11 diciembre 2017. Lunes de la II semana de Adviento – Puntos de oración

¡Ven, Señor Jesús! Iniciamos la oración con este grito de esperanza de los primeros cristianos, anhelantes de la venida del Señor, y que ha quedado en el centro de la celebración de la Eucaristía después de la consagración: como viene el Señor al Altar en humildad transformando el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre, vendrá de nuevo con gloria y poder para transformar la creación: ¡Ven, Señor Jesús!
A nosotros se nos pide llevar una vida santa mientras esperamos y apresuramos la llegada del Día del Señor, como escuchábamos ayer en la lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro. Sin duda que aún estamos impresionados y conmovidos por la proclamación de las virtudes heroicas del P. Tomás Morales que pudimos celebrar en la misa de acción de gracias del pasado 9 de diciembre en la Catedral de la Almudena. Nos decía José Luis Acebes, el Director General de los Cruzados, que un padre se reconoce en sus hijos, por lo que este acontecimiento de ser ya Venerable nuestro fundador, nos implica aún más en el camino de la santidad.
“El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá”: bien podemos aplicar estas palabras del profeta Isaías a este mundo, en el que la desertificación espiritual avanza en los corazones, pero allí donde florece la santidad, el desierto se transforma en vergel. Donde hay un cristiano que busca la santidad en la vida ordinaria, hay una fuente para saciar la sed de Dios de los hombres de hoy que buscan, sin saberlo, la felicidad en Dios. Hoy, día 11 de diciembre, se festeja a una santa contemporánea, Santa Maravillas de Jesús, carmelita descalza, fundadora de muchos Carmelos, que muere en 1975 y que san Juan Pablo II canoniza el 4 de mayo de 2003 en Madrid. Se da la casualidad de que el P. Morales y ella se conocieron en vida y que la Madre Maravillas confiaba en el P. Morales, siendo su confesor extraordinario.
Está claro que la santidad es contagiosa, que no se da un santo sin provocar una cascada de santidad, o, como decía el P. Morales, hay que ser santos en racimo, ayudándonos unos a otros. Vamos a dejarle hablar a la Madre Maravillas de la santidad, pidiéndole que interceda por nosotros, junto al P. Morales, para que no nos casemos nunca de estar empezando siempre en el camino de la santidad. Que ellos, que se ayudaron a ser santos en la tierra, intercedan por nosotros desde el cielo y nos ayuden con su ejemplo:
“Tenemos que ser santos todos, no perdamos más tiempo, que el que vivamos en el mundo después de conseguirlo será de gran consuelo para Él, por las almas que le ganemos y por el amor que encontrará en nuestro corazón”-
“¡Cómo complicamos nosotros la santidad! Y es muy sencilla, nada más hay que dejarse confiada y amorosamente en los brazos de Dios, queriendo y haciendo en cada momento lo que creemos que Él quiere”.
“mientras se trabaje en la santidad de verdad, aunque se caiga, el Señor está contento; Él, que lo sabe todo... Tampoco es mala señal que el enemigo de las almas dé tanta guerra para impedirla”.
“Lo único importante es eso, comprender que somos nada, que no podemos nada, y, entonces este Señor nuestro del alma lo hará Él todo, no lo duden. Ahora, cuando creemos que podemos algo en esa obra tan suya de la santificación de las almas, todo se nos vendrá abajo”.

¡Ven, Señor Jesús! Que hoy veamos las maravillas que Dios hace a través de sus amigos los santos.

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