Nos preparamos para la oración. Comenzamos haciendo del salmo
responsorial de este día nuestra primera oración de alabanza al Señor: Aclama
al Señor tierra entera, gritad, vitoread, tocad. Cada día es un cantico nuevo
al Señor, que nos da la oportunidad de mostrarle nuestro amor en los
acontecimientos de cada día. Él va haciendo en nosotros y en el mundo que se
realice su salvación. Cada día recordamos su misericordia y fidelidad e nuestra
vida.
Nos
introducimos en la Palabra. “vuestra tristeza se convertirá en alegría”. Con
el Señor no existe la tristeza definitiva. Él la ha eliminado con su muerte,
venciendo la muerte. Desde entonces toda tristeza, sufrimiento, ansiedad o
dolor está tocado por la luz y la vida, y poco a poco irá mostrando su rostro
la alegría. Pero esto que puede resultar teórico y muy sabido por todos hay que
hacerlo realidad. Haz un ejercicio de realismo y recorre los motivos de alegría
que hay en tu vida. A veces estamos muy ciegos para ver el amor de Dios. He
conocido a una pareja joven que ha perdido dos niños en los últimos meses de
embarazo y han hecho del sufrimiento, un camino de esperanza y unidad entre
ellos. Se sienten abrazados por los dos angelitos desde el cielo, y
emocionados, continúan el camino. Y así tantos otros…
El
apostolado de los laicos. Estos días
la lectura de los hechos de los apóstoles ha repetido varias veces esta
expresión: “y creyó en el Señor con toda su familia”. Cuando nos ha hablado de
Lidia, del carcelero, de Áquila, de Ticio…. Así se realizó la primera
evangelización del mundo, la más importante, en un mundo hostil a la fe y
pagano. De familia, en familia, de persona a persona, con la única fuerza de la
palabra proclamada y la vida como testimonio.
Siendo
tejedores de lino para tiendas de campaña, como eran Áquila y Priscila, jefe de
la sinagoga, como Ticio o…. pon tu vida, tu trabajo, tu vocación delante de
Dios y renueva hoy la llamada a vivir dentro del mundo, no fuera, siendo
testigo del Evangelio. Se evangeliza con la vida, en familia, en el trabajo.
Es la
propuesta de la Iglesia siempre, en la voz del papa Francisco. “Hay una forma
de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más
cercanos como a los desconocidos. Es la predicación informal que se puede
realizar en medio de una conversación. Ser discípulo es tener la disposición
permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente
en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en el camino” (EG
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