1/10/2016, Santa Teresa de Lisieaux

Lectura de la profecía de Isaías (66,10-14c)
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo se alegrará vuestro corazón y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos.
Salmo responsorial (Sal 130,1.2.3)
R. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad.
R.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
R.
Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,1-4)

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: -«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?» Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: -«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.»

1 octubre 2016. Santa Teresa de Lisieaux – Puntos de oración

Hoy nos va a ayudar a orar la joven doctora de la Iglesia Teresa del Niño Jesús. Ella es también adalid, modelo y protectora nuestra, según el deseo del P. Morales. Es también el XXII aniversario de su partida al cielo, por lo que damos gracias a Dios por la vida de nuestro fundador, por ser instrumento de Dios para impulsarnos a la santidad. Comenta el Padre que santa Teresita “realiza el mayor invento, el más sublime descubrimiento: santidad sencilla por caminito de abandono y confianza”. Es el camino de la infancia espiritual, que nuestra santa encuentra en la Palabra de Dios que hoy se nos propone en la Eucaristía: “El que se haga pequeño como este niño…”
Nuestro afán de santidad es muchas veces un deseo de ser grandes en el Reino de los cielos por nuestros propios méritos, virtudes y hazañas realizadas. Teresa de Lisieaux elige el camino contrario, hacerse pequeña: “Lo que le agrada a Dios en mi pobre alma, lo que le agrada, es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega que tengo en su misericordia... Este es mi único tesoro… Mantengámonos, pues, muy lejos de todo lo que brilla, amemos nuestra pequeñez, deseemos no sentir nada. Entonces seremos pobres de espíritu y Jesús irá a buscarnos, por lejos que nos encontremos, y nos transformará en llamas de amor...”
Precisamente lo que nos humilla, que es vernos pobres y llenos de miserias, el constatar que el ideal de la santidad está más allá de nuestras fuerzas, es lo que Teresita consideró como la gran oportunidad de confiar y esperarlo todo del amor misericordioso de Dios. “La sencillez, la infancia espiritual, el abandono filial: aquí está el atajo”, comenta el P. Morales sobre el hallazgo que hizo la santa en la Palabra de Dios.
Un aspecto concreto y muy práctico que ella vivió es que no se desanimaba al ver su pobreza y debilidad, sino que sacaba partido de todo para avanzar en el amor. Era muy positiva porque todo lo veía desde el gran amor que Dios nos tiene. Diríamos que vivía la “espiritualidad de las miserias”, como reflejan estas palabras suyas, en las que nos cuenta cómo preparaba su encuentro con Jesús en la Comunión y cómo reaccionaba al ver sus distracciones y el sueño que le invadía durante la acción de gracias:
“Me imagino a mi alma como un terreno libre, y pido a la Santísima Virgen que quite los escombros que pudieran impedirle esa libertad. Luego le suplico que monte ella una gran tienda digna del cielo y que la adorne con sus propias galas. Después invito a todos los ángeles y santos a que vengan a dar un magnífico concierto. Y cuando Jesús baja a mi corazón, me parece que está contento de verse tan bien recibido, y yo estoy contenta también…
Pero todo esto no impide que las distracciones y el sueño vengan a visitarme. Pero al terminar la acción de gracias y ver que la he hecho tan mal, tomo la resolución de vivir todo el día en una continua acción de gracias…
Ya ves, Madre querida, que Dios está muy lejos de llevarme por el camino del temor. Sé encontrar siempre la forma de ser feliz y de aprovecharme de mis miserias… Y estoy segura de que eso no le disgusta a Jesús, pues él mismo parece animarme a seguir por ese camino…”

Su pequeñez la hacía pedir ayuda a la Virgen para disponer su alma para recibir a Cristo. Sin duda que salía ganando obrando así. Y luego transformaba sus miserias en ocasiones para amar a Jesús. Piensa un momento en tus fallos, tus debilidades no pactadas, y pregúntate cómo “aprovecharte” de ellas para aumentar en humildad, en confianza y en amor. Pídele ayuda a santa Teresa del Niño Jesús para aprender a “encontrar siempre la forma de ser feliz”. Esto sucede cuando vemos las cosas y a nosotros mismos con los ojos misericordiosos de nuestro Padre del cielo.

