26 abril 2017. Miércoles de la II semana de Pascua – San Isidoro de Sevilla – Puntos de oración

Purifico mi oración antes de comenzar, le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí mismo: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad.
El Evangelio nos recuerda que el que cree en Dios, aunque muera, vivirá. Nos recuerda algo ya sabido, y quizá algo que ha perdido la mordida en nuestra vida. ¿Busco los bienes de allí arriba? ¿Mi corazón está libre en la relación con las cosas de aquí abajo? Abelardo cuenta en un seglar descubre la oración con la intensidad que le caracteriza, el impacto que supuse para él leer por primera vez el que cree en Mí, aunque muera vivirá. ¿Será verdad esto? ¿Será posible no morir para siempre? ¿Será posible Vivir para siempre?
En tiempo de Pascua, este ‘el que cree en Mí, aunque muera vivirá’, ¿no será una invitación que el Señor me está haciendo, y que pide ser tomada en serio? ¿O acaso hembra s felicitado la Pascua para permanecer en lo caduco y en la muerte?
Quizá no necesite seguir adelante, sino detenerme aquí, y saborear esta promesa de Jesús…
Quizá el Espíritu abra una segunda vía en la oración. Mucho menos obvia, aún para los que nos decimos miembros veteranos del Movimiento de Santa María. Y es la relación con el mundo.
Si tanto amaste al mundo, Dios mío, que entregaste a tu Hijo único para que todo el que cree en Él no muriera, sino que tuviera Vida eterna…, necesariamente como bautizado he de replantearme la relación, la defensa, la cercanía, el amor que tengo hacia dicho mundo: ese ambiente a veces agradable, a veces hostil, a veces profundamente humano, a veces que me llega a dar asco…
¿No necesitaré pedir gracia para establecer una relación renovada con mis hermanos los hombres, con los que comparto vida, trabajo, hobby, deporte, familia, vecindario, apostolado…? ¿No será necesario abrirse a una mirada más amorosa hacia el mundo (¡mi mundo!) que rechazo, que siento como obstáculo para vivir unido a Dios?
Benedicto XVI, al concluir los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013, antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que,
en la noche del mundo,
tocar la mano de Dios
y así, en el silencio,
escuchar la Palabra,
ver el Amor.

Recuperar lo vivido o lo planeado para este día, y pasarlo por este prisma. Concretar (no teorizar en genérico), invitando al Señor a que toque mi vida. Madre, concédeme vivir laicalmente, sin huir del mundo…, permaneciendo como Tú en la roca de Gredos: Eres y Estás, Amada por el Señor, y eso te basta…

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