1/5/2017, San José obrero (memoria libre)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3, 14-15. 17. 23-24)
Hermanos: Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor.
Salmo responsorial (Sal 89:2-4, 12-14, 16)
R. Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos.
Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. 
R.
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó, una vela nocturna. 
R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor. ¿Hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. 
R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13, 54-58)

En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: -«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: -«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

1 mayo 2017. San José obrero (memoria libre) – Puntos de oración mayo

Hoy celebramos a San José obrero, como modelo y patrón de todos los trabajadores cristianos. En el día de hoy, 1 de mayo, se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo. Fue el Papa Pío XII el que instituyó esta fiesta de san José obrero el 1 de mayo de 1955 para realzar el sentido cristiano del trabajo y ponernos como ejemplo a san José. Podemos rezar hoy con la oración colecta de la Misa en la que encontramos este sentido y orientación de la fiesta que celebramos:
Dios todopoderoso, creador del universo, que has establecido la ley del trabajo para toda la humanidad, concédenos con bondad, por el ejemplo y el patrocinio de san José, que llevemos a cabo lo que nos mandas y consigamos los premios que prometes.
Es el primer día del mes de la Virgen y qué buena forma de empezarlo, honrando a su esposo, san José, que amó y cuidó de Ella y de Jesús como reflejo del Padre de los cielos. Nos dice el P. Morales en el comentario a la fiesta de hoy:
La liturgia nos invita a iniciar el mes de mayo mirando a José que canta, ríe y ama trabajando cerquita de la Virgen. Parece que Ella nos pregunta: “¿Queréis vivir agradándome? Pues entonces imitad a José en su tarea silenciosa y oculta.
San José se nos ofrece hoy como modelo de santidad en el trabajo de cada día, en el cumplimiento del deber con alegría. La clave de su santidad: trabaja con amor, llevando a cabo la misión encomendada por Dios: custodiar al Mesías y a su Madre. Me pregunto en este día: ¿Cómo puedo imitarle en mi trabajo cotidiano? Ahí van algunos puntos, pero seguro que a cada uno se le ocurre cómo completarlos.
1.      Realizar nuestro trabajo, sea el que sea, con rectitud de intención, para gloria de Dios. Cuando cumplo con mi deber, soy colaborador de Dios Creador, embelleciendo el mundo con mi esfuerzo y mi aportación al servicio de los demás. La aportación de san José fue única, ya que sirvió a la Sagrada Familia.
2.      Dar a nuestro trabajo un sentido trascendente, ofreciéndolo con amor a Dios y en unión con él. Nos dice el P. Morales: “El trabajo del hombre está en este mundo, pero su fin trasciende la tierra. Cada segundo del trabajo diario se eterniza si lo vives a lo Nazaret, si lo haces por amor. ‘Solo el amor da valor a todas las cosas’ (Teresa de Jesús). El trabajo conserva, después de la venida de Jesús, su aspecto penoso, sigue siendo esfuerzo. Pero Cristo lo ha transfigurado. Lo ha convertido en manantial de méritos para la vida eterna, de gracias para que las almas se salven” (Coloquio familiar).
3.      San José lo hizo todo por amor a Jesús y a María, y bajo su mirada. Así, nos enseña a vivir el trabajo de cada día bajo la mirada de la Virgen, siendo esos contemplativos en la acción, contemplativos por los caminos del mundo, modelados como san José, por María.
Hagamos nuestra la súplica dirigida a san José, tan apropiada en este inicio del mes de mayo, mes de la Madre:

“Esposo de la Virgen, custodio del Señor, llévanos a María y por María a Dios”

30/4/2017, Domingo III de Pascua (Ciclo A)

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2, 14. 22-33)
El día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró: -«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras. A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él: “Veía siempre al Señor delante de mí, pues está a mi derecha para que no vacile. Por eso se me alegró el corazón, exultó mi lengua, y hasta mi carne descansará esperanzada. Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos, ni dejarás a tu Santo experimente corrupción. Me has enseñado senderos de vida, me saciarás de gozo con tu rostro.” Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo”, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará la corrupción”. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.»
Salmo responsorial (Sal 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11)
R. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.”
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. 
R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. 
R.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 
R.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1, 17 – 21)
Queridos hermanos: puesto que podéis llamar Padre al que juzga imparcialmente según las obras de cada uno, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros, que por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (24, 13-35)

