30/6/2015, Martes de la XIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (19, 15-29)
En aquellos días, los ángeles urgieron a Lot: -«Anda, toma a tu mujer y a esas dos hijas tuyas, para que no perezcan por culpa de Sodoma.» Y, como no se decidía, los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a las dos hijas, a quienes el Señor perdonaba; los sacaron y los guiaron fuera de la ciudad. Una vez fuera, le dijeron: -«Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la vega; ponte a salvo en los montes, para no perecer.» Lot les respondió: -«No. Vuestro siervo goza de vuestro favor, pues me habéis salvado la vida, tratándome con gran misericordia; yo no puedo ponerme a salvo en los montes, el desastre me alcanzará y moriré. Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde puedo refugiarme y escapar del peligro. Como la ciudad es pequeña, salvaré allí la vida.» Le contestó: -«Accedo a lo que pides: no arrasaré esa ciudad que dices. Aprisa, ponte a salvo allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues.» Por eso la ciudad se llama La Pequeña. Cuando Lot llegó a La Pequeña, salía el sol. El Señor, desde el cielo, hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Arrasó aquellas ciudades y toda la vega con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo. La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal. Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor. Miró en dirección de Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la vega, y vio humo que subía del suelo, como el humo de un horno. Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la vega, arrasando las ciudades donde había vivido Lot, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe.
Salmo responsorial (Sal 25, 2-3. 9-10. 11-12)
R. Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad.
Escrútame, Señor, ponme a prueba, sondea mis entrañas y mi corazón,
porque tengo ante los ojos tu bondad, y camino en tu verdad. 
R.
No arrebates mi alma con los pecadores, ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias, y su derecha está llena de sobornos. 
R.
Yo, en cambio, camino en la integridad; sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano; en la asamblea bendeciré al Señor. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 23-27)

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: -«¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: -«¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: -«¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

30 junio 2015. Martes de la XIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¡Oh, Señor, que no mire yo hacia atrás por curiosidad! ¡Que mire siempre adelante que es donde está tu promesa! ¡Que ponga los ojos solo en tu bondad, puesto que la tengo delante de mi cara todos los días! ¡Cuántas bondades y bendiciones recibo de ti cada día! ¡Que no me pierda, Señor, ni una!
Sí, para empezar este día la oración podríamos comenzar con estas exclamaciones orantes. La mujer de Lot se equivocó al mirar atrás, por dos cosas: por mirar y por desobedecer. En cambio, el salmista sí que sabía: Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad. Los hay, sin embargo, que aunque la tienen delante de los ojos no la ven. Se pegan con una farola y no la han visto. Tienen la bondad de Dios a diario en mil detalles de cariño y de atención y no los ven, creen que es la casualidad o la fortuna. ¡Qué triste, vivir así! Los cristianos tenemos que rezar para que no nos perdamos ni una sola de estas bendiciones diarias, porque de unos ojos bendecidos crece un corazón agradecido.
Y hablando de ver, ¿os imagináis los ojos de los apóstoles viendo a Jesús calmar la tempestad? Hay que reconocer que bendiciones de estas no se ven a menudo, pero casi mejor, porque si a los apóstoles viendo esto les costó creer, casi  mejor creer sin ver y quedarnos con el mérito de solo ver las bendiciones rutinarias. Pero no me digáis que no es un milagro impresionante. Dios va manifestando, poco a poco, a sus apóstoles quién es él: tiene poder sobre el agua y la convierte en vino, tiene poder sobre las enfermedades y las cura, tiene poder sobre la naturaleza y para los vientos, tiene dominio sobre la muerte de los demás y los resucita…, tiene poder sobre su propia muerte y resucita…
Jesús va siguiendo una pedagogía perfecta. Pero ni así, llegó el momento de su muerte y pensaron que todo había acabado. Llegó el momento de su resurrección y hasta que no lo vieron uno a uno no lo creyeron. No me extraña que al Señor de vez en cuando se le escapara alguna increpación a estos hombres tozudos. Aquí los llama cobardes. No era un insulto, claro, se trataba de despertar pedagógicamente su mente y animar su corazón asustado. 
Supongo que en el momento del milagro -a mí me pasaría-, los apóstoles se quedarían de piedra. Sus ojos habían visto una de las bondades de Dios. Sería bueno que nosotros nos quedáramos un rato con los ojos cerrados “mirando” ese momento… Recobraríamos, como los apóstoles, la fortaleza que perdida y aprenderíamos a confiar un poco más. 

