1/3/2018, Jueves de la II semana de Cuaresma


Lectura del libro de Jeremías (17, 5-10)
Esto dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor. Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto. Nada hay más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce? Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones».
Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. 
R.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. 
R.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16, 19-31)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: - «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: - “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. Pero Abrahán le dijo: - “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”. Él dijo: - “Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”. Abrahán le dice: - “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”. Pero él le dijo: - “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo: - “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

1 marzo 2018. Jueves de la II semana de Cuaresma – Puntos de oración


En primer lugar, nos ponemos en la presencia del Señor, le pedimos al Espíritu Santo que nos ayude en la oración y le damos las gracias al Señor por darnos la gracia de volver a su presencia un día más.
Hoy las lecturas del día nos recuerdan dos temas muy importantes para la vida diaria. En primer lugar, en la lectura del libro de Jeremías se nos recuerda la importancia de la confianza en Dios. En este tiempo de preparación para la Semana Santa nos podemos proponer revisar nuestra confianza en Dios, cuanto nos cuesta creer en él cuando todo empieza a ir mal, pero sin embargo que fácil es cuando todo sale bien.
En segundo lugar, el evangelio se nos recuerda la verdadera realidad de la vida aquí en la tierra que no es más que una preparación para la vida eterna en el cielo. En la cual nosotros decimos si escuchar la voz del señor o rechazarla.
Con estas dos ideas presentadas a mí se me ocurría resumirlas en una: “El plan de Dios”. Esto es algo de lo que he meditado mucho en los últimos ejercicios y creo que es muy bueno para el día de hoy. El Señor tiene un plan para cada uno de nosotros y en nuestra mano está aceptarlo o no. Las cosas no salen siempre como nosotros queremos, pero no debemos de olvidar que Dios sigue estando ahí. Aceptar la voluntad de Dios puede conllevar muchas renuncias en vida, pero después de todo que son 80 años comparados con la eternidad.
Hoy os invito a reflexionar un poquito sobre esto y ya que estamos en tiempo de penitencia que mejor penitencia que aceptar la voluntad del Padre en las cosas que nos cuestan. Por último, os recuerdo que aparte de Padre también tenemos una Madre increíble, reservadle los últimos minutos de vuestra oración para hablar con ella.

28/2/2018, Miércoles de la II semana de Cuaresma


Lectura del libro de Jeremías (18, 18-20)
Ellos dijeron: «Venga, tramemos un plan contra Jeremías, porque no falta la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos». Hazme caso, Señor, escucha lo que dicen mis oponentes. ¿Se paga el bien con el mal?, ¡pues me han cavado una fosa! Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera.
Salmo responsorial (Sal 30, 5-6. 14. 15-16)
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu tú, el Dios leal, me librarás, 
R.
Oigo el cuchicheo de la gente, y todo me da miedo;
se conjuran contra mí y traman quitarme la vida. 
R.
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (20, 17-28)
En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: - «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará». Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: - «¿Qué deseas?». Ella contestó: - «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: - «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: - «Lo somos.» Él les dijo: - «Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo: - «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

28 febrero 2018. Miércoles de la II semana de Cuaresma – Puntos de oración


Aunque soy hijo de Dios de manera especial por el Bautismo, quiero vivirlo y sentirlo. Al inicio de este día, en su presencia, le doy gracias por el nuevo día que me regala. Además, seguramente gozo de salud, y si ando un poco flojo, también le doy gracias porque le necesito y le quiero sentir un poco más cerca en este día. De encontrarle en las personas con las que me encuentre en este día.
Así comienza la oración de entrada en la Eucaristía de este día. Vamos a fijarnos en ella:
“No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos; ven a socorrerme, Señor mío, mi fuerza y salvación” (Sal 37, 22-23).
Este salmo parece que me pertenece. Es una súplica constante. Cada día que pasa descubro mi dependencia absoluta de Dios. “Sin mí, nada podéis hacer”. Lo he experimentado en muchas ocasiones. Y ahora que estamos en los primeros días de Cuaresma noto que el Señor me pide un poquito más. Tengo que crecer, por tanto, me tiene que podar
Que me prepare para esta poda necesaria. El objeto de la poda es cortar y quemar las ramas secas. Los parásitos, (chuparon la savia) y fueron los causantes de la muerte anticipada de las ramas... Y, por otra parte, el Señor me poda para que dé más fruto en el momento de la cosecha.
Me cuesta aceptar esta poda, esta purificación. No hay que buscarla. Viene sola. Sólo se me pide no escaparme, dejarme podar. Pero me quejo porque siento dolor cuando me tengo que desprender de ciertos apegos, o afecciones desordenadas como nos recuerda con frecuencia san Ignacio de Loyola en sus EE.
Por esta razón, voy a recitar muy despacio esta oración:
  • No me abandones, Señor, Dios mío
  • No te quedes lejos. Quiero sentirte a mi lado.
  • Ven a socorrerme. Paso momentos de tristeza, de desaliento…
  • Señor, mi fuerza y salvación. Sin ti no puedo hacer nada.