Aquel mismo día (el primero de la semana) dos discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: -« ¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? » Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: -«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» Él les dijo: -«¿Qué?» Ellos le contestaron: -«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.» Entonces él les dijo: -« ¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?» Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: -«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: -«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: - «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.» Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

30 abril 2017. Domingo III de Pascua (Ciclo A) – Puntos de oración

Iniciamos nuestra oración: ofreciendo la jornada, invocando al Espíritu Santo, pidiendo ayuda a la Madre y la intercesión de san José, preparando nuestra alma con la oración que prolongaremos durante la jornada con la jaculatoria.
Estamos en un mundo en el que es muy difícil escuchar, “¡Qué bien se está  aquí!”. Algunos pensadores han expresado que estamos en una cultura sin “calor de hogar”. Vemos diariamente en la tele el drama de la guerra y parece que estamos viendo una película de acción, olvidando a las personas concretas, a esos pobres que sufren los “juegos de tronos” en los que se enzarzan los poderosos. D. Carlos Osoro en su libro Pasión por Evangelizar, cita a san Juan Pablo II cómo al fundar el Pontificio Consejo para la Cultura pone el énfasis en “salvar al hombre”.
Es un mundo triste, muchas veces sin esperanza, que necesita experimentar la resurrección para recuperar la alegría y fraternidad, dos conceptos muy vinculados.  En esta línea de pensamiento y de sentimientos van las lecturas que la Iglesia nos propone para el día de hoy. En los Hechos: “No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio” (v.24). El Salmo 15: “Señor, me enseñarás el sendero de la vida”. 1 Pedro: “Dios os ha rescatado de esa vida sin sentido”. (v.18).
Finalmente, también irá en esa línea el Evangelio. Referido al pasaje de hoy el Papa Francisco dijo un día: los lamentos hacen daño al corazón. No sólo aquellos contra los demás, «sino también aquellos contra nosotros mismos, cuando todo se nos presenta amargo». Centrándose en el episodio de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), habló del desfallecimiento de estos por la muerte del Maestro. En su corazón pensaban: «Nosotros habíamos tenido tanta esperanza, pero todo fracasó»; «pienso muchas veces —reflexionó el Santo Padre— que igualmente nosotros, cuando suceden cosas difíciles, también cuando nos visita la Cruz, corremos este peligro de encerrarnos en los lamentos». Sin embargo, en ese momento el Señor «está cerca de nosotros, pero no le reconocemos. Camina con nosotros, pero no le reconocemos. Incluso nos habla, pero no le oímos». E invitó: «Estemos seguros de que el Señor nunca nos abandona: siempre está con nosotros, también en el momento difícil. Y no busquemos refugio en los lamentos: nos hacen daño al corazón».
Aquellos discípulos estaban tristes porque no se habían cumplido sus expectativas. La frase clave de este pasaje es: “Nosotros esperábamos”, venimos a interpretarla como que ellos se habían forjado su propia idea de la salvación, seguramente no habían dejado un hueco para la Cruz. Cuando se conoce a Jesús, se comprende que hay que seguirle, pero entendemos que debe hacerse como nosotros creemos y esperamos. Cuando Él nos enseña su camino y no coincide con el nuestro, entonces muchas veces viene la decepción.
Jesús se acerca a ellos y les explica las escrituras, se las explica desde el punto de vista de Dios, les evangeliza. He leído en algunos autores de espiritualidad, que un discípulo del Señor siempre necesita una segunda conversión.
Y empezó a arder su corazón”. Ahora, empiezan a “caerse del caballo” y  brota la súplica: “Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída”. Digámosle mañana una y otra vez al Señor esta frase.
Finalmente ellos le reconocen “al partir el pan”. Es la Eucaristía la cumbre de nuestra intimidad con Jesús. Aquellos discípulos sentirán que no pueden quedarse para ellos la alegría y el sentido que les da Jesucristo, entonces volverán con la comunidad fraterna y llenos de Espíritu Santo se encontrarán con lisiados a  los que mirándoles a los ojos les dirán: Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda”. Alegría y fraternidad irán juntas y ahora predicarán el evangelio del Maestro y no el  que ellos se habían confeccionado.

Acabemos nuestras reflexiones con un coloquio con Jesús resucitado.  San Ignacio nos lo precisa: “el coloquio se hace, propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor: cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas. Y decir un Pater noster”.