Podemos acabar rezando otras exclamaciones: ¡Que tus milagros, Señor, me ayuden a creer más y a no dudar! ¿Quién soy yo para preguntar por qué haces un milagro u otro? ¿Quién soy yo para quejarme de que yo no he recibido ninguno –cosa que por otra parte es mentira? ¿Quién soy yo para pedir que los hagas…? Pues soy un hombre asustado, que aunque veo cada día tus milagros, Señor, necesito que aumentes mi fe. Soy un hombre que azotado por los vientos y las olas quieren seguir en tu barca, porque sé que en ella no podemos zozobrar. ¡Dame, Señor, temple de pescador! La pesca es tuya, calma las tempestades para que podamos recoger los pescados.

29/06/2015, San Pedro y San Pablo, Apóstoles

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 1-11)
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenla intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua, Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: -«Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: -«Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció, y el ángel le dijo: -«Échate el manto y sígueme.» Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y a¡ final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: -«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»
Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9)
R. El Señor me libró de todas mis ansias.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. 
R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. 
R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. 
R.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. 
R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

29 junio 2015. San Pedro y San Pablo, Apóstoles – Puntos de oración

  1. Caemos en la cuenta de que estamos en la presencia del Señor; Él nos observa y nos protege.
  2. Le preguntamos Quién es Él; que nos lo repita en el silencio
  3. ¿Quién dice el mundo que es Cristo? ¿Cómo definen a Dios y a la Iglesia?
  4. ¿Quién digo que es Dios para mí? ¿Cómo lo presento y transparento a los que me rodean?
  5. Hago profundo silencio para oír en mi interior la voz de Dios.
  6. En diálogo con el Señor me adelanto a darle una respuesta, como Pedro, y escucho a un Dios emocionado que también me confirma una misión para con los demás.
  7. Plenamente confiado, acudo a María para pedirle que en esa misión camine siempre conmigo.

28/6/2015, Domingo de la XIII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B)

Lectura del libro de la Sabiduría (1, 13-15; 2, 23-24)
Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella.
Salmo responsorial (Sal 29, 2 y 4. 5 6. 11 y l2a y 13b)
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. 
R.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. 
R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. 
R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8, 7. 9. 13-15)
Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.»
Lectura del santo evangelio según san Marcos (5, 21-24. 35b-43)

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: - «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.» Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente. Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: - «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: - «No temas; basta que tengas fe.» No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: - «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.» Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: - «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

28 junio 2015. Domingo de la XIII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración

Ven, Espíritu Santo, y enciende mi alma en el fuego del amor de Dios. Este es mi deseo al comenzar este rato de meditación.
A punto de concluir este mes de Junio, dedicado especialmente al Corazón de Jesús, nos es fácil ponernos en la presencia del Señor a través del amor que brota de su Corazón, lleno de misericordia.
Tres líneas de pensamiento para nuestra oración:
Primera:
Dios no hizo la muerte, ni goza destruyendo. Nos ha creado para la inmortalidad. Estamos hechos a su imagen. Estas ideas que nos propone la primera lectura del libro de la Sabiduría, nos colocan ya en la verdadera dimensión del trato con Dios. Hay cercanía, hay semejanza, hay amor.
Segunda:
Es una invitación a la generosidad. Si Dios nos ha creado a su imagen, todas las personas tienen la impronta del Señor en su ser. Por eso mismo tenemos que trabajar para que nadie pase necesidad. “Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba
La caridad en la Iglesia y en cada cristiano tiene su fuente y origen en Dios. Brota desde el primer momento de nuestra existencia. Por tanto es una llamada a vivirla en plenitud con los necesitados de toda dolencia moral, material o espiritual.
Tercera:
Jesús va siempre más allá de lo que le pedimos. El Evangelio de hoy es una muestra clara de que no se ahorra en curar de toda dolencia. Basta que tengamos fe, como le pide a Jairo para poder resucitar a su hija.
También está la fe de esta mujer que se acerca para tocarle con la certeza de que este solo hecho la curaría, como así fue.
Cada uno de nosotros nos acercamos en este momento a Cristo para tocarle con nuestro amor, con nuestra fe, con nuestra confianza. Necesitamos ser curados, tal vez resucitados de una muerte espiritual. Jesús llevará a cabo el milagro si tenemos fe.
Que esta oración de hoy fortalezca de verdad nuestra confianza en Dios. Muchos tocaban a Jesús entre la multitud, pero esta mujer le tocó de una manera diferente. Esta es la clave de acercamiento; lo hemos hecho muchas veces, pero, tal vez hoy, es el día en que lo hacemos de un modo nuevo, tan nuevo que nos cura, nos cambia del todo.
La mujer tocó el manto. Nosotros tocamos la carne y la sangre de Cristo en la Eucaristía.

