15 enero 2017. Domingo de la segunda semana de Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

Ese es el Cordero de Dios.
Un cierto día, vienen sacerdotes, levitas, fariseos a preguntar a Juan quien es él y por qué bautiza. Juan dice que no es Elías, ni el Profeta, ni el Mesías…. Pero viene uno al que no conocéis (ni yo le he visto nunca) al que no soy digno de desatar la correa de sus sandalias.
Al día siguiente aparece Jesús en la fila de los que se van a bautizar. Cuando está llegando, el Espíritu avisa y Juan no se contiene, ni quiere contenerse, porque ese es el sentido de su vida y exclama (expresar algo en voz alta, con fuerza o vehemencia manifestando emoción o dando vigor y eficacia a lo que se dice, - diccionario): Este es el cordero de Dios…
Todo lo que te he dicho hasta ahora es para que nos situemos, como si estuviésemos allí, para que le pidamos a la Virgen que… lo que quieras. Vemos, oímos dejamos de leer y soñamos. “El cordero de Dios” ¿Dónde aparece antes la figura del cordero? Y te acuerdas de lo del paso del ángel exterminador por Egipto y la forma de librarse de él. Es parecido a los del exterminador a través del pecado y la forma de librarte. Y los corderos que se sacrificaban como reparación por los pecados del pueblo y de las diversas personas. Cordero y degollado (cortada la yugular).
Piensas, sueñas, lloras por tus pecados. Si sabes teología puedes pensar cosas más elevadas; si eres un poco pardillo, te puedes acercar más al espíritu de los niños y Jesús te aproximará a su corazón. En fin, sueñas.
Cuando matan a los corderos, no balan, no se quejan, no tiran de la cuerda hacia atrás para no ir al sacrificio.
La misma frase es la que se nos dice en la Misa.
En el Apocalipsis de San Juan (también existe el de S. Pedro, ver la nota final que es bien bonita), aparece Jesús como cordero degollado.
Cuando te canses de esto puede pasar a la siguiente frase: “que quita el pecado del mundo”. Y vuelves a pensar y soñar y pedir luz al Espíritu Santo, porque tú solo…  Existe el pecado y es tan malo que provoca que Dios venga y sea degollado para salvarnos. Y otros pecan, y yo peco... ¿Qué sentido tiene mi dolor? Si quiero ser como Jesús, ¿quiero también ser degollado, o al menos me gustaría que si me hacen mal, no me queje y lo ofrezca? Por las mañanas, muchos de nosotros decimos algo así: te ofrezco mis trabajos, oraciones, alegrías, sufrimientos y miserias. ¿Cuándo me llegan, me quejo, me revelo?
Para no aburrir paso a otra frase: “El que me envió a bautizar”. Juan no actúa por cuenta propia. Es un “mandao”, hace las cosas que OTRO le manda que haga. Jesús también hace lo mismo: Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió. Padre si es posible que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya. Y yo, ¿hago lo que me mandan o lo que me da la gana? Se pueden sacar más ideas, pero ya vale por hoy.
NOTA: Como todos sabemos en los primeros siglos funcionaba muy mal el correo y peor todavía el internet. Además, si se reunían los obispos o cualquier grupo de cristianos, los romanos se decían: esta es la nuestra, hay muchos juntos, les cogemos y a los leones. Por eso no podían hacer concilios ni coordinarse bien.

Pensemos ahora en las misas, que eran parecidas a las de ahora. Allí hacían lecturas del antiguo Testamento, que Jesús ya dijo que era palabra de Dios pues “no pasará ni una tilde ni un acento sin que se cumpla”. También leían cosas actuales (escritas en aquella época) y en algunos sitios leían este Apocalipsis de San Pedro, pero no el de San Juan, en otros al revés, o ninguno de los dos y lo mismo con otros libros. Así había algunas diferencias de unas diócesis a otras. A los listos que pensaban (Papas, obispos, teólogos…) les parecía muy importante unificar (a los del pueblo llano, que quizás no sabían ni leer, les importaba menos), pero si se reunían a dilucidar… sus cuellos… los leones… En estas, Jesús hace un milagro y le dice al pagano Constantino: “con este signo (está viendo una cruz) vencerás”. La pone en sus estandartes y gana la batalla a Majencio (que era el favorito en las encuestas) en el año 312 (Puente Milvio de Roma, el 28 octubre del 312) y llega a emperador. Después de esto, no se bautiza, pero por lo menos cesan las persecuciones y los obispos se pueden reunir. En el año 398, lo hacen en el Concilio de Cartago (San Agustín) y luego en Hipona y luego… El Concilio dice algo así: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros (Hechos 15,28), que sólo se van a leer en la Misa estos libros (y ponen los 4 evangelios que conocemos, el apocalipsis de San Juan y otros) y estos otros, no (y quitan el Apocalipsis de San Pedro y otros). Ahí empieza el Nuevo Testamento, por decisión de los obispos católicos. Después de bastantes años piensan: si esto y solo esto, es lo que tenemos que leer oficialmente, es que es lo que Dios quiere que leamos, es decir estos libros son “Palabra de Dios”. No lo dice Jesús, que ya había muerto. No lo dice el Espíritu Santo que lo inspira, pero no lo escribe ni lo pronuncia. Lo dicen los obispos de varios concilios locales consecutivos, hasta que se extiende la lista de libros a leer en la Misa por toda la tierra católica. Aquí aparece muy clarito el concepto de “tradición”. Técnicamente la lista de los libros se llama canon.

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