29/4/2016, Sábado de la II semana de Pascua – Santa Catalina de Siena

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)
Queridos hermanos: Este es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a)
R. Bendice, alma mía, al Señor.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. 
R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. 
R.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. 
R.
La misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre, para aquellos que le temen;
su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11, 25-30)

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

29 abril 2017. Sábado de la II semana de Pascua – Santa Catalina de Siena – Puntos de oración

En estos días de Pascua todas las lecturas de la Palabra de Dios parece que tienen un sabor nuevo, una frescura distinta. Nos hablan de vida, de renovación, de gracia, de acción de gracias. Incluso la primera lectura, que nos habla largamente de nuestro pecado, apostilla: “la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado”. Y más adelante: “nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia”. Y es que la resurrección de Cristo ha cambiado por completo el color de las cosas. Yo sigo siendo un pecador, mi miseria sigue ahí, pero su misericordia ha cambiado todo. “No está siempre acusando”, nos dirá el salmo, “ni guarda rencor perpetuo”. “Porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro”. Es verdad que seguimos siendo barro, pero barro que ha sido purificado, redimido, consagrado. Redimido porque ha sido uno de los nuestros, el Hijo del Hombre, el que ha redimido la culpa. Y esto, concluye el salmo, ha sido para siempre. Y que sea para siempre quiere decir que no depende de nosotros, de que nos lo merezcamos o no, no tiene fecha de caducidad.
Y el Evangelio nos dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros…” “Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. Hace poco leí que el yugo del Señor es como el brazo que pasa el novio sobre el hombro de la novia cuando van paseando. ¡Así de pesado es el yugo del Señor! Más que una carga es un apoyo, un abrazo que equilibra y acompaña en el caminar. Por eso, aunque uno esté cansado y agobiado, más que una carga es un alivio.
Por último, y en relación con la vivencia de estos días de Pascua, quería recordar unas palabras que dirigió el Papa Francisco a los jóvenes en 2013: “Llevad adelante esta certeza: el Señor está vivo y camina junto a nosotros en la vida”. Tenemos la certeza de que el Señor está vivo y, además, de que camina junto a nosotros. No es que mi vida sea distinta, pero ahora la recorro acompañado del Señor resucitado; que sabe de mis cansancios, de mis temores, de mis sufrimientos y alegrías. Y esto no cambia las cosas, pero sí el sentido de las cosas. Además, el Papa nos pide llevar adelante esta certeza, y llevar adelante significa vivir a partir de esta certeza.

Estas cosas, dice el Señor, que el Padre se las ha revelado a los pequeños, porque así le “ha parecido bien”. Pidámosle a Santa Catalina de Siena, hoy que es su día, que nos lo alcance.

28/4/2017, Viernes de la II semana de Pascua – San Luis Mª Grignion de Montfort

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5, 34-42)
En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a los apóstoles y dijo: «Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. Hace algún tiempo se levantó Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, se dispersaron todos sus secuaces y todo acabó en nada. Más tarde, en los días del censo, surgió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron todos sus secuaces. En el caso presente, os digo: no os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se disolverá; pero, si es cosa de Dios, no lograréis destruirlos, y os expondríais a luchar contra Dios». Le dieron la razón y, habiendo llamado a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando la buena noticia acerca del Mesías Jesús.
Salmo responsorial (Sal 26, 1. 4. 13-14)
R. Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar? 
R.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. 
R.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 1-15)

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: -«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: - «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: - «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: - «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: -«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: - «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

28 abril 2017. Viernes II semana de Pascua – San Luis Mª Grignion de Montfort – Puntos de oración

