30/11/2014, Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo B)

Lectura del libro de Isaías (63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7)
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste. y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
Salmo responsorial (Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19)
R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. 
R.
Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. 
R.
Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre. 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,3-9)
Hermanos: La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,33-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

30 noviembre 2014. Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo B) – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).
"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.
“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”. Así comienza el Evangelio que la Iglesia Universal proclama mañana, primer domingo de Adviento.
Recuerda a aquella otra invitación de Jesús a los suyos: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye Mi voy y abre la puerta, Yo entraré y cenaré con él, y él Conmigo” (Ap 3, 20). Éste es nuestro deseo, y así se lo expresamos a Dios desde el fondo de nuestro corazón: Señor, deseo ardientemente escuchar tu voz, abrir la puerta de mi alma, y que en la intimidad de la tarde que cae, cenemos juntos: Tú conmigo, y yo Contigo.
El Padre Morales, insistía en vivir este comienzo del Adviento, desde un triple nacimiento. Adviento es preparación para un triple nacimiento:
1.         Histórico: Jesús en Belén.
2.         Futuro: Su definitiva Venida en el juicio final personal y universal.
3.         Actual: Él, acampando en nuestra vida, preparándonos para la segunda venida, la definitiva.
Que la oración de mañana, sea una oración de deseo, de petición: “Señor, encárnate en mi vida”. Los comienzos marcan la importancia de las obras. Mañana, es necesario escuchar de labios del Señor: “Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa… no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”.
No es una amenaza. Sí es un toque de atención. Señor, ¿cómo estoy viviendo? ¿Qué espera mi corazón? ¿Qué me desvela?
Sólo hay una manera de llegar al fondo del mensaje de Jesús en el Evangelio de hoy. No captaremos la profundidad de su llamamiento si lo entendemos como un mandato frío y desencarnado. Más bien, es necesario unir este pasaje, al lamento del Corazón de Cristo, que es un reproche cariñoso, que demanda amor: “Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron”.
Señor, que te siga, te conozca y te ame. Que te reciba en este tiempo de preparación para tu triple nacimiento en mí.

Madre, transforma mi corazón, Tú que a solas con tu Tesoro…, adoras, amas, esperas… Madre muda del Verbo que calla, enséñame a desaparecer amando. Santa María del Adviento: junto a Ti, en el Nazaret de la vida oculta… Estudio, oración, entrega, trabajo, olvido…

29/11/2014, Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (22, 1-7)

El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, el río de agua viva, luciente como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. A mitad de la calle de la ciudad, a ambos lados del río, crecía un árbol de la vida; da doce cosechas, una cada mes del año, y las hojas del árbol sirven de medicina a las naciones. Allí no habrá ya nada maldito. En la ciudad estarán el trono de Dios y el del Cordero, y sus siervos le prestarán servicio, lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. Me dijo: -«Estas palabras son ciertas y verdaderas. El Señor Dios, que inspira a los profetas, ha enviado su ángel para que mostrase a sus siervos lo que tiene que pasar muy pronto. Mira que estoy para llegar. Dichoso quien hace caso del mensaje profético contenido en este libro.»

Salmo responsorial (Sal 94, 1-2. 3-5. 6-7)
R. Maranathá. Ven, Señor Jesús.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. R.

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 34-36)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

29 noviembre 2014. Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Jesús nos advierte sobre situaciones que nos entorpecen la mente; propongo reflexionar sobre la tercera: los agobios.

Hay tantísimas cosas que nos agobian, cantidad de cosas que queremos hacer que, al ponerlas por delante de la dulce voz de nuestro Padre, nos resulta imposible oír con claridad.

“Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.” (Lc 10 38-42)

En un primer momento de la oración, puedo pensar en estas situaciones que me hacen tener prisa, en otras que me preocupan, pensar en proyectos que no se llevan a cabo o en ideas y opiniones que tengo quizás demasiado claras; intentemos ver todo esto desde la sabia mirada de Dios.

En un segundo momento, hagamos silencio pausado, en una estancia amorosa con el Señor. Habitualmente, el lenguaje que Él utiliza es el del silencio; muchas veces queremos oír una respuesta nítida en un aparente silencio, y en cambio el silencio es en sí una verdadera respuesta; un silencio que nos llena de paz y energía para seguir adelante.

María fue la gran protagonista de las tres décadas silenciosas del Salvador, y ella guardaba y “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2, 19)

28/11/2014, Viernes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (20, 1-4. 11-21, 2)

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo llevando la llave del abismo y una cadena grande en la mano. Agarró al dragón, que es la serpiente primordial, el diablo o Satanás, y lo encadenó para mil años; lo arrojó al abismo, echó la llave y puso un sello encima, para que no pueda extraviar a las naciones antes que se cumplan los mil años. Después tiene que estar suelto por un poco de tiempo. Vi también unos tronos y en ellos se sentaron los encargados de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, los que no habían rendido homenaje a la bestia ni a su estatua y no hablan recibido su señal en la frente ni en la mano. Éstos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años. Luego vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. A su presencia desaparecieron cielo y tierra, porque no hay sitio para ellos. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros. El mar entregó sus muertos, muerte y abismo entregaron sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después muerte y abismo fueron arrojados al lago de fuego -el lago de fuego es la segunda muerte-. Los que no estaban escritos en el libro de la vida fueron arrojados al lago de fuego. Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.