30/9/2016, Viernes de la XXVI semana de Tiempo Ordinario – San Jerónimo

Lectura del libro de Job (38, 1. 12-21; 40, 3-5)
El Señor habló a Job desde la tormenta: « ¿Has mandado en tu vida a la mañana o has señalado su puesto a la aurora, para que agarre la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados, para que la transforme como arcilla bajo el sello y la tiña como la ropa; para que les niegue la luz a los malvados y se quiebre el brazo sublevado? ¿Has entrado por los hontanares del mar o paseado por la hondura del océano? ¿Te han enseñado las puertas de la muerte o has visto los portales de las sombras? ¿Has examinado la anchura de la tierra? Cuéntamelo, si lo sabes todo. ¿Por dónde se va a la casa de la luz y dónde viven las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su país o enseñarles el camino de casa? Lo sabrás, pues ya habías nacido entonces y has cumplido tantísimos años.» Job respondió al Señor: «Me siento pequeño, ¿qué replicaré? Me taparé la boca con la mano; he hablado una vez, y no insistiré, dos veces, y no añadiré nada.»
Salmo responsorial (Sal 138, 1-3. 7-8. 9-10. 13-14ab)
R. Guíame, Señor, por el camino eterno.
Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. 
R.
¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. 
R.
Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. 
R.
Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 13-16)

En aquel tiempo, dijo Jesús: -« ¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado. »

30 septiembre 2016. Viernes de la XXVI semana de Tiempo Ordinario – San Jerónimo – Puntos de oración

Cuando leo el salmo 138, no puedo dejar de recordar a un “hombre de Dios” que ya disfruta del “rostro del Padre”. Al leer Señor, tú me sondeas y me conoces quedaba como “extasiado”, desde fuera uno percibía que algo profundo estaba ocurriendo allí. A medida que explicaba el salmo los ojos empezaban a brillar y a humedecerse. No había duda que hablaba desde el corazón, que intentaba trasmitir la vivencia más profunda que albergaba en su interior.
Me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos”. Aquel hombre, había caído en la cuenta que en lo más profundo de nosotros, habita Dios. Él  nos conoce más profundamente que nosotros mismos: todas mis sendas te son familiares”. Con estos sentimientos, solo hay una opción en la vida: vivir en la verdad.
El  evangelio de Lucas de hoy, es una parte del capítulo 10, encuadrado a su  vez en el contexto de las enseñanzas que da  Jesús a sus discípulos, para prepararles al apostolado. El hombre de aquella época, como el de hoy,  vivía «dentro de sí el drama de no aceptar la salvación de Dios», porque querría «salvarse a su modo». Y Jesús llega incluso a llorar por esta «resistencia» del hombre, volviendo a proponer siempre su misericordia y su perdón.
En este pasaje del Evangelio se presenta a un Jesús que «parece algo enojado». Y «habla a esta gente para hacerla razonar», diciendo: «Si en las ciudades paganas se hubieran hecho los milagros que se hicieron entre vosotros, se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Y vosotros, no». Así, Jesús hace como un resumen de toda la historia de la salvación, remarcando el drama de no querer ser salvados;  el drama de no aceptar la salvación de Dios. Como si los hombres le dijeran: «Sálvanos, Señor, pero a nuestro modo».
¡Qué absurdo, buscar la salvación fuera del camino que nos propone quien nos ha creado y quien nos conoce mejor que nosotros mismos!, como nos enseña el salmo. 
Tan absurdo como el comportamiento de aquel personaje que nos cuenta Unamuno, en su novela Niebla: Augusto Pérez. Aquel personaje va a visitar al propio Unamuno, para pedirle que le borre de la novela, quiere ser libre y no moverse a las órdenes de un guion. En su delirio, llega a plantearse hasta la posibilidad de matar al propio autor.
Unamuno se irrita con Augusto y le aparta de su lado, Dios tiene una infinita paciencia con cada uno de nosotros. Si escalo el cielo, allí estás tú”; Nos espera en cada recodo del camino. Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha.” Nos ama con ese amor de madre, que como dice la canción: “Y una madre no se cansa de esperar”.