Vamos a ponernos en la presencia del Señor antes de hacer este rato de oración. Si tienes la suerte de estar en una capilla, delante del Santísimo Sacramento, seguro que te será más fácil hacer este rato. Hoy nos vamos a fijar de una manera especial en la Eucaristía.
En esta segunda semana de Pascua, aún seguimos iluminados por la luz de la noche pascual. El mensaje principal de estas fechas consiste en anunciar a todos los hombres el mensaje del Evangelio y la primera lectura de hoy es un ejemplo de cómo se dio la transmisión del cristianismo en los primeros tiempos.
Un grupo de discípulos son detenidos y llevados ante el sanedrín y dan testimonio. Gamaliel, un gran sabio judío, tiene una intervención magistral: si estos hombres actúan por sí mismos, se disolverán pronto; pero si vienen de Dios, no lograrán nada contra ellos y se arriesgan a luchar contra el mismo Dios. Estos razonamientos convencen a los judíos y sólo les piden que no sigan hablando de Jesús y antes de soltarlos los azotan. Ellos salieron del sanedrín contentos de haber sufrido aquel ultraje por el nombre de Jesús y siguieron anunciando el Evangelio por las casas y por todos los lados.
En el Evangelio que leemos hoy, de Juan, Jesús hace la multiplicación de los panes. La presencia de Jesús entre nosotros no es de cualquier forma; su presencia es la de Jesús resucitado. Por eso en La Eucaristía está Cristo Resucitado. Y ahora comienza tu diálogo con Jesús, pídele que te enseñe las llagas como hizo Tomás. Jesús quiere tener para ti una aparición especial… Se fue apareciendo a todos y también quiere estar en tu vida. No seas como los dos discípulos de Emaús, que desanimados, se contagiaban su desánimo. Toca a Jesús porque para quererlo hay que rozarlo.

Por último introduce a la Virgen en tu oración; termina con un coloquio con la Madre, y sobre todo intenta profundizar en su corazón: el dolor que padeció en la pasión y luego el gozo con que vivió la resurrección fueron únicos. Trátala con afecto y dile lo que se te ocurra.

27/4/2017, Jueves de la II semana de Pascua – En Lima, Santo Toribio de Mogrovejo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27-33)
En aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo: -«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre». Pedro y los apóstoles replicaron: - «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen». Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.
Salmo responsorial (Sal 33, 2 y 9. 17-18. 19-20)
R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. 
R.
El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. 
R.
El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (3, 31-36)
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Santo Toribio de Mogrovejo – Patrono del Episcopado Latinoamericano – Solemnidad
Lecturas de la Solemnidad de Santo Toribio

Lectura del libro de Isaías (6, 1-8)
En el año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Junto a él estaban los serafines, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos el cuerpo, con dos volaban, y se gritaban uno a otro, diciendo: -« ¡Santo, santo, santo, el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!». Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: -« ¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor del universo». Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: -«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado». Entonces escuché la voz del Señor, que decía: -«¿A quién mandaré? ¿Y quién irá por nosotros?». Contesté: -«Aquí estoy, mándame».
Salmo responsorial (Sal 116, 2-3. 6-7. 8-9)
R. Id al mundo entero y predicad el evangelio.
Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.
Conclusión del santo evangelio según san Mateo (28,16-20)

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

27 abril 2017. Puntos de oración

·         Si recordáis, en el evangelio de S. Mateo se hace mención de cuatro montes, a cual de ellos más importante: En el primero Jesús pronuncia el gran discurso, que es el resumen de todo lo que nos ha mandado guardar. El mismo se abre con la proclamación de las bienaventuranzas. El segundo monte que aparece es el Tabor, donde Jesús manifiesta toda su gloria y esplendor. El tercero es la colina del Calvario, donde entregará su vida al Padre en el mayor acto de amor. Y en el cuarto monte Jesús se despide de sus discípulos y los envía a todo el mundo a anunciar el evangelio.
·         En el evangelio de S. Mateo la última cita de Jesús con sus discípulos es en Galilea. Allí comenzó su misión y allí la termina… En ese momento de la despedida, se produce un acto de una gran transcendencia para el futuro de la Iglesia naciente, es el envío misionero de los discípulos…
o   Jesús apela a su autoridad: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.” (Mt. 28,18).
o   También a los discípulos se les da plenos poderes. En nombre de la autoridad de Jesús los discípulos son enviados a proclamar la Buena Noticia.
o   ¿El lugar?: toda la tierra.
o   ¿Durante cuánto tiempo?: hasta el fin del mundo.
o   ¿Quiénes serán los destinatarios?: Todos los pueblos.
o   Y para que puedan cumplir su misión, ¿qué les promete Jesús?: Que estará con ellos hasta el final.
·         La escena de la Ascensión, con la que S. Mateo concluye su evangelio, puede producirnos una sensación como de orfandad, pero el mismo evangelista se encarga de decirnos que no es así, y las últimas palabras de su relato lo confirman: “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

·         Mis queridos hermanos, que no perdamos la conciencia misionera, y que hoy la contemplemos realizada y consumada, en el santo que celebramos: S. Toribio de Mogrovejo.

