11 abril 2018. Miércoles de la II semana de Pascua – Puntos de oración


Tomamos una oración del P. Morales dirigida a la Madre de Jesús Resucitado: “Dios te salve, María, alcánzanos los frutos de la Pascua: fe creciente, esperanza cierta, alegría desbordante, paz imperturbable, amor ardiente”. Son los dones que Jesús comunica a los discípulos en sus apariciones: “Alegraos”, “No tengáis miedo”, “Paz a vosotros”, “No seas incrédulo sino creyente”, “Id a decir a mis hermanos” …
El evangelio hoy nos dice una de las frases más consoladoras de Jesús: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna”. EL P. Raniero Cantalamessa dice, comentando esta frase, que si por un milagro la Biblia pudiera hablar, diría un único grito: “¡Dios os ama!”. Es el mensaje de la Pascua: Dios nos ama hasta el punto de entregar a su Hijo a la muerte en Cruz por nosotros, para resucitarle librándonos del pecado y abriéndonos las puertas del cielo. Hoy puedo pedir en mi oración que este amor de Dios alcance mi corazón y se grabe a fuego en él, para que nunca me separe de Jesús.
Más aún, la Pascua nos invita a ser testigos de Cristo resucitado, con la valentía que mostraron los apóstoles después de haber visto al Señor y recibido de Él la misión de ir al mundo entero a predicar el evangelio. Hoy, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra a esos discípulos que no se arredran ante la cárcel ni ante nada que se oponga a su anuncio del evangelio. Salen de la cárcel y vuelven a predicar al Templo, como si nada hubiera pasado, obedeciendo a Dios antes que a los hombres. Yo quizás hubiera dicho: ya me han metido una vez en la cárcel; esto se acabó. Pero el testimonio es más fuerte que la seguridad del testigo.
El evangelio nos dice que “el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”. Por el contrario, “el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras”. Hoy, los cristianos somos los encargados de llevar la luz Cristo Resucitado al mundo. Recordemos esa vela encendida del Cirio Pascual en la noche de la Vigilia Pascual. Si no iluminamos con ella las tinieblas del mundo, los hombres que obran el bien no podrán reconocer la verdad y acercarse a Cristo. Las tinieblas rechazarán esa luz que llevamos y eso no debe extrañarnos, pero de nosotros depende que la luz de la noche santa de Resurrección no se apague hoy. Pidamos a la Virgen los frutos de la Pascua, amor ardiente, para llevar la luz de Cristo a nuestros hermanos y no desanimarnos por ningún obstáculo, como los Apóstoles después de la Resurrección del Señor.

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