yo el culpable! ¿Qué han hecho estas ovejas? Carga la mano sobre mí y sobre mi familia.» El Señor se arrepintió del castigo, y dijo al ángel, que estaba asolando a la población: «¡Basta! ¡Detén tu mano!»

Salmo responsorial (Sal 31, 1-2. 5. 6. 7)
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. R.

Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará. R.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6, 1-6)

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: -«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: -«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

1 febrero 2012. Miércoles de la cuarta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. “David sintió remordimiento de haber hecho el recuento de la población”

El gran rey David, el elegido, el que venció al gigante “en el nombre del Señor” siente remordimiento porque se ha quedado en “evaluar sus fuerzas”, en “dar al mazo” sin contar con Dios, sin abandonarse en Él.

2. “Tú eres mi refugio, Tú me libras de los peligros y me colmas con la alegría de la salvación”

Perdón, Señor. Confieso mi miseria, la acepto… y me refugio gozoso en Ti.

3. “Y Él se asombraba de su falta de fe”

Claro, Señor, eres uno más, del montón, el hijo del carpintero, el de la “Señá María”, ¡vaya currículum! ¿Y tus maestrías y doctorados?

Señor, creo, pero AUMENTA MI FE.

Estamos a un día de la gran fiesta de la Candelaria, de la presentación de Jesús en el Templo, de tu “purificación”, y bien cerca de Lourdes.

Madrecita mí, Tú sí que creíste, róbame el corazón para que crea de verdad. Como decía el P. Carlos Pozzo: “Corazón de Jesús de Ti sí me fío”.

Buena preparación para el año de la fe.

31/1/2012, Martes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (18,9 10.14b.24 25a.30 19,3)

En aquellos días, Absalón fue a dar en un destacamento de David. Iba montado en un mulo, y, al meterse el mulo bajo el ramaje de una encina copuda, se le enganchó a Absalón la cabeza en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que cabalgaba se le escapó. Lo vio uno y avisó a Joab: «¡Acabo de ver a Absalón colgado de una encina!» Agarró Joab tres venablos y se los clavó en el corazón a Absalón. David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela subió al mirador, encima de la puerta, sobre la muralla, levantó la vista y miró: un hombre venía corriendo solo. El centinela gritó y avisó al rey. El rey dijo: «Retírate y espera ahí.» Se retiró y esperó allí. Y en aquel momento llegó el etíope y dijo: «¡Albricias, majestad! ¡El Señor te ha hecho hoy justicia de los que se habían rebelado contra ti!» El rey le preguntó: «¿Está bien mi hijo Absalón?» Respondió el etíope: «¡Acaben como él los enemigos de vuestra majestad y cuantos se rebelen contra ti! » Entonces el rey se estremeció, subió al mirador de encima de la puerta y se echó a llorar, diciendo mientras subía: «¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! i Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en vez de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!» A Joab le avisaron: «El rey está llorando y lamentándose por Absalón.» Así la victoria de aquel día fue duelo para el ejército, porque los soldados oyeron decir que el rey estaba afligido a causa de su hijo. Y el ejército entró aquel día en la ciudad a escondidas, como se esconden los soldados abochornados cuando han huido del combate.

Salmo responsorial (Sal 85, 1-2. 3-4. 5-6)
R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.

Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. R.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. R.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5, 21-43)

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: -«Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.» Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: -«¿Quién me ha tocado el manto?» Los discípulos le contestaron: -«Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado? "» Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: -«Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.» Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: -«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: -«No temas; basta que tengas fe.» No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: -«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.» Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: -«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

31 enero 2012. Martes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Pensando que con sólo tocarle el vestido curaría”.

De Dios se obtiene tanto cuanto se espera. La medida de la misericordia de Jesucristo es la de nuestra confianza en Él.

Tocar a Jesús es realmente ser tocado, sanado y renovado por Él. ¡Cuántas veces nos hemos acercado a Él en la eucaristía, en los sacramentos, en la oración, en los hermanos, en los pobres… y seguimos igual! Esta consideración sería suficiente para hacer de nuestra oración un grito intenso y permanente de súplica y petición de misericordia. Tal vez somos como aquellos cantos rodados inmersos en las aguas pero impermeables y secos por dentro.

Llevamos tal vez muchos años buscando remedios, soluciones a nuestra pobreza en la amistad con el Señor. Queremos curarnos, vencer de una vez la tibieza, esa rocosa apatía e insensibilidad del corazón que nos hace llevar una vida lánguida, cómoda, redondeada, sin vibrar con los sentimientos de Cristo y sin identificarnos con la pasión que hoy renueva Jesucristo en su Iglesia.

¡Y por qué no será hoy cuando el mismo Jesús se haga el encontradizo y se deje tocar y robar su fuerza de salvación y de curación asombrosa!

Por nosotros mismos nada podemos, pero si pedimos ayuda a la Virgen María y a los santos, debemos esperar sin cansancio el gran milagro. ¡Somos rescatados de una vida sin sentido ni horizonte de eternidad! ¡Somos signo de la misericordia incansable y tierna de nuestro Dios para el mundo!

San Juan Bosco lo esperó todo y siempre de la intercesión de la Virgen Auxiliadora. Imitémosle y esperemos con confianza absoluta en el gran Amor de nuestro Salvador, que camina a nuestro lado, tan cerca que quiere que nuestra miseria le roce y así pueda curarnos y darnos una alegría incomparable, que sea el gran signo de su Misericordia para todos.

30/1/2012, Lunes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (15, 13-14. 30; 16, 5-13a)

En aquellos días, uno llevó esta noticia a David: «Los israelitas se han puesto de parte de Absalón.» Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en Jerusalén: -«¡Ea, huyamos! Que, si se presenta Absalón, no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina sobre nosotros, y pase a cuchillo la población.» David subió la cuesta de los Olivos; la subió llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todos sus compañeros llevaban cubierta la cabeza, y subían llorando. Al llegar el rey David a Bajurin, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según venia. Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos toda la gente y los militares iban a derecha e izquierda del rey, y le maldecía: «¡Vete, vete, asesino, canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino.» Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: «Ese perro muerto ¿se pone a maldecir a mi señor? iDéjame ir allá, y le corto la cabeza!» Pero el rey dijo: « ¡No os metáis en mis asuntos, hijos de Seruyá! Déjale que maldiga, que, si el Señor le ha mandado que maldiga a David, ¿quién va a pedirle cuentas?» Luego dijo David a Abisay y a todos sus cortesanos: «Ya veis. Un hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor. Quizá el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy.» David y los suyos siguieron su camino.

Salmo responsorial (Sal 3, 2-3. 4-5. 6 -7)
R. Levántate, Señor, sálvame.

Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» R.

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito, invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo. R.

Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5, 1-20)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre, poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: -«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.» Porque Jesús le estaba diciendo: -«Espíritu inmundo, sal de este hombre.» Jesús le preguntó: -«¿Cómo te llamas?» El respondió: -«Me llamo Legión, porque somos muchos.» Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: -«Déjanos ir y meternos en los cerdos.» Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo hablan visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: -«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.» El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

30 enero 2012. Lunes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

De la lectura del Evangelio de hoy podemos sacar varias enseñanzas. En primer lugar, la Palabra del Señor nos muestra cuál es el resultado de la presencia del pecado en la vida del hombre, especialmente si esta es dominada por el pecado. Así, la lectura nos describe a un hombre endemoniado, poseído por un espíritu inmundo, que grita a voz en cuello, que anda errante y agitado, aislado de la comunidad, que rompe y se lastima. En definitiva, un hombre completamente roto, rasgado, desesperado. Pensando en el endemoniado de Gerasa, se me viene a la memoria la imagen de Gollum, el personaje del Señor de los Anillos consumido por su ambición. Por otro lado, la lectura de San Marcos nos describe también a ese mismo hombre bajo los efectos de la gracia, de la acción de Dios. Así, nos encontramos con un hombre en paz, consigo mismo y con los demás, sereno, dueño de sí y en su juicio. Esta es la diferencia entre una vida llevada por el espíritu del mal y una vida llevada por el espíritu del bien.

Otra reflexión que nos presta la lectura del Evangelio de hoy es el inmenso valor del ser humano. El incomparable valor de una vida humana, por humilde que sea, que compensa cualquier pérdida material por grande que sea. Cuando en el diálogo con la legión de espíritus inmundos, el Señor los envía a la piara de cerdos y esta, nada menos que unos dos mil, acaba precipitándose en el lago, no nos quiere decir que no hubiera otra manera de librar a ese hombre. El Señor podría haber fulminado a la legión de demonios con un simple suspiro. Sin embargo, también quería enseñarnos el inmenso valor de una sola vida humana frente a todo lo demás. La vida humana como un bien absoluto frente a todos los otros bienes que siempre serán relativos. Y esta es otra de las enseñanzas de este Evangelio para el mundo de hoy, un mundo dominado por la ambición de poder y de riquezas. En dónde se suprime la vida si esta estorba el propio enriquecimiento. En dónde la eliminación de la vida humana se ha llegado a convertir en fuente de negocio, incluso cuando esta no ha llegado todavía a nacer. Los habitantes de Gerasa, al igual que el mundo de hoy, no entendieron esto, por eso le rogaron que se marchase de su país.

Una última idea: Dice el Evangelio que mientras Jesús se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió. No es que Dios no lo aceptase en su compañía, es que tenía otra misión para él: la de anunciar a los suyos lo que el Señor había hecho con él por su misericordia. Y aquí también podríamos reflexionar cuando en nuestra propia vida Dios frustra nuestros planes. No es que Dios no te permita tener tus propios planes, es que los que El tiene para ti, seguro que son mucho mejores. Tanto que, al igual que con el endemoniado de Gerasa, todos se admirarán. Como decían en la película “Bella”: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. Y no es porque Dios se ría de ti, es porque tus planes son birriosos comparados con los que Él tiene para ti. Pruébalo y verás.

29/1/2012, Domingo de la cuarta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Deuteronomio (18, 15 20)

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir.” El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá.” »

Salmo responsorial (Sal 94, 1 2. 6-7. 8-9)
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (7, 32 35)

Hermanos: Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,21-28)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.» El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.» Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

29 enero 2012. Domingo de la cuarta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“¡Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor!” Iniciamos este rato de oración con el deseo de abrir nuestra mente y nuestro corazón a la Palabra de Dios. No sea duro nuestro corazón para escuchar su voz sino dispuesto a acoger y a poner por obra la voluntad de Dios.

“Se quedaron asombrados de su doctrina”. La enseñanza de Jesús impactaba a quienes le oían pues percibían en Él una autoridad divina ¿por qué? En primer lugar por su contenido: estaban acostumbrados a los letrados que exigían el cumplimiento riguroso de las prescripciones de la ley de Moisés. Jesús pide una obediencia radical a Dios fruto del doble mandamiento del amor: Amar a Dios con todo el corazón y todas las fuerzas y al prójimo como a uno mismo. Jesús no es un transgresor de la ley mosaica, sino que la supera poniendo en su cima el amor a Dios y al prójimo. La doctrina de Jesús es infinitamente simple y exigente. Pide la perfección imitando al Padre de los cielos, un Padre que es Amor.

“Este enseñar con autoridad es nuevo”. La segunda razón por la que la enseñanza de Jesús es nueva es por la autoridad de su palabra, que se manifiesta en la expulsión del demonio de aquel hombre que estaba en la sinagoga: “¡Cállate y sal de él!”. La Palabra de Jesús es divina y esto se manifiesta en que es una palabra que hace lo que dice. En la Exhortación Verbum Domini leemos que “en la historia de la salvación no hay separación entre lo que Dios dice y lo que hace; su Palabra misma se manifiesta como viva y eficaz (cf. Hb 4,12)”. Así, Jesús hacía milagros con el solo poder de su Palabra. ¿Qué me dice a mí esto? Si recibo con fe la Palabra de Dios, le permitiré mostrar su fuerza y eficacia en mi vida. Justo antes de recibir la comunión, decimos “una Palabra tuya bastará para sanarme”. ¡Señor, aumenta mi fe es el poder santificador de tu Palabra!

“Sé quién eres: el Santo de Dios”. La confesión del demonio no es un acto de fe. Saben que es el Hijo de Dios y le delatan temblando de pavor. Pero ningún demonio dice a Jesús en el evangelio que Él es el Señor. No pueden decirlo, porque sería reconocer a Jesús como su Señor, cosa que solo se puede hacer bajo el influjo del Espíritu Santo. Nosotros sí podemos decir a Jesús que es el Hijo y el Santo de Dios y confesarle como Señor de nuestras vidas. Hagamos esta oración de fe:

Tú eres el Cristo, Hijo de Dios vivo,
Tú eres el revelador de Dio invisible,
el primogénito de toda criatura,
el fundamento de todo.
Tú eres el maestro de la humanidad.
Tú eres el Redentor.
Tú naciste, moriste, resucitaste por nosotros.
Tú eres el centro de la historia y del mundo.
Tú eres el que nos conoce y nos ama.
Tú eres el compañero y el amigo de nuestra vida.
Tú eres el hombre del dolor y de la esperanza.
Tú eres el que ha de venir
Y ha de ser un día nuestro juez
Y, esperamos, nuestra felicidad.
Yo jamás acabaría de hablar de Ti.

(Pablo VI)

28/1/2012, Sábado de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (12, 1 7a. 10-17)

En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y le dijo: «Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped. » David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: «Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera.» Natán dijo a David: « ¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo a él con la espada amonita. Así dice el Señor: "Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día." » David respondió a Natán: «¡He pecado contra el Señor!» Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá.» Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó, ni quiso comer nada con ellos.

Salmo responsorial (Sal 50, 12 -13. 14-15. 16-17)
R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro

Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R.

Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 35-41)

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: -Vamos a la otra orilla. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: -Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: - ¡Silencio, cállate! El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: -¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe? Se quedaron espantados y se decían unos a otros: -¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

28 enero 2012. Sábado de la tercera semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Jesús estaba a popa y dormía”. Espero que yo hoy no me duerma en la oración, Señor. Jesús dormía en mitad de la tormenta, cuando la barca casi se hundía por el agua. ¡Qué serenidad! ¿A mí me pasa igual cuando estoy en una tormenta, o me pongo a chillar y agobiarme? Cuando uno tiene la conciencia tranquila duerme bien –siempre que no haya alguna enfermedad especial- Jesús tenía tranquilidad de conciencia, y además sueño. Sí, se había pegado una buena paliza predicando ese día, y literalmente, sus discípulos se lo llevaron a la otra orilla del lago para descansar. ¿Yo también acabo cansado de predicar y entregarme a la causa de la extensión del reino de Dios?

Por fin, despiertan a Jesús. ¿Hago yo lo mismo cuando me encuentro en peligro espiritual, invoco a Jesucristo o llamo al 112? Y Jesús se pone en pie y se pone a mandar al viento que se calle. “Si creéis, veréis cosas mayores” había dicho. Es Dios y quiere librar a los hombres de sus males, solo hay que pedirlo con fe. Una fe por otra parte, muy motivada en este caso, por la necesidad. Pero a Jesús no le importa, es necesidad al fin y al cabo y él ha venido a salvarnos de morir ahogados; ahogados en nuestra miseria, ahogados en nuestros pecados, ahogados en nuestra propia ignorancia de ahogados.

En este rato de oración estará bien sentir en un primer momento una necesidad de ser rescatado, para luego experimentar el gozo de ver aparecer a Jesús y calmar nuestras tempestades y miedos. Es un Jesús muy humano: cansado, dormido… cercano y cordial. Amigo de sus amigos, atento siempre a sus peticiones. Es un Jesús majestuoso, a la vez, que no deja ser Dios, y que no pierde ocasión de hacer ver a sus discípulos de entonces y a los que al correr de los años lo seremos, que él es Dios, y hay palabras y milagros suficientes para creer aun sin haberlos visto.

Devuélveme la alegría de tu salvación, decimos en una estrofa del salmo. Llenos de alegría porque hemos sido salvados esperemos a continuación la misión a la que seremos encomendados. El Señor, primero alegra y luego habla al alma. Los discípulos que salieron de la barca lo contarían luego a los demás. Aquel hombre que les había ganado el corazón con sus atenciones y cariño, era también su Señor. ¡Cómo les costaba entenderlo! ¡Cómo nos cuesta entenderlo a nosotros a más de dos mil años vista! Ellos necesitaron de la fuerza del Espíritu para lanzarse a la misión que les mandó Jesús.

Pidamos nosotros al Espíritu Santo visión de fe para entender bien a Jesús y un corazón ardiente para entregarnos del todo a él.

27/1/2012, Viernes de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (11, 1-4a. 5-10a. 13-17)

Al año siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel, a devastar la región de los amonitas y sitiar a Rabá. David, mientras tanto, se quedó en Jerusalén; y un día, a eso del atardecer, se levantó de la cama y se puso a pasear por la azotea del palacio, y desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bella. David mandó preguntar por la mujer, y le dijeron: -«Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita.» David mandó a unos para que se la trajesen. Después Betsabé volvió a su casa, quedó encinta y mandó este aviso a David: -«Estoy encinta. » Entonces David mandó esta orden a Joab: -«Mándame a Urías, el hitita.» Joab se lo mandó. Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra. Luego le dijo: -«Anda a casa a lavarte los pies. » Urías salió del palacio, y detrás de él le llevaron un regalo del rey. Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no fue a su casa. Avisaron a David que Urías no habla ido a su casa. Al día siguiente, David lo convidó a un banquete y lo emborrachó. Al atardecer, Urías salió para acostarse con los guardias de su señor, y no fue a su casa. A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías. El texto de la carta era: «Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha, y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera.» Joab, que tenia cercada la ciudad, puso a Urías donde sabia que estaban los defensores más aguerridos. Los de la ciudad hicieron una salida, trabaron combate con Joab, y hubo bajas en el ejército entre los oficiales de David; murió también Urías, el hitita.

Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 5-6a. 6bc-7. 10-11)
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. R.

En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. R.

Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 26-34)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.» Dijo también: -«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.» Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

27 enero 2012. Viernes de la tercera semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).

"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.

Situándonos.

Jesús habla del Reino de Dios. Explica al “gran público” qué es, y en qué consiste. Y lo hace mediante dos parábolas: un hombre que echa la simiente en tierra, y el grano de mostaza.

El Evangelio termina con una segunda escena: la intimidad de Jesús y sus discípulos.

Orando desde la vida.

El Reino de Dios puede ser algo tan difuso y lejano, que podemos pensar que en el fondo, la simiente y el grano de mostaza, se da en otros.

Ver la vida con los ojos de Dios, debe ser algo como ver lo noble de la persona amada: lo bueno es infinitamente mayor y más poderoso que lo pobre y miserable.

Las parábolas de este Evangelio, especialmente la del hombre que echa simiente en tierra, son la poesía de la prosa de nuestra vida. Dicho de otra manera: ¿no está invitándonos Jesús a leer los acontecimientos de nuestra vida como una simiente, que un Hombre echa en la tierra de nuestra alma? Nuestra vida, vista con ojos humanos, sólo tiene matices de blanco y negro. Pero con la sencillez y el amor que Jesús expone a cada persona su plan de amor sobre ella, mediante las imágenes de las parábolas, bajo esa mirada de amor, la vida toma matices de color.

Adentrarse en el misterio de identificar los tallos, la espiga, el grano que brotan como frutos de la acción de Dios en mi vida. Confiar que la cosecha irá produciendo ella sola. Y aceptar que cuando el grano esté a punto, aparezca la hoz que remueva los estratos más profundos de nuestro ser, pues habrá llegado el tiempo de la siega. El Hombre que sembró en nuestra vida, recogerá cuando lleve la semilla al fruto maduro con sus cuidados y tratamientos. Y ése es el gozo de la semilla: dar el fruto esperado por el Hombre, sabiéndose en sus manos.

Estos momentos de oración que preparamos con esmero y delicadeza, son la actualización en nuestra vida de la segunda escena del Evangelio. Traer ante Dios nuestras inquietudes, temores, dudas, esperanzas, ilusiones, es lo que podemos aportar a esa conversación en intimidad con Él. Es la confianza que se nos pide en la aceptación y vivencia de la propia vida como un una siembra, un crecimiento y una siega, en la viña del Señor.

Súplicas finales.

Señor, ayúdame a descubrir el designio de amor que has soñado para mí desde toda la eternidad. Que lo descubra, lo acepte, lo encarne.

