El reino de Dios ha llegado a nosotros.
Ese es el mensaje que parece querer darnos hoy el Evangelio. ¿Ha llegado el
reino de Dios a mi vida? ¿Va a impregnar, está impregnando o ha impregnado el
día de hoy? San Lucas nos ofrece hoy una manera de abrirle nuestra vida al
Señor y a su buena noticia: sé apóstol. Pero has de serlo de un modo muy
peculiar. Sé apóstol como el niño que es enviado por su padre a hacer un
pequeño recado. El niño va confiado, sin temer los peligros, siguiendo las
indicaciones de su padre pero sin tener muy claro qué es lo que está haciendo,
seguro de que se puede enfrentar a esa situación que desconoce haciendo caso a
lo que el padre le ha dicho. De este modo, se enfrenta un niño a lo nuevo. De
este modo, un niño sale de la comodidad-refugio de la casa y se lanza al mundo.
Sin seguridades externas más allá de su padre.
¿Cuál es hoy tu misión desafiante porque
te obliga a salir de tu perímetro de seguridad? Dios te espera al otro lado,
con los brazos abiertos, aunque tú no le veas. ¿Qué palabra espera oír de mí
desde el corazón de ese compañero de trabajo, de ese hijo, de ese familiar? ¿En
qué casa he de alojarme hoy, una vez que me atreva a abandonar la mía? La
Virgen, pionera de la Visitación, te anima a vivir como Ella, en salida, sin
refugios acomodaticios, sino saltando sin red hacia los brazos de Dios.