Acabemos estas reflexiones con un coloquio con Jesús.  San Ignacio nos lo precisa: “el coloquio se hace, propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor: cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas. Y decir un Pater noster”.

29/09/2016, Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Lectura de la profecía de Daniel (7, 9-10. 13-14)
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo responsorial (Sal 137, 1-2a. 2b-3. 4-5. 7c-8)
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. 
R.
Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. 
R.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (1, 47-51)

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: -«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. » Natanael le contesta: -«¿De qué me conoces?» Jesús le responde: -«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: -«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: -«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: -«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

29 septiembre 2016. Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael – Puntos de oración

Hoy celebramos la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Celebrar esta fiesta nos ayuda a no olvidar el mundo de lo sobrenatural. Un mundo que no por ser invisible, es menos real. Tan real como las ondas de un horno microondas o el wifi del ordenador. Realidades invisibles pero que actúan, son eficaces y que nos configuran la vida. Así pasa también con el mundo sobrenatural, el que habitan los ángeles.
La Sagrada Escritura revela misiones singulares para cada uno de ellos. Es decir, que no son seres impersonales, son seres espirituales con nombre propio y carácter definido.
Miguel significa ¿Quién como Dios?. Es el que encabeza la defensa de los planes de Dios frente a la rebelión de la soberbia, la rebelión de los ángeles que se negaron a servir al Hijo de Dios hecho hombre. Es el defensor fiel de la dignidad divina, el defensor de Dios y de su reino, es decir, la Iglesia, nosotros. Por eso se le representa dominando al dragón, símbolo del demonio, enemigo de Dios y de su obra y, por tanto, del hombre. Miguel nos defiende de las acechanzas del demonio. Que no lo veamos o sintamos no quiere decir que no exista o que no podamos sentir los efectos de su protección. Como ocurre con el sistema inmunitario de nuestro organismo, que no lo sentimos ni percibimos y que sin embargo nos está protegiendo constantemente de los procesos infecciosos y de los gérmenes que nos rodean. Sin un sistema inmunitario fuerte no estaríamos protegidos frente al medio exterior.
Gabriel, mensajero de Dios, anunció a la Virgen María el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina. Embajador real que goza de la plena confianza de Dios, que fue enviado para hablar en Su nombre e iniciar los tiempos mesiánicos. Es el ángel que irrumpe en la vida cotidiana de la humanidad, en una escueta visita, a una humilde doncella, en una aldea de Galilea llamada Nazaret.
Rafael, medicina de Dios, compañero de camino de la Iglesia que peregrina por este mundo. Acompañante, bálsamo,  consejero. Es fiel reflejo de la bondad de Dios que nos acompaña todos los días de nuestra vida.
Estos son los tres Arcángeles que guían y velan por la Iglesia: protegiéndola de las acechanzas del maligno, anunciando la palabra de Dios, haciéndonos partícipes de Su voluntad, y acompañándonos y fortaleciéndonos a lo largo del camino.

Esta es la realidad sobrenatural de la que nos gozamos y celebramos hoy. Esta es la realidad que nos hace vivir confiados y serenos en la seguridad de que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia. Nos lo ha dicho el Señor, así como también: -«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

