Este día es para callar, MIRARLE y
dejarse MIRAR.
¡Madre, haz que su cruz me enamore y
que en ella viva y more!
¡Madre, tus ojos para mirarle, tus
oídos para escucharle, tu corazón para amarle y recibirle y que resucite en mí!
Te selecciono la frase que más me ha
impactado de las cuatro lecturas y te comparto dos textos del obispo de Ciudad
Rodrigo y el de Cáceres.
I. PUNTOS
1. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por
nuestras iniquidades. (Is 52)
2. Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu
misericordia.(Salmo 30)
3. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios
sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y
llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen (Heb 4, 14
4. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba,
Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al
discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el
discípulo la recibió en su casa (Jn 18)
II. MIRAD CON ESPERANZA AL CRUCIFICADO
Muchos de
nosotros estaremos viviendo en familia las Jornadas de Semana Santa; bastantes,
en Ciudad Rodrigo, donde nos encontraremos con su obispo Mons. Raúl Berzosa.
Por esta razón, os comparto alguna de sus bellas palabras con motivo de su
pregón de la Semana Santa en Ledesma, 2017:
Semana grande en
la que vivimos al mismo tiempo cuatro pasiones:
- la pasión primera, en carne, del Hijo de
Dios, celebrada sacramental y litúrgicamente;
- también una segunda pasión en el alma de
cada cofrade y cada hermano, de cada fiel, que experimenta el corazón
traspasado, primero, y rebosante, más tarde, al contemplar al Nazareno en
nuestras calles identificándose con el varón de dolores y con el resucitado;
- la tercera pasión se refleja en el
arte de los pasos, estandartes e insignias para el noble servicio de perpetuar
lo sucedido en Jerusalén hace más de 2000 años. Artistas, con nombre o
anónimos, inmortalizaron sus obras en esta Semana Grande ledesmina.
- Y, finalmente, pasión en la historia o
pasión continuada: Jesús, el Cristo, sigue sufriendo, muriendo y resucitando en
cada uno de nosotros, en este iniciado tercer milenio, en esta humanidad
nuestra que espera sentido y esperanza.
Pascal, el
filósofo de los contrastes, esculpió en una frase: “Jesús, hombre y
Dios, estás condenado a la agonía hasta el final de los tiempos”. Y el
Papa Francisco nos ha recordado que somos criaturas, hijos de Dios y la misma
carne de Cristo, a veces herida y llagada en los más pobres y descartados.
¡Qué gran
misterio: la cruz, el sufrimiento, el dolor, y hasta la muerte de cada persona
y de la humanidad en conjunto, no son ajenos a Jesucristo! El Hijo, encarnado y
redentor, asumió toda nuestra condición para “divinizarla y sanarla,
redimiéndola”. Ni el mal ni la enfermedad, ni el sufrimiento ni el
dolor, en todas y cada una de sus formas, ya no tienen la última palabra. A la
gran narración de tanto y tan horrible mal en la historia de la humanidad, el
cristianismo propone otro gran y real relato: la vida, muerte y resurrección de
Jesús el Nazareno, el Hijo de Dios.
Jesús Nazareno, a
tus pies nos preguntamos: “¿Quién se atreverá a restaurar la dignidad de los
hermanos sufrientes?”…
Virgen de los Dolores y del Encuentro,
nos suscitas también otra pregunta: “¿Qué habéis hecho no sólo de mi
Hijo, sino de sus hermanos y mis hijos los hombres?”…
Pasos del Viernes
Santo, nos devolvéis la mirada y nos preguntáis: “¿Sois capaces de
contemplar con el mismo detenimiento y admiración a quien a tu lado, excluido o
marginado, desterrado o maltratado, te necesita?”…
Señora de la
Soledad, en el Sábado de la espera, vuelves tu mirada y nos espoleas : “¡No
estéis tristes por mí ni por mi Hijo…Nuestra soledad es soledad sonora y
sostenida por el amor! Pero tal vez en ti, o en tus hermanos cercanos, la
soledad sólo sea eso: !soledad desesperanzada!”.
Semana Santa de
pasión y contrastes, clavada en el corazón de este pueblo de Ledesma. El dolor
y la muerte reclaman luz y resurrección. La muerte no puede hacernos olvidar la
vida. El pregonero, por momentos, se queda sin palabras. De nuevo, sólo el
verso y la prosa poética, con pudor y temblor, aciertan a expresar sentimientos
sinceros, en forma de oración y provocación.