Salmo responsorial (Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a)
R. Ésta es la morada de Dios con los hombres.

Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza: caminan de baluarte en baluarte. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 29-33)

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: -«Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»

28 noviembre 2014. Viernes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Al comenzar nuestra oración de este día nos vienen dos sentimientos distintos, que hacemos concluir en la misma dirección, ayudados por la acción del Espíritu Santo y vividos en la presencia de Dios.

  • Por una parte está un tiempo que concluye, que finaliza, y que nos habla de caducidad, de limitación, de temporalidad.

Termina el año litúrgico colocándonos en la verdadera dimensión de nuestra vida, que es el horizonte del Reino. Todo es frágil y pasajero en el transcurso de nuestra etapa terrena, por tanto no debemos hacer aquí ciudad permanente. Fugacidad de todo lo terreno.

Cristo Rey funda un reino que no perece, que está lleno de amor y de paz. Este es el mensaje que cala en nuestro interior y del que hacemos partícipes a nuestros hermanos los hombres.

Tal como nos narra la primera lectura del Apocalipsis, los muertos fueron juzgados según sus obras. Y se vio un cielo nuevo y una tierra nueva.

  • Este cielo y esta tierra nueva es lo que nos da paso a la segunda parte de nuestra consideración para la oración.

Y vi la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios.

Esta nueva Jerusalén tiene un nombre propio, es Jesucristo.

Pues para poder acoger a la nueva Jerusalén nos preparamos con el tiempo de Adviento que comenzaremos mañana por la tarde.

Vivir bien este tiempo litúrgico es colocarnos en la órbita de Dios, para descubrir que está cerca el Reino de Dios. Por tanto alcemos nuestra cabeza, se acerca nuestra liberación.

Que Santa María acompañe nuestro rato de adoración a Dios y nos abra el alma para acoger lo mejor posible al Verbo de la vida, a Jesucristo, Rey del Universo y Salvador de nuestras vidas.

27/11/2014, Jueves de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (18,1-2.21-23;19,1-3.9a)

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo; venía con gran autoridad y su resplandor iluminó la tierra. Gritó a pleno pulmón: «¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu impuro, en guarida de todo pájaro inmundo y repugnante.» Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la tiró al mar, diciendo: «Así, de golpe, precipitarán a Babilonia, la gran metrópoli, y desaparecerá. El son de arpistas y músicos, de flautas y trompetas, no se oirá más en ti. Artífices de ningún arte habrá más en ti, ni murmullo de molino se oirá más en ti; ni luz de lámpara brillará más en ti, ni voz de novio y novia se oirá más en ti, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones.» Oí después en el cielo algo que recordaba el vocerío de una gran muchedumbre; cantaban: «Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía a la tierra con sus fornicaciones, y le ha pedido cuenta de la sangre de sus siervos.» Y repitieron: «Aleluya. El humo de su incendio sube por los siglos de los siglos.» Luego me dice: «Escribe: "Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero."»

Salmo responsorial (Sal 99,2.3.4.5)
R. Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.

«El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

27 noviembre 2014. Jueves de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Lo primero para la oración de hoy es empezar como nos dice el salmo:

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre

Eso es, entrar por la puerta de la capilla dando gracias al Señor con himnos y bendiciones. Si el lugar lo permite hacedlo cantando en voz alta. Sí, ir por los atrios de la parroquia o del monasterio cantando porque nos vamos a encontrar con el Señor, con Nuestro Señor. ¡Qué mayor alegría que esta para cantar!

La oración de estos días, previos al adviento, tiene un aire de final de un ciclo y de que comienzo de otro. Nos hemos de dejar invadir por estos dos sentimientos.

Si nos abrimos a lo que los textos de la liturgia nos dicen hoy, debemos pasar por dos momentos bien diferentes. El primero será de temor y temblor ante los acontecimientos finales que se narran tanto en la lectura del Apocalipsis como en la del evangelio de Lucas. Si uno lee los dos textos seguidos, saltándose el último párrafo de ambos, se podría caer en una gran depresión y en una completa inacción. ¡Con la que va a caer, más vale meterse debajo de la cama y esperar a morir! Es lo que nos pasa cuando leemos las cosas a medias, que las entendemos peor que a medias, las entendemos mal. El final del mundo, de las cosas y de las personas ocurrirá dramáticamente, y nosotros nos apenamos por ello. Pero… después del final hay un nuevo comienzo. No hay que olvidarlo.

