Descubrir a Dios, vivir según Cristo, transmitirlo
con la vida con la fuerza de su Espíritu.
Si comenzamos nuestra oración con la
lectura del evangelio, comenzaremos haciendo nuestras las palabras de San Pablo
, no me avergüenzo de él, más bien vivo de él, me configura, dirige mi vida, la
da sentido… todo lo que queráis poner. Porque el evangelio es Jesucristo.
Podemos decir que lo que leo tiene un carácter performativo, hace realidad lo
que leo, pero en nuestro caso , existe un paso más, es que la palabra de Dios
actúa realmente y no vuelve vacía, lleva en sí la fuerza de la salvación,
justifica al que se abre a ella. Por eso en los primeros momentos de la oración
abrirnos a la palabra. ¿Qué me dice hoy? ¿Qué quiere salvar en mí? ¿Por dónde
me lleva? ¿ A quién la he de llevar?
Nos orienta también hoy el evangelio, el
salmo que nos invita a descubrir a Dios y su mensaje a través de otra
fuente de revelación que es la naturaleza, el mundo que nos rodea y sus
aconteceres, las personas y sus vidas. ¡Qué de señales nos manda, cuántas
gracias recibidas!. Cuando contemplo el cielo, cuando contemplo la naturaleza.
Toda la Tierra proclama su pregón. Estar abiertos a sus gracias. Ser
conscientes de ellas es caminar en su presencia, es vivir desde el
agradecimiento, es vivir desde el amor y el servicio. Por que cuando uno vive
dando gracias, vive reconociendo que recibe mucho y le es más sencillo amar y
servir.
Yo a imagen de Cristo, tengo que ser
revelación para el mundo. Predicando y con el ejemplo. Yo tengo que ser una
gracia para los demás. Mi vida es una imagen de Cristo. Cuando me ven o están
conmigo, pueden decir que ha acontecido algo nuevo en ellos, que su vida ha
cambiado, ha ido a mejor. Que mi encuentro ha sido motivo de alegría, consuelo,
esperanza. Ha sido mi presencia pregón que remite a Él. El hombre es el culmen
de la creación, es la imagen de Dios.
Quiero acabar con la última frase del
evangelio del día, dad limosna de lo dentro y lo tendréis todo limpio.