28/9/2016, Miércoles de la XXVI semana de Tiempo Ordinario – San Wenceslao

Lectura del libro de Job (9, 1-12. 14-16)
Respondió Job a sus amigos: «Sé muy bien que es así: que el hombre no es justo frente a Dios. Si Dios se digna pleitear con él, él no podrá rebatirle de mil razones una. ¿Quién, fuerte o sabio, le resiste y queda ileso? Él desplaza las montañas sin que se advierta y las vuelca con su cólera; estremece la tierra en sus cimientos, y sus columnas retiemblan; manda al sol que no brille y guarda bajo sello las estrellas; él solo despliega los cielos y camina sobre la espalda del mar; creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur; hace prodigios insondables, maravillas sin cuento. Si cruza junto a mí, no puedo verlo, pasa rozándome, y no lo siento; si coge una presa, ¿quién se la quitará?; ¿quién le reclamará: "Qué estás haciendo'? Cuánto menos podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera razón, no recibiría respuesta, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y me respondiera, no creo que me hiciera caso.
Salmo responsorial (Sal 87, l0bc 11. 12-13. 14-15)
R. Llegue hasta ti mi súplica, Señor.
Todo el día te estoy invocando, tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos? ¿Se alzarán las sombras para darte gracias? 
R.
¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla, o tu justicia en el país del olvido? 
R.
Pero yo te pido auxilio, por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas y me escondes tu rostro? 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 57-62)

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: -«Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: -«Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro le dijo: -«Sígueme.» Él respondió: -«Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: -«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios. » Otro le dijo: -«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia. » Jesús le contestó: -«El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

28 septiembre 2016. Miércoles de la XXVI semana de T.O.- – San Wenceslao – Puntos de oración

Las lecturas de la misa de hoy son muy elocuentes y nos dejan muchas pistas sobre la relación que debemos tener con el Señor. La lectura continuada del libro de Job que estamos haciendo es una gozada para nuestro espíritu: te invito a escucharla todos los días con atención. Job está siendo vapuleado en todos los aspectos de su vida y sin embargo no reniega de su Dios que, primero todo se lo dio y después todo se lo quitó. En el texto que hemos leído hoy afirma que si Dios pasa a su lado y quiere tomar algo de él; ¿quién es él para negárselo?
El texto del Evangelio de hoy incide especialmente en la vocación: por el texto van desfilando personajes que quieren seguir al Señor pero le ponen determinadas condiciones que los incapacita para el reino de los cielos. Nos parecen unas condiciones duras, pero hay que entenderlas en su significado: A otro le dijo: “sígueme”. Él le respondió: “Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre”. Le contestó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”. No podemos entender esta escena como que ha muerto el padre de este joven y Jesús le impide ir a enterrarlo; más bien este joven le plantea al Señor quedarse con su padre hasta que muera y luego ya lo seguirá. Es decir, poner impedimentos al seguimiento del Señor porque, en el fondo, no se quiere seguir al Señor: eso es lo que el Señor había detectado en ese joven. Cuando el Señor llama, es necesario dejarlo todo, incluso la letra a medio escribir, levantarse y seguir al Señor.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de los de mi casa”. Jesús le contestó: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de los cielos”.
Cuando se toma una decisión es necesario quemar las naves; como hizo Cortés en los momentos anteriores a la conquista de México. Se ha preparado una flota de diez barcos que han salido desde la Española y pretenden conquistar las tierras que están en el continente. Han desembarcado y en los primeros contactos con los indígenas la mayoría se da cuenta de la enorme dificultad que tiene la empresa, dudan y miran de reojo a las diez naves que se han quedado en la costa esperándoles. Cortés que se da cuenta y manda quemar nueve de las naves y ofrece la que queda a los miedosos que dudan; nadie se vuelve y manda quemar la nave que quedaba. Ahora ya no hay vuelta atrás, ya sólo es posible mirar hacia delante y estos hombres fueron capaces de llevar a cabo uno de los hechos más prodigiosos de la historia.
Analiza en tu vida cuáles son las diez naves que te impiden mirar hacia delante y quémalas. Mira a Jesús y rompe los hilillos y las cadenas que aún te sujetan a tu vida pasada. Es posible que hayas hecho entrega de tu vida al Señor y sin embargo le estás negando ese caprichillo que te tiene absorbido. Mira a la Virgen.