26/4/2017, Miércoles de la II semana de Pascua – San Isidoro de Sevilla

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2, 1-10)
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman». Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Salmo responsorial (Sal 118, 99-100. 101-102. 103-104)
R. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.
Soy más docto que todos mis maestros, porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus mandatos. 
R.
Aparto mí pie de toda senda mala, para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido. 
R.
¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca!
Considero tus mandatos, y odio el camino de la mentira. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 13-16)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».

26 abril 2017. Miércoles de la II semana de Pascua – San Isidoro de Sevilla – Puntos de oración

Purifico mi oración antes de comenzar, le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí mismo: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad.
El Evangelio nos recuerda que el que cree en Dios, aunque muera, vivirá. Nos recuerda algo ya sabido, y quizá algo que ha perdido la mordida en nuestra vida. ¿Busco los bienes de allí arriba? ¿Mi corazón está libre en la relación con las cosas de aquí abajo? Abelardo cuenta en un seglar descubre la oración con la intensidad que le caracteriza, el impacto que supuse para él leer por primera vez el que cree en Mí, aunque muera vivirá. ¿Será verdad esto? ¿Será posible no morir para siempre? ¿Será posible Vivir para siempre?
En tiempo de Pascua, este ‘el que cree en Mí, aunque muera vivirá’, ¿no será una invitación que el Señor me está haciendo, y que pide ser tomada en serio? ¿O acaso hembra s felicitado la Pascua para permanecer en lo caduco y en la muerte?
Quizá no necesite seguir adelante, sino detenerme aquí, y saborear esta promesa de Jesús…
Quizá el Espíritu abra una segunda vía en la oración. Mucho menos obvia, aún para los que nos decimos miembros veteranos del Movimiento de Santa María. Y es la relación con el mundo.
Si tanto amaste al mundo, Dios mío, que entregaste a tu Hijo único para que todo el que cree en Él no muriera, sino que tuviera Vida eterna…, necesariamente como bautizado he de replantearme la relación, la defensa, la cercanía, el amor que tengo hacia dicho mundo: ese ambiente a veces agradable, a veces hostil, a veces profundamente humano, a veces que me llega a dar asco…
¿No necesitaré pedir gracia para establecer una relación renovada con mis hermanos los hombres, con los que comparto vida, trabajo, hobby, deporte, familia, vecindario, apostolado…? ¿No será necesario abrirse a una mirada más amorosa hacia el mundo (¡mi mundo!) que rechazo, que siento como obstáculo para vivir unido a Dios?
Benedicto XVI, al concluir los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013, antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que,
en la noche del mundo,
tocar la mano de Dios
y así, en el silencio,
escuchar la Palabra,
ver el Amor.

Recuperar lo vivido o lo planeado para este día, y pasarlo por este prisma. Concretar (no teorizar en genérico), invitando al Señor a que toque mi vida. Madre, concédeme vivir laicalmente, sin huir del mundo…, permaneciendo como Tú en la roca de Gredos: Eres y Estás, Amada por el Señor, y eso te basta…

25/4/2017, Martes de la II semana de Pascua – San Marcos evangelista

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5, 5b-14)
Queridos hermanos: Revestíos todos de humildad en el trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes. Así pues, sed humildes bajo la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce en su momento. Descargad en él todo vuestro agobio, porque él cuida de vosotros. Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle, firmes en la fe, sabiendo que vuestra comunidad fraternal en el mundo entero está pasando por los mismos sufrimientos. Y el Dios de toda gracia que os ha llamado a su gloria eterna en Cristo Jesús, después de sufrir un poco, él mismo os restablecerá, os afianzará, os robustecerá y os consolidará. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito brevemente por medio de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y para daros testimonio de que esta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos firmes en ella. Os saluda la comunidad que en Babilonia comparte vuestra misma elección, y también Marcos, mi hijo. Saludaos unos a otros con el beso del amor. Paz a todos vosotros, los que vivís en Cristo.
Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 6-7. 16-17)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» 
R.
El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los santos.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? 
R.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (16, 15-20)

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

25 abril 2017. Martes de la II semana de Pascua – San Marcos evangelista – Puntos de oración

