¡Santa María, auxilio de los
cristianos, ruega por nosotros!
Dentro del mes de mayo, mes de la
Virgen, hoy 24, es un día muy especial. Celebramos la festividad de María
Auxiliadora, devoción extendida por el mundo por los salesianos, obra fundada
por San Juan Bosco. Este santo fue quien mandó construir una Basílica en su
honor en Turín, (Italia). El Padre Morales nos hablaba con mucho cariño de él e
incluso le dedicó una semblanza, de las más entrañables. El grupo de jóvenes de
la Milicia que fue a la JMJ de Cracovia tuvo la oportunidad de visitar dicha
Basílica. Los que hemos estado en este santo lugar, hacemos especial memoria de
ese momento. Empecemos entonces pidiéndole a Ella que nos abra al Espíritu en
este rato de oración.
En la primera lectura leemos el
conocido discurso de San Pablo en el Areópago. Acaba la lectura diciendo que al
oír a San Pablo hablar de “resurrección
entre los muertos” unos lo
tomaban a broma y otros dijeron “de
esto te oiremos hablar en otra ocasión”. A nosotros, a veces, cuando
predicamos a Jesucristo con nuestras palabras, pero no con nuestra vida, nos
pasa algo parecido. Nuestra predicación debe ser más con las obras que con las
palabras, pues como dice el refrán “obras son amores, y no buenas razones”. De nada vale decir que amamos al
prójimo, de palabra, si ese amor no se traduce en obras concretas de caridad. La Resurrección que predica San Pablo
nos debería motivar a ello, en especial en este tiempo Pascual. Por otro lado,
el apóstol también nos da una lección de perseverancia
ante las adversidades y humillaciones, pues su tesón no se vio mermado ante
este fracaso aparente, sino que lo transformó en oportunidad para evangelizar
de una manera nueva. Podríamos también, durante nuestra oración, analizar
nuestra actitud frente a situaciones parecidas. Quizá más de una vez hemos
tenido la oportunidad de manifestar nuestra fe en conversaciones con los amigos
de la escuela, universidad o trabajo, y se han burlado de nuestras palabras,
han puesto mala cara o simplemente nos han ignorado, ¿Cuál es nuestra actitud
en estas circunstancias? Que terminemos esta reflexión teniendo claro que es propio de los auténticos
apóstoles de Jesucristo sufrir reveses por predicar su mensaje.
A pesar del descontento de la
mayoría, San Pablo, inflamado de amor por el Espíritu, arrastró por su
predicación a “algunos” dice la lectura de los hechos de los
apóstoles. Ese es el Espíritu de la verdad del que nos habla Jesús en el
evangelio. Y es que, si nos
abrimos a Su acción, nuestro apostolado siempre tendrá fruto, aunque no lo
veamos claramente al principio. Pidámosle a María Auxiliadora en este día nos
dé siempre un corazón dispuesto a acoger ese Espíritu, para nunca desanimarnos
ante los fracasos aparentes.