Le pedimos a María que nos enseñe este camino de aproximación  a Jesús para que podamos experimentar toda su gracia salvadora.

27/6/2015, Sábado de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (18, 1-15)
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo: -«Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo. » Contestaron: -«Bien, haz lo que dices.» Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: -«Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.» Él corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron. Después le dijeron: -«¿Dónde está Sara, tu mujer?» Contestó: -«Aquí, en la tienda.» Añadió uno: -«Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.» Sara lo oyó, detrás de la entrada de la tienda. Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus periodos. Sara se rió por lo bajo, pensando: -«Cuando ya estoy seca, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo? » Pero el Señor dijo a Abrahán: -«¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: "Cómo que voy a tener un hijo, a mis años"? ¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.» Pero Sara, que estaba asustada, lo negó: -«No me he reído.» Él replicó: -«No lo niegues, te has reído.»
Salmo responsorial (Lc 1, 46-47. 48-49. 50 y 53. 54-55)
R. El Señor se acuerda de la misericordia.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R.
Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. 
R.
Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. 
R.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 5-17)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: -«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. » Jesús le contestó: -«Voy -yo a curarlo. » Pero el centurión le replicó: -«Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: "Ve" y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: -«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac: y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y al centurión le dijo: -«Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.» Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

27 junio 2015. Sábado de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Preciosa súplica litúrgica basada en la lectura del evangelio de hoy. Podemos rezar hoy con ella.
En primer lugar, descubrir que no estamos diciendo al Señor que no somos dignos de entrar en su casa, sino que no somos dignos de que él entre en la nuestra. Este Dios nuestro no está a la espera en su palacio para que vayamos a verle. Él da el primer paso, él es el que se acerca a nuestra puerta y llama. Jesús, según la lectura del evangelio, se conmueve al oír la petición del centurión y se pone en marcha: “Yo voy a curarlo”. No le dice, tráelo aquí y lo curo, sino, voy yo y lo curo.
Es, precisamente, de esta generosidad y condescendencia de Dios de donde parte nuestra indignidad para recibirlo. Nos sentimos aturdidos y avergonzados. Pero, sin embargo, es precisamente porque Dios es así por lo que sabemos que la dignidad no nace de nuestro bien hacer, sino que nace de él mismo que nos dignifica. Por eso no hemos de temer dejar entrar a Dios en nuestra casa, porque él mismo la va a dignificar.
Miramos nuestra habitación, quizá no muy ordenada, quizá no muy limpia, quizá con fotos o libros poco decorosos… y realmente nos daría vergüenza que Dios entrara allí. Estará bien que lo arreglemos lo mejor posible, pero no cerremos la puerta a quien nos puede limpiar, ordenar y sanar con una sola palabra.
Nuestro corazón puede estar un poco roto o descentrado, pero su Sagrado Corazón no se despista. Él nos ama siempre, nos ama como estemos, nos ama donde estemos, nos ama porque no puede dejar de amar.
Pidamos en la oración de hoy la fuerza para limpiar nuestra casa, pero, quede como quede, recodemos que la palabra de amor de Dios nos salva porque sí.
Pues recemos al Señor, por ejemplo, en los siguientes términos:
“Señor, efectivamente, por mí mismo no soy digno de que entres en mi casa, pero por favor, entra… Entra hasta el fondo. No te quedes en la puerta. Túmbala si es necesario. Te doy permiso. Quiero escuchar tu palabra sanadora. Quiero recibirte como huésped para que te quedes para siempre…”

Sigue tú poniéndole palabras a esta oración. Sigue rezando a tu manera.