Madre, transforma mi corazón, mi entendimiento, mi voluntad. Tú que compartiste tantos momentos de soledad con Él, en los que su presencia te “explicaba todo en privado”, alcánzame en la oración de mañana gozarme en su presencia. Hazme consciente de que soy presencia de Dios encarnada para el mundo que me rodea…

Madre, atrae a tu Cruzada–Milicia a la presencia callada y transformante de Cristo–Eucaristía en el sagrario, hazla presencia visible y transformante de Cristo en medio del mundo.

26/1/2012, San Timoteo y San Tito

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1, 1-8)

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mi, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

Salmo responsorial (95, 1-2a. 2b-3, 7-8a.10)
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Miras que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, por que el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

26 enero 2012. San Timoteo y San Tito – Puntos de oración

* Por la sintonía con la fiesta que celebramos hoy, vamos a iniciar estas ideas con unas palabras del Papa Benedicto XVI en la Exhortación Apostólica VERBUM DOMINI, de 30 de septiembre de 2010, sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia:

Anunciar al mundo el «Logos» de la esperanza (número 91)

“El Verbo de Dios nos ha comunicado la vida divina que transfigura la faz de la tierra, haciendo nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,5). Su Palabra no sólo nos concierne como destinatarios de la revelación divina, sino también como sus anunciadores. Él, el enviado del Padre para cumplir su voluntad (cf. Jn 5,36-38; 6,38-40; 7,16-18), nos atrae hacia sí y nos hace partícipes de su vida y misión. El Espíritu del Resucitado capacita así nuestra vida para el anuncio eficaz de la Palabra en todo el mundo. Ésta es la experiencia de la primera comunidad cristiana, que vio cómo iba creciendo la Palabra mediante la predicación y el testimonio (cf. Hch 6,7) Quisiera referirme aquí, en particular, a la vida del apóstol Pablo, un hombre poseído enteramente por el Señor (cf. Flp 3,12) -«vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20)- y por su misión: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16), consciente de que en Cristo se ha revelado realmente la salvación de todos los pueblos, la liberación de la esclavitud del pecado para entrar en la libertad de los hijos de Dios.

En efecto, lo que la Iglesia anuncia al mundo es el Logos de la esperanza (cf. 1 P 3,15); el hombre necesita la «gran esperanza» para poder vivir el propio presente, la gran esperanza que es «el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo (Jn13,1)». Por eso la Iglesia es misionera en su esencia. No podemos guardar para nosotros las palabras de vida eterna que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo: son para todos, para cada hombre. Toda persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, necesita este anuncio. El Señor mismo, como en los tiempos del profeta Amós, suscita entre los hombres nueva hambre y nueva sed de las palabras del Señor (cf. Am 8,11). Nos corresponde a nosotros la responsabilidad de transmitir lo que, a su vez, hemos recibido por gracia.

* Sobre los santos que hoy celebramos: Timoteo era hijo de padre pagano y madre judía. Su madre y su abuela le inculcaron la fe y el conocimiento de la Sagrada Escritura. Conoció a Pablo y se hizo cristiano, convirtiéndose en un gran colaborador para el apóstol. Tito era pagano, y una vez convertido, también fue un gran evangelizador, a quien Pablo le confió la conducción de comunidades difíciles. Las cartas dirigidas a ellos dos se llaman “pastorales”, porque presentan instrucciones para la tarea pastoral que les tocó a estos encargados de presidir las comunidades.

Pablo reconoce en Timoteo una tradición de fe de una familia judía, que se abrió a la novedad de la revelación de Jesús. En Timoteo se dio un proceso similar al del apóstol, que es también el proceso del pueblo de Israel que ha recibido al Señor. En todos estos casos, se manifiesta que Dios fue preparando un pueblo y en ese pueblo, a hombres y mujeres que luego recibieron a Jesús.

* Sobre el Evangelio: El discurso de Jesús es un programa para todo misionero: anunciar, proclamar, explicar la Buena Nueva, aceptar la pobreza como signo de libertad y recibir lo que se le dé como signo de fraternidad. Pero aun así, el misionero deberá cuidarse, porque muchos “lobos” le amenazarán. El Reino de Dios está cerca, y nosotros somos sus testigos y anunciadores.

La comunidad cristiana ha de pedir que el Señor «mande obreros a su mies». Pedir y orar es tomar conciencia de las grandes necesidades que nos rodean, poner los medios necesarios, y por supuesto, confiar en Dios, para que los trabajos apostólicos tengan fruto abundante.

Oración Final:

¡Oh Dios, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz, proclamó como Madre nuestra a santa María Virgen, Madre suya, concédenos, por su mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos! Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

25/1/2012, La Conversión del apóstol San Pablo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22, 3-16)

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: -«Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues." Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: 'Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer." Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: "Saulo, hermano, recobra la vista." Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: "El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."»

Salmo responsorial (Sal 116, 1. 2)
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (16, 15-18)

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: -«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

25 enero 2012. La Conversión del apóstol San Pablo – Puntos de oración

Al empezar la oración: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

Petición: Nos unimos a toda la Iglesia que pide estos días por la unidad de todos los cristianos y le pedimos al Señor que nos quite nuestro corazón de piedra y nos dé un corazón comprensivo y manso que busque la unidad que El quiso. Lo que es imposible para los hombres: la unidad en la Iglesia, en nuestra Cruzada-Milicia, en mi corazón, tan dividido por las pasiones desordenadas, es posible para Dios. Pedirlo con confianza.

Composición de lugar y meditación: Acompañar con la imaginación a San Pablo en su entrada a Damasco. Escuchar la conversación de Jesús con Saulo caído en el suelo. Meditar sobre el silencio y el ayuno de Saulo durante esos días tras ver al Señor y su bautismo. Meditar sobre las palabras de Jesús resucitado antes de subir al cielo y que San Pablo puso por obra durante el resto de su vida: “ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.”

Pensar en la vida de trabajos que llevó San Pablo durante su vida apostólica. Su amor a Cristo. Su preocupación por las Iglesias buscando que fueran fieles a Cristo y que superaran las divisiones que surgían en su seno.

Jesús a través de su siervo Ananías le da un consejo a San Pablo que seguirá toda su vida, con un trabajo incesante por Cristo, y que podemos hacer nuestro. Ananías le dijo: “Ahora, no pierdas tiempo; levántate.” Que no perdamos tiempo en cosas que no merecen la pena. Que sigamos este consejo en este mundo tan informatizado, globalizado, comunicado, interconectado,… donde es tan fácil que se nos escape el tiempo y la vida por cualquier cable. Que nuestra preocupación sea hacer la voluntad de Dios con toda calma y eficacia.

Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de los cristianos, Reina de nuestra CruzadaMilicia, que seamos todos uno en tu Corazón Inmaculado”

Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

Durante el día: intentar en todas nuestras acciones (estudio, trabajo, relaciones, …) conservar el alma en sosiego buscando la voluntad de Dios y la unidad con todos. Repetir el consejo de Ananías a San Pablo cuando algo nos tiente a colgarnos en lo que no debemos: “Ahora, no pierdas tiempo; levántate.”: Aprovechar el rato de lectura espiritual para releer el pasaje de la conversión de San Pablo. Si puedo, hacer una visita o un rato extra de oración. Hacer algún sacrificio pidiendo por la unidad en la Iglesia.