Quiero sentirme hijo, porque o soy. Si soy tu hijo es que tú eres mi Padre. Entonces ¿por qué me preocupo de tantas cosas que pasan por mi imaginación.
Y, para terminar, pongo en labios de María, esta frase de Jesús, este otro texto antes de recitar el Evangelio de este día:
“Yo soy la luz del mundo, el que me sigue tendrá la luz de la vida”

27/2/2018, Martes de la II semana de Cuaresma


Lectura del libro de Isaías (1,10.16-20)
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: «Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Buscadla justicia, socorred al oprimid, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda. Venid entonces, y discutiremos - dice el Señor -. Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, comeréis de los frutos de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, os devorará la espada - ha hablado la boca del Señor -».
Salmo responsorial (Sal 49, 8-9. 16bc- 17. 21 y 23)
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
«No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.
pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños. 
R.
¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? 
R.
Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara. El que me ofrece acción de gracias, ese me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» 
R.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (23, 1-12)
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo: - «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

27 febrero 2018. Martes de la II semana de Cuaresma – Puntos de oración


“Dios en ti” es un libro que se acaba de publicar donde se recogen las enseñanzas de los grandes de la mística renana (del Rin, Alemania) el maestro Eckert, Suso y Taulero anteriores a los místicos españoles del s. XVI. Podemos empezar nuestra oración en la presencia de Dios, repitiendo la oración de san Ignacio: “Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean encaminadas en servicio y alabanza de ti Señor”, para pasar inmediatamente a poner en nuestro corazón estas tres palabras con las que hemos empezado estos puntos: “Dios en ti” y reflectir sobre mí para sacar tan gran provecho: “Dios en mi”. Bastaría esto para tener un buen y grande rato de oración, pensando que Dios mora en ti, en mí, en todos los hombres y dejarle a Él que haga nuestro rato de oración.
Y lo podemos arrancar con las ideas que nos daba el Papa en días pasados al comentar en su audiencia, La Eucaristía, al hablar de la Liturgia, nos decía que debemos hacer oración con las oraciones de la Liturgia de la Misa:
Así hoy nada más empezar nos dice: “Da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte, para que no diga mi enemigo: “Le he podido” (Sal 12,4-5). La muerte es el pecado. Estamos en tiempo de conversión, “este es el tiempo aceptable” nos dirá san Pablo, ¿para qué? Para convertirnos, enderezar nuestros caminos, nuestros pasos torcidos. Y la muerte, el pecado, nos viene por la pereza, nos cansamos de todo, lo hacemos con rutina, como mercenarios, funcionarios a sueldo y Dios no entiende de sueldos, sino de gloria y de vida eterna. De soberbia, la queja es una forma de soberbia, de desconfianza, de indiferencia, falta de interés en el trabajo, en el estudio, estudiando ahora más cuando menos ganas tengo, cuidando el horario detrás del cual está la voluntad de Dios y “Dios en ti”.
Por eso “Da luz a mis ojos, Señor…” porque “el que sigue el buen camino verá la salvación de Dios” (Sal49) Solo con la Luz del Señor podemos seguir su camino, solo si “ÉL está en ti” puedes caminar seguro, cumplir tus tareas,  no quejarte, transmitir alegría, la alegría del que va dentro de  ti, al que haces presente en este rato de oración para que luego lo siga  estando durante el resto del día y dodos los días  en todo tiempo y lugar.
“Santifícanos, Señor, purifícanos de nuestros vicios y pecados, condúcenos con tu luz que desde dentro nos empuja hacia los bienes del cielo”.
La Virgen nos acompaña en esta travesía de la Cuaresma y pone en nosotros esos deseos de conversión, como lo haría con Jesús cuando se retiró al desierto a orar y fue tentado para que, así como El venció al enemigo, podamos vencerlo con su ayuda y con la seguridad de que lo llevamos siempre dentro por pura gracia suya.