El agónico Miguel
de Unamuno supo escribir: “Tú que callas para oírnos, Oh Cristo
crucificado, oye de nuestros pechos los sollozos; acoge nuestras quejas, los
gemidos de este valle de lágrimas. Clamamos a Ti, Cristo Jesús, desde la sima
de nuestro abismo y miseria humanos; y Tú, que eres de la humanidad la blanca
cumbre, danos las aguas de tus nieves. A Ti, que eres la Viña, pedimos el vino
que consuela. A Ti, luna de Dios, la dulce lumbre que en la noche nos diga que
el sol vive, nos ilumina y nos espera”.
León Felipe,
poeta de la luz y del llanto, de la oración y de la blasfemia, se atrevió a
gritar: “Cuando el hombre pregunta “quién soy yo y ya nadie responde,
sólo queda mirar al Cristo. Cristo es el hombre, la sangre del hombre, la
sangre de todo hombre. Y esto lo afirmo desde el llanto capaz de ganar la Luz”.
El apasionado San
Agustín, enamorado de su Señor, se atreve a exclamar: “Cristo es fuente
de vida: acércate, bebe y vive. Es luz: acércate, ilumínate y ve. Sin su gracia
estarás árido. Cristo trabaja en ti, tiene sed de Ti, tiene hambre en ti y
padece tribulación. Y aún El muere en Ti, y tú estás resucitado en El”.
A partir de la
resurrección del Hijo de Dios podremos exclamar con Pablo, el enamorado de
Jesucristo: “Ninguno de nosotros vive ya para sí mismo…Si vivimos,
vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la
muerte somos de Dios” (Rom 14,7 ss).
III. EL VÍA
CRUCIS DE LOS JÓVENES. Mons. FRANCISCO CERRO CHAVES, Obispo de Coria-Cáceres,
quien estuvo como militante de Santa María, en varias Jornadas:
1ª ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A
MUERTE
Tantos jóvenes condenados a muerte,
tantos que viven dramáticamente la vida metidos en la droga, en el hospital con
enfermedades incurables, en el paro. Condenados a muerte, en el blanco de todas
las crisis, envueltos en tremendas depresiones y a veces convencidos de que
nadie apuesta por ellos. Son jóvenes a los que ama Cristo y su Iglesia. Señor,
ayúdanos a vivir como jóvenes que transmiten esperanza en un mundo que vive sin
salidas y con tremendas contradicciones. Que la cruz de Cristo sea para todos
nosotros fuerza para caminar al lado de los pobres y que encendamos luces en
vez de quedarnos en la tremenda queja de quien maldice la oscuridad, pero
no hace nada por salir de ella.
2ª ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Esta cruz es la cruz de todos y cada
uno de nosotros ¿Quién no ha sufrido alguna vez la cruz de la humillación, de
la incomprensión, del dolor físico o moral? ¿Quién no ha tenido en su corazón
todas las dificultades en el camino de la vida? Jesús carga con su cruz,
también nosotros debemos cargar con nuestra cruz pesada de cada día y luchar
con todas las fuerzas por hacer un mundo más justo, más fraternal. Señor, Jesús crucificado, te
pedimos que nos ayudes. Enséñanos y danos fuerzas para cargar con nuestra cruz,
una cruz de madera, una cruz sin brillo, una cruz que a veces se hace
insoportable pero contigo, Señor, podemos llevar con amor.
3º ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA
VEZ
No dejes nunca que tus caídas se
conviertan en heridas incurables. Sólo si te levantas mirando a Cristo que
también cayó podrás vivir con gozo y alegría acogiendo la infinita Misericordia
del Señor. Santo no fue el que nunca cayó, sino el que siempre se levantó. Esta
primera caída de Jesús nos recuerda las caídas de tantos jóvenes en la droga,
el alcohol, en el vicio, en la violencia, en toda forma que impide que el joven
sea feliz. Señor, caído con la
cruz a cuestas, ayúdanos a soportar las cruces de la vida con la convicción de
que están heridas de resurrección, pues Tú, Señor, has vencido y nos ayudas a
vivir a tope, ayudando a todos los caídos a levantarse y volver al Hogar de tu
Corazón.
4ª ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON
SU MADRE
Muchos jóvenes, incluso en edades muy
tempranas experimentan la decepción de tantos amores. Muchas veces sólo el amor
de la madre permanece en pie. Quizás, como nos recuerda esta estación, porque
ellas son capaces esperar y de estar cerca en “las duras y en las maduras”.
María acompaña a su Hijo a la cruz. Está allí sosteniendo y ayudando cuando a
veces la única manera que tenemos de ayudar es la presencia en la calle de la
amargura. Señora nuestra de la
Soledad, de la Amargura, de la Vera Cruz, de las Angustias, acompaña nuestros
pasos cansados, que te encontremos siempre en el camino de la vida ya cuando no
podamos más, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y enséñanos el
camino de la aceptación.