* Nota: las siglas “EE” remiten al libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y al número que se indica.

Cuadro: “La conversión de San Pablo” por Caravaggio (1571 – 1610)

Cuadro: “La conversión de San Pablo” por Caravaggio (1571 – 1610)

24/1/2012, Martes de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (6, 12b-15. 17-19)

En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual su casa.

Salmo responsorial (Sal 23, 7. 8. 9. 10)
R. ¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor en persona.

¡Portones!, alzad los dinteles que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R.

¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 31-35)

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenia sentada alrededor le dijo: -«Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.» Les contestó: -«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y, paseando la mirada por el corro, dijo: -«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

24 enero 2012. Martes de la tercera semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy nos ofrece el Evangelio un texto desconcertante. Parece que Jesús hace un desplante a su madre y a sus familiares. Pidamos luz al Espíritu Santo para que abra nuestras inteligencias y prepare nuestros corazones, con el fin de que entendamos y vivamos lo que nos quiere comunicar hoy con su Palabra.

1. Contemplar la escena. Contemplemos la escena con los ojos del corazón. Jesús está en casa, en Cafarnaún. La gente está sentada alrededor de él, pendiente de sus palabras. Jesús pasea la mirada por el corro; les mira a los ojos. Ellos se sienten mirados por Jesús... ¡Cuánto nos gustaría también a nosotros estar en casa de Jesús, en este ambiente familiar: escuchándole, mirándole, estando pendiente de sus palabras, sabiendo que él nos mira...! No tenemos que envidiar a la gente de Cafarnaún, porque con los ojos de la fe descubrimos a Jesús que nos une con Él y con nuestros hermanos en una misma familia, que nos está mirando en este rato de oración –desde el sagrario o desde lo profundo de nuestro interior-, y que nos está enseñando, dirigiéndonos su Palabra, hablándonos al corazón. Señor: aquí estoy, ¿qué me quieres decir hoy?

2. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano...” A primera vista puede parecer que Jesús, con estas palabras, pretende alejar de si a su madre y a sus familiares... Sin embargo atendamos al contexto: este pasaje se sitúa casi a continuación de la elección de los apóstoles. Vemos en el Evangelio que el Señor frecuentemente integra en sus enseñanzas lo que ocurre a su alrededor. Cuando llegan los familiares, Jesús está enseñando a sus discípulos, y aprovecha la ocasión para inculcarles que ellos forman ahora en torno a Él una nueva familia, no basada en los lazos de la sangre, sino en la voluntad de Dios. ¿Cómo entendemos la vida de familia?

3. Escuchar la palabra de Dios y cumplirla. El pasaje paralelo de san Lucas relata: “mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. Es la misma expresión que aparece en la parábola del sembrador (Lc 8, 15). No basta con escuchar la Palabra de Dios. En esta parábola hay tres tipos de personas que escuchan pero no ponen por obra. Los de corazón-camino “escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones”. Luego están los de corazón-pedregoso que “reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan”. Por último, los de corazón-abrojos, que son “los que han oído, pero, dejándose llevar de los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto”. Nosotros también estamos escuchando la Palabra, pero ¿hasta qué punto estamos en disposición de cumplirla?

4. María: modelo de los que acogen la Palabra de Dios y la cumplen. Cuando la mujer del gentío dijo a Jesús: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron” (Lc 11, 27), Él contestó: “Mejor, bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”. Es el mismo sentido que tiene el pasaje paralelo de san Lucas “mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”: está situado casi a continuación de la parábola del sembrador, para indicar que María es la que mejor ha escuchado la Palabra de Dios y la ha cumplido, hasta el punto de dar el mejor de los frutos: el fruto bendito de su vientre, Jesús. ¿Acudimos a la Virgen como modelo nuestro en el seguimiento de Jesús?

5. ¡Somos hermanos de Jesús! Comenta san Agustín: «amadísimos hermanos, prestad atención a vosotros mismos: también vosotros sois miembros de Cristo, cuerpo de Cristo. ¿Cómo lo sois? Poned atención a lo que el mismo Cristo dice: “Éstos son mi madre y mis hermanos”. ¿Cómo seréis madre de Cristo? “El que escucha y cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”». Jesús nos considera de su familia íntima, si cumplimos la voluntad de Dios. Somos auténticamente hijos del Padre y hermanos de Jesús. ¿Vivimos con alegría esta familiaridad con Dios, y todo lo que conlleva?

Oración final. Santa María, madre de Jesús y madre y modelo nuestra. Enséñanos a escuchar a tu Hijo, a mirarle, a estar pendiente de sus palabras, en medio de la familia de la Iglesia. Y enséñanos, como Tú, a acoger la Palabra de Dios y a cumplirla, para que seamos nosotros también hermanos de Jesús, y por tanto hijos tuyos.

23/1/2012, Lunes de la tercera semana del Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (5, 1-7. 10)

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos: ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: “Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tu serás el jefe de Israel"» Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel. Tenía treinta años cuando empezó a reinar, y reinó cuarenta años; en Hebrón reinó sobre Judá siete años y medio, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre Israel y Judá. El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban el país. Los jebuseos dijeron a David: -«No entrarás aquí. Te rechazarán los ciegos y los cojos.» Era una manera de decir que David no entraría. Pero David conquistó el alcázar de Sión, o sea, la llamada Ciudad de David. David iba creciendo en poderío, y el Señor de los ejércitos estaba con él.

Salmo responsorial (Sal 88, 20. 21-22. 25-26)
R. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán

Un día hablaste en visión a tus amigos: «He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.» R.

«Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso.» R.

«Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar, y su derecha hasta el Gran Río.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 22-30)

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: -«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.» Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: -«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra si mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.» Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