26/02/2018, Lunes de la II semana de Cuaresma


Lectura de la profecía de Daniel (9, 4b-10)
¡Ay, mi Señor, Dios grande y terrible, que guarda la alianza y es leal con los que te aman y cumplen sus mandamientos! Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tú, mi Señor, tienes razón y a nosotros nos abruma la vergüenza, tal como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todos los países por donde los dispersaste a causa de los delitos que cometieron contra ti. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti. Pero, mi Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona, aunque nos hemos rebelado contra él. No obedecimos la voz del Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por medio de sus siervos, los profetas.
Salmo responsorial (Sal 78, 8. 9. 11 y 13)
R. Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.
No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. 
R.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. 
R.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte. 
R.
Nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 36-38)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:- «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros.»

26 febrero 2018. Lunes de la II semana de Cuaresma – Puntos de oración


Empezamos nuestra oración pidiendo la asistencia del Espíritu Santo, ya que sin Él no podemos orar (“Señor, enséñanos a orar”). Además, puede sernos muy útil pedir ayuda a los santos a los que tenemos especial devoción: yo por mi parte sería incapaz de comenzar la oración sin estar muy cerquita de la Virgen María, de San José, y de San Ignacio de Loyola.
1ª lectura y salmo:
-   Una idea: Aunque la primera lectura pueda parecer un poco derrotista, o pesimista (al principio), pretende transmitirnos una idea muy clara: la Misericordia de Dios es muy superior a nuestras faltas y pecados. “Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia” dice el Apóstol, tirando más de experiencia que de palabras bonitas. Una idea que no podemos perder: no importa cuán graves hayan sido nuestras faltas, o cuanto nos pesen, Cristo nos llama a Él. En este tiempo de Cuaresma, pidamos que cale en nosotros esta idea: que da igual como estemos, como llevamos la Cuaresma, como se nos queda de lejos la Pascua… da igual, porque “el Señor es compasivo, da igual que nos rebelemos” … Una manera de volver al Señor puede ser la confesión. Ahí volvemos al Señor mediante los hombres que el Señor ha designado como “profetas y mediadores”, porque como dice la lectura, una causa de esta rebelión y desobediencia por nuestra parte es alejarnos de las personas (y medios) que el Señor ha puesto para nuestra salud espiritual (la guía y dirección espiritual, los sacramentos…).
-   Un sentimiento: el sentirnos perdonados. El sentimiento del gozo interno. En Ejercicios Espirituales, en la meditación de la Misericordia del Señor, hay una frase que el director de tanda siempre repite y siempre me marca: “Soy un pecador, pero un pecador perdonado”.
-   Una imagen. Podemos quedarnos con una escena, con una imagen que más llame la atención sobre la Misericordia. Podemos tomar la imagen del hijo pródigo, la imagen de María Magdalena a los pies de Jesús escuchando de los labios de este esa frase “Yo tampoco te condeno, vete en paz”; o la imagen del Crucificado suplicando al Padre: “Perdónales porque no saben lo que hacen”.  Y nos detenemos donde encontremos Gracia, para saborearlo.
Evangelio:
-   Una idea: las exigencias bautismales. La exigencia de imitar en la Caridad y la Misericordia a Aquel que se ha hecho para decirnos “Así es Dios, así soy yo”. Tenemos que ser transmisores de esa Misericordia. Fieles imitadores de Jesús. Nosotros que hemos vivido esa Misericordia, y que queremos orar para llenarnos de Él, se nos pide (y no solo se nos pide, sino que debe de arder en nosotros como una necesidad) la de seguir en la imitación a Cristo. No como un “trabajo de puños”, sino más bien un “dejarse hacer por Él”, dejarnos llenar por Él: “Ya no vivo yo, es Él quien vive (y actúa) en mí”.
-   Un sentimiento: Podemos pedir dos sentimientos: primero, para vivir aquello que Jesús nos pide en el Evangelio, los sentimientos del Corazón de Cristo. Pero también podemos pedir en nosotros aquello que decía San Pablo: “Ay de mi si no evangelizara, como podría callar su voz, si llevo dentro el fuego de su amor”. Es decir, sentir el fuego de Dios, para que nosotros también podamos “quemar” a los demás.
-   Una imagen: a mí me ayuda aquella de los apóstoles en la barca llamando a los peces a las redes: es decir, nosotros, que por nuestro bautismo somos apóstoles del Señor, llamando a todos a las redes de la Iglesia, de Cristo. Es decir, la imagen: nosotros como apóstoles y seguidores de Jesús.
Pidamos todo esto a Nuestra Madre del Cielo, que en todo momento supo vivir de la Misericordia de Dios, esperando en Él; y siendo fiel transmisora de Aquello que había recibido.

