3 abril 2017. Lunes de la V semana de Cuaresma – Puntos de oración

1.    Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios (EE 46): “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.”
2.    Petición. Recogemos la intención que el Papa nos encomienda para que pidamos en este mes “Por los jóvenes, para que sepan responder con generosidad a su propia vocación, considerando seriamente también la posibilidad de consagrarse al Señor en el sacerdocio o en la vida consagrada.”
3.    Composición de lugar (una imagen para ayudarnos a hacer la oración): Jesús salva y perdona a la mujer adúltera.
4.    Puntos para orar: nos vamos acercando al final de la Cuaresma. La Semana Santa está ya próxima. Y los días en que celebramos que Jesús realizó nuestra salvación están próximos. La liturgia de hoy nos muestra en el evangelio a Jesús inclinado que escribe en el duro suelo de nuestro corazón con su dedo. Dios ha escrito en nuestra conciencia lo que está bien y tenemos que hacer y lo que está mal y tenemos que evitar. Y Jesús, en silencio, inclinado, deja que hable la conciencia de los hombres que acusan a la mujer. Los acusadores no traían a la mujer a Jesús con un buen fin sino con mala intención, “para comprometerlo y poder acusarlo.” Y Jesús calla y deja hablar a sus conciencias sobre lo que están haciendo. Su silencio es elocuente. Los más viejos se dan cuenta antes de su situación incómoda y como es su mismo corazón el que los acusa y de acusadores pasan ante Jesús, el único inocente, a ser los acusados. Y a mí me pasa igual. Qué fácil es condenar y preparar las piedras de los juicios duros y de las palabras hirientes ante quien vemos que nos ha fallado y pensamos que también le ha podido fallar a Dios con su pecado flagrante. Y no veo la podredumbre y las malas intenciones de mi propio corazón. Hace falta que Jesús calle y que todo calle para que hablen las palabras que él ha escrito con sus dedos en el duro suelo de mi conciencia para ver poco a poco la verdad. Y al final podemos elegir entre quedarnos frente a frente a Jesús, como la mujer adúltera, o escabullirnos del verdadero juez, como los pobres fariseos que no admiten que la salvación ha venido también para ellos. Y no actuar como ellos, que no esperaron el perdón de Jesús para sus pecados. Y quedarnos en la oración con la adúltera, en el suelo, recibiendo el perdón del único que importa que lo dé. Y darle a Jesús el regalo de dejarnos perdonar y levantarnos como hijos queridos y redimidos para marchar con el propósito de cumplir su palabra, que nos dice poderosa y amante: “Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más”
La iglesia nos pone hoy en la liturgia el breve y delicioso salmo 22, el Señor, pastor de Israel y de la Iglesia y de mi alma. Podemos rezarlo leyéndolo con calma en la oración de hoy mientras nos levantamos con la mujer adúltera y reemprendemos nuestro camino con la conciencia de que Dios me ha encontrado entre las cañadas oscuras de mi vida, por donde me había enredado y perdido, y él mismo me conduce ahora en la fe y repara mis fuerzas con la Eucaristía de cada día.

Salmo 22 Salmo de David
El Señor es mi pastor, nada me falta:en verdes praderas me hace recostar;me conduce hacia fuentes tranquilasy repara mis fuerzas;me guía por el sendero justo,por el honor de su nombre.Aunque camine por cañadas oscuras,nada temo, porque tú vas conmigo:tu vara y tu cayado me sosiegan.Preparas una mesa ante mí,enfrente de mis enemigos;me unges la cabeza con perfume,y mi copa rebosa.Tu bondad y tu misericordia me acompañantodos los días de mi vida,y habitaré en la casa del Señorpor años sin término.
5.    Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen. Pedirla que viva esta Cuaresma santamente. Avemaría.

6.    Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.

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