El Apocalipsis nos lo muestra como un banquete de bodas, y el evangelio de Lucas como la llegada de la liberación. Son dos imágenes muy potentes y consoladoras. Cristo ha venido al mundo a liberarnos del pecado y aunque ha pasado por la muerte y la destrucción, igual que ha de pasar este mundo, es motivo de alegría saber que ante tales acontecimientos ya estaremos a las puertas de la salvación. Pero además es que hecha la salvación nos encontraremos en un gran banquete de bodas. En el mundo esta celebración es la más importante para todo hombre y toda mujer. Es lo máximo. Pues bien, nuestro Dios compara su llegada con este momento. Es más, el propio Dios se va a hacer manjar de ese banquete. Impresionante.

¿Cómo rezamos todo esto?

Fácil, nos dejamos llenar de la pena de la destrucción del mundo, pero con la pena que nos da ver sufrir al propio Dios con estos acontecimientos; y, en seguida, nos llenamos de una gran alegría, y damos gracias, y bendecimos a Dios (igual que hicimos al entrar en el templo) porque:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

26/11/2014, Miércoles de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (15, 1-4)

Yo, Juan, vi en el cielo otra señal, magnífica y sorprendente: siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, pues con ellas se puso fin al furor de Dios. Vi una especie de mar de vidrio veteado de fuego; en la orilla estaban de pie los que habían vencido a la fiera, a su imagen y al número que es cifra de su nombre; tenían en la mano las arpas que Dios les había dado. Cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.»

Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 7-8. 9)
R. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R.

Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 12-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

26 noviembre 2014. Miércoles de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

2. Petición. “Mueve Señor los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a tu gracia, recibamos con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por Jesucristo nuestro Señor” (Oración colecta de la misa).

3. Puntos para orar: en la lectura del libro del Apocalipsis de hoy, los elegidos cantan al Señor “el cántico de Moisés”. Podemos unirnos a ellos en nuestro rato de oración repitiéndolo despacio en nuestro interior una y otra vez.   “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Omnipotente; justos y verdaderos tus caminos, ¡Oh Rey de los siglos!  ¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú  sólo eres santo; porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos”.

Pedimos al Señor nos haga partícipes de sus sentimientos de gratitud ante su misericordia y el espectáculo de su bondad y de su justicia que se manifestará ante todos los hombres. Avivar nuestra esperanza. Confiamos en que lo que nos describe el Apocalipsis, un día, por la misericordia de Dios, será visible a nuestros ojos resucitados. Pedir que todos le conozcan y nadie tengamos que enrojecer cuando venga a dar a cada uno según sus obras.

En el evangelio de hoy Jesús nos avisa de que vivir su mensaje lleva aparejada la persecución. Es algo que viene con el ser cristiano. No es optativo. Ha sido así en todos los tiempos. Nuestra lucha no es contra la carne o la sangre sino contra las potencias del mal que lucharán contra Dios y su Mesías y contra la Iglesia durante toda la historia. Y hoy en día lo vemos en las noticias cada día. En España y fuera. Los cristianos somos ridiculizados, perseguidos y asesinados con saña diabólica. Y el que persevere hasta el fin se salvará.

4. Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con Jesús, Avemaría a la Virgen.

5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.

6. Repetir a lo largo del día como jaculatoria con corazón agradecido: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Omnipotente”

25/11/2014, Martes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (14, 14-19)

Yo, Juan, miré y en la visión apareció una nube blanca; estaba sentado encima uno con aspecto de hombre, llevando en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz afilada. Del santuario salió otro ángel y gritó fuerte al que estaba sentado en la nube: -«Arrima tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la tierra está más que madura. » Y el que estaba sentado encima de la nube acercó su hoz a la tierra y la segó. Otro ángel salió del santuario celeste llevando él también una hoz afilada. Del altar salió otro, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y le gritó fuerte al de la hoz afilada: -«Arrima tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque las uvas están en sazón.» El ángel acercó su hoz a la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar del furor de Dios. Pisotearon el lagar fuera de la ciudad, y del lagar corrió tanta sangre, que subió hasta los bocados de los caballos en un radio de sesenta leguas.

Salmo responsorial (Sal 95, 10. 11-12. 13)
R. El Señor llega a regir la tierra.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 5-11)

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -«Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: -«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero al final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. »

25 noviembre 2014. Martes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hemos comenzado la última semana del año litúrgico, tras la celebración del domingo pasado de la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, Señor de la historia. Es normal por lo tanto que la Palabra de Dios nos invite en estos días a reflexionar sobre el final de la historia, del tiempo, de lo caduco.

