Nos encontramos en el ecuador de este
mes de mayo, mes de la Virgen. Justo es que centremos en Ella, nuestra Madre,
la meditación de este día.
Y vamos a hacerlo paladeando uno de
los sermones más antiguos que se conservan sobre la Virgen, pronunciado por san
Cirilo de Alejandría en el concilio de Éfeso (año 431), que definió el dogma de
la Divina Maternidad de María. Dice así:
Salve, oh santa y misteriosa
Trinidad, que nos has convocado a todos nosotros en esta iglesia de Santa
María, la Madre de Dios. Salve oh María, Madre de Dios, tesoro digno de ser
venerado por todo el orbe, lámpara inextinguible, corona de la virginidad,
trono de la recta doctrina, templo indestructible, lugar propio de aquel que no
puede ser contenido en lugar alguno, Madre y Virgen, por quién es llamado
bendito, en los Santos Evangelios, el que viene en nombre del Señor.
Te saludamos, a ti que encerraste en
tu seno virginal a aquel que es inmenso e inabarcable; a ti, por quién la Santa
Trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es celebrada y
adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los
ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el
diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es
elevada al cielo, por quien toda la creación sujeta a la insensatez de la
idolatría, llega al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen
la gracia del bautismo y el aceite de la alegría; por quien han sido
fundamentadas las iglesias en todo el orbe de la tierra; por quien todos los
hombres son llamados a la conversión.
Y ¿qué más diré? Por ti, el Hijo
unigénito de Dios ha iluminado a los que vivían en tinieblas y en sombra de
muerte; por ti, los profetas anunciaron las cosas futuras; por ti, los
apóstoles predicaron la salvación a los gentiles; por ti, los muertos
resucitan; por ti, reinan los reyes, por la santísima Trinidad.
¿Quién habrá que sea capaz de cantar
como es debido las alabanzas de María? Ella es madre y virgen a la vez; ¡qué
cosa tan admirable! Es una maravilla que me llena de estupor.
¿Quién ha oído jamás decir que le
esté prohibido al constructor habitar en el mismo templo que él ha construido?
¿Quién podrá tachar de ignominia el
hecho de que la sirviente sea adoptada como madre?