26/6/2015, Viernes de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (17, 1. 9-10. 15-22)
Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: -«Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad.» Dios añadió a Abrahán: -«Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones.» Dios dijo a Abrahán: -«Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.» Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: -«¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?» Y Abrahán dijo a Dios: -«Me contento con que te guardes vivo a Ismael.» Dios replicó: -«No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.» Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró.
Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. 
R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. 
R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 1-4)

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: -«Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: -«Quiero, queda limpio.» Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: -«No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»

26 junio 2015. Viernes de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1.  Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
2.  Petición. Hacemos nuestra la petición de la oración colecta para la fiesta de San Pelayo: “Señor Padre Nuestro, que prometiste a los limpios de corazón la recompensa de ver tu rostro, concédenos tu gracia y tu fuerza para que, a ejemplo de san Pelayo, mártir, antepongamos tu amor a las seducciones del mundo y guardemos el corazón limpio de todo pecado.”
Como petición extra, para la oración y para todo el día, puede estar también pedir al Señor por la persona y las intenciones del Director General de los Cruzados de Santa María, José Luis Acebes, pues hoy es su cumpleaños. Y pidamos para todos cruzados, militantes y colaboradores el sentido de docilidad al Espíritu Santo, que pasa por el espíritu de obediencia a nuestros directores legítimamente constituidos, para que se cumpla lo que dice la Carta a los Hebreos: “Obedeced a vuestros pastores y sed dóciles, pues ellos se desvelan por vuestro bien, sabiéndose responsables. Que puedan cumplir su tarea con alegría y no lamentándose, pues lo contrario no os traería cuenta” (Heb 13,17)
3. Puntos para orar: Hoy es San Pelayo. Fue un mártir de la castidad a los 15 años a principios del siglo X, en la España de la Reconquista. También es la memoria de otro santo español, San Josémaría Escrivá, sacerdote, fundador de Opus Dei, impulsor del laicado a mediados del siglo XX. El Padre Morales nos animaba a leer y a conocer las vidas de los santos. Para facilitarnos la labor escribió una serie de semblanzas breves de vidas de santos que podían ser útiles para preparar nuestra oración. En el siguiente enlace se puede leer una semblanza escrita por el P. Tomás Morales sobre la vida de este santo contemporáneo de tanta importancia en la Iglesia actual:
4.  Puntos para orar: El evangelio de hoy nos presenta a Jesús que toca y cura a un leproso. La escena creo que no necesita más que nuestra atención y puede ser una buena composición de lugar ver a Jesús con el leproso (yo) delante. Se ha acercado con audacia a Jesús y le dice de rodillas, con toda humildad y confianza: “Señor, si quieres puedes limpiarme.” Contemplar a Jesús en nuestra oración, que nos tiende la mano para tocarnos y limpiarnos de nuestras lepras. Escuchar de su boca: “quiero, queda limpio”. Entender y seguir su petición: “…ve a presentarte al sacerdote...”  Por tanto, acercarnos al sacerdote en la confesión sacramental (Jesús mismo perdonando) para recibir su perdón y quedar limpios de todo pecado. Puede ser una buena manera de acabar este mes de junio dedicado al Corazón de Jesús que está deseando limpiarnos de nuestras lepras.
5.  Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen. Avemaría.
6.  Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.