Oración preparatoria.
“Cantaré eternamente tus misericordias, Señor. Tu nombre es mi gozo cada día”.
Salmo 88, de la eucaristía de hoy. Repítelo con calma hasta que se haga clamor desde tu corazón. Cantaré. Eternamente… tus misericordias…. Y comienza así el día. Ofréceselo al Señor diciéndole al Señor que, en cada acción del día, alabes su nombre.
Orar en familia, en comunidad.
“Os saluda la comunidad de Babilonia, también Marcos, mi hijo. Saludaos vosotros con el beso del amor fraterno” (1ª Pe 5,14).
Te propongo esta frase del apóstol Pedro de la primera lectura de la eucaristía para que refresques algo de vital importancia en la vida del cristiano y que tenemos algo olvidado. Los signos del amor fraterno, son los cuales no hay verdadera oración. Porque no ora quien no ama a su hermano. Los primeros cristianos eran conscientes de ser hijos, hermanos, miembros de una comunidad, y compartían los bienes, lo ponían todo en común. Y oraban los unos por los otros. Comienza hoy la oración con un beso de amor fraterno pensando en todos tus hermanos de fe. Desde los de cerca a los que no conoces.
Orar desde el Evangelio
En estos días de Pascua vamos a escuchar muchas veces la expresión “vosotros sois testigos de esto” en referencia a los apóstoles y la misión que se les encomendaba, que no era transmitir una doctrina, sino una forma de vida. Y la vida solo la transmiten los testigos, los que la viven de primera mano. “nosotros somos testigos”, debemos repetir estos días, y pedirle al Señor la frescura en el seguimiento del Señor, la capacidad de ser transmisores de vida y de vida nueva, alegre, esperanzada.
Marcos fue uno de estos, y transmitió con su Evangelio el mensaje que hoy sigue resonando.  “id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación”. Fue fiel a la misión, porque vio a Cristo resucitado y creyó en él.
Pidamos en nuestra oración de hoy la gracia del encuentro con Cristo en estos días de Pascua para poder ser testigos. Como hemos dicho este domingo en la misa, que el tiempo de pascua sea para nosotros un reanimar la fe, los dones de su gracia, y comprender mejor la riqueza del bautismo recibido….
A continuación, actualiza la lectura y pide al señor para ti y para la Iglesia, los dones que crees hoy deben acompañar la misión que se nos ha encomendado. El evangelio nos dice que nos acompañarán signos, signos con los que se reconocerá la acción de Dios, su poder y su gracia-
·         ¿Qué signos crees que la iglesia de hoy necesita para anunciar el evangelio?
Para echar a los demonios de hoy: la violencia, la corrupción, el egoísmo que reseca al mundo… el placer, la venganza, la falta de amor. Pide al señor que tu conducta sea reflejo de amor, templanza, mansedumbre, entrega.
·         ¿Qué lenguas necesitas hablar? Solo una la del amor y el perdón
·         ¿Qué enemigos debes vencer sin miedo como serpientes a las que se inocula el veneno? Quizás el miedo a ser testigo en medio del mundo… inocula este veneno.
·         ¿A quién debes dirigirte para imponerle las manos y que recupere la salud?

Que hermoso es actualizar el evangelio en la vida de cada día, en tu visa hoy. Hazlo y verás como el Señor confirma tu vida con su presencia. ¡Feliz día, testigo del evangelio!

24/4/2017, Lunes de la II semana de Pascua – San Fidel de Sigmaringa

Lectura del Libro de los Hechos de los apóstoles (4, 23-31)
En aquellos días, Pedro y Juan, puestos en libertad, volvieron a los suyos y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oírlo, todos invocaron a uno a Dios en voz alta, diciendo: «Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos; tú que por el Espíritu Santo dijiste, por boca de nuestro padre David, tu siervo: "¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos planean proyectos vanos? Se presentaron los reyes de la tierra, los príncipes conspiraron contra el Señor y contra su Mesías". Pues en verdad se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste, para realizar cuanto tu mano y tu voluntad habían determinado que debía suceder. Ahora, Señor, fíjate en tus amenazas y concede a tus siervos predicar tu palabra con toda valentía; extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús». Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de Dios.
Salmo responsorial (Sal 2, 1-3. 4-6. 7-9)
R. Dichosos los que se refugian en ti, Señor
¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías: «Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo». 
R.
El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira, los espanta con su cólera:
«Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.» 
R.
Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (3, 1-8)

Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él». Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios». Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? ». Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».

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