Ayer mientras iba de viaje, salían
numerosos temas en la
conversación de la vida diaria. En esta época que nos toca vivir hay multitud
de ellos, de distintos tipos y cada vez más complicados de afrontarlos y darlos
sentido. El mundo es muy complejo y en él nos tenemos que mover y desenvolver.
Yo comentaba a mi amigo la suerte que
teníamos de haber recibido la fe, haber nacido en una familia cristiana y de
cultivar la vida de oración y sacramentos. Cuanto me ayuda tener un referente
moral para actuar, un sentido en la vida para avanzar, la eucaristía para darme
fuerzas y la confesión para equilibrarme y darme ánimos para seguir
levantándome. Imaginaros que nos faltaran todas estas cosas. Pues así caminan nuestros
compañeros por la vida. Yo no sé dónde me podría situar si me faltara todo
esto.
Por eso qué bien empezar este domingo
con un ratito de oración, leyendo las lecturas de la misa. Este ratito que nos
permite conocer a Jesús, que será nuestro camino, verdad y vida. Jesús que se
nos presenta hoy como el que nos conoce íntimamente, como el que nos cuida y
vela continuamente, que nos protege de todo lo malo que nos llega del mundo…
Ir recitando el salmo. Escuchar su
voz. Nos dice el evangelio con una metáfora que sus ovejas conocen su voz.
Nosotros que pasamos una y otra mañana haciendo oración, escuchamos su voz,
estamos atentos a su llamada. El que ha cargado con nuestras culpas, para
hacernos el camino ligero. El que nos ha curado con sus heridas.
Hoy la meditación reposada de las
lecturas es la mejor oración.
El Señor vela por mí, está atento
para que nada me falte, me guía por los mejores caminos, si me canso repara mis
fuerzas, si tengo sed me colma con su agua, si se oscurece mi fe ilumina el
camino. Comparte su mesa conmigo. Me unge con perfume, el buen olor de Cristo,
el perfume del amor que se derrocha y derrama. Su bondad y misericordia me
acompañan y le seré fiel todos los días de mi vida. Qué más puedo desear…
Ir saboreando el salmo. Que mejor
compañero de viaje, que mejor amigo podríamos querer.
Cuando salgamos al camino sinuoso, pedregoso,
polvoriento, sombrío, incierto..., de la vida, vayamos con Él. Él es el amigo
fiel, en quien se puede confiar, de quien uno se fía. Cuando no lo veamos todo
tan claro, fiarnos y aceptar. Uno muchas veces no entiende lo que le dice un
amigo, no lo ve, pero se fía porque es un amigo. María es la mujer que se fío
de Dios. La mujer que fue fiel, aun en la oscuridad de la noche. Madre hágase,
estar.