Estamos
a mediados de semana, jueves. Busco un rato para meditar y ponerme en paz con
Dios. Me sobran ideas y me falta tiempo para quedarme solo. Me pongo en
presencia de Dios.
La Cuaresma es un
nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de
Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos
siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver
a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre,
sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos
abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él
y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf Homilía, 8 enero 2016). (Mensaje del Santo Padre Francisco para
la Cuaresma 2017)
Camino seguro hacia Pascua
Un tiempo de ayuno, oración y limosna
Ayudar al necesitado y amando a todos con
corazón cristiano.
Respetando y abriendo las puertas de
nuestro corazón
Encontrar la misericordia en Dios padre
por medio de la reconciliación
Saber crecer en amistad con Cristo y
olvidar todo rencor
María modelo de fidelidad preparar con
alegría el centenario de las apariciones de Fátima
Abrir el corazón a la palabra de Dios.
La lectura nos dice
de cambiar nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación.
El Salmo dice: cuando te invoqué, me escuchaste.
Cuántas personas me dicen: «reza por mí, que tú estás
más cerca de Dios». Yo le digo: «Tú también puedes rezar y
pedir a Dios»… Cuando te invoqué, me escuchaste.
La semana pasada
fallecía una señora de 50 años, esposa y madre. Es triste ver sufrir y morir a
una persona a esta edad. Pero el año pasado, a raíz de su enfermedad, visitamos
una comunidad contemplativa y quedó fascinada de la paz que recibió en la
visita. Ella con su cáncer avanzado se ha ido preparando a bien morir. Estando
ingresada, animé al capellán a que la preparara para recibir el perdón de Dios
por medio de la confesión. Y un día recibió tres sacramentos: confesión,
comunión y unción de enfermos. Nos ha dejado un mensaje de paz, esperanza;
siempre sonreía a pesar de su enfermedad. Me recordaba a Santa Teresita: amar,
sufrir, siempre sonreír. Daba gracias a Dios por la misericordia que había
derramado en su corazón
El evangelio corto
pero con un mensaje vivo y real. «Pedid
y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que
pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de
vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le
dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas
a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas
buenas a los que le piden! Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan
con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los profetas».
Si alguien nos pide pan, ¿qué le
damos? Solo consejos. Pero hoy quizá, en esta cuaresma, puedo pedir la gracia
de escuchar a algún pobre, preguntarle: ¿cómo
te llamas?; mirarle a los ojos, desayunar con él. A veces, si damos dinero,
quizás no sea lo mejor; pero la comida es segura. Servir a Cristo presente en
el hermano y experimentar que cada persona es un don.