Cuando hablamos del fin del mundo, nos puede suceder que tengamos miedo o que por el contrario nos lo tomemos a broma. Pues bien, las lecturas de hoy quieren evitar esas dos actitudes extremas. El salmo 50 creo que nos da la actitud adecuada que es de esperanza. ¡Alégrese el cielo, goce la tierra, el Señor ya llega a regir la tierra! No se trata de un final sin sentido, ni de un bucle de infinitas historias, sino de un cambio de Señor. Es un cambio radical porque termina el tiempo y a la vez es una continuidad gloriosa y definitiva del reinado de Jesucristo.

La ciencia actual también trata del futuro del universo. Según la teoría científica más aceptada, la del Big Bang, el universo comenzó su historia hace aproximadamente 13.700 millones de años a partir de una situación primordial y desde entonces se está expandiendo aceleradamente. Como la energía no debe ser infinita, se prevé que dicha aceleración algún día termine llegándose a un verdadero final, al menos de las estructuras actuales tal como las observamos.

¿Cuándo y cómo será el fin del mundo? Esto nadie lo sabe. Según Mc 13,32, “pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

Según Mt 26,64, Jesús hizo una alusión directa de su última venida, ante los que le juzgaban, en el momento de su condena a muerte “os lo declaro: desde ahora, veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Padre y venir sobre las nubes del cielo”. Contemplemos hoy a Jesús en la oración de este modo y repitamos: quiero estar así contigo, Jesús, para siempre.

Todas las estructuras temporales y sociales terminarán. Jesús hace referencia concreta al Templo de Jerusalén y a la misma ciudad. “Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. ¡Qué humildes nos debemos sentir al caer en la cuenta de que las obras del hombre nacen con fecha de caducidad! ¡Qué frágiles son las cosas, aún las más gigantescas; y que frágil soy yo!

El final llegará pero no de inmediato; ¿y mientras tanto qué? Primero no dejarse arrastrar por los falsos profetas que siempre los ha habido y los habrá. Jesús nos dice al respecto: no vayáis tras ellos. Y en segundo lugar estemos vigilantes, es lo que tanto se nos dirá al comienzo del adviento. Desde este punto de vista la historia comienza cada día y el tiempo debe ser tiempo de salvación.

Estas actitudes son las que tan bellamente plasmó Santa Teresa  en los versos que escribió sobre la eficacia de la paciencia. Podemos terminar la meditación de hoy saboreándolos. A la vez que es una invitación a conocer más la espiritualidad carmelitana en este año santo Teresiano.

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda. 
La paciencia
Todo lo alcanza; 
Quien a Dios tiene 
Nada le falta: 
Sólo Dios basta.

24/11/2014, Lunes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (14, 1-3. 4b-5)

Yo, Juan, miré y en la visión apareció el Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. Oí también un sonido que bajaba del cielo, parecido al estruendo del océano, y como el estampido de un trueno poderoso; era el son de arpistas que tañían sus arpas delante del trono, delante de los cuatro seres vivientes y los ancianos, cantando un cántico nuevo. Nadie podía aprender el cántico fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil, los adquiridos en la tierra. Éstos son los que siguen al Cordero adondequiera que vaya; los adquirieron como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero. En sus labios no hubo mentira, no tienen falta.

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 1-4)

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: -«Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

24 noviembre 2014. Lunes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¡Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob! Con estas palabras del salmo responsorial de hoy iniciamos la oración, alimentando el deseo de buscar en ella al Señor y de estar en su presencia. “Tu rostro busco, Señor: no me escondas tu rostro”; “Una cosa pido al Señor: habitar en su casa”. Gracias por llamarme a estar contigo.

La primera lectura presenta a Cristo, como es propio del Apocalipsis, como el Cordero. Nos quiere decir que el Rey del Universo ha vencido a la muerte y al diablo mediante su sacrificio en la cruz. Se ha ofrecido como cordero inocente por nuestros pecados y con su mansedumbre y humildad en la Pasión ha adquirido para Dios un pueblo de reyes y sacerdotes. Haremos bien en nuestra oración haciendo un acto de adoración a este Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

A este Cordero le sigue una multitud que canta un cántico nuevo y que son aquellos que han lavado sus mantos en la sangre del Cordero. Entre esta muchedumbre hallamos a los mártires que han hecho por Cristo lo que Cristo ha hecho primero por ellos: dar la vida. Hoy celebramos a un gran grupo de mártires vietnamitas, san Andrés Dung Lang y compañeros, de los siglos XVIII y XIX. Prefirieron morir antes que pisotear la cruz de Cristo o renunciar a su fe. Escuchemos lo que uno de ellos, san Pablo Le-Bao-Tinh, escribía desde la cárcel:

“Yo, Pablo, encarcelado por el nombre de Cristo os quiero explicar las tribulaciones en que me veo sumergido cada día, para que enfervorizados en el amor a Dios, alabéis conmigo al Señor, porque es eterna su misericordia. Esta cárcel es un verdadero infierno: a los crueles suplicios de toda clase, como son los grillos, cadenas de hierro y ataduras, hay que añadir el odio, las venganzas, las calumnias, palabras indecentes, peleas, actos perversos, juramentos injustos, maldiciones, finalmente angustias y tristezas… En medio de estos tormentos, que aterrorizarían a cualquiera, por la gracia de Dios estoy lleno de gozo y alegría, porque no estoy solo, sino que Cristo está conmigo. Él, nuestro maestro, aguanta todo el peso de la cruz, dejándome a mí solamente la parte más pequeña e insignificante. Él no solo es espectador de mi combate sino que parte en él, vence y lleva a feliz término toda la lucha. Por esto en su cabeza lleva la corona de la victoria, de cuya gloria participan también todos sus miembros”.