5ª ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA A JESÚS
A LLEVAR LA CRUZ
Todos necesitamos cirineos que nos
ayuden a llevar la cruz. Los jóvenes necesitan personas que estén a su lado,
que compartan sus dudas y fracasos y sobre todo que les ayuden a llevar con
paciencia la cruz de la vida. Los jóvenes necesitan hoy más que nunca ser
acompañados por catequistas, animadores de pastoral juvenil, familia,
acompañamiento personal, cirineos que estando a su lado les ayuden a cargar con
la pesada cruz de cada día. Señor, mándanos cirineos que nos ayuden,
vocaciones de hombre y mujeres para estar cerca de los jóvenes, a veces en los
peores momentos de su vida. Gracias, Señor, por todos los cirineos que pusiste
en mi camino y que me enseñaron y ayudaron a vivir la vida desde el Amor de
Dios y el servicio de los hermanos.
6ª ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL
ROSTRO DE JESÚS
Aquella mujer, como muchos jóvenes,
estaba allí. Miró a Cristo y se conmovió el corazón. No se quedó en el lamento,
sino que pasó a la acción, a la vida entregada. El Señor quiso que su rostro
quedase plasmado en el lienzo. El Señor nos ha dado a nosotros, jóvenes, mucho
más que a la Verónica, nos ha dado la Eucaristía, su Cuerpo y su Sangre, y
cuántas veces no le hacemos caso, no acudimos a la Misa, no se queda su
Presencia en nuestro corazón. Señor, te damos gracias por tantas
verónicas valientes que limpian el rostro de los “otros Cristos” que son
nuestros hermanos. Te pedimos que surjan muchas verónicas, que sean capaces de
ayudar a nuestra tierra, para que el mundo se implante la civilización del
Amor.
7ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA
VEZ
Es verdad que los jóvenes somos a
veces frágiles. Por ejemplo, siendo el blanco de todos los reclamos
publicitarios para ser presa fácil del consumismo. A veces las caídas vienen
por tantos que utilizan a los jóvenes con fines comerciales. La Iglesia os
quiere como sois. No os instrumentaliza. Descubrid en el rostro de Cristo caído
y en todos los caídos y crucificados de la historia una llamada a servir de
rodillas, a vivir sembrando los caminos de la vida de esperanza. Señor
Jesús, danos fuerzas para ayudar a todas las personas a descubrir y a vivir en
la dignidad de los hijos de Dios; y a compartir, en la mesa común de la
humanidad, los bienes que nos pertenecen a todos por igual.
8ª ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS
PIADOSAS MUJERES
Ser joven no puede significar estar
hundido y pasando a veces por noches oscuras. Necesitamos encontrar en la Cruz
el rostro de Cristo crucificado que nos enseña a descubrir el sufrimiento de
tantos hermanos nuestros que caminan a nuestro lado. El mundo de los jóvenes de
hoy busca el consuelo fácil. A veces a costa de la verdad. La Iglesia desde la
realidad y la verdad nos ofrece el verdadero consuelo que alma nuestra sed y
nos abre a la esperanza en la vida diaria al contemplar el rostro del que tiene
siempre abierto el Corazón. Señor
Jesús, queremos que Tú con tu Amor, nos consueles en el camino de la vida y
ayúdanos a mostrarnos disponibles ante tantos jóvenes que han perdido el norte,
el rumbo de sus vidas.
9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA
VEZ
La fragilidad de los jóvenes a veces
también es fuente de humildad y esperanza. San Pablo decía que todo lo podía en
Aquél que nos conforta, y decía algo más luminoso, aunque misterioso: “porque
cuando soy débil entonces soy fuerte”. ¿Qué quería decir? Que con Cristo todo
lo podemos quiere decir que nuestra fragilidad viviendo con fe se puede
convertir en fuente de esperanza. Porque es verdad que Cristo y yo es igual a
mayoría aplastante. Sólo hay que levantarse y confiar en Aquél que nunca nos
abandona. Señor Jesús, te pedimos que nos ilumines y nos ayudes a
levantarnos cuando no podemos más pues Tú eres el vencedor del pecado, del
dolor y de la muerte.
10ª ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE
SUS VESTIDURAS
¡Cuántos jóvenes despojados de
trabajo, de la dignidad más elemental, de ver sus derechos pisoteados, de tanta
instrumentalización ideológica! Jesús se despoja de las vestiduras y lo
presentan sin nada, sólo con su Amor al Padre y a todos, y con su Verdad
proclamada a los cuatro vientos. Nos lo ha dado todo. Se ha despojado hasta de
su Madre, que nos la entregará como Madre nuestra. En su Corazón sólo hay un deseo
de “amar hasta el extremo”. Vive estos momentos como el leño verde en invierno,
con la esperanza cierta de que no está lejos la primavera. Señor,
despójanos de todo lo que nos aparte de Ti, no dejes que caigamos en la
tentación de la desesperanza, de instalarnos en la queja. Despójanos del pecado
que nos aparta de Ti, de la tristeza inmensa de una vida vivida sin Dios.