23 enero 2012. Lunes de la tercera semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Estoy leyendo el último libro del P. Amorth, el exorcista de Roma, publicado por librería S. Pablo en el 2011 y titulado: "Mas fuertes que el mal. El demonio: reconocerlo, vencerlo y evitarlo"
Me he permitido seleccionar alguna página de ese texto, como el mejor comentario al tema del evangelio de hoy.
*****
  • Una vez un hombre en una ciudad del norte de Italia, a la que fui para dar una conferencia, me criticó diciendo:
    • "Padre Amorth, usted ve el demonio por todas partes".
    • A lo que yo le respondí sin perder la calma:
      • "Dígame, donde no está…".
    • Los episodios evangélicos en que se atestigua la presencia diaria del diablo son muchísimos. Basta tomar el primer capítulo de S. Marcos, para darse cuenta de ello. Consideremos que se trata del Evangelio más antiguo, por lo tanto más relacionado con los hechos que narran. Muchos estudiosos piensan que fue escrito originalmente en arameo, consideración que se hace más creíble si se tiene presente que la traducción griega se adapta perfectamente a aquella lengua.
      • Pues bien, en el primer capítulo de S. Marcos, aparece claramente la cotidianidad de la relación entre el hombre y el demonio.
      • Después de las tentaciones en el desierto Jesús libera a un endemoniado. Luego libera a otros endemoniados y envía a los apóstoles a liberar de los demonios…
    • Hay que ser realistas, no esconderse detrás de falsas utopías. El demonio está activo más que nunca y son evidentes las grandes causas de su difundida presencia en la sociedad actual.
      • El P. Amorth señala tres, entre otras…
    • I. En primer lugar está la descristianización progresiva, de naciones enteras, en especial las que históricamente han regido la suerte del cristianismo, como Francia, España, Austria e Italia. Un proceso de crisis religiosa y de infiltración del mal que poco a poco ha ido pasando de las costumbres personales a las tradiciones, leyes e ideologías. Eliminando el decálogo, quedan justificadas todas las aberraciones. Se han corrompido las conciencias lo mismo que se han contaminado los mares y la atmósfera.
    • II. Junto a este problema está la desmotivación, la degradación, la poca fuerza de atracción del clero y de la vida religiosa en general. Cada vez hay menos sacerdotes. Un gran número de ellos no se dedica totalmente a la actividad pastoral, e igualmente, dedica siempre menos tiempo al sacramento de la penitencia. La vida espiritual de ellos está lejos de ser digna de imitación. Creen menos en el diablo y en sus actuaciones, a menudo, aunque no niegan su presencia, actúan como si él no existiera. Los escándalos que con frecuencia se abaten sobre grandes comunidades eclesiales, deben considerarse precisamente como fruto perverso de estas actitudes. El diablo está muy interesado en manifestarse en la Iglesia. Si logra insinuarse en una grieta hace todo lo posible por transformarla en una vorágine. Y en estos últimos decenios hemos tenido Papas muy atentos a indicar a los religiosos y a los sacerdotes la radicalidad de la lucha contra el maligno.
      • Juan Pablo II habló a menudo del demonio y de su obra. Hizo exorcismos. En sus muchos viajes entró al confesionario para recordar a los sacerdotes y a los fieles la importancia fundamental del sacramento de la reconciliación.
      • La enseñanza de Benedicto XVI acerca del maligno ha sido siempre clara, constantemente invita a una lucha cerrada y ha alentado explícitamente a los exorcistas en su difícil ministerio al servicio de la Iglesia.
    • III. Otra cuestión fundamental es el perverso uso de los medios, capaz de dictar las costumbres y de plasmar los comportamientos morales. Una cosa del todo inédita en la historia. La entrega casi total de los medios, a los principios del mal, es una lógica consecuencia de las dos causas anteriores.
      • Basta ver la T.V., ir al cine, navegar en Internet y observar luego los comportamientos de los jóvenes; su lenguaje, su modo de vestir, sus costumbres cada vez más violentas y descaradas respecto al sexo y a la vida, para darse cuenta de ello.
      • Las nuevas generaciones son las menos preparadas para enfrentar el mal. Corren los mayores riesgos, por no saber distinguir lo que es diversión real de lo que es perversión…
      • Análogo razonamiento puede hacerse sobre la corrupción sistemática que los medios de comunicación llevan a cabo respecto a familias, relación padres e hijos, relación entre hombres y mujeres. 
      I. Descristianización de la sociedad…
      II. Desmotivación y degradación de la vida consagrada…
      III. El perverso uso de los medios de comunicación…
      • Termina el libro con la trascripción de la Audiencia general de Pablo VI, aquel famoso miércoles 15 de noviembre de 1972.
      • Yo también termino con la respuesta a una de las dos preguntas que se hacía el papa en esa audiencia.
        • ¿Cuáles son los medios de defensa contra tan insidioso peligro?
          • La respuesta es fácil de dar.., aunque sigue siendo difícil de poner en práctica.
          • Podremos decir: todo lo que nos defiende del pecado nos previene, por lo mismo, del invisible enemigo.
          • La gracia es la defensa decisiva.
          • La inocencia asume un aspecto de fortaleza.
          • Y cada uno recuerda todo lo que la enseñanza apostólica ha simbolizado en la armadura de un soldado, las virtudes que pueden hacer invulnerable al cristiano (Rom.13,12; Ef. 6,11.14.17; 1 Tes. 5,8).
          • El cristiano debe ser militante.
          • Debe ser vigilante y fuerte.
          • Y debe de vez en cuando recurrir a algún ejercicio ascético especial para alejar ciertas incursiones diabólicas.
          • Jesús lo enseña indicando el remedio "en la oración y el ayuno" (Mc.9,29).
        • Así pues, conscientes de las presentes adversidades en que hoy se encuentran las almas, la Iglesia, el mundo, trataremos de dar sentido y eficacia a la acostumbrada invocación de nuestra principal oración: "¡Padre nuestro.., líbranos del mal!"
        • Que para esto os auxilie nuestra Bendición Apostólica."

22/01/2012, Domingo de la tercera semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B)

Lectura de la profecía de Jonás (3, 1-5. 10)

En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás: -«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.» Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: -«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Salmo responsorial (Sal 24, 4-5ab. 6-7bc. 8-9)
R. Señor, enséñame tus caminos.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R.

El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los secadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (7, 29-31)

Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1, 14-20)

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: -«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: -«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

22 enero 2012. Domingo de la tercera semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración

El evangelio de hoy, cogido de Mc 1, 14-20, se podría resumir en la frase “Convertíos y creed en el Evangelio”.
Nos metemos de lleno en la actividad pública de Jesús, en una circunstancia difícil, cuando Juan Bautista había sido llevado a la cárcel. Y Jesús comienza su predicación en Galilea, entre sus paisanos, tierra de paganos, pobres y marginados.
En este breve texto evangélico se nos presentan opciones definitivas para un auténtico cristiano. Marcos nos presenta las dos primeras acciones públicas de Jesús: el anuncio del Reino y la llamada de los primeros colaboradores.
“Se ha cumplido el tiempo”, ha llegado el momento decisivo, no hay motivo para esperar otro, porque “está cerca el Reino de Dios”, la Buena Noticia de que Dios ha venido a la tierra para decirnos que somos su hijos, que estará siempre con nosotros; que el mundo está hecho para que en él vivamos como hermanos; que hay un reino de justica, de verdad, paz y gracia.
Y, ¿qué podemos hacer ante este momento lleno de gracias?
Convertíos y creed en el evangelio”, dice el Señor. Un cambio radical -conversión- en la manera de pensar, juzgar y actuar. Abrirse incondicionalmente a Dios Padre, aceptar con gozo su amor y su gracia, para obrar en consecuencia. Jesús nos invita a dejar nuestros prejuicios y abrirnos confiadamente a su Palabra.
Pedir a María, en un rato tranquilo de oración, que nos conceda de su Hijo la gracia de la conversión. Es posible, porque Él lo puede todo. La gracia triunfa en la debilidad.
Después Jesús llama a sus primeros discípulos. No busca profesionales brillantes y sabios, ni personas especiales. Llama a pescadores de Galilea. Y los llama dentro de lo cotidiano, en medio de las actividades ordinarias:
Jesús les dijo: “seguidme y os haré pescadores de hombres. Al instante dejaron las redes y le siguieron”.
Este breve texto es ejemplo de toda vocación cristiana, que se caracteriza por unos rasgos fundamentales:
  • Es respuesta a una llamada previa, que es categórica y ante la que no cabe titubeo alguno.
  • La respuesta implica desprendimiento y renuncia, pero es ante todo un “seguimiento”.
Discípulo, por tanto, no es alguien que abandona algo; es quien, respondiendo decididamente a la llamada, ha encontrado a Alguien. La pérdida es compensada con creces por la ganancia.
Que sepamos responder con prontitud y alegría a la llamada de Jesús, a seguirle a Él. En cualquier género de vida, pero siempre siguiéndole a Él.