Pidamos a los mártires de este día que nos alcancen fortaleza para entregar la vida por amor. El evangelio de hoy nos pone como modelo a la pobre viuda que da como limosna todo lo que tiene para vivir. Se estaba dando a sí misma, mientras que los ricos echaban lo que les sobraba. Imitemos hoy la generosidad de los mártires, la de la viuda del evangelio: no entreguemos a Dios y a los hermanos sobras, entreguemos nuestra vida. Oremos con san Ignacio: “Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer: Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta”.

23/11/2014, Solemnidad de Cristo Rey (Ciclo A)

Lectura de la profecía de Ezequiel (34, 11-12. 15-17)
Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear -oráculo del Señor Dios. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.»
Salmo responsorial (Sal 22, 1-2a. 2b-3. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar. R.
Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
R.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 20-26. 28)
Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.' Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25, 31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

23 noviembre 2014. Solemnidad de Cristo Rey (Ciclo A) – Puntos de oración

· Es la fiesta más moderna de todas las de Nuestro Señor Jesucristo. Pio XI la estableció en 1925. Quiso centrar la atención de todos en la imagen de Cristo Rey divino, tal como la representa la Iglesia de los orígenes. Sentado a la derecha del Padre en el ábside de las basílicas cristianas, aparece rodeado de gloria y majestad. La Cruz nos indica que de ella arranca la grandeza imponente de Jesucristo, Rey de vivos y de muertos. “Con razón, en la cruz se puso el titulo Rey de los judíos, pues desde ella irradia majestad Cristo Jesús” (San Ambrosio)
· Comenzamos el tiempo del adviento, para prepararnos a la Navidad. Cuando llega la Nochebuena, brindamos con vino espumoso con ilusión y esperanza y ni siquiera sabemos si lo que nos espera será bueno o malo. Desde la convicción de que Jesucristo ha venido, viene y vendrá, os invito a que al comenzar el año nuevo cristiano, esperemos y nos ilusionemos. Pongamos sobre la mesa nuestras particulares doce uvas que nos abran y nos conduzcan a encontrarnos con Dios y a descubrirlo presente en medio de nosotros:
· 1 Abrir… 2 Mirar… 3 Buscar... 4 Agradecer... 5 Dejarme… 6 Cuidar…
· 7 Renunciar... 8 Entregar… 9 Poner Paz... 10 Suplicar… 11 Alcanzar… 12 Festejar….
· Y ahora brindemos con nuestra vida y comencemos el año nuevo sabiendo que la espera de lo que vendrá está cargada de esperanza. Dios siempre cumple sus promesas y sus promesas son siempre buenas.
· Las lecturas y el evangelio. Nos evocan la figura del buen pastor. El Salmo nos dice. “El Señor es mi pastor, nada me falta”
· Dios lo será todo en todos.
· Termina el evangelio de las bienaventuranzas: ‘Y los justos irán a la vida eterna.’
· Señor, Tú eres Rey del universo, y quiero que seas el único Rey de mi vida.
· Pregúntate en este rato: ¿Cómo he vivido este año? ¿Es Jesús el rey de mi vida? ¿Cómo vivo las Bienaventuranzas?

En este año Teresiano termino con una frase de Santa Teresa. Que puede ser el resumen de las lecturas- y del evangelio de este día “Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero”

22/11/2014, Sábado de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (11, 4-12)

Me fue dicho a mí, Juan: -«Éstos son mis dos testigos, los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra. Si alguno quiere hacerles daño, echarán fuego por la boca y devorarán a sus enemigos; así, el que intente hacerles daño morirá sin remedio. Tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no llueva mientras dura su profecía; tienen también poder para transformar el agua en sangre y herir la tierra a voluntad con plagas de toda especie. Pero, cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los derrotará y los matará. Sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, simbólicamente llamada Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Durante tres días y medio, gente de todo pueblo y raza, de toda lengua y nación, contemplarán sus cadáveres, y no permitirán que les den sepultura. Todos los habitantes de la tierra se felicitarán por su muerte, harán fiesta y se cambiarán regalos; porque estos dos profetas eran un tormento para los habitantes de la tierra. » Al cabo de los tres días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron de pie, en medio del terror de todos los que lo veían. Oyeron entonces una voz fuerte que les decía desde el cielo: -«Subid aquí.» Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.

