Antes de iniciar nuestro rato de
oración, tomamos conciencia de que estamos delante del Señor. La composición de
lugar es importante en este día. Incluso, si es posible es un buen día para
salir al campo, en familia o en grupo, y en un lugar un poco elevado leer los
textos y revivir el momento de la Ascensión del Señor.
Jesús rodeó este momento de una solemnidad
inusual, tanto que los apóstoles le preguntan: "Señor, ¿es ahora cuando
vas a restaurar el reino de Israel?". Jesús le da importancia a este
momento y lo tiene; yo veo un momento doloroso para el Corazón de Jesús. Es el
dolor de las despedidas; parece como que Jesús no se quiere ir y les contesta
con un cariño inmenso: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las
fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo
descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.“
A continuación les encomienda una
misión, que en ese momento no comprenden; pero cuando reciban el Espíritu
Santo, comprenderán y sabrán lo que hay que hacer: "Se me ha dado
pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los
pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;
y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."
Muchas reflexiones se me ocurren y se te
pueden ocurrir para hacer tu rato de oración. Yo me quedo con la parte final: Y
sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Llevamos
2.000 años viendo que esta afirmación ha sido realidad y lo seguirá siendo
hasta el final del mundo.
No dejes pasar este momento sin ver, en
segunda fila seguro, entre las mujeres que observan a la Virgen María y une tu
corazón al de esta Madre que sufrió como nadie esta separación temporal.
Te sugiero una poesía de fray Luis de
León y una presentación:
¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!