21/1/2012, Sábado de la segunda semana de Tiempo Ordinario

Comienzo del segundo libro de Samuel (1, 1-4. 11-12. 19. 23-27)

En aquellos días, al volver de su victoria sobre los amalecitas, David se detuvo dos días en Sicelag. Al tercer día de la muerte de Saúl, llegó uno del ejército con la ropa hecha jirones y polvo en la cabeza; cuando llegó, cayó en tierra, postrándose ante David. David le preguntó: -«¿De dónde vienes?» Respondió: -«Me he escapado del campamento israelita.» David dijo: -«¿Qué ha ocurrido? Cuéntame.» Él respondió: -«Pues que la tropa ha huido de la batalla, y ha habido muchas bajas entre la tropa y muchos muertos, y hasta han muerto Saúl y su hijo Jonatán.» Entonces David agarró sus vestiduras y las rasgó, y sus acompañantes hicieron lo mismo. Hicieron duelo, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor, por la casa de Israel, porque hablan muerto a espada. Y dijo David: «¡Ay, la flor de Israel, herida en tus alturas! ¡Cómo cayeron los valientes! Saúl y Jonatán, mis amigos queridos, ni vida ni muerte los pudo separar; más ágiles que águilas, más bravos que leones. Muchachas de Israel, llorad por Saúl, que os vestía de púrpura y de joyas, que enjoyaba con oro vuestros vestidos. ¡Cómo cayeron los valientes en medio del combate! ¡Jonatán, herido en tus alturas! ¡Cómo sufro por ti, Jonatán, hermano mío! ¡Ay, cómo te quería! Tu amor era para mi más maravilloso que el amor de mujeres. ¡Cómo cayeron los valientes, los rayos de la guerra perecieron!»

Salmo responsorial (Sal 79, 2-3. 5-7)
R. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R.

Señor Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado mientras tu pueblo te suplica?
Les diste a comer llanto, a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos, se burlan de nosotros. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 20-21)

En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

21 enero 2012. Sábado de la segunda semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Petición inicial para la oración: Señor, que no me aparte nunca de tu locura.

Ideas para la oración:

¿Por qué diría su familia que Jesús no estaba en sus cabales? No es difícil imaginarse su preocupación; un joven tan sensato como siempre había sido, asentado en su trabajo, siempre sin salir del pueblo… que de repente se ponga a predicar, que se marche por todos los lados denunciando a los poderosos, no sólo es que esté loco, sino que hasta puede ser peligroso para él.

Sabemos por experiencia que eso mismo dicen de nosotros cuando nos ponemos a vivir en serio el evangelio. Que exageramos, que estamos locos, que esas cosas de la pobreza, la entrega, el perdón a los enemigos… están bien, pero tienen más de ideal que de realidad, más de imagen alegórica que de proyecto de vida, que no hay que tomárselas demasiado en serio. Y cuando alguien se lo toma al pie de la letra le llaman loco, los locos de Dios, que son los santos.

¿No debería preocuparme cuando la gente me tiene más por sensato que por loco? ¿No debería inquietarme cuando nadie habla mal de mí? ¿No debería revisar mi vida si nada chirría en este mundo tan contrario a Dios?

Y sin embargo en esa locura está la verdadera esperanza. Muchos pensarán que creer en el bien, en la justicia, en Dios es cosa de ilusos… o de locos. Pero es la esperanza de la humanidad nueva que puede nacer del Espíritu. Es la oportunidad que Dios sigue dándonos, porque Dios está loco y sigue creyendo en nosotros, sigue creyendo en el hombre.

Para acabar, no me resisto a poneros la letra de una canción de Alberto y Emilia que fácilmente podéis encontrar en youtube que nos anima a estar loco, a hacer locuras por el Señor, que es dejarnos llevar por su mensaje.

Cosas de locos

Si pienso en lo que quieres que yo haga,
si tengo que hacer caso a tus palabras,
si quieres que te diga lo que pienso,
que es de locos, que es de locos.
Si quieres que me quite las cadenas
que me hacen sentir seguro aquí abajo,
es como si me vaciaras las venas,
estás loco, estás loco.

Estribillo:

Sólo te pido fuerzas para hacer
de mi debilidad
un férreo vendaval,
desde el convencimiento
que tal vez
hoy todo pueda ser
de nuevo realidad,
que ya estás al llegar.
De todas formas sé que es necesario,
andar contra corriente en esta tierra,
y que en el fondo merece la pena,
estar loco, estar loco.

20/1/2012, Viernes de la segunda semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de Samuel (24, 3 -21)

En aquellos días, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su gente, hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus necesidades. David y los suyos estaban en lo más hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres: -«Éste es el día del que te dijo el Señor: "Yo te entrego tu enemigo. Haz con él lo que quieras.”» Pero él les respondió: «¡Dios me libre de hacer eso a mi señor, el ungido del Señor, extender la mano contra él! ¡Es el ungido del Señor!» Y les prohibió enérgicamente echarse contra Saúl; pero él se levantó sin meter ruido y le cortó a Saúl el borde del manto; aunque más tarde le remordió la conciencia por haberle cortado a Saúl el borde del manto. Cuando Saúl salió de la cueva y siguió su camino, David se levantó, salió de la cueva detrás de Saúl y le gritó: «¡Majestad! » Saúl se volvió a ver, y David se postró rostro en tierra, rindiéndole vasallaje. Le dijo: «¿Por qué haces caso a lo que dice la gente, que David anda buscando tu ruina? Mira, lo estás viendo hoy con tus propios ojos: el Señor te habla puesto en mi poder dentro de la cueva; me dijeron que te matará, pero te respeté, y dije que no extendería la mano contra mi señor, porque eres el ungido del Señor. Padre mío, mira en mi mano el borde de tu manto; si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme. Que el Señor sea nuestro juez. Y que él me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti. Como dice el viejo refrán: "La maldad sale de los malos…”, mi mano no se alzará contra ti. ¿Tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién vas persiguiendo? ¡A un perro muerto, a una pulga! El Señor sea juez y sentencie nuestro pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu mano.» Cuando David terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó: «Pero, ¿es ésta tu voz, David, hijo mío?» Luego levantó la voz, llorando, mientras decía a David: « ¡Tú eres inocente, y no yo! Porque tú me has pagado con bienes, y yo te he pagado con males; y hoy me has hecho el favor más grande, pues el Señor me entregó a ti, y tú no me mataste. Porque si uno encuentra a su enemigo, ¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo que hoy has hecho conmigo! Ahora, mira, sé que tú serás rey y que el reino de Israel se consolidará en tu mano.»