25/2/2018, Domingo II de Cuaresma (Ciclo B)


Lectura del libro del Génesis (22, 1-2. 9-13. 15-18)
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán. Le dijo: «¡Abrahán!» Él respondió: «Aquí me tienes.» Dios dijo: «Torna a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré». Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: «¡Abrahán, Abrahán!» Él contestó: «Aquí estoy». El ángel le ordenó: - «No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo». Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo: «Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque me has escuchado mi voz».
Salmo responsorial (Sal 115, 10 y 15. 16-17. 18-19)
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!»
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. 
R.
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. 
R.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 31b-34)
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios, el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros?
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 2-10)
En aquel tiempo Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decir, pues estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo». De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

25 febrero 2018. Domingo II de Cuaresma (Ciclo B) – Puntos de oración

Empezamos por la segunda lectura: Si Dios está a nuestro favor, ¿quién podrá estar contra nosotros? Vamos a meditar por el método de tres potencias este texto y en el que sigue. Imagínate a Dios Creador, el Padre Todopoderoso, sentado en un tono precioso y mirándote con amor, tú, de pie mirándole entre amante y asombrado.
Si fueses un israelita del antiguo testamento seguramente pensarías algo así como: despreciables enemigos paganos. ¿Qué hacéis ahí, frente a mí? Enseguida moriréis. Mil a mi derecha y diez mil a mi izquierda. Tendré dinero, amor, …
Ahora soy yo, cristiano, que intenta vivir como tal, que sé que TÚ eres mi padre, aunque lo practico poco. ¿Qué pienso? ¿Quién es ese que no podrá estar contra nosotros? Puedo aplicarlo a personas, circunstancias, “desgracias”.
Yo conozco a alguien que sí que me puede hacer daño. Creo que la única persona soy yo mismo, puedo ir teniendo negligencias que poco a poco me aparten del camino y de TU amor.
Pero, si TÚ estás a mi favor, difícil va a ser que ni siquiera este enemigo que llevo dentro pueda ganarme. Me salvaré y estaré contigo y con toda tu familia.
Ahora eres un medio cristiano medio pagano, de los que tanto abundan en mi entorno. No leen el Evangelio ni la Biblia y por eso no se enteran de lo que dice Dios, pero de todas formas se lo dice. ¿Qué le está diciendo Dios? ¡Qué piensa Dios de él? ¿Y si fuese un corrupto, un pecador de cualquier tipo? ¿Si fuese una prostituta de “vocación”? Aquí aparece un poco más los que ellos eligen el mal. Son sus únicos enemigos.
Ahora eres un budista o un musulmán. Tampoco lees la biblia y no te enteras de lo que te dice Dios o Alá, pero ¿se lo dice también?
Si Dios se lo dice a todos y está favor de cada uno, seguramente se salvan. ¿Entonces para qué sirve ser cristiano?
Esto es la parte de entendimiento, de reflexión. Ahora falta el tomar decisiones, el amar, el sentimiento y decirle algo al Padreo o al Hijo o al Espíritu Santo o a nuestra intercesora, la Virgen o…
Si sigues leyendo las razones que da San Pablo de por qué se sabe que te quiere hasta el infinito, te derrites como la nieve al sol.
La transfiguración es otra demostración. Jesús, de quien proceden estas ideas, demuestra que es Dios, para que se reafirme mi fe. ¡Gracias!

24/2/2018, Sábado de la I semana de Cuaresma

Lectura del libro del Deuteronomio (26,16-19)
Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Hoy el Señor, tu Dios, te manda que cumplas estos mandatos y decretos. Acátalos y cúmplelos con todo tu corazón v con toda tu alma. Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos. Él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y serás el pueblo santo del Señor, tu Dios, como prometió».
Salmo responsorial (Sal 118, 1-2. 4-5. 7-8)
R. Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Dichoso el que, con vida intachable, camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. 
R.
Tú promulgas tus mandatos para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus decretos. 
R.
Te alabaré con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus decretos exactamente, tú no me abandones. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 43-48)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