Ella jamás miró hacia atrás. El ejemplo de la Madre nos tiene que ayudar. Fíjate, en una cosa nosotros somos superiores a la Virgen y es que Ella no tuvo a la Virgen María que la consoló, que le dio fuerzas y le animó a seguir luchando continuamente. Pídele ayuda.

27/09/2016, Martes de la XXVI semana de Tiempo Ordinario – San Vicente de Paúl

Lectura del libro de Job (3, 1-3. 11-17. 20-23)
Job abrió la boca y maldijo su día diciendo: «¡Muera el día en que nací, la noche que dijo: "Se ha concebido un varón"! ¿Por qué al salir del vientre no morí o perecí al salir de las entrañas? ¿Por qué me recibió un regazo y unos pechos me dieron de mamar? Ahora dormiría tranquilo, descansaría en paz, lo mismo que los reyes de la tierra que se alzan mausoleos, o como los nobles que amontonan oro y plata en sus palacios. Ahora sería un aborto enterrado, una criatura que no llegó a ver la luz. Allí acaba el tumulto de los malvados, allí reposan los que están rendidos. ¿Por qué dio luz a un desgraciado y vida al que la pasa en amargura, al que ansía la muerte que no llega y escarba buscándola más que un tesoro, al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir sepultura, al hombre que no encuentra camino porque Dios le cerró la salida?»
Salmo responsorial (Sal 87, 2-3. 4-5. 6. 7-8)
R - Llegue hasta ti mi súplica, Señor.
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor. 
R.
Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido. 
R.
Tengo mi cama entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. 
R.
Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 51-56)

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tornó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: -«Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

27 septiembre 2016. Martes de la XXVI semana de T.O. – San Vicente de Paúl – Puntos de oración

¡Qué humano es el evangelio de este día.., y al mismo tiempo que divino...! Humano en cuanto a la reacción que tienen Santiago y Juan, al ver que son rechazados por ese pueblo de samaritanos, por el solo hecho de ir en dirección a Jerusalén..; y que divino por la actitud de Jesús, que reprende a estos dos hermanos y continua sin más su camino...
¿Y nosotros, que hubiéramos hecho en semejante ocasión..? Creo que Santiago y Juan representan a toda la humanidad, y con ella a nosotros también... ¡Qué fácilmente devolvemos mal por mal, y qué difícilmente nos sobreponemos al mal de los demás...!
Algunas traducciones, traducen las palabras de Cristo así: "¡No sabéis de que espíritu sois..!
Hoy puede ser un buen día para examinar nuestro espíritu, por ver si es concorde con el del Evangelio, pues fácilmente podemos salirnos del mismo, bajo capa de necesidad, conveniencia e incluso mayor Gloria de Dios...
¿En qué consiste el espíritu del Evangelio? Decir evangelio, y decir Cristo, es, o debería ser lo mismo... A mi entender, creo que el mejor resumen de ese espíritu de Cristo se encuentra en las Bienaventuranzas. Pongámonos a examen:
¿Tengo un espíritu de pobreza..., tanto material como espiritual...?
¿Tengo un espíritu de mansedumbre..., ante un mundo de violencia..?
¿Sé lo que es llorar por el otro..., o maldigo la hora en que el otro me hace llorar...?
¿De qué tengo yo hambre en mi vida? ¿Es de justicia, de amor y de paz...?
¿Qué lugar ocupa la misericordia en mi acontecer diario...?
¿Cómo miro a los demás, hay limpieza en mi corazón?
¿Trabajamos por la paz…?
¿Que siento cuando me persigue la incomprensión, el olvido o la negligencia de los otros...?
Ya sé Señor, de que espíritu soy, pero necesito la fuerza de tu amor para poder vivirlo en mi acontecer de cada día... ¡No me niegues tu Santo Espíritu, y así seré una sola cosa contigo...!
S. Pablo nos dice en su carta a los Romanos: "A nadie devolváis mal por mal. Procurad lo bueno ante toda la gente. En la medida de lo posible y en lo que dependa de vosotros, manteneos en paz con todo el mundo. No os toméis la venganza por vuestra cuenta, queridos; dejad más bien lugar a la justicia, pues está escrito: "Mía es la venganza, yo daré lo merecido, dice el Señor. Por el contrario, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de beber: actuando así amontonarás ascuas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal, antes vence el mal con el bien..." (Rom. 12,17-21).