Salmo responsorial (Sal 56, 2. 3-4. 6 y 11)
R. Misericordia, Dios mío, misericordia.

Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad. R.

Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad. R.

Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria.
Por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 13-19)

En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.

20 enero 2012. Viernes de la segunda semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La lectura del libro de Samuel bien vale una escena de cine. Podemos hacer la oración viendo con la imaginación todo lo que ocurre.

El gran David que hace unos días le hemos visto enfrentándose al gigante filisteo y derribándolo con una gran facilidad, está ahora huyendo de Saúl. Cuánto cambia la vida, a veces momentos de gloria, otras veces de derrota. Pero en todo momento David es el ungido del Señor.

Me encanta la actitud de David que no se atreve a alzar la mano contra su rey porque es el ungido del Señor. En medio de la tribulación sabe ver lo que parece no existir, taladra la realidad y llega al fondo. Comprende que la dignidad de Saúl no está en lo que hace, o en el mucho poder que tiene, sino en que un día el profeta le ungió como elegido de Dios. Que humilde David, que sabe también que él es ungido como Saúl, pero que todavía no es su momento.

Ten piedad de mí, Dios mío, pues me refugio en ti; a la sombra de tus alas me refugio hasta que pase la calamidad.

19/1/2012, Jueves de la segunda semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de Samuel (18, 6-9; 19, 1-7)

Cuando volvieron de la guerra, después de haber matado David al filisteo, las mujeres de todas las poblaciones de Israel salieron a cantar y recibir con bailes al rey Saúl, al son alegre de panderos y sonajas. Y cantaban a coro esta copla: -«Saúl mató a mil, David a diez mil.» A Saúl le sentó mal aquella copla, y comentó enfurecido: -« ¡Diez mil a David, y a mí mil! ¡Ya sólo le falta ser rey! » Y, a partir de aquel día, Saúl le tomó ojeriza a David. Delante de su hijo Jonatán y de sus ministros, Saúl habló de matar a David. Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David y le avisó: -«Mi padre Saúl te busca para matarte. Estate atento mañana y escóndete en sitio seguro; yo saldré e iré al lado de mi padre, al campo donde tú estés; le hablaré de ti y, si saco algo en limpio, te lo comunicaré.» Así, pues, Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David: -« ¡Que el rey no ofenda a su siervo David! Él no te ha ofendido, y lo que él hace es en tu provecho: se jugó la vida cuando mató al filisteo, y el Señor dio a Israel una gran victoria; bien que te alegraste al verlo. ¡No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo!» Saúl hizo caso a Jonatán y juró: -«¡Vive Dios, no morirá!» Jonatán llamó a David y le contó la conversación; luego lo llevó adonde Saúl, y David siguió en palacio como antes.

Salmo responsorial (Sal 55, 2-3. 9-10. 11-12. 13)
R. En Dios confío y no temo.

Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. R.

Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios. R.

En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre? R.

Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 7-12)

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: -«Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

19 enero 2012. Jueves de la segunda semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Fervor de multitudes

El Evangelio de este día nos acompaña en nuestra oración y nos enseña el fondo del ministerio de Jesús.

Nos recogemos en la presencia de Dios, acompañados por la Virgen, asistidos por el Espíritu Santo.

En primer lugar hace un resumen del ministerio apostólico de Jesús en Galilea, y, en parte, una perspectiva hacia el futuro.

Las multitudes de Palestina se reúnen en torno a Jesús como un preludio de la fundación del nuevo Israel, la Iglesia Universal. La presencia incluso de paganos provenientes de Tiro y Sidón, abre la perspectiva a todo el mundo.

De ahí que nuestra oración en este día, y siempre, tiene que abrirnos a las necesidades de todos los hombres. Cuando entramos en contacto con Jesús, nuestra alma se hace gigante, y no excluimos a nadie en nuestras plegarias.

Hay una presencia de demonios (espíritus inmundos) que entrevén la identidad del Rabí, a quien dan el título mesiánico de “Hijo de Dios”.

Incluso de estos seres enemigos de Cristo hemos de aprender alguna cosa para nuestra vida espiritual. No quedarnos solamente en lo externo, sino penetrar en lo profundo de la persona de Jesús. ¡Es el Señor!

Los que seguían a Jesús después de haberle visto hacer tantos milagros tienen el peligro de quedarse en lo espectacular, en lo llamativo, en lo de fuera. A veces parece que le buscan más para una curación que por una verdadera conversión. ¿Por qué busco yo a Jesús?

Si en la oración de hoy encuentro respuesta a esta pregunta, se clarificarán muchos momentos de mi vida.

Jesús no se embriaga por el fervor popular. Huye de aplauso, porque no ha venido para eso.

Esta lección de humildad y de saber desaparecer nos viene como anillo al dedo para afrontar el proyecto de la nueva evangelización que la Iglesia está llevando a cabo en nuestros días.

Resumo en breves puntos las ideas para la oración.

  1. Jesús ejerce permanentemente su ministerio apostólico y misericordioso
  2. El Evangelio está abierto a todos los hombres de cualquier nación
  3. Tenemos que aprender de todos los personajes que aparecen en el Evangelio.
  4. Seguimos a Jesús no por los milagros que realiza, sino porque es el Señor
  5. Jesús trabaja y se oculta. No busca lo espectacular. Tenemos que aprender la lección de la humildad.

Le pedimos a María que nos haga penetrar más intensamente en el conocimiento profundo de Jesucristo. Que nuestra oración de cada día sea un paso en la interiorización del Corazón de Dios.

18/1/2012, Miércoles de la segunda semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de Samuel (17, 32-33. 37. 40-51)

En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo: -«Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo.» Pero Saúl le contestó: -«No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo.» David le replicó: -«El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de las manos de ese filisteo.» Entonces Saúl le dijo: -«Anda con Dios.» Agarró el cayado, escogió cinco cantos del arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo. Éste, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó: -«¿Soy yo un perro, para que vengas a mi con un palo?» Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo: -«Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.» Pero David le contestó: -«Tú vienes hacia mi armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor, y él os entregará en nuestro poder.» Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver que había muerto su campeón, huyeron.

Salmo responsorial (Sal 143, 1. 2. 9-10)
R. Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R.

Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. R.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas
para ti que das la victoria a los reyes y salvas a David, tu siervo. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 1-6)

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenia la parálisis: -«Levántate y ponte ahí en medio.» Y a ellos les preguntó: -«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: -«Extiende el brazo.» Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

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