Salmo responsorial (Sal 143, 1. 2. 9-10)
R. Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R.

Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. R.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (20, 27-40)

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: -«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: -«Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

22 noviembre 2014. Sábado de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Comencemos nuestra oración poniéndonos en presencia del Señor e invocando su Espíritu. Más teniendo en cuenta la fiesta de mañana: Cristo Rey y Señor del Universo. Pidamos a su Espíritu que fortalezca nuestra fe, avive nuestra esperanza e inflame nuestro amor para estar preparados el día del encuentro con Nuestro Señor. Pidamos al Espíritu de Amor que nunca olvidemos que nuestra verdadera patria es el Cielo. Pongámonos, en consecuencia, en manos de Dios ofreciéndole el día, todos nuestros actos, y esta oración; y volvámonos a la Madre para apoyarnos en su intercesión.

Hoy el Evangelio nos presenta la discusión entre los saduceos y Jesús, que le sirve a nuestro Maestro para enseñarnos dos cosas: primera, que no podemos negar el Cielo y, segunda, que no podemos medir los bienes futuros con los de la tierra. Sigamos la indicación de Jesús y fijemos nuestra mirada, durante esta oración, en lo que nos tiene preparado.

El Cielo: el descanso eterno, la felicidad sin límites, el amor desbordándose. Por fin, compartir con Él la vida sin que nada lo impida. Recrea en tu interior cómo será ese primer encuentro. Mírale a los ojos. Rézale el salmo de hoy: “Bendito el Señor, mi Roca [...] / mi bienhechor, mi alcázar [...] / Dios mío, te cantaré un cántico nuevo”. Paséate entre los santos, agradéceles sus intercesiones, abrázate a tu Ángel de la guarda. Reencuéntrate con aquellos que has perdidos o que viven pero se encuentran lejos. Acércate a la presencia del Padre que tanto te lleva esperando. ¿Qué es en comparación las alegrías de la tierra?

Regresa del Cielo y presenta tu vida al Señor preguntándole si es digna de Él. Medita junto a Jesús cómo los bienes de la tierra se relativizan ante la presencia del Amigo. Pídele, si no ves tu vida lo suficientemente buena, que él la sane. Que cure tus pecados y que de alcance gracia para volver a Él, sin perder la esperanza de que siempre puede transformarla.

21/11/2014, Viernes de la XXXIII semana de T.O. – Presentación de la Virgen María

Lectura del libro del Apocalipsis (10, 8- 11)

Yo, Juan, oí cómo la voz del cielo que había escuchado antes se puso a hablarme de nuevo, diciendo: -«Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra. » Me acerqué al ángel y le dije: -«Dame el librito.» Él me contestó: -«Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor.» Cogí el librito de mano del ángel y me lo comí; en la boca sabía dulce como la miel, pero, cuando me lo tragué, sentí ardor en el estómago. Entonces me dijeron: -«Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»

Salmo responsorial (Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131)
R. ¡Qué dulce al paladar tu promesa!

Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. R.

Tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. R.

Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R.

¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca! R.

Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón. R.

Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 45-48)

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

21 noviembre 2014. Viernes XXXIII semana T.O. – Presentación de la Virgen María – Puntos de oración

Comenzamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

Celebramos hoy la Presentación en el Templo de nuestra Madre. Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el «Protoevangelio de Santiago». Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y sobre los deberes para con Dios.

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Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén, en el año 543. Todo eso se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, y hasta habla de ello el emperador Miguel Comeno en una Constitución de 1166. Un gentil hombre francés, canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

En el día de hoy podemos llevar a la oración dos ideas fundamentales:

  • ¿Somos conscientes y damos gracias a Dios por los dones que nos concede? Sigamos el ejemplo de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María. Ellos llevaron a María al Templo para agradecer a Dios el don tan inmenso que les había regalado, dieron gracias al Padre por el don de la vida, por el don de María. A nosotros también nos ha regalado el don de María, y Cristo nos la ha dado como Madre. No podemos dejar pasar un día sin agradecer a Dios el don que nos concede dándonos a la Virgen como Madre, que nos cuida en todo momento e intercede por nosotros.
  • Una consagración a Dios para vivir una vida entregada a Él. María es llevada al templo y presentada ante Dios, consagrándole su vida, con el deseo de amarle siempre. Es el preludio de su sí a Dios, de su fiat, en el momento de la Anunciación. Que nosotros nos entreguemos a Dios en cada acto que hagamos, ofreciéndonos a Él, con el ejemplo de la Virgen María, cumpliendo la voluntad del Señor: “Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Que esta oración produzca en nosotros el deseo de entrega a Dios en cada acontecimiento de nuestra vida. Que la Virgen interceda por nosotros y nos dé fortaleza para esta entrega.