Que hoy salgamos de nuestra oración con el firme propósito de "no devolver mal por mal" sino todo lo contrario... Esto lo conseguiremos, si miramos a Jesús como él nos mira a nosotros desde la Cruz...

26/09/2016, Lunes de la XXVI semana de T. Ordinario – San Cosme y San Damián

Lectura del libro de Job (1, 6-22)
Un día, fueron los ángeles y se presentaron al Señor; entre ellos llegó también Satanás. El Señor le preguntó: -«¿De dónde vienes?» Él respondió: -«De dar vueltas por la tierra.» El Señor le dijo: -« ¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y se aparta del mal.» Satanás le respondió: -« ¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido, a él, a su hogar y todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se ensanchan por el país. Pero extiende la mano, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldecirá en tu cara. » El Señor le dijo: -«Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques. » Y Satanás se marchó. Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job y le dijo: -«Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a ¡os mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo. » No habla acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: -«Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido tus ovejas y pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo.» No habla acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: -«Una banda de caldeos, dividiéndose en tres grupos, se echó sobre los camellos y se los llevó, y apuñaló a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo.» No habla acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: -«Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo. » Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.» A pesar de todo, Job no protestó contra Dios.
Salmo responsorial (Sal 16, 1. 2-3. 6-7)
R. Inclina el oído y escucha mis palabras.
Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño. 
R.
Emane de ti la sentencia, miren tus ojos la rectitud.
Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego, no encontrarás malicia en mí. R.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 46-50)

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: -«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.» Juan tomó la palabra y dijo: -«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.» Jesús le respondió: -«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro. »

26 septiembre 2016. Lunes de la XXVI semana de T. O. – San Cosme y San Damián – Puntos de oración

Lc 9, 46-50
Al iniciar la oración es conveniente comenzarla con una cierta preparación externa que nos llevará a la actitud interna del conocimiento del Señor, siendo consciente de qué es lo que voy a hacer y ante quién lo voy a hacer.
En el grupo de los discípulos de Jesús discutían, como en cualquier grupo humano, quien era el más importante, es decir, quien era el que tenía más cualidades o estaba mejor preparado para ocupar el puesto más importante en el futuro reino que ellos esperaban, esta misma discusión la van a tener en varias ocasiones, es la prueba de más evidente de que no entendían o no estaban dispuestos a entender qué clase de reino les anunciaba Jesús.
Jesús se lo va a volver a explicar de la forma más sencilla y más gráfica posible para que todos los puedan entender, de una forma que en aquel tiempo era muy corriente en los maestros de Israel. Coloca a un niño a su lado y dice: “El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante”.
En el tiempo de Jesús más que en el nuestro, el niño representa al humilde, al débil, al indefenso, al despreciado, cuyo valor social es nulo. Pues según Jesús ese es el más importante en el Reino que Él nos trae. En todos los ámbitos de nuestra sociedad los que tienen funciones de responsabilidad, los que deciden, los que están en la presidencia o los que sobresalen por sus cualidades esos son los más importantes.
El criterio de Jesús para medir la grandeza personal está en total contraposición de las reglas vigentes de nuestra sociedad y por tanto de nosotros. El que sirve a los más pequeños, en todos los sentidos y no el que manda, ese es el más grande en el Reino de Dios. Cuando se escribe este evangelio la comunidad cristiana tenía ya experiencia de los problemas diarios que estaban viviendo de grandes y pequeñas ambiciones y rivalidades y que nos describen también las cartas apostólicas. Es necesario volver una y otra vez a los evangelios ya que la razón última que hace el Señor se basa en su propia persona y en su ejemplo.
Es una buena oportunidad para preguntarnos: ¿Qué reino espero yo? ¿qué criterios aplico para relacionarme con las personas?