11ª ESTACIÓN: JESÚS ES CRUCIFICADO
Como si tensasen las cuerdas de una
guitarra, así han clavado a Jesús. Como bandera clavada en lo alto de un monte.
Como “signo de contradicción”. Como quien lo ha dado todo. Jesús es crucificado
es la mejor declaración de Amor del Padre a cada corazón humano. Cuando creas
que nadie te quiere, ni te recibe, ni te ha declarado su amor, la contemplación
en tu oración del Crucificado siempre te devolverá la esperanza. Señor Jesús, Crucificado en todos
los calvarios del mundo, al lado de todos los jóvenes que viven cosidos y
crucificados a la droga, al consumismo, al paro a la precariedad del futuro
incierto, en todas las cruces posibles, ayúdanos a vivir el sufrimiento como
puerta de esperanza, que eres Tú.
12ª ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Ha muerto con los ojos cerrados para
no ver nuestra realidad; sus ojos son demasiado limpios para quedarse sólo en nuestras
miserias. Ha muerto con los brazos abiertos como el Padre de la parábola del
Hijo Pródigo (Lc 15) para abrazar a todos los que vuelven destrozados de la
vida. Ha muerto con la cabeza hacia delante porque escucha una por una todas
nuestras dificultades. Ha muerto con los pies clavados entregando su Amor, a
través de la Iglesia, que como el amor de una madre, siempre espera de noche y
de día a que volvamos al Hogar. Ha muerto con el corazón abierto y para
decirnos que las puertas de su costado están siempre abiertas y que no tiene
secretos con nosotros. Señor Jesús, muerto por nuestros pecados y
rebeliones, ayúdanos a comprender que siempre que nos alejamos de Ti no nos va
nada bien y que es demasiado peligroso construir una sociedad sin Ti.
13ª ESTACIÓN: JESÚS ES PUESTO EN
BRAZOS DE SU MADRE
Allí estaban los brazos de su Madre,
los brazos de la Iglesia acogiendo y entregando desde su pobreza a Jesús a la
humanidad. Pensamos en tantas madres con sus hijos en sus brazos muertos por el
odio, la guerra, el terrorismo, la droga. María y la Iglesia acogen en su seno
a la humanidad más sufriente. En silencio llora con los que lloran. Les ofrece
la esperanza cierta de que “si morimos con Él, viviremos con Él”. Señora junto a la cruz, Madre de
todos los hombre, Mujer creyente que permanece hasta el final, que no te echas
atrás, ayúdanos a ser jóvenes cristianos que vivamos en el Corazón de Cristo y
en el interior de tantos dramas como vive nuestra Tierra.
14ª ESTACIÓN: JESÚS ES PUESTO EN UN
SEPULCRO NUEVO
Lo había dicho Jesús; “si el grano de
trigo no cae en tierra y muere, no da fruto”. Tenemos que “saber esperar” como
decía el Hermano Rafael Arnáiz. Tenemos que vivir con el convencimiento que
detrás de la noche viene galopando la aurora. Es preciso saber que todas
nuestras cruces están heridas de resurrección. Es necesario que los cristianos
seamos portadores de una esperanza cierta que se fundamenta, desde luego, en el
camino de la cruz, pero el destino es la Vida que no se acaba, la vida eterna. Señora Jesús, enséñanos a ver
cercana la primavera aunque nos veamos a veces insertos en el crudo invierno y
ayúdanos a ser capaces de contagiar al mundo de la esperanza cierta de que Tú
eres nuestro Salvador y Redentor.
15ª ESTACIÓN: JESÚS HA RESUCITADO
Ha pasado la noche. Ya se acerca la
aurora. Todo podía haber quedado en el mayor fracaso de la historia. Así lo
deseaban algunos. Pero de pronto, cuando amanecía, le vieron. Era Él tejiendo
primaveras, saliendo a nuestro encuentro por todos los Emaús del mundo. Era Él
que decía una y otra vez que vivía. Desde aquel domingo cada vez que celebramos
la Eucaristía Jesús se hace presente y nos ayuda en el camino de la vida.
Cristo
Resucitado, enséñanos a vivir siempre en el gozo inmenso de quien sabe que
“nada ni nadie nos podrá quitar” tu Amor Resucitado.