CRISTO, PALABRA VIVA QUE ME DICE aquí
y ahora “SÍGUEME”
1. CRISTO, PALABRA con mayúscula. Recuerdo el primer mensaje del Papa
Benedicto XVI, el 24 de abril del 2005: No tengo otro programa que escuchar la
palabrada Dios.
¡Queridos amigos! En este momento no
necesito presentar un programa de gobierno. Mi verdadero programa de gobierno
es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto
con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y
dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la
Iglesia en esta hora de nuestra historia.
En estos puntos me gustaría compartir
este mismo sentimiento. Fuera planes, largo palabras-palabras, Facebook,
WhatsApp, mensajitos urgentes pero con minúscula que me “desprograman” de lo
que Dios me tiene programado… Sólo quiero escuchar la PALABRA, la única de
verdad, viva, hecha carne, Dios. La misma que nuestra Madre Iglesia nos propone
cada día.
Pablo nos dice que es “viva y eficaz, y más cortante que
cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del
espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y
las intenciones del corazón” (Heb
4,12)
Si tienes a mano el CD del musical de
la Misericordia la canción número 10 “Mi
palabra es tuya” acerca de la
obra “dar buen consejo” da en el clavo cuando subraya: “Siempre hacer el
bien, ser todo de Dios, no hay que temer. Yo te doy un consejo que te pueda
iluminar, tú acabas confortado, yo te doy mi lealtad”. Una palabra con “minúscula” pero
que en Cristo se convierte en “mayúscula”.
Aleccionados por san Pablo: “Vayamos, entonces, confiadamente
al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un
auxilio oportuno”.
2. PALABRA PURA: La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los
juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. (Salmo 19)
3. PALABRA VIVA Y EFICAZ: Jesús… vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de
recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo
siguió. (Mc 2, 13)
Puedes concluir con el rezo o cántico
del ángelus: “Si al llamarte
Dios, le respondes tú, nueva encarnación en el mundo verás y serás tú el lazo
de unidad” que compuso
Abelardo en “Nueva Encarnación”.