25/6/2015, Jueves de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (16, 6b-12. 15-16)
En aquellos días, Saray maltrató a Agar, y ella se escapó. El ángel del Señor la encontró junto a la fuente del desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo: -«Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?» Ella respondió: -«Vengo huyendo de mi señora.» El ángel del Señor le dijo: -«Vuelve a tu señora y sométete a ella.» Y el ángel del Señor añadió: -«Haré tan numerosa tu descendencia que no se podrá contar.» Y el ángel del Señor concluyó: -«Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. Será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.» Agar dio un hijo a Abrahán, y Abrahán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar. Abrahán tenía ochenta y seis años cuando Agar dio a luz a Ismael.
Salmo responsorial (Sal 105, 1-2. 3-4a. 4b-5)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza? 
R.
Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia.
Acuérdate de mí por amor a tu pueblo. 
R.
Visítame con tu salvación: para que vea la dicha de tus escogidos,
y me alegre con la alegría de tu pueblo, y me gloríe con tu heredad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 21-29)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: 'Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados." El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se para aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente. » Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

25 junio 2015. Jueves de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Los primeros momentos de la oración son muy importantes, de ellos depende nuestra actitud general en la oración del día y empezar a mantener la atención en el diálogo amoroso y de amistad con Jesús. En cuanto a la actitud creo que lo mejor es el ofrecimiento de obras. Que vayan por delante nuestros mejores deseos e intenciones. Podemos decir: “Señor, Jesús, que todas mis acciones, intenciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina Majestad”. O con la oración siguiente:
¿Qué quiero, mi Jesús?Quiero quererte. Quiero cuanto hay en mí del todo darte. Sin tener más placer que el de agradarte. Sin tener más temor que el de ofenderte.
Seguidamente nos ofrecemos a Jesús con una de las oraciones que nos sabemos de memoria o improvisando una que nos salga del corazón. En cuanto a mantener la atención un consejo psicológico es el “uso de la raqueta” que consiste en despejar mediante la repetición mental de una palabra, jaculatoria o breve frase las distracciones, como se hace con una raqueta para controlar una pelota. Por ejemplo, no puedo cortar con las preocupaciones que me asaltan por tal tarea o sentimiento, pues doy un “raquetazo” diciendo: ¡Jesús! o ¡Señor, Jesús!…, se trata de encontrar la raqueta adecuada y para ello hay que ir probando.
Para meditar el Evangelio del día nos podemos imaginar a Jesús sentado en lo alto del monte, enseñando a las gentes y rodeado de sus discípulos.
1.- No todo el que me dice; “Señor”, “Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Ser creyente, ser discípulo de Jesús, no consiste en decir que se cree en Dios, que soy cristiano o en rezar oraciones de memoria. Eso por sí sólo no basta para que Dios nos reconozca. Jesús con esta enseñanza quería corregir la religiosidad de muchos de sus contemporáneos, que pensaban que bastaba con las palabras, con decir: soy judío, pertenezco al Pueblo elegido. Jesús añade que es necesario cumplir la voluntad del Padre. ¿Y cuál es la voluntad de Dios? “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación.” (1Tes 4,3)
2.-La doctrina de Jesús es segura y nos libera.
Aquí tenemos dos características de una buena enseñanza: que sea liberadora (verdadera y vivificante) y que sea segura. Jesús, en el Evangelio de hoy nos pone un ejemplo, una parábola. El que escucha la palabra y la pone por obra se parece a un hombre que edifica su casa sobre roca, es decir, sobre un cimiento seguro. Ese hombre, al igual que la casa bien cimentada, perseverará hasta el final. No caerá ante las dificultades, no se echará atrás cuando las cosas se pongan feas o cuando se encuentre cansado, aburrido. Nuestro cimiento espiritual debe ser el mismo Jesús. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1Cor 3,11). Él es el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre si no es a través Jesús. “Quien tiene al Hijo tiene la vida, y quien no tiene al Hijo carece de ella” (Jn 5,12). Porque “Yo he venido para que las almas tengan vida y la tengan en abundancia”: (Jn 10,10

Podemos terminar nuestra oración pidiendo los mismos pensamientos y sentimientos que tenían los que escuchaban a Jesús. Ellos, llenos de admiración decían: este enseñar es nuevo, enseña con autoridad, no como los escribas (Mt 7, 29). Para el evangelista Mateo esta es como la conclusión de todo el Sermón de la Montaña. Que como María vayamos guardando todo lo que nos dice el Señor en el corazón.