Al final de la oración no olvidarnos de darle gracias a Dios Padre por las gracias recibidas, por su luz y por su fuerza, y a la vez pedir perdón por tantas veces como he cerrado el oído para no escuchar sus palabras de salvación.

25/09/2016, Domingo de la XXVI semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura de la profecía de Amós (6, 1a. 4-7)
Así dice el Señor todopoderoso: «¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria! Os acostáis en lechos de marfil; arrellenados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José. Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos.»
Salmo responsorial (Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10)
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos,
él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. 
R.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. 
R.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. 
R.
Lectura de la primera carta apóstol san Pablo a Timoteo (6, 11-16)
Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16, 19-31)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: - «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. " Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

25 septiembre 2016. Domingo de la XXVI semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Este pasaje del Evangelio nos pincha en donde más nos duele, nos hace preguntarnos: ¿es que es pecado ser rico? ¿Es que está mal tener cosas buenas?
Pienso que Jesús no nos habla ni de nuestras pertenencias y cualidades, ni de lo que hacemos o dejamos de hacer en un momento determinado, sino de una actitud de fondo: Por una parte: ¿Qué sentimos por el que no tiene nada?: ¿Incredulidad, rechazo, estorbo, le juzgamos...? ¿U oramos, confiamos, acompañamos...? Por otra: ¿Cómo utilizamos nuestras riquezas? ¿Aprovechamos nuestros dones y personalidad para ayudar a la sociedad e intentarla hacer más feliz transparentando a Dios? ¿Ponemos a disposición de nuestros seres queridos y del prójimo nuestras pertenencias despojándonos de lo que realmente no nos haga falta? ¿O por el contrario nuestros dones nos suben el ego y nos alejan de los demás y de Dios? ¿Construimos murallas para nuestros tesoros o los compartimos exclusivamente para aparentar y alardear?
Preguntémonos mañana en nuestra oración por nuestra actitud sobre Dios, sobre nosotros mismos, nuestras cosas y los demás, para que Dios nos pueda ir contestando, desgranándonos y haciendo que nos descubramos y entendamos a nosotros mismos, y seguir abriéndonos más interrogantes para poder colaborar en su plan salvífico.

Pidámosle a nuestra Madre María saber esperar sin entender, como Ella hizo, para poder actuar conforme al deseo de Dios y así entenderle e irse acercando cada vez más a Él.

24/9/2016, Sábado de la XXV semana de T.O. – Nª Señora de la Merced

Lectura del libro del Eclesiastés (11, 9-12, 8)
Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón, de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo. Rechaza las penas del corazón y rehúye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras. Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud, antes de que lleguen los días aciagos y alcances los años en que dirás: «No les saco gusto.» Antes de que se oscurezca la luz del sol, la luna y las estrellas, y a la lluvia siga el nublado. Ese día temblarán los guardianes de casa y los robustos se encorvarán, las que muelen serán pocas y se pararán, las que miran por las ventanas se ofuscarán, las puertas de la calle se cerrarán y el ruido del molino se apagará, se debilitará el canto de los pájaros, las canciones se irán callando, darán miedo las alturas y rondarán los terrores. Cuando florezca el almendro, y se arrastre la langosta, y no dé gusto la alcaparra, porque el hombre marcha a la morada eterna y el cortejo fúnebre recorre las calles. Antes de que se rompa el hilo de planta, y se destroce la copa de oro, y se quiebre el cántaro en la fuente, y se raje la polea del pozo, y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio. Vanidad de vanidades, dice Qohelet, todo es vanidad.
Salmo responsorial (Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17)
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. 
R.
Los siembras año por año, como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. 
R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. 
R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 43b-45)

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: -«Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.» Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

24septiembre 2016. Sábado de la XXV semana de T.O. – Nª Señora de la Merced – Puntos de oración