20/11/2014, Jueves de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (5, 1-10)

Yo, Juan, a la derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, gritando a grandes voces: -«¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos?» Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo y de ver su contenido. Pero uno de los ancianos me dijo: -«No llores más. Sábete que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus siete sellos. » Entonces vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado, y tenía siete cuernos y siete ojos - son los siete espíritus que Dios ha enviado a toda la tierra -. El Cordero se acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume - son las oraciones de los santos -. Y entonaron un cántico nuevo: «Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.»

Salmo responsorial (Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b)
R. Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes.

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 41-44)

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: -« ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

20 noviembre 2014. Jueves de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Invocamos al Espíritu Santo, recordamos que siempre en nuestro rato diario de oración estamos acompañados por la presencia maternal de María. A san José, siguiendo un consejo del padre Morales,  le pedimos por nuestra perseverancia.

Sujetemos nuestra imaginación, metiéndonos en una escena en la que Jesús de pie con su túnica blanca de una sola pieza, rodeado de sus discípulos, alguno de ellos podemos ser  cada uno de nosotros, divisa Jerusalén que puede representar al mundo entero  y llora porque ese mundo no es capaz de encontrar el  camino “que conduce a la paz”.

La primera lectura nos empieza hablando de  desesperación: “nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo y de ver su contenido”.

Es el mismo sentimiento que refleja Ezequiel (22,30-31): “Busqué entre ellos varón que se pusiese por muro, y se pusiese contra mí, porque no destruyese la tierra, y no lo hallé: y derramé sobre ellos mi enojo;  en el fuego de mi ira los consumí”.

Esa desesperación se transforma en esperanza al anunciar el anciano el triunfo del “león de la tribu de Judá, el vástago de David”, “el cordero degollado”.  El cordero degollado es el Hijo de Dios, el primer y autentico sacerdote, entendiendo sacerdote como mediador, puente que une Dios con los hombres.

Con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra”. Dios gratuitamente, da el don a sus elegidos, estos constituyen un pueblo sacerdotal.

Esa mediación va a adoptar formas diversas según el instante de la historia. Pero siempre recordando a San Pablo,  para dar un mensaje “alegre y creíble”, el mediador elegido  tiene que ser “acogedor, paciente, afable”, resumiendo: humilde.  Percibir  la gratuidad con que recibe el don.

Los Santos de todos los tiempos siempre han sido humildes,  han tenido claro la miseria del hombre y la labor de la gracia de Dios en la construcción de su santidad. Dice San Agustín: “no hay pecado que  haga un hombre que no lo haría otro hombre, si no lo rige el Hacedor del hombre” (San Agustín, Serm.99).   

Jerusalén también representa el alma consolada y al mismo tiempo observada por los enemigos que la quieren hacer caer.  Elegida  por Dios, para ser sede de su templo, ciudad sacerdotal se puede decir. Tuvo como David un “liviano complacimiento” (San Juan de Avila), visitada de la mano de Dios con abundancia de mucha consolación: “Yo dije en mi abundancia: No seré ya mudado de este estado para siempre”  (Sal 30,7). Olvidó que “en el día de los bienes que tenemos, nos hemos de acordar de los males en que podemos caer. (Eclo 7, 14).

David y Jerusalén caen en adulterio y homicidio. La vanidad les lleva a la idolatría y acaban matando al inocente.

Jerusalén no reconoce al Mesías y los enemigos que la observaban y querían hacerla caer la rodean de trincheras, la sitian, aprietan el cerco, la arrasan con sus hijos dentro y no dejan piedra sobre piedra.  David se humilla reconociendo: “Quitaste tu faz de mí, y fui hecho conturbado” (Sal 30,8).

Pidamos la gracia, para el día de hoy de “andar en verdad”, metiéndonos en nuestro momento presente. No complaciéndonos de lo que creemos nuestros éxitos y buscando la faz de Dios, en lo que creemos nuestras contrariedades.

19/11/2014, Miércoles de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (4, 1-11)

Yo, Juan, en la visión vi en el cielo una puerta abierta; la voz con timbre de trompeta que oí al principio me estaba diciendo: «Sube aquí, y te mostraré lo que tiene que suceder después.» Al momento caí en éxtasis. En el cielo había un trono y uno sentado en el trono. El que estaba sentado en el trono brillaba como jaspe y granate, y alrededor del trono había un halo que brillaba como una esmeralda. En círculo alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sentados en ellos veinticuatro ancianos con ropajes blancos y coronas de oro en la cabeza. Del trono saltan relámpagos y retumbar de truenos; ante el trono ardían siete lámparas, los siete espíritus de Dios, y delante se extendía una especie de mar transparente, parecido al cristal. En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás: El primero se parecía a un león, el segundo a un novillo, el tercero tenía cara de hombre y el cuarto parecía un águila en vuelo. Los cuatro seres vivientes, cada uno con seis alas, estaban cubiertos de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa: «Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo: el que era y es y viene. » Y cada vez que los cuatro seres vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adorando al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono, diciendo: «Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.»

