“Meterme en la escena como si presente me hallase”. Después de leer
despacio el texto del Evangelio y de haber recitado muy despacio la oración
inicial que propone san Ignacio ya nos encontramos envueltos en la presencia de
Dios. Ponerme en la presencia de Dios implica colocarme en silencio en actitud
de escucha y de súplica. Esto es
también “hacer oración”.
Te propongo
para este rato de oración el Aleluya que precede hoy al texto del Evangelio.
Aleluya,
Aleluya, Aleluya. Mis ovejas escucha mi voz –dice el Señor –, y yo las conozco, y ellas me siguen.
- Mis ovejas escucha mi voz.
No puedo escuchar la voz de Jesús si
estoy muy lejos de Él. Una de dos o estoy muy cerca de Él, o por el contrario
si estoy muy lejos de Él, es Jesús me sigue muy de cerca…, porque escucho su
voz. Ciertamente, cuando leo despacio y en silencio el Evangelio Él me habla.
El rato de oración es precisamente un encuentro rápido entre el Señor y yo. El
me sigue y yo me acerco. O yo me acerco al sagrario y él me está esperando. El texto del
Evangelio de hoy de habla de cómo es el amor que Dios me tiene. Léelo, despacio.
- Y yo las conozco.
Porque me conoce Jesús, ama. Yo no
puedo amar a nadie que no conozca. Le tengo que poner cara. No puedo enamorarme
de una persona sin ver su rostro, sin acércame a ella. “Como el Padre me ha
amado, así os he amado yo”. Esta afirmación a mí también me toca. El Padre no
puede dejar de amar a su hijo. Yo he sido creado por Dios Padre, no puede dejar
de amar, porque conoce el barro del que estoy hecho. No me ama porque trate de
ser bueno, sino que me ama porque
Él es bueno, porque es Padre. Porque me conoce.
- Y ellas me siguen.
Esta es la lógica del Evangelio. San
Ignacio den el número (104) de los EE nos recuerda, “Pedir lo que quiero; será
aquí demandar conocimiento interno del
Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le siga y le ame”. ¿Cuál es
la finalidad de los EE ignacianos? El
mismo que nos propone hoy el Aleluya. Conocer, amar y seguir a Jesús
Escuchar, conocer, seguir. Si le
conozco por su llamada, entonces le amo. Cuanto más le conozca más le amaré. Y
si le amo de verdad haré un proyecto común. Será seguirle. Seguir sus huellas.
“El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz cada día y sígame”, serás
feliz.
Y terminamos recordado una de las
últimas frases del ritual de las flores del mes de mayo.
- María es:
de Madre, la más tierna; de Virgen, la más pura; de reina, la más
misericordiosa