Empezamos nuestra oración invocando
al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el
fuego de tu amor”.
Una vez que ya nos hemos puesto en
presencia de Dios pidiendo la asistencia del Espíritu Santo, podemos repetir al
Señor lentamente y varias veces: “Jesús en Ti confío, Jesús en Ti confío, …”.
El pasado miércoles día 8 celebramos
la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Es la Esperanza que
Dios nos anuncia en medio del Adviento y nos ayuda a caminar en la preparación
de nuestro corazón para acogerle el día de Navidad con la mejor disposición
posible. María recibió el anuncio del ángel Gabriel, de que iba a se la madre
del Salvador. Cuando lo hizo no se quedó parada, como si eso le hiciese mirarse
a si misma y sentirse bienaventurada por ello, si no que salió a la misión. Se
olvidó de si misma y salió a darse por entero para ayudar a su prima Isabel y a
transmitirle la buena nueva y su alegría.
Nosotros hemos recibido también esa
noticia de Dios, la esperanza del próximo nacimiento de nuestro Salvador. Y por
lo tanto la menor manera de prepararnos para su nacimiento es compartir esa
gran alegría con los demás, siguiendo el ejemplo de la Virgen María. También
podemos seguir el ejemplo que nos marcan las lecturas de la Misa para el día de
hoy. Dios envió a Elías y a Juan el Bautista para anunciar a todos la llegada
del Señor. Ellos eran profetas enviados por Dios. Nosotros también, por el
sacramento del Bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes, y por el sacramento
de la Confirmación recibimos el Espíritu Santo y se nos envía, como a los
discípulos, a anunciar el Evangelio a todas las gentes. Por lo tanto, a ejemplo
de la Virgen María, de Elías y de Juan el Bautista, la debemos salir de
nosotros mismos, porque ello nos ayudará a prepararnos mejor para el nacimiento
de Jesús. Anunciar a todos que Dios viene y que nace en medio de nuestra
sociedad, en un tiempo tan convulso como el que vivimos, en el cual se oculta
el verdadero Sentido de la Navidad.
Le pedimos a la Virgen María, Madre
del Adviento, que interceda por nosotros para que Dios nos dé las armas necesarias para remar contracorriente y cambiar
el sentido de la ola relativista que nos envuelve.