Salmo responsorial (Sal 150, 1-2. 3-4. 5)
R. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo.

Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. R.

Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas. R.

Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 11-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: -«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."» Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

19 de noviembre 2014. Miércoles de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El evangelio de hoy nos enfrenta de nuevo con la parábola de los talentos. En la versión de Lucas se nos muestra una interpretación más dramática quizás que en la lectura del domingo pasado de Mateo. En cualquier caso, es una llamada a caer en la cuenta de la responsabilidad que tenemos frente a Dios y frente a nuestros prójimos, por los dones recibidos.

La actitud del tercero de los empleados puede ser reflejo de nuestra propia actitud. La actitud del que desconfía de que los dones recibidos nos hayan sido dados para fructificar, para dar fruto.

A menudo, no aceptamos la verdad sobre nosotros mismos, no aceptamos los dones que Dios nos ha dado. Porque, sean los que sean, siempre nos parecen insuficientes. Siempre estamos mirando y envidiando los del vecino, ya sean diez o uno. Nos comparamos y, o bien no aceptamos nuestra propia realidad, nuestros dones, o bien no aceptamos a los demás. Y así, podemos perder el sentido de nuestra vocación cristiana, aquello para lo que hemos sido elegidos, nuestra misión en este mundo. Nos han sido dados, precisamente, aquellos talentos necesarios para cumplir nuestra misión en el mundo y, como el empleado del evangelio, podemos dejar llevarnos del miedo, de la desconfianza en Dios y en sus dones y llegar a ser unos holgazanes. Y así nos hacemos negligentes en nuestra vocación, en nuestra misión, en nuestro deber de estado, con gran prejuicio para nosotros mismos y para los que nos rodean.

Los dones recibidos por cada uno son aquellos que necesitamos para crecer, fructificar y ser felices. Ni más, para ensoberbecernos, ni menos para agobiarnos. A cada cual según su necesidad y capacidad.

18/11/2014, Dedicación de las Basílicas de S. Pedro y S. Pablo

Lectura del libro del Apocalipsis (3, 1-6. 14-22)

Yo, Juan, oí cómo el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Sardes escribe así: "Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras perfectas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Ahí en Sardes tienes unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos irán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen. El que salga vencedor se vestirá todo de blanco, y no borraré su nombre del libro de la vida, pues ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu las Iglesias." Al ángel de la Iglesia de Laodicea escribe así: "Habla el Amén, el testigo fidedigno y veraz, el principio de la creación de Dios: Conozco tus obras, y no eres frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca. Tú dices: 'Soy rico, tengo reservas y nada me falta'. Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro refinado en el fuego, y así serás rico; y un vestido blanco, para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez; y colirio para untártelo en los ojos y ver. A los que yo amo los reprendo y los corrijo. Sé ferviente y arrepiéntete. Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él. Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu a las Iglesias."»

Salmo responsorial (Sal 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5)
R. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí.

El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 1-10)

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

18 noviembre 2014. Dedicación de las Basílicas de S. Pedro y S. Pablo – Puntos de oración

Hoy celebramos la fiesta de la dedicación de las basílicas de san Pedro y san Pablo y puede ser motivo de nuestra oración, además del texto del evangelio que también es muy sugerente.

Nos ponemos en la presencia del Señor antes de comenzar nuestra oración y le pedimos que esté cerca de nosotros; queremos conectar de una forma muy especial.

La Iglesia celebra de una forma especial la dedicación de algunas iglesias que han sido importantes en la historia del cristianismo; pero en realidad celebra la dedicación de tres casas: La primera es el templo material; es lógico dedicar a Dios el lugar donde los cristianos nos vamos a reunir para celebrar, donde vamos a recibir el Sagrado Cuerpo del Señor, donde vamos a rezar todos juntos muchas veces.

La segunda casa que celebramos es el pueblo de Dios, la Iglesia de Dios con sus personas, buenas y malas, santas y pecadoras; reunidos bajo un solo pastor: el obispo.

La tercera es el alma de todo cristiano en gracia de Dios que ha llegado a ser templo del Espíritu Santo.

Cuida con verdadero cariño la casa de Dios en cualquiera de estas tres facetas y celebra esta fiesta con alegría.

En un segundo momento de nuestra oración, te animo a imitar a Zaqueo en cuanto a la alegría y espontaneidad con la que recibe a Jesús. Recibe hoy a Jesús en la Eucaristía de una forma especial; prepara tu corazón con una buena confesión que limpie tu casa y haga de ella un lugar digno de recibir al maestro. Y si te atreves, antes de terminar este rato de oración haz un compromiso tan serio como el que preparó Zaqueo: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.”

Mójate con un buen compromiso de vida antes de salir de la capilla hoy, y pídele a la Virgen ayuda para conseguirlo.

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