3 octubre 2017. Martes de la XXVI semana del T.O. – San Francisco de Borja – Puntos de oración

"No es otra cosa oración mental, sino tratar de amistad, estando muchas veces, tratando a solas, con quien sabemos nos ama" (Santa Teresa de Jesús).Tratando de amistad… a solas… con quien nos ama. Tomemos conciencia de ello, hoy.
Propongo, para preparar tu oración, apoyarnos en las lecturas y el santo del día.
* Hay una frase, en la primera lectura de Zacarías, que invita a la esperanza. Y a la conciencia del tesoro del que somos portadores; «Queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros». En efecto, la sed de Dios que anida en cada corazón, parece que espera a “un despertador” (otro corazón) que muestre al Señor en la propia vida. Lo palpamos en nuestro entorno. A veces es a través de una amistad, una canción, algo de voluntariado, un musical, un ambiente alegre, gestos de servicio “y tú ¿por qué te preocupas por mí?”.
El evangelio del día nos da la clave. El Dios al que nuestros amigos, compañeros o conocidos intuyen en nosotros, es precisamente el que salva; «Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos». En el relato, S. Lucas nos cuenta que, estas palabras de Jesús, son fruto de la pretensión de Juan y Santiago de mandar bajar fuego del cielo al no recibir al Señor en Samaria, camino de Jerusalén.
Meditemos, para hacer más vida en nosotros, esos sentimientos de Cristo. Aceptar el no recibir alojamiento con una clara intención salvadora “el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres...”. No es por la fuerza, ni la revancha, ni el fuego lo que cambian los corazones. Sino la entrega paciente, silenciosa y amable por amor a que a cada uno le llegue la salvación.
* Un ejemplo de amistad, acercando a Dios, y de amabilidad que transforma a otros, es el santo de hoy, 3 de octubre, que la Iglesia nos propone, S. Francisco de Borja. Como tercer general de la Compañía de Jesús, nos dice el P. Verjus: "Se puede decir con verdad que la Compañía debe a San Francisco de Borja su forma característica y su perfección. San Ignacio de Loyola proyectó el edificio y echó los cimientos; el P. Laínez construyó los muros; San Francisco de Borja techó el edificio y arregló el interior y, de esta suerte, concluyó la gran obra que Dios había revelado a San Ignacio".
Dos breves testimonios, al final de los últimos momentos de su vida, nos los da el hermano Melchor que le atendió. Una vez parecía que comentaba algo; “– ¿Deseáis algo, padre Francisco?, le dijo. – Sólo quiero a Jesús”. Otro testimonio del hermano, y que ya lo había repetido muchas veces es: “Tener el corazón sin apetecer sino a Dios” y a “todas las creaturas en él”, hasta llegar a “ver las cosas en el Señor, y por él olvidarlas todas”.
 S. Francisco de Borja «Tenía una profunda devoción a la Eucaristía y a la Virgen Santísima. Gravemente enfermo, cuando solo le quedaban dos días de vida, quiso visitar el Santuario Mariano de Loreto. ».

 La Eucaristía y la Virgen. El pan de Dios y el corazón de una Madre. ¡Esto también despierta a los corazones dormidos! Hace unos días, una joven del primer curso de industriales, se encuentra con una amiga. Esta le dice que va a Misa y la amiga la acompaña. Allí siente una paz que llena el vacío de tantos años. Ahora, quiere conocer la fe cristiana, a pesar de la fuerte oposición de los suyos. Ese regalo de la paz y sed de Dios, fue en la casa de una Madre; el santuario del Inmaculado Corazón de María.

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