24/6/2015, Natividad de san Juan Bautista

Lectura del libro de Isaías (49, 1-6)
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenla mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel - tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza -: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Salmo responsorial (Sal 138, 1-3. 13-14. 15)
R. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. 
R.
Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. 
R.
No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. 
R.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 22-26)
En aquellos días, dijo Pablo: -«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66. 80)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -«¡ No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: -«Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

24 junio 2015. Natividad de san Juan Bautista – Puntos de oración

Sumergidos ya en la Campaña de la Visitación, celebramos hoy el nacimiento de aquel que fue santificado en el seno de su madre, santa Isabel, al recibir la visita de la Virgen de María portando en su seno al Salvador. San Juan Bautista es el precursor de Jesús, el gran profeta que preparó el camino al Mesías. Nos dice el P. Morales que María fue formando en Juan poco a poco, durante los tres meses de su estancia en la montaña de Judea, con inefable cariño maternal, con las gracias que le comunicaba, al futuro Heraldo de Cristo, el Precursor. Una forma de comenzar nuestra oración hoy es pedirle a la Virgen que esta nueva campaña de la Visitación nos dejemos formar por ella, siendo fieles al olvido de nosotros mismos, para ser hoy esos heraldos que abren camino a Cristo en sus ambientes de vida.
¿Qué pide hoy la Iglesia en la fiesta del nacimiento del Bautista? “Concede a tu familia el don de la alegría espiritual” (oración colecta de la misa). Estamos terminando un curso, seguramente fatigados del esfuerzo y anhelando las vacaciones. Echamos la vista atrás y ¿qué nos produce alegría de lo que hemos vivido? Recuerdo un año, cuando daba clases de religión, que al terminar el curso me parecía que había sido poco provechoso en frutos, un tanto vacío y estéril apostólicamente, comparado con los anteriores. Llegó este día de san Juan y rezando con los textos de la liturgia comencé a sentir una gran alegría al pensar que había estado preparando los caminos del Señor; más allá de los frutos cosechados, de la respuesta obtenida, solo el hecho de haber intentado abrir paso a Cristo en las clases, en las actividades, en la entrega diaria… era algo grande y maravilloso, que había merecido la pena en sí mismo. ¿Hay algo mejor en lo que emplear las fuerzas?
Por eso, si al finalizar este curso tienes la sensación de haberte cansado en vano, de haber gastado en nada y en viento tus fuerzas, como el siervo de Yahvé de la primera lectura, déjate inundar de la alegría de haber abierto caminos a Jesús con tu presencia, con tu trabajo escondido, con tu vida ofrecida cada mañana, con tu apostolado de palabra y de obra.
En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos narra cómo los planes de Dios se realizan a través de personas en las que encuentra colaboradores para realizar sus designios. Nos cita a David, “hombre conforme a mi corazón” y a Juan Bautista que va delante del Señor predicando la conversión. Hoy también busca Dios amigos fuertes en los que apoyarse, que sean nuevos precursores como los describe el P. Morales: “Nuevos precursores que sean ‘testigos vivientes de lo eterno’ (Pio XII), con su vida ejemplar y alegre, limpia de egoísmo. María es quien los prepara en estos meses. Quiere hacerlo en cantidades industriales, fabulosas, pues ‘mucha es la mies y pocos los operarios, (Lc 10, 2). Ella, como la Iglesia, de quien es tipo y figura, llora con Jesús en este verano que es invierno para las almas. Esos Precursores, esos Misioneros del Amor, tienen que copiar el veraneo de la Virgen. Olvidarse, salir de sí para llevar a Jesús a todos”.

Pues bien, déjate encontrar hoy por este Dios que te busca para llevar a cabo sus planes de misericordia sobre esta humanidad sedienta de paz. Si te sientes pequeño para esta misión, pídele a la Virgen que acoja en su regazo y que forme en ti un corazón a semejanza del de su Hijo Jesús. Pide también por ese grupo de jóvenes que este verano va a ir a Perú y a Gales a anunciar el evangelio de la gracia de Cristo, para que sean instrumentos elegidos por el Señor para cumplir sus designios.

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