24 febrero 2018. Sábado de la I semana de Cuaresma – Puntos de oración

Deut 26,16-19.
Moisés habló al pueblo diciendo: Hoy el Señor, tu Dios, te ordena practicar estos preceptos y estas leyes. Obsérvalas y practícalas con todo tu corazón y con toda tu alma.
En nuestro caminar cuaresmal, siempre la figura de Moisés nos interpela y nos alienta. Él, tan amigo de Dios, que habla con Él cara a cara, nos comparte lo que le dice su Gran Amigo y Padre: Que seamos coherentes, que vivamos lo que creemos, que cumplamos sus Mandamientos de todo corazón.
Salmo 119(118),1-2.4-5.7-8. Dichoso el que, con vida intachable, camina en la la ley del Señor, dicho el que guardando sus preceptos lo busca de todo corazón. Tu Palabra me da vida….
En Cuaresma nuestro Aleluya se puede cambiar por la canción “Tu Palabra me da vida”, que nos invita en su primera estrofa a vivir con gozo el precepto mosaico: Vida intachable guardando fielmente sus preceptos.
Evangelio según San Mateo 5,43-48. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rogad por los que os persiguen; …Por lo tanto, sed perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Jesús nos lanza al Más, a lo máximo, a lo último, a lo perfecto, a Dios. El medio: amar al enemigo, orar por el que nos persigue. El modelo: Dios; siendo nosotros “enemigos” por el pecado nos conquista para su amistad a punta de lanza con su cruz, dando hasta la última gota de su sangre.
Avanza la Cuaresma, es sábado, de Santa María. ¡Madre, tus ojos para mirar a Jesús en el Desierto, tus oídos para escucharle, tu corazón para amarle!
Tengo en el corazón las palabras del Papa en el Perú "Hoy el Señor te invita a caminar con Él la ciudad, te invita a caminar con Él tu ciudad. Te invita a que seas discípulo misionero, y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida: ¡Alégrate, el Señor está contigo!" (21 enero 2018).

23/2/2018, Viernes de la I semana de Cuaresma – San Policarpo


Lectura de la profecía de Ezequiel (18,21-28)
Esto dice el Señor Dios: «Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos que cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor Dios-, y no que se convierta de su conducta y que viva? Si el inocente se aparta de su inocencia y comete maldades como las acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá vivir? No se tendrá en cuenta sus obras justas. Por el mal que hizo y por el pecado cometido, morirá. Insistís: "No es justo el proceder del Señor." Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?, ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto? Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».
Salmo responsorial (Sal 129, 1-2. 3-4. 5-7a. 7bc-8)
R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. 
R.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón, y así infundes temor. 
R.
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. R.
Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;
y el redimirá a Israel de todos sus delitos. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 20-26)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "necio", merece la condena de la “gehena” del fuego. Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

23 febrero 2018. Viernes de la I semana de Cuaresma – San Policarpo – Puntos de oración


“A Dios que concede el hablar y el escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
Celebramos hoy a San Policarpo de Esmirna, mártir de la fe en el s. II que conoció personalmente a los apóstoles. Cuenta la leyenda, en las actas de su martirio, que al ser quemado (fue como murió) quedó el ambiente impregnado de olor a rosas.
La oración de hoy podría ser una unión del martirio y el tiempo litúrgico que nos ocupa: la Cuaresma. ¿Qué puntos tienen en común?:
ü  La Cuaresma es preparación para la celebración del martirio supremo y fuente del resto de martirios, el de Cristo en la Cruz. Además, el martirio como puerta para la gloria y el gozo, porque la Cuaresma es preparación para los días de la pasión y muerte, pero sobre todo para la Resurrección.
ü  El martirio al que estamos llamados es el martirio blanco, el morir día a día (hasta que, si Dios lo quiere, un día nos pida el martirio de sangre). Llamada, por tanto, a la conversión, a morir cada día a nosotros y resucitar para el Señor. Relee la primera lectura con esta idea de fondo, ¿qué te dice el Señor? El martirio también de la caridad.
ü  El mártir, entendido como el que se entrega de manera absoluta, sin apegarse ni siquiera a su vida, y se da día a día (relee el Evangelio desde este punto de vista).
ü  El mártir que sabe que su vida está en manos de Dios. La llamada a la conversión, a la santidad, no se consigue “por puños”, “porque yo lo valgo”, sino que es una gracia del Señor. Como dice el prefacio de mártires: “porque en su martirio, Señor has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio”. Mártir viene del griego y significa, literalmente, “testigo”. Podríamos entenderlo de esta forma: no es un testigo valiente del Señor, sino que el Señor le hace su testigo, es el Señor quien hace de Él su testimonio. Es una bandera que levanta el Señor anunciando su misericordia, su gracia y su fuerza.
Feliz oración. “Que La Fuerza te acompañe” (nótese las mayúsculas).

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