Mañana sábado celebramos la última de las fiestas marianas de nuestra Campaña de la Visitación, Nuestra Señora de la Merced, llamada también: Nuestra Señora de la Misericordia. Se podría decir que celebraremos la Fiesta de la Patrona del Año Jubilar en el que estamos inmersos. Es un buen momento para entrar en presencia de la Madre de la Misericordia y darle gracias por todos los beneficios que, a través de Ella, el Señor está derramando en nosotros y en toda la Iglesia en lo que va de este tiempo de gracia.
Las lecturas que nos ofrece la liturgia en este día nos interpelan de tal forma que nos hacen elevar la mirada hacía el fin último de nuestra vida, para recordarnos de que somos peregrinos en esta tierra, que nada es eterno…  sólo Dios, que nuestra vida pasa y que debemos vivirla con intensidad, haciendo el mayor bien al mayor número.
El libro de Eclesiastés o Qohélet nos sorprende siempre con la belleza y la profundidad de sus poemas, cargados de sensatez y sabiduría, no por nada atribuyen su autoría al rey Salomón. La juventud es la etapa de la vida donde se forjan los grandes ideales, donde nace en el corazón un impulso interior para darlo todo, y es esa la imagen que utiliza el autor del texto para darnos una enseñanza: “Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón, de lo que atrae a los ojos; pero a sabiendas que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo”… en la vida de fe, el amor de Dios nos mantiene siempre jóvenes en el Espíritu. Podrías preguntarte en este rato de oración, ¿Siento esa vitalidad juvenil en mi vida? ¿Cómo esta ese ímpetu de mis años de juventud?, o si soy joven en edad ¿Vivo con intensidad mi juventud, haciendo que otros se beneficien de ella?, o ¿Vivo mi juventud egoístamente?... El Amor que nos hace siempre jóvenes nos invita a disfrutar positivamente de la vida, a dejarnos llevar por nuestro corazón “misericordiado” (Como diría el Papa Francisco) y a dejarnos atraer por la belleza de la creación… “Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud, antes de que lleguen los días aciagos y alcances los años en que dirás: «No les saco gusto.» Antes de que se oscurezca la luz del sol, la luna y las estrellas, y a la lluvia siga el nublado”… Y AHORA es el tiempo propicio, en el amanecer de tu vida, con juventud renovada, para poner a Dios en el centro de todo, antes de dejar este mundo y llegar al encuentro definitivo con Él. Porque la vida del hombre es “como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca…” sería de mucho provecho profundizar en esas palabras que nos propone el salmo 89 y tomar conciencia de que estamos en las manos misericordiosas del Padre, que vivimos por pura providencia.
Pero muchas veces nos pasa como a los discípulos de Jesús en el Evangelio: nos deslumbra el éxito, nos atraen las modas, nos esforzamos por el “bien-estar” de una vida acomodada, y cuando menos lo pensamos, ya nos hemos instalado de tal forma que pareciera esperamos tener morada eterna aquí en la tierra. Entonces es cuando viene Jesús y nos dice: “Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres”, es decir, “Todo esto se acaba”. Pero no logramos entenderle, nos parecen oscuras sus palabras y nos da miedo enterarnos. Para “meterme bien esto en la cabeza” la petición salmo es precisa: Señor, Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato”.

Al terminar la oración volvamos con el corazón nuevamente a la Madre, pidámosla nos conceda caminar desprendidos de la vanidad del mundo y nos haga vivir con intensidad la recta final de su Campaña.

23/9/2016, Viernes de la XXV semana de Tiempo Ordinario – San Pío de Pietrelcina

Lectura del libro del Eclesiastés (3,1-11)
Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de derruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de desechar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.
Salmo responsorial (Sal 143,1a.2abc.3-4)
R. Bendito el Señor, mi Roca
Bendito el Señor, mi Roca, mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio. 
R.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?;
¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo; sus días, una sombra que pasa. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,18-22)

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»  Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»

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