20 enero 2017. Viernes de la segunda semana de T. Ordinario – San Sebastián – Puntos de oración

Introducción
Nuestra oración es nuestra conversación diaria con Jesús. Como nos dice la Santa: "No es otra cosa oración mental, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama". Trato de amistad, soledad, conciencia de ser amado.
Y el objetivo de ese trato de amistad cotidiano es irnos poco a poco haciendo uno con Jesús: adquiriendo sus rasgos, su manera de ser, de estar en el mundo.
Por eso no desaprovechemos cada día la oportunidad de estar con Jesús que es lo único que da sentido al rato de oración de cada mañana.
Puntos
Al iniciar la oración nos ponemos en presencia de Dios con la oración de Ignacio: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas a tu servicio y alabanza.
Una petición que resume el sentido del fragmento que vamos a contemplar: Señor, que no sea sordo a tu llamada de amor y que te siga.
Porque el evangelio de hoy es un evangelio de llamada. Como composición de lugar vamos a situarnos en esa subida a la montaña en la que Jesús fue llamando a los apóstoles, a cada uno por su nombre.
En pasajes anteriores de Marcos (1,16-20; 2,13-14) Jesús ha empezado a llamar a sus discípulos. Estas primeras llamadas fueron junto al mar de Galilea. Jesús busca a sus discípulos allá donde viven y trabajan, en medio del mundo. Y los llama en medio de sus actividades: pescando, reparando las redes, sentado en el banco de los impuestos…
Jesús nos ha llamado en nuestra situación concreta. No soy yo que le voy a buscar cuando estoy preparado. No, la iniciativa es de Él. Dios sale al encuentro del hombre cuando Él quiere.
¿Cómo llama Jesús? Es una conversación y una llamada directa y personal. No llama a la multitud para que le siga, llama a cada uno en particular.
¿A qué llama? “Venid conmigo”. “Sígueme”. Nos llama a seguirle, a recorrer su mismo camino. A veces nos hemos preguntado: ¿cuál es mi vocación, a qué me ha llamado el Señor? Es muy sencillo, te ha llamado a seguir su camino.
En el evangelio de hoy el lugar elegido es un monte, una de las colinas cercanas al mar de Galilea. Jesús da solemnidad al acto y por eso sube a la pequeña altura, para que todos lo vean.
“Llamó a los que él quiso”. El verbo griego (ethelen) nos da el matiz que la traducción española sí que respeta con el verbo querer: no en el sentido de llamó “a los que le dio la gana”, sino que llamó a los que quería, a los que amaba, a los que llevaba en el corazón. Se supone por tanto, una elección de amor previa: Dios nos amó primero.

“Y se fueron con Él”: ahora no es detrás de Él, sino con Él, en su intimidad, en su compañía.

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